La globalización de la economía ha inducido un intenso proceso de concentración del poder económico en unas cuantas áreas metropolitanas desde las que se ejerce el control y la dirección de la economía mundial.
Esas áreas conforman lo que Saskia Sassen* dio en llamar las Ciudades Globales. En ellas...
- convergen los nodos de las principales redes de telecomunicaciones;
- en ellas están las sedes de las principales instituciones financieras;
- y en ellas se ubican los principales centros del poder mundial, lugares en los que se genera una información privilegiada que es vital para la toma de decisiones de alto nivel.
Las Ciudades Globales, por tanto, son la médula espinal del sistema económico tardocapitalista.
Aunque la globalización se caracteriza por una poderosa tendencia descentralizadora, ésta aparece en sintonía con agudas tendencias que apuntan en sentido contrario. Para Saskia Sassen la dicotomía centralización–descentralización obedece a una lógica interna del tardocapitalismo:
- en primer lugar, la descentralización de la actividad económica no ha ido acompañada por una descentralización paralela en la propiedad del capital;
- en segundo lugar, la dispersión territorial que caracteriza a la "cadena de montaje global" (la producción de bienes en fábricas dispersas por todo el mundo) ha generado una necesidad de control y dirección altamente centralizados desde el punto de vista espacial.Desde el punto de vista funcional la Ciudad Global es una ciudad postindustrial. Su razón de ser son las funciones terciarias de alto nivel. Las más importantes, las que permiten controlar la organización económica mundial, se ejecutan desde las sedes centrales de las corporaciones y bancos transnacionales. A ellas se suman los servicios avanzados a la producción: asesoramiento legal y financiero, innovación, desarrollo, diseño, administración, personal, tecnología de producción, mantenimiento, transportes, comunicaciones, seguridad, publicidad, marketing, estudios de mercado, fusiones, tareas de dirección, etc.
- En tercer y último lugar cabe mencionar a los establecimientos que satisfacen los nuevos hábitos de consumo de la sociedad contemporánea, que hacen especial hincapié en la moda y el estilo, así como en las actividades culturales.
Manuel Castells reduce el número de Ciudades Globales a tres: Londres por ser el primer mercado financiero del mundo en cuanto a transacciones, además de un nudo aeroportuario crucial y uno de los extremos de la espina dorsal económica que atraviesa Europa; Nueva York por ser el principal receptor de flujos de capital y exportador de servicios; y Tokio por ser el mayor prestamista de capital y sede los bancos más importantes del mundo, además de un centro internacional en economía de servicios, educación, publicidad y diseño. Para otros autores, sin embargo, esta selección es demasiado reductiva y hablan de un mayor número de Ciudades Globales.
VER: http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_global
http://www.fp-es.org/ranking-de-ciudades-globales
http://www.lboro.ac.uk/departments/gy/gawc/index.html
LA OTRA CARA DE LAS CIUDADES GLOBALES
Aquí se asumió acríticamente la ideología tan absurda como peligrosa de la competitividad urbana, pensando que esto nos daba los medios para hacer una ciudad más democrática. Al principio así fue, pero las dinámicas dualizadores globales pronto se manifestaron, la ciudad futura se hacía en periferias y enclaves (Saskia Sassen, que nos ha mostrado luego la otra cara de la ciudad global que primero exaltó). Periferias metropolitanas donde la ciudad se disolvía (urbanalización según Paco Muñoz) y la desigualdad social, la insostenibilidad ambiental y la desgobernabilidad del territorio se imponían. Mientras que la ciudad central se convertía en un oasis del cual se iba a expulsar gradualmente a los sobrantes, inmigrantes, pobres y desocupados, familias de ingresos bajos, jóvenes. No olviden las siniestras ordenanzas del civismo...
http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Hay/camino/izquierda/elpepiespcat/20081208elpcat_5/Tes
*Saskia Sassen es socióloga y economista, aunque su formación también incluye el campo de la filosofía. Actualmente trabaja como profesora de sociología en la Universidad de Chicago, así como en la London School of Economics. Su prolífica obra escrita se centra en la movilización del capital y la fuerza de trabajo en el mundo globalizado. Los análisis del impacto que estos fenómenos han tenido sobre las ciudades convirtieron a Saskia Sassen en una referencia inevitable para la sociología urbana anglosajona. A ella se debe la identificación y descripción del fenómeno de la Ciudad Global.
SASSEN, Saskia. The global city. New York, London, Tokyo: Princeton University Press, Princeton, 1991.
ENTREVISTAS A SASKIA SASSEN
Saskia Sassen: No hay ciudades globales “solteras”
Fuente: http://www.mujeresdeempresa.com/actualidad/actualidad030801.shtml
Jorge Nascimento Rodrigues | 13.Agosto.03 |
En la corrida actual por la posición de “ciudad global” no hay lugar para las ilusiones. El concepto sólo tiene sentido si la ciudad en cuestión forma parte de una red global de lugares estratégicos en el mundo. No existe la ciudad global aislada. Para ser una ciudad global, la especialista holandesa en estrategias urbanas, radicada en los EE.UU., afirma que es indispensable desempeñar “funciones de producción” centrales en varias áreas – política, economía, cultura y hasta estilos de vida con aromas cosmopolita.
SASKIA SASSEN, de cuna europea, nacida en Holanda, es una reputada especialista en asuntos urbanos, actualmente profesora de Sociología en la Universidad de Chicago y profesora invitada en la London School of Economics, Reino Unido. Se volvió conocida internacionalmente luego de publicar su obra seminal – La Ciudad Global, en 1991 (Princeton University Press), reeditada y revisada en 2001 -, mas recientemente, editó una colección de artículos científicos sobre el tema en la Routledge: Redes Globales-Ciudades Ligadas.
Jorge Nascimento Rodrigues:- ¿En qué punto están la primera y segunda división del campeonato de ciudades globales?
Saskia Sassen:- La red de esas ciudades creció rápidamente en los años 90 con la expansión y desarrollo institucional de la economía global. En este momento llevo incluidas cerca de 40 ciudades – a pesar de que existe una fuerte jerarquización en el seno mismo de la red. El sistema global necesita imperiosamente las funcionalidades que estas ciudades pueden movilizar. Cuando un país se inserta en la economía global, sus principales centros de negocios asumen una doble función; se vuelven puentes de articulación para los inversores extranjeros y también para los nacionales que se quieren globalizar.
J.N.R.:- ¿Qué cambios hubo con relación a su investigación inicial realizada en los años 80?
S.S.:- Cuando la inicié, los datos indicaban que ciudades como New York, Londres o Tokio formaban por sí mismas una división. Lo que ahora descubrí, una década después, en una investigación realizada con motivo de la reedición de mi libro La Ciudad Global, es que esas tres ciudades – aún Tokio – siguen siendo cruciales. Pero Paris y Frankfurt, en la zona Euro, se agregaron a esa división de las que están en primera. Tokio se volvió menos internacional de lo que esperábamos en los 80, pero todavía continúa siendo la capital mundial de la exportación de capital.
J.N.R.:- Recientemente también mencionó que se volvió importante una segunda división....
S.S.:- S í, siguen unas diez ciudades. Juntamente con las cinco primeras, disponen las funcionalidades organizacionales nucleares para dirigir, gerenciar y servir a la economía global. En ésta segunda división se encuentran muchos de los principales centros urbanos europeos – como Zurich, Amsterdam (que, también, forma parte de la bolsa europea Next liderada por Paris), Madrid y Milán – y grandes centros de negocios al otro lado del mundo, como Hong Kong, Chicago, Toronto, Sydney, Ciudad de México, San Pablo y Seúl. Es de resaltar que ciudades que todavía no forman parte de éste grupo, son sin embargo protagonistas recién llegados muy dinámicos, Shangai es probablemente el caso más notable.
Una ciudad global tiene recursos y competencias necesarias para la gestión de operaciones globales relativas a empresas y mercados, nacionales o internacionales. Pero esta funcionalidad no cae del cielo ni es inmortal –debe de ser producida y reinventada.
J.N.R.:- ¿Cuáles son los principales criterios para definir una ciudad global?
S.S.:- En mi análisis menciono dos aspectos – una función de producción económica y otra política. La económica es probablemente la que viene después y tiene relación con lo siguiente: una ciudad global tiene recursos y competencias necesarias para la gestión de operaciones globales relativas a las empresas y mercados, tanto nacionales como internacionales. Mas esta funcionalidad no cae del cielo ni es inmortal – debe ser producida y reinventada, y asume varias formas de liderazgo y diplomacia económica internacional para asegurar su existencia, reproducción y renovación.
J.N.R.:- Y ¿a qué se refiere cuando habla de una función de producción política?
S.S.:- Tiene que ver con la creación y facilitación de culturas de gestión y profesionales – frecuentemente en un sentido especializado - que son, en parte, desnacionalizadas, que facilitan la radicación de elites profesionales y empresariales nacionales y extranjeras. Pero destaco también otra función de producción política secundaria – que se relaciona con los nuevos tipos de política que pueden ser lanzados por sectores desfavorecidos y por minorías de la población que, hoy en día, se concentran crecientemente en las grandes ciudades y que encuentran en ellas su espacio de afirmación de sus proyectos políticos. En estos ambientes parcialmente desnacionalizados, complejos y densos, estos sectores pueden ganar presencia con relación al poder y entre ellas.
J.N.R.:- ¿Y en lo que se refiere a la cultura? ¿Podemos, también, hablar de una “función de produción cultural” como ingrediente global y cosmopolita?
S.S.:- Sí, podemos juntarla – la cultura en un sentido estricto de cultura de nivel mundial. Y, también, a los estilos de vida. Pero también en otro aspecto menos visible, la existencia de una vasta camada que presta servicios que facilitan la vida a esa elite profesional y de gestión – por ejemplo, empleadas domésticas, amas, etc.
J.N.R.:- En algumas capitales y ciudades globales hay hasta paseadores de perros (“dog sitters”) ... visibles tanto en New York en pleno Manhatam como en Buenos Aires...
S.S.:- E incrementaría otra dimensión urbana – la tendencia de incorporar en el “centro” de zonas otrora antiguas y hasta degradadas y semi-delincuentes, un proceso de recalificación y de renovación en la que los arquitectos y diseniadores desempenian un papel estratégico. Una expansión física – que hasta puede ser medida – lo que se considera la zona “chic”. Este es un proceso que observamos en todas estas ciudades, incluyendo las de la segunda división – como Manila o Taipé.
J.N.R.:- En su estudio más reciente comenta el surgimiento definitivo de ciudades globales como Madrid y Barcelona en la Península Ibérica, San Pablo en Brasil, Ciudad de México, y también Buenos Aires, a pesar de la crisis argentina. ¿ De que tendencia se trata?
S.S.:- Madrid, Barcelona, San Pablo y Ciudad de México son ciudades globales por excelencia. Buenos Aires es un caso interesante que capta diversos aspectos del “modelo de desarrollo” que se observa en esta última década. Es una tierra fértil por cultivar. La ironía del caso de Buenos Aires es que resistiendo al FMI, está por regresar nuevamente a la arena global...
Lisboa es definitivamente una ciudad con funciones globales. Pero pienso que hay una cuestión de escala cuando pensamos en servicios avanzados. En ese sentido vuestra capital todavía no tiene esa escala.
Lisboa aparentemente no siguió el camino de Barcelona, a pesar de la similitud de sus áreas metropolitanas y de la realización de un evento internacional como fué la Expo 98. En los estudios más recientes del GaWC (Globalization and World Cities Research Group and Network) surge a la par de Atenas, Bratislava, Rotterdam, Stuttgart y Oslo, como ciudad que denota “alguna evidencia” de formación de ciudad global. Pero no existe “evidencia fuerte” como en Dublin, Helsinski o Viena, sólo por mencionar algunas ciudades europeas.
J.N.R.:- ¿Piensa que la capital portuguesa con 550 mil habitantes y con una masa metropolitana de 2,7 millones podrá ascender al campeonato global en esta década?
S.S.:- La primera cuestión a tratar es esta: ¿cuáles son los circuitos especializados globales – incluyendo los de nivel global – en los que una ciudad se encuentra inserta y cuáles son las funciones que desempeña en esos circuitos?. La economía global es un abanico de circuitos especializados, que se extiende por diferentes ciudades – y diferentes sectores económicos y hasta zonas agrícolas - para la ejecución de, por lo menos, parte de sus operaciones - gestión, servicios avanzados, área financiera y comercio internacional, mineros, bienales de arte, festivales culturales, operaciones turísticas globales, etc..
J.N.R.:- ¿Y cómo encuentra a Lisboa en esos terrenos?
S.S.:- No conozco lo suficiente como para responderle, pero estoy segura que habrá académicos y especialistas del gobierno que analizan estas cuestiones.
J.N.R.:- Sí, de hecho, hay un trabajo próximo a ser publicado sobre el papel potencial de Lisboa y de la Región del valle del Tajo en el escenario internacional, en el que se concluye que existe una falta de inversión seria en una estratagia de este tipo. S.S.:- Sin embargo Lisboa es ciertamente una ciudad con funciones globales.
Pero pienso que existe una cuestión de escala cuando pensamos en servicios avanzados. A este respeto vuestra capital todavía no tiene esa escala necesaria. Se debería analizar, por ejemplo, la composición de la inversión directa estrangera en Portugal y del comercio internacional, y saber que es gerenciado y servido (en términos de servicios especializados) através de Lisboa.
¿ O será que las empresas portuguesas y los inversores extranjeros que operan globalmente usan otras ciudades – por ejemplo, Madrid o Londres – para realizar esas operaciones? Estas son las cuestiones que se deben plantear para obtener una respuesta a esa pregunta.
J.N.R.:- Portugal tambien tiene otra ciudad que puede ser considerada grande según los criterios europeos – Oporto, con mas de 260 mil habitantes y un área metropolitana com una masa de 1,3 millones. ¿Debería esta ciudad norteña imitar a Lisboa en una estrategia global o deberá buscar alianzas, crear alguna red inter-ciudades, inclusive transfronteriza (Vigo, en Galicia, está en el mismo espacio atlántico), para afirmarse?
S.S.:- Una vez mas, es fundamental colocar las cuestiones que referí para Lisboa. Contodo, ahí tenemos un punto importante – el de las redes inter-ciudades transfronterizas que están surgiendo. Son, de hecho, de muchos géneros. La EuroNext, por ejemplo, liderado por París, involucra Amsterdan, Bruselas y Madrid y es muy especializada e institucionalizada. Otro caso para refleccionar: los esfuerzos realizados por Marsella y Barcelona para establecer enlaces que fortalezcan sus puertos y que las coloquen en la arena de las empresas globales y de los mercados.
http://www.revistateina.com/teina/web/Teina4/dossiesassen.htm
«Una ciudad global paga un costo social alto, no es simplemente una fórmula para que todos estemos contentos»
Para la renombrada autora de "La ciudad global", la conformación de ese tipo de ciudades trae mucho dinamismo. Pero al mismo tiempo genera nuevos desafíos políticos y desventajas. Rechaza la idea de que las ciudades globales sean producto únicamente de la economía global. Y avisa del surgimiento, en ese marco, de nuevas fuerzas sociales y políticas.
Por Juan Pablo Palladino y Lucio Latorre
juanpabloteina@yahoo.es / lucioteina@yahoo.es
Los cambios de la economía del último cuarto del siglo XX han reconfigurado ciudades como Nueva York, Londres, Tokio, Barcelona, San Pablo, México o Buenos Aires, cada una en su medida y con sus particularidades. Territorios donde se articula la nueva economía, aquella que depende de las tecnologías de la información, y donde se encarnan las modalidades sociales y urbanas del orden mundial avanzado. Desde la arquitectura, con edificios emblema que alojan al poder financiero y a los servicios de producción punta, hasta la sociedad, con la aparición de nuevos estilos de vida y una evidente polarización de la población según estén dentro o fuera, incluidos o excluidos.
Ciudades que evidencian el dramático cambio que sufrió el sistema de la política interestatal a partir de la década del 80. Entonces los estados nacionales cedieron a la desregulación, la privatización y la apertura de sus economías a las firmas extranjeras. Empezó a crecer la participación de actores de las economías nacionales en el mercado global. Y, con ello, la conformación de esa urbes en nodos de la globalización.
La estructuración de estas ciudad, hace más de dos décadas, llamó la atención de la socióloga Saskia Sassen, una holandesa que residió hasta su juventud en Argentina y que ahora lo hace en Estados Unidos. Entonces se dispuso a estudiarlas. Más tarde sugirió la teoría de la ciudad global, que dio nombre a su principal obra, y que la convirtió en una reconocida especialista en dinámicas urbanas del nuevo capitalismo.
Sassen enseña sociología en la Universidad de Chicago y, como invitada, en la London School of Economics. Completan su colección otros libros, como Contra-geografías de la globalización; Género y ciudadanía en los circuitos transfronterizos; La soberanía en la era de la globalización; Traficantes de sueños y ¿Perdiendo el control? De este último, confiesa antes de la entrevista, opina que la traducción del título al castellano por parte de la editorial ha sido un tanto «tremendista».
¿Qué entiende por nueva economía?
Es un concepto muy ambiguo, porque nuevas economías han pasado por todos los siglos. Pero en el contexto actual, en un cierto tiempo y espacio, es aquélla que usa de manera muy intensa las nuevas tecnologías de la digitación; tanto para cuestiones de redes interactivas como de software de servicios que se pueden vender. No tanto objetos, más bien servicios. Y refiere también a cómo eso se va expandiendo y va alterando sectores de la economía. Sectores que quizá están produciendo algo que no es digital, sí, pero cuyo proceso de producción, de distribución, de concepción o de ejecución este componente está presente.
Esta definición tan amplia implica que hay muchas modalidades a través de las cuales este fenómeno afecta a las distintas ciudades. Y como en mi investigación yo no puedo manejar un concepto tan amplio y general, raramente utilizo el de nueva economía: lo encuentro demasiado general. Es una imagen muy poderosa pero no me es útil.
Muchas ciudades modernas se conformaron a partir de la industrialización. ¿Cómo afecta la nueva economía a las ciudades? Por otra parte, ¿cuáles son realmente las que se ven afectadas?
Esta nueva modalidad de producción y distribución, que usa esta nueva tecnología, forma parte de todos los sectores económicos. Si bien lo hace mucho más en las finanzas que en la agricultura, también está en ésta. Y afecta a distintas ciudades en una variedad de modos. A mí lo que me ha interesado comprender se refiere a la dinámicas más profundas en urbes complejas, entre las cuales están las ciudades globales (porque también hay ciudades complejas que no son tan globales). Así entramos en un debate familiar: con estas tecnologías algunas de las viejas lógicas que explicaban la aglomeración urbana dejan de tener tanto peso.
Una nueva tendencia de urbanización...
En realidad la mitad de la tendencia. La otra es que, para ciertos sectores, especialmente los de punta, la posibilidad de la dispersión geográfica de sus actividades –por ejemplo, la posibilidad de Mc Donald's de desparramarse como una firma financiera con filiales e inversiones por todo el mundo-, genera una necesidad contraria. Es decir, una necesidad de funciones de comando que, irónicamente, implican una reterritorialización, una nueva lógica de aglomeración. Para ciudades más pequeñas, esa tendencia puede tener toda una multiplicidad de consecuencias. Entonces, a distinta escala, esta tendencia es una mezcla de dispersión geográfica y reterritorialización en forma de aglomeración urbana de ciertas actividades de punta. Eso se evidencia en muchas ciudades, también en las que no tienen nada que ver con la globalización, porque encuentran esas dinámicas a nivel de su economía nacional.
Cada vez más ciudades se lanzan, a veces de manera precipitada, a construir edificios-emblemas, encarar importantes transformaciones urbanas y organizar grandes eventos. Hay quienes dicen que esto es indispensable para atraer inversiones y hacer «ciudad global».
Sólo es una cuestión de una fase. Cuando desarrollé este modelo corría la década del 80, y eso se empezaba a vislumbrar en ciudades como Nueva York o Londres, que sufrían la bancarrota, con crisis fiscales enormes en la década anterior y todas las predicciones de que estaban terminadas. Y en los ochenta vemos una serie de intervenciones que restablecen el espacio urbano a unos precios muchos más altos. Ahora bien, lo que yo no me esperaba era que esa dinámica se diera en los 90 también en Beirut, en Buenos Aires, en todo el mundo.
¿Una dinámica necesaria, entonces?
Yo lo plantearía, más bien, por medio de dos cuestiones. La primera: si es necesaria para el desarrollo urbano en esta época. Porque todo tiene su historicidad, aquí nada es eterno, de la misma forma que la crisis fiscal de aquellas ciudades no duró para siempre. Dentro de esta historicidad, ¿es necesario para el desarrollo urbano o es un posible modelo que genera rentas para un suficiente número de sectores del poder que lo ven atractivo? Este tipo de inversiones se da por todo el mundo, de forma impresionante. Esta noción del edificio más alto, de arquitectura que refleja el poder simbólico, es en ciertos casos una especie de modelo, que también se observa en ciudades asiáticas.
Por otro lado, hay una expansión de un cierto tipo de firma, de empresa, y de un cierto tipo de trabajador (de oficina, de alto nivel profesional) que tienen una capacidad de renta enorme, que se encuentran en un mercado global competitivo, y para los cuales estar en determinadas ciudades, en determinado edificio, etcétera... importa. Forma parte de un ambiente espeso que mezcla cuestiones simbólicas con cuestiones de necesidad real. Aunque no creo que sea sólo de necesidad.
CIUDADES GLOBALES
Algunos critican que las «ciudades globales» están más conectadas y complementadas entre ellas que a su entorno, al que le dan las espaldas.
Eso es una tendencia básica muy importante, lo cual no significa que opera con la misma intensidad en todos lados. Por ejemplo, Nueva York o Londres representan realmente ese caso. O sea, que no importa demasiado lo que pasa en el entorno, no importa demasiado la economía regional, la cual puede incluir manufactura, industria. Pero en ciudades que pertenecen al nivel sub-global, observamos una exageración del papel de la ciudad principal —esto es: del centro financiero y comercial—, que nos recuerda al viejo colonialismo. Esas ciudades articulan un espacio económico nacional con los circuitos globales. Así, con la globalización, especialmente en el sur, en la década de los noventa, se vuelve a ese tipo de articulación.
¿Cómo pasa con Buenos Aires?
En la urbanística clásica, se entendía que la jerarquía urbana integraba al territorio nacional. Entonces, cuando una ciudad como Buenos Aires se vuelve ciudad global como lo hizo en los 90, integra el territorio nacional, con un objetivo muy estrecho y con formas especializadas de articulación. Formas que llevan a la extracción de valores de la economía nacional y su inserción en circuitos globales... y vaya uno a saber dónde para la renta. Puede hacerlo en Nueva York, en inversiones argentinas en España. Se trata de un aspecto muy problemático, una nueva versión, con diferencias, de esas viejas pautas del colonialismo. En Argentina siempre hablábamos de cómo las redes de ferrocarriles tenían como intención conectar al interior con Buenos Aires en vez de conectarse entre ellas. Ahora, eso pasa otra vez.
¿Y cómo desempeña, por ejemplo Buenos Aires, ese papel de ciudad global en el contexto nacional?
Una temática que es crucial en mi análisis refiere que hay que pensar en esos centros financieros, y a las finanzas en general, no simplemente en términos de flujo de dinero. Sino como actores con la capacidad de volver líquidos valores económicos que en el pasado pensábamos que eran sólidos, y una vez vueltos líquidos, pueden circular como instrumentos financieros en circuitos globales. Por ejemplo, antes, si tenías la propiedad de un edificio, sobre lo que tenías propiedad era el edificio, la construcción en sí. Ahora existe el instrumento financiero que representa al edificio. Uno tiene propiedad sobre ese instrumento, al que puede vender, comprar nuevamente y volver a vender, y lo puede hacer en cualquier lado del mercado global. A eso me refiero con volver líquidos valores económicos nacionales. Una ciudad como Buenos Aires cumple una función enormemente sofisticada en ese trabajo de licuar, que se da tanto a través de profesionales y empresas argentinas como de filiales de compañías extranjeras.
Entonces, podríamos afirmar que las ciudades globales son aquéllas que han logrado adaptarse a la economía globalizada, y donde se sitúan los principales actores del poder que manejan el capitalismo global.
Se puede decir eso. Son nodos de ajuste de este sistema. Un ajuste que conlleva la reinvención del espacio central, del espacio valorizado de la ciudad, y que puede estar en el centro mismo o, como en el caso de Argentina, en una región metropolitana. Ese ajuste no es simplemente una decisión, implica toda una revalorización del entramado urbano y un desplazamiento de quienes no entran en esta modalidad. Para mí, la ciudad global tiene dos funciones productivas: una, justamente, la de facilitar, manejar, parte de lo que llamamos «la economía global», la cual no existe simplemente en los mercados electrónicos sino que nace en esas urbes. Esa red de 40 ciudades globales que surge en los 90 cumple la función de expandir la economía global. No responde a una decisión de los jefes urbanos de esas ciudades. La segunda función es política en dos sentidos: desestabiliza viejas políticas de clase y genera nuevas modalidades políticas.
¿Por ejemplo?
Emergen dos actores estratégicos. La ciudad global representa un momento en la trayectoria del capital globalizado donde ese capital tan electrónico, poderoso, elusivo, invisible, se vuelve hombres y mujeres, y se convierte en una necesidad de edificios y de infraestructura. En tanto, se vuelve hombres y mujeres que lo quieren todo en el circuito de las oficinas de producción y también en el circuito de reproducción social: sus estilos de vida, sus casas, etcétera. Esa fuerza enorme, privada, se materializa. Se vuelve, hablando en términos marxistas, fuerza social; una fuerza social muy distinta de la vieja burguesía.
Junto a ésta, hay una segunda fuerza social emergente: un nuevo plantel de trabajadores, que no son los antiguos sindicados, y que incluye empleados muy vulnerables, a menudo migrantes o inmigrantes, mujeres, ciudadanos minimizados (como los negros, en Nueva York, o los argelinos, en Francia). Trabajadores desprotegidos, que ocupan una posición sistémica en estas ciudades globales, porque también son parte de las dinámicas de la globalización; no todos pero sí muchos. Ellos también logran emerger, forman esa especie de lo que Marx llamaba el Lumpen, aunque conforma un error verlo como tal, ya que constituyen una nueva fuerza social.
¿Cómo conviven estas dos fuerzas sociales?
La pregunta que yo me hago es en qué momento estas dos fuerzas sociales se encuentran en combate político. Porque no hay mucho de esto, hay mucha opresión, mucha desigualdad, explotación, pero combate... Las luchas son, más bien, micro-sociales, donde hay mucho anarquismo: los que ocupan casas; la defensa de sectores de bajo nivel social para que sus espacios no se vuelvan apartamentos de lujo, lo cual implicaría su desplazamiento; la lucha contra policías que intentan limpiar una parte de la ciudad para que se vuelva más manejable para un nuevo circuito social, como ocurrió en Río de Janeiro o Sao Paulo. Ésas, para mí, son micro-luchas políticas donde este capital globalizado se confronta. Hay un momento político ahí, que incluye a esa parte de la sociedad que Marx hubiera llamado Lumpen pero que aquí se vuelven actores políticos. Y muchas de las formas de violencia que vemos en la ciudad, que llamamos violencia urbana porque no es como la violencia del robo o del asesinato, expresan esa lucha política. La ciudad global conforma un espacio que también genera esos actores políticos, no simplemente refiere a un aspecto de la economía global.
Cabe preguntarse sobre si la aparición de estos nuevos actores políticos exigen una reformulación de las instituciones de gobierno.
En muchas de estas ciudades, el gobierno no se ha comportado brillantemente. Pascual Maragall, en su etapa como alcalde de Barcelona, supo cómo manejar esto: si bien no eliminó la desigualdad, la manejó de una manera que permitió una redistribución de los beneficios. La Buenos Aires de los 90, donde hubo un dinamismo económico espectacular a nivel urbano, generó una miseria en las viejas clases medias. Esto es: surgió un plantel de profesionales de mucho ingreso, se embelleció y renovó parte de la estructura de la ciudad, pero no hubo distribución de beneficios. Mientras que en Barcelona se supo cómo redistribuir para que también los sectores populares pudieran extraer alguna ventaja de ese enorme dinamismo que se dio en los últimos 20 años en estas ciudades. Ése es uno de los grandes problemas de gobiernos nacionales y locales, dependiendo de qué parte del mundo se está hablando. Y responde a que los políticos no entienden casi nunca las dinámicas urbanas.Las desigualdades de la globalización neoliberal son cada vez mayores. El sociólogo catalán Manuel Castells dice que si se sigue esta tendencia terminaremos viviendo en universos paralelos. ¿Exagera?
Ya hay un poco de esto. De hecho, la ciudad global no es la descripción de toda una ciudad, sino un modelo analítico que trata de captar ciertas dinámicas urbanas estratégicas y los espacios en los cuales éstas se materializan. Así, hay muchas partes de la ciudad que no aparecen en esas dinámicas, casos muy extremos, como el barrio Bronx, en Nueva York, donde la miseria es enorme. Pero opino muy diferente a Castells, con quien en muchas cosas coincido, en cuanto a que, volviendo a la función política, encuentro que algunas de estas clases de trabajadores, medias lumpen, tienen una posición sistémica dentro del espacio económico que conforma la ciudad global. Un lugar que los posiciona como actores políticos, como parte del capitalismo avanzado globalizado. Como el código que utilizamos no nos permite captar esta conexión, hay que refutar el código. ¿Cómo el inmigrante que no habla inglés en Nueva York puede ser parte del sector avanzado? ¿Cómo puede serlo del sector globalizado? Y sí, puede serlo. De hecho, lo es. Pero para entenderlo hay que trazar cuáles son los circuitos que conectan estos mundos económicos con las finanzas globalizadas. Entonces, aunque parecen ser mundos paralelos, forman todos parte del capitalismo actual, y que en la ciudad global asume su forma más avanzada.
Existe un discurso muy fuerte que señala que la globalización es un proceso «inevitable». Y sus detractores la explican como una excusa que ayuda a los peces gordos del mercado a concentrar poder. ¿Otra globalización, más justa, es posible?
Emergente una globalización de sectores sociales donde se ubican los movimientos de Porto Alegre, los activistas del medio ambiente, los de los derechos humanos... Emerge una globalización que es política, de resistencia, de ciertas formas de acción política, pero también de acción social, de acción legal. Hay una serie de proyectos sociales, cívicos, de ley; mucho de lo que se está haciendo en el ámbito nacional es una forma de globalización político-legal-cívica que contesta al neoliberalismo, que lo resiste. Y que, a su vez, se siente como global, no como anti-global, sino como lo que ahora llamamos la otra globalización. Y es muy importante reconocerlo.
Otro tipo de globalización que permite esperanzarse...
Sí. Ahora bien, también hay otra globalización, u tercer tipo, que es criminal. La de los traficantes de drogas, los de personas, el terrorismo internacional organizado. Mafias que usan las infraestructuras de la globalización para sus objetivos. Hay, al menos, tres globalizaciones muy poderosas. La más, la que domina, es la económica neoliberal. Pero yo creo que ningún poder formalizado —y esta economía está bastante formalizada a través de las políticas que todos los países participantes en ella han trazado, y que facilitan y permiten la existencia de mercados y empresas globales, porque eso no cayó del cielo—, ningún gran poder formalizado duró para siempre. Con excepción de la Iglesia Católica, claro, que parece que no deja de durar. No lo hizo, el Imperio Británico, tampoco el Norteamericano, y no lo hará este modelo tan brutal que está destruyendo a más de cincuenta economías. Es un sistema muy poderosa, sí, pero no va a durar para siempre, al menos bajo esta modalidad. Eso sí, habrá otras que serán igualmente poderosas, igualmente destructivas. La dinámica puede desarrollarse, por ejemplo, en la dirección de generar espacios protegidos. Hace 10 años muchos me preguntaban acerca de la posibilidad de que el mundo se desarticule, por un lado, en una serie de ciudades privilegiadas y, por otro, en una especie de desastre. Eso es posible, seguramente la peor modalidad.
Quedan inevitablemente rezagadas las numerosas ciudades que no cumplen los requisitos para adaptarse a esta economía globalizada.
Una ciudad global paga un costo social alto, ojo. Lo global trae mucho dinamismo pero también plantea un gran desafío de administración. O sea, que no es simplemente una fórmula para que todos estemos contentos. Por otra parte, hay muchas modalidades por medio de las cuales sobreviven esas aglomeraciones urbanas, las pequeñas, las no globales, a las que hace referencia en su pregunta. Y es que la economía globalizada es una parte muy pequeña de la economía total; una parte con gran poder, estratégica, sí, pero que existe junto a otra mucho mayor de actividades localizadas, regionalizadas, de ámbito nacional. Un ejemplo es el turismo de alta clase, como el de La Habana, en Cuba, donde las inversiones extranjeras han generado un espacio para viajeros de alto nivel. Y hay muchas otras tácticas, algunas muy buenas, otras no tanto, que se están usando y que encajan dentro de circuitos internacionales. A la par, hay ciudades que están sufriendo. En Estados Unidos, por ejemplo, algunas urbes se están empequeñeciendo, como ocurre con Detroit, que ha perdido capacidad económica y en la cual hay espacios que se vacían.
¿Coincide en que existe un discurso mediático que tiende a endiosar una imagen parcial de ciudad global? Un discurso interesado, quizá impulsado por sectores de poder que sacan ventaja de las dinámicas económicas que se dan en estas ciudades.
Sí, pero también hay mucha multivalencia en todo esto: no se puede hablar, simplemente, en términos de bueno o malo. Depende del manejo político de la situación. Una ciudad global puede abrir paso a un dinamismo económico enorme y generar dinamismos políticos muy interesantes; las luchas mismas son interesantes. El espacio de la ciudad globalizada es un espacio que está muy despierto, enérgico. Por eso me importa capturar las posibilidades políticas que se dan en ellos; el hecho de que el capital globalizado se vuelva fuerza social, que uno la pueda combatir. Es verdad que el discurso mediático ha generado imágenes de bellos edificios, bellos restaurantes, gente bien vestida, y se a transformado en una especie de mercado a través del cual se vende la imagen de las ciudades. Lo cual nos lleva al principio esta entrevista: existe un manejo simbólico del vocabulario.
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