La crisis mundial frena en seco las esperanzas de desarrollo en los países más pobres y amenaza con provocar conflictos sociales
J. P. VELÁZQUEZ-GAZTELU EL PAÍS, 22/03/2009
"Cuando empezó esta crisis, la gente de los países en desarrollo, especialmente los africanos, eran meros testigos inocentes, pero ahora no tienen más remedio que sufrir sus duras consecuencias". Las palabras de Ngozi Okonjo-Iwela, directora gerente del Banco Mundial y ex ministra de Economía de Nigeria, ilustran la creciente preocupación por el impacto devastador que una crisis nacida en los países ricos está empezando a tener en el mundo en desarrollo, sobre todo en África subsahariana.
La recesión en los países ricos hace caer la demanda de materias primas
El FMI rebaja hasta el 3% la previsión de crecimiento para el continente
Una vez más, los africanos son víctimas de un desastre causado por otros. No son responsables de la falta de controles en los mercados mundiales, ni de la voracidad de los bancos que han desencadenado el crash financiero, pero pueden acabar siendo los que más sufran sus consecuencias.
La crisis llega a África justo cuando su economía daba señales de levantar la cabeza: las exportaciones aumentaban, y con ellas las reservas internacionales. La inflación comenzaba a estar bajo control y las cuentas públicas se equilibraban. Incluso se hablaba ya de los guepardos africanos, el equivalente a los tigres asiáticos de los años noventa. Y por si fuera poco, la pobreza comenzaba a retroceder y los regímenes democráticos iban consolidándose. Había esperanzas de que, por fin, el continente entraba en la senda del desarrollo.
Pero la crisis desencadenada por las hipotecas basura en EE UU lo ha cambiado todo. "Vamos a afrontar el equivalente económico de un tsunami, y si no lo controlamos, los progresos hechos en los últimos años en toda África pueden irse al traste", afirmó el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, al inaugurar la semana pasada una conferencia convocada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Dar es Salaam (Tanzania) para analizar los efectos de la crisis en el continente africano. "Cuando el colapso global era visto como algo fundamentalmente financiero, muchos pensaron que África se salvaría, pero no tuvieron en cuenta lo que significa la globalización y cómo nuestras economías, nuestros países y nuestra suerte están interconectados. África está ahora en primera línea", dijo Annan.
¿Qué ha cambiado? Con la economía mundial a las puertas de su primera recesión en 60 años, la demanda de materias primas africanas -oro, petróleo, zinc, cobre...- ha caído drásticamente y ha mermado los ingresos por exportaciones de los países productores. En Suráfrica, cargamentos de hierro, aluminio y manganeso se apilan en los puertos a la espera de destino. La vecina Botswana ha perdido en un año el 90% de los ingresos por la exportación de diamantes, base de su economía.
Floreciente durante los primeros años de la década, la inversión extranjera también ha comenzado a resentirse, y las dificultades para acceder al crédito empiezan a ser insalvables para particulares y empresas. El emergente sector privado africano, uno de los pilares del crecimiento de los últimos años, puede perder en un abrir y cerrar de ojos todo el terreno ganado.
Entre 2005 y 2008 el África subsahariana había crecido a una media anual superior al 5%, en buena medida gracias a la disciplina macroeconómica observada por buena parte de sus países. El deterioro de la situación en los últimos meses ha llevado al FMI a rebajar hasta un 3% las perspectivas de crecimiento para la zona en 2009, la mitad de lo pronosticado por el mismo organismo hace tan sólo un año. Teniendo en cuenta el crecimiento de la población, el cumplimiento de ese pronóstico significaría un retroceso en el nivel de vida de los africanos acomodados y más pobreza para la mayoría de la población.
Los presagios son cada vez peores. Suráfrica, principal economía de la zona, vio como su Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo un 1,8% en el último trimestre de 2008, su primera caída en diez años. Y el propio director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, reconoció en Dar es Salaam que el dato del 3% calculado por el organismo para todo el continente puede acabar siendo demasiado optimista. "Aunque la crisis ha tardado en llegar a las costas de África, todos sabemos que ha llegado y que su impacto será duro", dijo Strauss-Kahn a los ministros de Economía reunidos en la capital tanzana. La caída de los precios de las materias primas va a deteriorar significativamente los balances fiscales de los países africanos, especialmente los de los países exportadores de petróleo como Nigeria, Angola o Sudán. El precio del crudo ha bajado más de un 70% desde sus máximos a mediados de 2008, y el índice de precios de las materias primas de la revista The Economist ha caído un 43,2% en el último año. El precio del cobre, un producto de exportación fundamental para Zambia, ha caído más del 60%.
Bronwyn Bruton, experta en asuntos internacionales del Council on Foreign Relations, un organismo de análisis con sede en Washington, apunta que la crisis financiera puede ser especialmente dura con los países más desarrollados de África, como Ghana o Tanzania, que tienen fuertes lazos comerciales y de inversión con los países ricos, pero subraya que ese impacto no será nada comparado con la devastación que traerá consigo la caída de las remesas que los emigrantes africanos envían desde Europa y EE UU. Se trata de un dinero esencial para mantener a muchas familias -en algunos casos, la única fuente de ingresos- o para abrir pequeños negocios. En 2007, los africanos residentes en el exterior enviaron a casa 19.000 millones de dólares, más del doble que tres años antes.
"La capacidad de los africanos emigrados para enviar dinero se ha visto gravemente mermada por la crisis financiera en un momento en que la sequía y la falta de alimentos, especialmente en algunas zonas del este de África, han alcanzado proporciones críticas", afirma Bruton. "He hablado con somalíes, zimbabuenses y gente de otros países en EE UU que han tenido que elegir entre pagar el alquiler o alimentar a sus hijos".
Entre tanto mal presagio, un dato positivo: los bancos africanos están a salvo, al menos por ahora, de la crisis que viven las entidades financieras de los países ricos. Poco integrada en los mercados mundiales, la banca del continente no ha invertido en productos extraños como los que han llevado a la ruina a grandes bancos del mundo desarrollado. Sin embargo, hay países, como Uganda o Kenia, donde los buenos rendimientos de la Bolsa en los últimos años han llevado a muchos ciudadanos a pedir dinero prestado para comprar acciones y ahora, tras la caída de los mercados de valores, no pueden devolverlo. El sector bancario también puede tener problemas cuando empresas de sectores vulnerables como el de la madera y el algodón no puedan pagar sus préstamos.
¿Pueden (o quieren) los países ricos evitar una catástrofe en África? En su último informe sobre el continente, el FMI apunta que todo dependerá de si los países donantes están dispuestos a cumplir sus compromisos de ayuda -o incluso, incrementarlos-, a pesar de sus propios problemas presupuestarios. José Gijón, del Centro de Desarrollo de la OCDE, teme que si los países ricos siguen teniendo grandes déficits fiscales recortarán la ayuda al desarrollo. Ello tendrá efectos muy negativos para las naciones africanas más pobres, que son extremadamente dependientes de la ayuda al desarrollo (en algunos países, casi la mitad del presupuesto nacional). "Si las cosas no se arreglan y los países ricos deciden adoptar políticas proteccionistas", dice Gijón, "esto afectará a todos los exportadores africanos, tanto de materias primas como de productos agrícolas".
El pasado lunes, el presidente etíope, Meles Zenawi, advirtió a los países del G-20, que se reunirán la próxima semana en Londres, que algunos países africanos podrían "hundirse en el caos y la violencia" si no reciben ayuda para afrontar la crisis. "Deberían preocuparse por África porque les va en ello su propio interés", afirmó Meles tras reunirse con el primer ministro británico, Gordon Brown. Suráfrica será la única economía africana representada en Londres.
El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, ha lanzado la idea de crear un fondo de ayuda a los países pobres al que cada país desarrollado aportaría el 0,7% de sus planes de estímulo económico. En este sentido, el etíope Meles manifestó que cualquier estímulo financiero empleado en países desarrollados tendrá menos impacto global que si la misma cantidad de dinero se invirtiera en África. "Estamos hablando de una cantidad de dinero similar a la que se está gastando en un banco de tamaño medio. Háganse a la idea de que África es uno de esos bancos", dijo.
Para Bronwyn Bruton, del Council on Foreign Relations, el impacto de la crisis en África se verá agravado por la endeble estructura institucional del continente. "Muchos países africanos carecen de voluntad y de medios para proporcionar un colchón de seguridad a su ciudadanía", opina Bruton, quien se muestra pesimista sobre la actitud de los países ricos. En vista de la subida del desempleo y de las enormes cantidades de dinero dedicadas a salvar a los bancos, esta experta cree que para los países donantes será muy difícil mantener los niveles actuales de apoyo financiero a los más pobres, ya que sus políticos están muy presionados para dar prioridad a las necesidades nacionales en detrimento de la ayuda exterior. "Es difícil imaginar cómo la lucha contra la pobreza, que ya está frenándose, puede esquivar un golpe terrible", dice Bruton.
José Gijón, de la OCDE, opina que los países ricos deben mantener sus compromisos de ayuda al desarrollo, como parece que va a hacer España, o incluso aumentarlos, para que la ayuda actúe como una medida contra-cíclica ante la crisis. Otra medida esencial, a su juicio, es la lucha contra las tentaciones proteccionistas.
JAVIER SANTISO EL PAÍS 22/03/2009
África es el continente más pobre de la tierra. Con la crisis que se intensifica en los países OCDE, también corre el riesgo de ser el continente más olvidado del planeta.
Uno de sus ministros estrella, el surafricano Trevor Manuel, no deja de alertar en este sentido: África está nuevamente en peligro de desaparecer de las agendas de los países ricos. Conforme se está intensificando la crisis, se agudiza el parón de capitales privados hacia el mundo emergente, mientras las remesas -una fuente de financiación importante para el continente africano- también se están reduciendo a gran velocidad.
El continente africano no se merece, sin embargo, el olvido de Occidente. Esta región no ha desmerecido: es más, se ha lucido desde el punto de vista económico a lo largo de los últimos años. En África se ha dado, durante los años 2000, un auge económico singular.
El continente se hizo atractivo, en particular para las nuevas potencias emergentes de Asia, del Oriente Próximo y de América Latina. De la noche al día, África dejó de ser el patio trasero exclusivo de los países desarrollados. Las empresas chinas empezaron a invertir en la región. Con ello, de repente, el continente negro recobró una importancia estratégica, política y sobre todo económica inesperada para los países de la OCDE. Conforme las empresas chinas fueron arrebatando contratos a las multinacionales europeas y norteamericanas, la novia africana se hizo cada vez más atractiva: la prometida dejaba de serlo de manera exclusiva. Peor todavía: se podía enamorar de otros pretendientes.
Hoy día, más de 800 empresas chinas operan en África en sectores que van desde las materias primas hasta las manufacturas y las finanzas. En 2008, el comercio entre China y África superó los 100.000 millones de dólares, un récord. Es de esperar, por el bien de África, que en 2009 este interés chino no se desvanezca: la presencia del gigante asiático opera, al final, como un catalizador, incentivando los occidentales a no dejar el continente en manos de otros.
El interés por China radica fundamentalmente en los tesoros de sus suelos. Este apetito internacional estimuló a su vez el crecimiento del continente. Así, según el African Economic Outlook (AEO), publicado por el Centro de Desarrollo de la OCDE, el continente estuvo creciendo cinco años seguidos a ritmos asiáticos, con un promedio de más del 5,5%. No se trató sólo de los países exportadores de materias primas: en 2007, de los 35 países analizados en el AEO, un total de 31 estuvieron creciendo a un ritmo superior al 5%. Todo ello despertó el apetito de los inversores privados en búsquedas de rendimientos (eso sí, no adversos al riesgo).
El despertar del interés chino por África ha estimulado el apetito de otros inversores emergentes. Prueba de ello es el auge de las inversiones extranjeras directas que se están dando hacia África. En 2005, por primera vez, la inversión extranjera directa recibida por el continente (35.000 millones de dólares) superó la ayuda oficial al desarrollo bilateral de los países de la OCDE. En 2007 y en 2008, las inversiones alcanzaron 53.000 de dólares, todo un récord.
En el mundo de las economías emergentes, China no es, sin embargo, el único nuevo inversor que ha irrumpido en África. En 2006, por primera vez, las fusiones y adquisiciones operadas en la región fueron lideradas por las empresas de Asia y Oriente Próximo. Los grupos indios estuvieron moviendo también sus fichas. En 2007-2008, el comercio bilateral entre India y África superó los 30.000 millones de dólares, cuando era apenas de 1.000 millones en 1900-1991. Prueba del creciente interés de India por África es que en abril 2008 tuvo lugar, por primera vez en la historia, una cumbre India-África. Desde América Latina, los grupos brasileños también iniciaron inversiones importantes en África. Desde 2007, el grupo de construcción Odebrecht volcó 200 millones de dólares en Angola, junto con operadores locales, para crear una nueva empresa en el sector de los biohidrocarburos. Empezó también a construir una terminal de combustibles en Etiopía y a ejecutar obras de infraestructura en Libia. Por su parte, el gigante minero Vale tiene planes importantes en Mozambique y actividades en Angola, Gabón, Suráfrica y Guinea. Petrobras desplegó, por su parte, su presencia en Libia, Tanzania, Santo Tomé y Príncipe, Nigeria y Guinea Ecuatorial.
A estos inversores procedentes de China, India o Brasil se suman también grupos industriales y financieros de Oriente Próximo, empresas rusas como Gazprom y otros inversores del sureste asiático. Esta tendencia de inversiones de países emergentes en África participó de otra más general y global: la emergencia de las potencias del sur como protagonistas de la globalización capitalista. La crisis actual obviamente limita ahora fuertemente estos proyectos de expansión. Sin embargo, como lo hemos visto con la entrada en febrero del 2009 de Chinalco en el capital de la anglo-australiana Rio Tinto, algunos países emergentes todavía disponen de apetito y liquidez para lanzarse en operaciones de 20.000 millones de dólares.
Lo que estuvimos viviendo en la primera parte de los años 2000 fue un gran reequilibrio de las riquezas de las naciones del norte hacia el sur y entre los países del sur. Es posible que la crisis actual frene este reequilibrio: más que reequilibrios de riquezas, estamos asistiendo a destrucciones de ellas. Uno podría entonces atreverse a desarrollar una paradoja: si África quiere evitar desaparecer de nuevo del radar de los países ricos, como lo teme Trevor Manuel, quizá lo mejor que le pueda ocurrir es que países emergentes como China, India, Brasil, Rusia o los Emiratos Árabes sigan interesándose por este continente que se merece mucho mejor que nuestro olvido.
Javier Santiso es director del Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El desembarco de compañías en el continente toma velocidad
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA VEGA 22/03/2009
Las empresas españolas llevan África en los ojos. Y no es una mirada que se sienta atraída sólo por los bajos costes de producción y la mano de obra barata. Va más allá, como lo han demostrado
Ya no sólo interesa el Magreb; el África subsahariana ofrece también potencial
El continente tiene condiciones para convertirse en huerto solar del mundo
USP Hospitales, Enertis Solar, Satec,Mixta África, Eurosemillas, Herba Nutrición y otros nombres cuyas historias son bastante más conocidas: Repsol YPF (Argelia y Libia), Barceló Hoteles (Marruecos), Cepsa (Argelia), Inditex (Marruecos y Túnez)...
El continente es, desde hace tiempo, un destino que se estudia con mucha atención en la mesa de cualquier responsable de expansión internacional. De hecho, la evolución de las exportaciones españolas a África pone buenas cifras a este sentimiento. Según datos del ICEX, alcanzaron los 10.069 millones de euros a finales de 2008, frente a los 8.050 millones de 2007 o los 6.997 millones de 2006. Bien es cierto que las inversiones directas españolas en África -en términos generales, exiguas- están sufriendo un brusco desplome desde los 956 millones de euros de 2006 hasta los más débiles 127 millones acumulados (últimas cifras disponibles de la Dirección General de Comercio e Inversiones) entre enero y septiembre de 2007. Sin embargo, analistas como Eduardo Martínez Abascal, profesor del IESE, creen que esta situación será transitoria y que, una vez se estabilicen los mercados financieros, se volverá a reencontrar la senda del crecimiento. Porque el potencial es inmenso, como se está viendo en Kenia, Nigeria o Angola.
Para algunos expertos, el gran cambio está en que no sólo el África mediterránea (Marruecos, Libia, Argelia, Túnez...) está mostrando esta capacidad de atracción, sino que, por primera vez, el área subsahariana (Guinea Ecuatorial, Senegal, Angola...) empieza a ser objeto de deseo. Tanto es así que el año pasado el ICEX lanzó el Programa de Apoyo a Proyectos en África Subsahariana (PAPAS), en el que hasta esa fecha se han presentado 94 iniciativas. Los destinos preferidos son Cabo Verde, Senegal y Angola. Pero también, explican fuentes del organismo público, hay desarrollos en Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Nigeria, Mauritania y Camerún, la mayoría apoyándose en socios locales. Además, el Gobierno destinará 100 millones de euros con cargo al Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) para financiar proyectos que favorezcan la exportación de infraestructuras. Como señala un empresario instalado en esta zona, "casi por sorpresa hemos puesto los ojos en esta nueva África". Sin embargo, no será, al parecer, una mirada pasajera.
USP Hospitales es un ejemplo de empresa presente en estas dos, por así decirlo, Áfricas. Está en negociaciones para gestionar y administrar 13 hospitales en Marruecos. Y además, en Angola, desde diciembre, gestionan una clínica de Sonangol (la compañía estatal de petróleos angoleña). "Por primera vez, el África subsahariana comienza a tener capacidad para desarrollar proyectos educativos y de sanidad", señala Juan Ramón Arias, director general internacional de USP Hospitales, empresa que explora otros destinos como Senegal, Gabón o Guinea Ecuatorial. Este último es "un país donde, seguramente por la relación histórica con España, se nos quiere mucho, lo cual ha sido una estupenda sorpresa para nosotros", reflexiona Arias.
Dentro de las enormes posibilidades de este continente, cada vez gana más fuerza la de convertirse en el huerto solar del mundo. Para ello, África cuenta con mucho terreno y muy barato, así como con una gran radiación lumínica. Tanto es así que, por ejemplo, en Marruecos o Argelia es el doble que en Alemania. Sobre estas bases traza su estrategia de negocio Enertis Solar, una joven empresa de ingeniería -se creó en 2006- que trabaja para llevar esta energía verde a zonas rurales aprovechando el déficit de instalaciones eléctricas. Las cuentas salen. "Sólo el 4% de las instalaciones del mundo son rurales, por lo que la capacidad de crecimiento resulta enorme para un continente repleto de sol y tierra", analiza José Luis Galindo, consejero delegado de Enertis Solar.
Frente a estos destinos menos habituales está Marruecos, que tradicionalmente ha sido el principal receptor de las exportaciones españolas (3.642 millones de euros) en África y de las inversiones, sobre todo dirigidas al sector constructor y promotor, pero también a la industria textil gracias al bajo coste de la mano de obra. Es el caso de Tavex, uno de los principales productores mundiales de tela vaquera. Desde 1990, la empresa está presente con una fábrica en la localidad de Settat, a 70 kilómetros de Casablanca, cuyas instalaciones han sido ampliadas en varias fases.La planta de Marruecos resulta estratégica para la compañía, puesto que facilita una importante reducción de los costes de producción respecto a los que tenía en España; le permite mantener una proximidad geográfica a confeccionadores como Túnez y, además, se puede aprovechar de la capacidad logística de los puertos del Mediterráneo. Junto a estas facilidades, recuerda Rubén Bernat, director financiero de Tavex, "hemos tenido apoyos públicos del Gobierno marroquí, como el Fondo Hassan II para el Desarrollo, lo cual nos ha facilitado la implantación". Este caso muestra de qué manera el norte de África está atrayendo cada vez más capital foráneo.
Dentro de este redescubrimiento empresarial de África, el componente tecnológico también reclama su cuota de protagonismo. Satec es una de las empresas de mediano tamaño que más activa se está mostrando en la zona norte de este continente. En el espacio de seis años ha comprado tres compañías locales para ayudarles a construir su proyecto africano. Especializada en sistemas de información y telecomunicaciones, adquirió en 2001 la marroquí Intelcom, y en 2006 y 2007, a partir de la adquisición de firmas locales, creó, respectivamente, Satec Algérie y Satec Tunesie. Estas tres filiales sumaron el año pasado una facturación conjunta de 260 millones de euros y "las perspectivas son estupendas", recalca Juan Calleja, director internacional de Satec. "Todo ha ido muy bien, quizá lo que más nos haya costado es adaptarnos a las diferencias comerciales y culturales".
Y es que si África pudiera desarrollarse en todo su potencial, podría absorber oferta casi ilimitadamente en ámbitos básicos como la construcción residencial. ¿Se imaginan las posibilidades que se le abrirían al devastado sector inmobiliario español? Ésta es la reflexión que subyace tras Mixta África, una inmobiliaria, presidida por el ex ministro Josep Piqué, que construye exclusivamente en el continente africano. -
Socio local
Cuando una empresa española piensa invertir en África, el primer pero que se escucha en el despacho del consejero delegado procede de la inseguridad jurídica. Sin embargo, estos temores desaparecen cuando son los propios empresarios quienes relatan sus vivencias. "No hemos percibido ningún problema especial. Sólo en caso de conflicto hemos establecido que recurriremos al Tribunal de Arbitraje de París en vez de a un tribunal español o marroquí", explica Juan Calleja, director internacional de Satec, firma de telecomunicaciones que tiene una filial en Marruecos. Es una idea en la que coincide Rubén Bernat, director financiero de la compañía Tavex.
Pero Marruecos es el país más avanzado legislativamente de la zona. ¿Qué ocurre en otros destinos africanos? "En países como Gabón, Guinea Ecuatorial, Angola o Senegal, por ejemplo, lo mejor para evitar problemas es ir de la mano de un socio local", aconseja Juan Ramón Arias, director general internacional de la compañía USP Hospitales, que tiene intereses en Angola y Marruecos. -
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