EL PAÍS 08/02/2009
La volatilidad del precio del petróleo, similar para muchos economistas a la de otras materias primas de menor impacto económico directo, trenza uno de los telones de fondo de esta recesión económica aguda. Entre 2007 y 2009, el crudo ha experimentado uno de los encarecimientos más altos que se recuerdan en el ciclo de precios para, a continuación, registrar una de las caídas más rápidas de las que se tiene constancia. Desde más de 140 dólares por barril hasta 40 dólares en menos de un año.
Para explicar este vaivén se ha construido una batería de explicaciones, pero en estos momentos la razón básica e inquietante del punto muerto del precio es la caída mundial de la demanda de petróleo, causada a su vez por la recesión. El precio en torno a los 40 dólares se sostiene sencillamente por la presunción de que la OPEP, más pronto que tarde, volverá a cortar la producción. Sin esa expectativa, el precio del petróleo seguiría cayendo, con los efectos consabidos sobre el abaratamiento de los precios de los combustibles para los consumidores de los países importadores, el descenso de los ingresos de los países exportadores y la reducción de los ingresos aguas arriba de las empresas petroleras.
Un poco más allá de la obviedad de que el precio del petróleo está congelado por el hundimiento de la demanda está la complicada relación entre la capacidad de la OPEP para influir sobre los precios y las previsiones de crecimiento para este año. La recesión se va a agudizar durante el año 2009, las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) se quedarán cortas, como suelen, igual que las de otros organismos económicos internacionales o las del propio Gobierno español y, en esta proyección, la demanda de petróleo seguirá cayendo. La OPEP dispone de un margen de maniobra escaso para contrarrestar, mediante reducciones de oferta, la caída de los precios; sencillamente, recortar la producción por debajo de ciertos límites significa percibir menos ingresos que los ya mermados que se obtienen por el descenso de los precios. De la extrapolación de la foto estática actual se obtendría una proyección de precios a la baja durante 2009; pero ha de tenerse en cuenta que el precio del petróleo, como la Bolsa, adelanta los cambios de tendencia de la economía. Bastará que mejoren las expectativas de recuperación económica para que el precio empiece a subir de nuevo.
El descenso de los precios es bueno para el consumidor de carburantes por razones obvias: abarata la factura petrolera y presiona la inflación a la baja. Pero tiene otros efectos con los que hay que contar. Sin ir más lejos, dificulta la aplicación de planes de ahorro energético basados en la sustitución del petróleo por otras fuentes energéticas más baratas y desincentiva la aplicación de inversiones para buscar nuevos yacimientos. Por estas razones, es deseable que el precio retorne a una evolución alcista moderada. Para conseguir esa tendencia ideal -muy pocas veces conseguida, todo hay que decirlo- es imprescindible recuperar la expectativa de crecimiento económico a partir de 2010 -todavía no demasiado clara-, eliminar las presiones originadas por las hazañas bélicas, causantes de gran parte de la prima de riesgo añadida en los años 2006 y 2007, y las procedentes de la especulación financiera. -
Cuidado, petróleo barato
Los bajos precios del crudo desaniman la inversión y apuntalan una nueva crisis
ALICIA GONZÁLEZ 08/02/2009
No todo son malas noticias en la crisis económica. Algo bueno tenía que tener un escenario de demanda a la baja y de escasa competencia a la hora de conseguir recursos. Después de asistir durante 18 meses a una escalada del precio del petróleo que parecía imparable, la factura energética ha dado un respiro a empresas y familias. Algo muy de agradecer en uno de los inviernos más fríos de los últimos años. Los estadounidenses -muy dados a hacer cálculos y análisis- estiman que el ahorro para sus consumidores supera los 282.000 millones de dólares, un verdadero plan de estímulo para sus maltrechos bolsillos.
Muchos riesgos apuntalan una crisis más intensa que la de 2008
La inversión en energías renovables se ha frenado ante la falta de crédito
A 40 dólares, sólo es rentable el petróleo saudí, el ruso y el chino
El mercado espera un barril a más de 100 dólares en un año y medio
En España, la mejor muestra de ese ahorro es la evolución del índice de precios. El verano pasado el secretario de Estado de Economía, David Vegara, justificaba un crecimiento de los precios del 5,3% por la "elevada dependencia de nuestra economía a la cotización del petróleo", unas declaraciones acogidas con escepticismo. Seis meses después la tasa interanual ha caído al 0,8%.
La reducción de las presiones inflacionistas, en España y en toda Europa, ha permitido que las autoridades monetarias bajen el precio del dinero, lo que supone sin duda un alivio decisivo para los endeudados consumidores y empresas.
Desde su máximo de julio, el precio del petróleo ha caído casi un 70%. Sólo las bajas temperaturas (hasta un 17% más frías de media en Europa) han evitado un desplome aún mayor del coste del barril. Si nos atenemos estrictamente a la situación económica, el descenso puede ir más allá. Morgan Stanley cifra la caída media del consumo en millón y medio de barriles menos al día y eso, según sus analistas, puede provocar un descenso del barril de referencia en Nueva York -el West Texas Intermediate- desde los 40 dólares actuales hasta los 25 dólares por barril en el segundo trimestre del año.
Según Barclays Capital, 2009 puede ser el año que registre una mayor contracción en la demanda de petróleo desde 1982, cuando la economía mundial atravesaba una severa recesión [lo que según el FMI sucede siempre que el crecimiento global es inferior al 2,5%]. En estos momentos, la demanda es el factor decisivo que condiciona la cotización del crudo aunque el actual escenario de crisis ha sacado otros factores a la luz.
"Cuando el barril rozaba los 150 dólares ese nivel atraía movimientos especulativos y financieros a los que la recesión y la crisis han puesto fin" , asegura desde Washington Paul Isbell, director del programa La estrategia de la energía del Real Instituto Elcano.
Desde Crédit Agricole, Jacques Chaussard añade otra razón que refuerza ese movimiento a la baja de los precios: "entre un consumo anémico y una capacidad de producción al alza, como respuesta retrasada a inversiones hechas hace un tiempo, hay poco espacio para que los precios vuelvan a subir en el corto plazo". No en vano, 2008 fue un año récord no sólo para los precios del petróleo sino también para las inversiones realizadas en el sector: 390.000 millones de dólares sólo en exploración y explotación, conforme a los datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Y ése es, precisamente, el principal temor de los expertos: que la crisis económica ponga freno a una inversión más que necesaria para evitar una crisis de oferta en un futuro cercano. Desde Londres Mike Cassell, reconocido analista de VM Group, sostiene que "los bajos precios de hoy pueden ser un alarmante y breve intermedio antes de que el mundo coquetee con la abuela de todas las crisis de oferta petrolera en los próximos seis años".
Metáforas aparte, hay muchos factores que contribuyen a la formación de esa tormenta perfecta: la fuerte reducción de los precios, un pronunciado recorte de las inversiones en el sector, eliminación de los incentivos para invertir en energías alternativas y no convencionales, sumado al fuerte recorte de las cuotas de producción aprobadas por los productores, "factores todos ellos que aumentan los riesgos de una crisis de oferta no inmediata pero más intensa" que la vivida en 2008, asegura Barclays.
Buena parte de las razones que explican la espiral de precios del año pasado es la falta de inversiones que durante años se produjo en el sector ante el desincentivo que suponían los bajos precios. A 40 dólares el barril sólo resulta rentable el petróleo que se extrae en Arabia Saudí y otros países del Golfo, Rusia y China. Son datos facilitados por los analistas de Cambridge Energy Research Associates (CERA), que explican por qué a esos niveles de precios no es rentable explorar en aguas profundas o procesar las arenas negras canadienses. De hecho, Barclays asegura que muchos de estos proyectos ya se han cancelado.
La explicación es sencilla. CERA cifra el nivel de precios mínimo para incentivar nuevas inversiones entre los 70 y los 80 dólares por barril. Ese nivel es apoyado por Arabia Saudí, los expertos de Barclays Capital o los directivos de la petrolera BP, según se deduce de las posiciones que éstos han mantenido en la última cumbre económica mundial celebrada en Davos.
Para satisfacer la demanda de petróleo que se producirá conforme se recupere la economía es necesario invertir al menos otros 450.000 millones de dólares en exploración, según la AIE. Una cifra más que respetable pero que debería ser posible alcanzar dado que la transferencia de renta de los países consumidores a los productores sólo de la OPEP alcanzará los 2 billones de dólares en los próximos 20 años, según los cálculos de Fortis.
Puede que incluso sea necesaria una inversión aún mayor. El último informe de perspectivas del mercado energético mundial de la AIE asegura que la producción de los pozos existentes de petróleo está cayendo más rápidamente de lo que se pensaba, a un ritmo del 9% anual. Si se llevaran a cabo esas inversiones, la producción caería a menor ritmo, al 6,7%. Eso significa que el sector tendría que hacer un esfuerzo casi titánico simplemente para mantener la producción constante: ¡de 1.000 millones de dólares diarios de aquí al año 2030! Eso sólo para contrarrestar la caída de producción de los pozos y responder a la creciente demanda de los países emergentes. Ahí, dice Jochen Hitzfeld, de HVB Commodity Research, "será decisiva la determinación y la habilidad de los saudíes para invertir a tiempo en su capacidad de producción, elemento decisivo para determinar la tendencia de futuro del precio del crudo".
Cómo evolucione la crisis económica y financiera será también un factor determinante de lo que espera a medio plazo al mercado energético. La restricción del crédito no sólo ha afectado a los países productores de petróleo y, sobre todo, a las pequeñas y medianas empresas petroleras de fuera del ámbito de la OPEP. Ha supuesto también un fuerte frenazo a las inversiones en energías renovables que, con el petróleo en el entorno de los 150 dólares, parecían la única alternativa posible al mercado de combustibles tradicionales. Por supuesto, la restricción del crédito también ha alcanzado a este sector -como a todos los demás- pero lo que verdaderamente ha lastrado sus proyectos ha sido el cambio de prioridades de los gobiernos con la crisis económica.
Los rescates financieros, los gastos derivados del colapso económico, como la creciente factura del subsidio de paro, y la caída de ingresos deja poco margen presupuestario para los incentivos a los paneles de energía solar, los campos de energía eólica o la investigación sobre biocombustibles. Y, sin embargo, muchos expertos aseguran que se trata de gastos de primera necesidad.
"Lo único bueno que podríamos sacar de esta crisis es una apuesta decidida por las energías renovables y la reducción de emisiones de dióxido de carbono. Pero hacen falta más incentivos y más gasto público y privado para recuperar el tiempo perdido y lograr revertir la tendencia", asegura Paul Isbell. "La próxima crisis de precios sí va a provocar un desplazamiento del consumo de petróleo. Esta vez ya casi hemos estado en el umbral del cambio energético de la economía. El futuro son los automóviles eléctricos y los biocombustibles", insiste.
Ésa era la intención inicial del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que pretendía incluir en su plan de rescate incentivos para el empleo y la inversión en energías verdes. Aún batalla con el Congreso para sacar el plan adelante.
Mike Cassavell, de VM Group, añade a estos objetivos la necesidad de aumentar la eficiencia energética, algo que a su juicio "podría ayudar a extender el periodo de vida de la mayor parte de la oferta petrolera". Aunque no se muestra muy optimista. "Las proyecciones de crecimiento de la demanda energética entre economías emergentes como China e India son tan elevadas que superarán con creces los ahorros derivados de ese tipo de programas".
El consumo en estos países está distorsionado por los fuertes subsidios que aplican los gobiernos. Son muchos los expertos que piden aprovechar este momento de precios moderados para eliminar definitivamente estos subsidios, aunque el coste político derivado de esa medida lo hace casi imposible.
Si el año pasado parecía quedar claro que el tiempo de la energía barata había quedado atrás, la actual etapa de precios más baratos del petróleo no puede considerarse una marcha atrás. Sólo "una reacción extrema [del mercado] a circunstancias económicas extremas", como dice Cassavell. Pero los fundamentos de la economía y del mercado apuntan, sin dudas, a una tendencia al alza.
El consenso en el mercado en este punto es casi total. La mayoría de los analistas espera que los precios recuperen la cota de los 100 dólares por barril en un periodo de un año o año y medio y que a medio plazo se superen sin duda los niveles de 2008 hasta alcanzar los 200 dólares. Un nivel difícil de mantener para la economía mundial. La Reserva Federal ha admitido que, en ausencia de cortes del suministro, "será difícil soportar precios del petróleo por encima de los 100 dólares en los próximos 10 años". Visto lo visto, mejor prepararse con tiempo. -
Perspectivas del mercado petrolero
PEDRO ANTONIO MERINO GARCÍA 08/02/2009
No resulta sencillo realizar un análisis de las perspectivas a corto plazo del mercado del petróleo en un momento en el que nos enfrentamos a la peor crisis económica y financiera desde la segunda guerra mundial y en el que los datos sobre la evolución económica demuestran que el cuarto trimestre de 2008 registró la contracción más severa de los últimos años.
Es un error creer que la OPEP no ha aprendido las lecciones de 1998, cuando el barril cayó a 10 dólares
Una puntualización es útil para situar el análisis: los precios actuales están en torno a los 40-45 dólares por barril, el mismo nivel de precios de 2005, año en el que el crecimiento económico fue excepcional. A fecha de hoy, el consenso señala que la demanda de petróleo caerá en 2009 por segundo año consecutivo, y que lo hará a una tasa media del 1%, es decir, en 800.000 barriles diarios. Ante este escenario, la OPEP iría recortando producción para acomodarse a la menor demanda y, como consecuencia, los precios se moverían en torno a los 40-50 dólares en los próximos trimestres.
Sin embargo, el consenso está muy polarizado. Hay analistas más bajistas que se apoyan en tres factores para apuntar hacia unos precios en torno a los 30 o 40 dólares en 2009. En primer lugar, los malos datos de consumo de finales de 2008 les lleva a pensar que la caída de la demanda será mayor de lo previsto. Muchos datos apoyan esta valoración. Por ejemplo, en diciembre, el tráfico aéreo internacional de carga se desplomó un 22,6% en tasa interanual y, en el mismo mes, en China las importaciones cayeron más del 20%.
En segundo lugar, las previsiones de demanda para 2009 no incorporan el deterioro en las expectativas económicas de los últimos días, como la última revisión a la baja de las perspectivas económicas del FMI, una caída del 0,6% de la economía mundial ajustada por tipos de cambio.
Por último, se esgrime como argumento que en este escenario de fuerte caída de la demanda la OPEP será incapaz de mantener la disciplina en la implementación de sus cuotas y por lo tanto se producirá un exceso de oferta y una caída de precios.
Frente a estos argumentos, otros expertos opinan que el precio del crudo irá aumentando hasta situarse, al menos, en los 60 dólares por barril en la segunda parte del año. Razones no faltan. La caída del consumo durante el último trimestre de 2008 responde a una paralización total del comercio internacional, que se hace insostenible en los próximos meses; de hecho estas cifras están comenzando a mejorar como lo demuestra la subida del índice de precios de fletes por mar. Además, la caída del precio de los productos tenderá a traducirse en un mayor consumo. Los datos de enero del consumo aparente de productos petrolíferos en Estados Unidos apuntan ya esa mejoría, sobre todo en gasolina.
Las proyecciones de un crecimiento negativo de la economía mundial son compatibles con una estabilización y recuperación de la demanda en la segunda parte del año. No es esperable un comportamiento tan negativo como el ocurrido en la segunda mitad de 2008, cuando el shock alcista del precio del petróleo y de los alimentos produjo un cambio de patrón de consumo en EE UU, que supuso en el último trimestre del año la mayor caída del consumo de esos productos que se recuerda.
También se infravalora la capacidad de cohesión y de implementación de la OPEP. Es un error creer que la OPEP no ha aprendido las lecciones de la crisis de 1998, cuando el precio del crudo llegó a situarse en los 10 dólares por barril. De hecho, los últimos informes señalan que en enero la OPEP redujo su producción entre 2,5 y 3 millones de barriles respecto al año anterior, con recortes de Irán y Venezuela en diciembre. En marzo podrían anunciar aún más recortes, por no mencionar el efecto sobre los precios de una mayor credibilidad de las decisiones de la OPEP.
Por último, también existen factores financieros. Desde el colapso de los mercados interbancarios, una gran parte de las correcciones de precios está ligada a ventas de inversores financieros que apostaban a precios altos del petróleo y que se han visto a obligados a vender lo que han podido, dado que los complejos productos estructurados o eran invendibles o no valían nada. Además hay una alta correlación del precio del petróleo con la evolución de la Bolsa americana que apunta a que si, como siempre, la recuperación de las Bolsas precede a la de la economía, podamos ver aumentos de precios del crudo antes de lo que lo justificarían los fundamentos a corto plazo. En todo caso, si los expertos bajistas aciertan, lo que tendríamos sería todavía más tensión al alza de los precios a medio y largo plazo. Los precios bajos desincentivan las inversiones en aquellos proyectos de donde se espera que provenga gran parte del crecimiento de la oferta mundial, como las aguas profundas y arenas bituminosas, que ya no son rentables a los precios actuales.
Pedro Antonio Merino García es director de Estudios y Análisis de Repsol
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