Desde la cuna africana el hombre no ha dejado de moverse. Impulsos muy distintos han hecho que no hayan cesado los flujos de población, muchos de ellos recorriendo distancias asombrosas para las condiciones materiales del momento, y todos ellos con unas consecuencias importantes para la historia de la humanidad. Descarga libro digital sobre el tema: http://iris.cnice.mec.es/kairos/temas/Desplazamientos/Desplazamientos.exe Prehistoria
Entre todos los seres vivos del planeta Tierra, sólo el género humano ha sido capaz de adaptarse a los más diversos y distantes medios ambientales, tras la consecución de extensos desplazamientos que le llevarían en el transcurso de cientos de miles de años, durante la Prehistoria, a poblar territorios de los cinco continentes. Para iniciar aquel dilatado proceso fue decisivo el afianzamiento, a lo largo de varios millones de años antes, de su bipedismo, que constatado ya en algunos homínidos debió surgir como respuesta de adaptación progresiva al cambio climático, responsable hace 6-5 millones de años de la transformación de una densa selva tropical en estepa herbácea, propiciando los primeros pasos en África Oriental. Transcurridos algunos millones de años, la evolución de las primeras especies humanas nos deparará, por fin, un "homo" capaz de emigrar, el denominado Homo erectus. Al seguir el rastro de sus huellas, podemos imaginar el inicio de una extensísima "andadura", de África a Eurasia. El destino que otros, como el antecessor, seguirían después. Época antigua y medieval
Al proceso de extensas migraciones que condujo al hombre a tierras de los cinco continentes siguieron otros movimientos de población, cuya trascendencia se reflejaría en la plasmación de un mapa euroasiático más complejo y diverso, a través del cual obtenemos no sólo conciencia del crisol de pueblos que habitaron Europa y Asia, sino también y de modo más significativo el fundamento y los orígenes de poblaciones que, traspasando las fronteras de la antigüedad, configuraron los troncos principales a los que pertenece la mayor parte de la población actual de Europa y Asia. Y mientras la población circunscrita a aquellas tierras próximas a los cauces de agua, entre el Tigris y el éufrates, a orillas del Nilo, o en las cuencas del río Amarillo o del Indo, lograba aun con denodado esfuerzo los frutos que irían favoreciendo la evolución progresiva hacia el sedentarismo, la generación de excedentes, la jerarquización, la estratificación social..., la organización y control de las actividades, hasta la configuración del estado y la civilización, otras poblaciones todavía seminómadas prosiguieron sus desplazamientos, en una búsqueda incesante de tierras y recursos más florecientes. En determinados períodos este proceso provocaría un conflicto de intereses, poniendo de manifiesto la fragilidad de algunos estados sedentarios, no siempre capaces de asimilar el flujo de pueblos atraídos por los recursos de la civilización. En algunos casos, el rechazo no haría sino alargar una travesía de destino más lejano hasta la consecución de un espacio propicio o menos hostil. De las condiciones del nuevo hábitat dependerá el desarrollo y la configuración de aquellos grupos humanos, que incluso respondiendo a un origen común en su fase seminómada, formarían el núcleo de distintas poblaciones históricas. Fue el proceso experimentado por los denominados indoarios, tribus de pastores seminómadas con origen en las estepas de Asia Central, que en distintos períodos protagonizaron extensos desplazamientos en dos direcciones, Oriente y Occidente. Tambaleando en ocasiones los cimientos de poderosos estados, su marcha hacia el Próximo Oriente y su asentamiento en distintas zonas de Europa y Asia desembocaría en la configuración de pueblos hititas, griegos, iranios, latinos... Durante los mil años de duración de la Edad Media, Europa vio llegar nuevos pueblos a su territorio, o vio como cambiaban de residencia algunos de los grupos humanos que estaban asentados en ella. El principio y el final de esta larga etapa están marcados precisamente por la afluencia de nuevos pueblos al espacio europeo. El inicio de la Edad Media coincide para algunos con la caída de Roma ante los invasores germánicos, para otros con la entrada en la escena política de los árabes. El final se señala con la llegada de los turcos otomanos que tomaron la ciudad de Constantinopla y así acabaron con el Imperio Romano de Oriente. Entre el principio y el final de la Edad Media fueron muchos los pueblos que se desplazaron por toda Europa, y que contribuyeron con su expansión a la formación de las entidades territoriales y políticas que configurarían la Europa actual. A la zona oriental llegaron los eslavos, que en lentas oleadas fueron cubriendo poco a poco las tierras del Este europeo; su enorme ocupación se vio partida en dos por la llegada de un pueblo impetuoso, los húngaros, que asentados en la llanura de Panonia formaron un reino. Por el Norte se movieron los vikingos, terribles piratas saqueadores que terminaron por asentarse en algunos territorios europeos, y no solo se contentaron con un ducado en Normandía, terminaron por dominar el territorio anglosajón de la Gran Bretaña. Cuando todo parecía ocupado, es decir, cuando parecía que ya no había posibilidad de nuevos espacios que controlar, aún se produjeron otros desplazamientos. Se trata de los movimientos de repoblación, entre las que hay que destacar la hispana y el Drag Nach Osten alemán. Fuera del ámbito europeo hubo desplazamientos tan importantes como los de los mongoles, y los de los turcos seljúcidas, que de alguna manera influyeron también en el espacio europeo. Época moderna
Los siglos modernos se inician con la que va a ser una de sus características esenciales: la ampliación de los espacios, la apertura de nuevas rutas, el descubrimiento de nuevos mundos... y consecuentemente nuevos movimientos de poblaciones hasta entonces incomunicadas. El Atlántico se convierte en una vía de tránsito de población. En primer término, entre Europa y América. El flujo es recíproco pero enormemente desigual. A lo largo de la Modernidad se inicia un importante trasvase de población europea al Nuevo Mundo -que tendrá su continuidad en la época contemporánea-, que no se ve compensado por los escasos americanos que llegan -o que son llevados- a tierras europeas. Pero ese trasiego demográfico a través del Atlántico -igual que ocurre con otros aspectos de la nueva economía-mundo- es, en realidad, tripartito. África es el tercer referente y su participación se refleja en movimientos forzosos, organizados en el siniestro tráfico de esclavos que, dirigido por los europeos, afecta determinantemente a la configuración de la población americana y, al tiempo, tiene efectos devastadores sobre las sociedades de determinadas zonas africanas. Tráfico de esclavos
Época contemporánea
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"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.
lunes, 9 de febrero de 2009
Las migraciones a través de la historia
Fuente y enlace: http://iris.cnice.mec.es/kairos/temas/Desplazamientos/desplazamientos0.html
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