"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cómo se fabrica la OPINIÓN PÚBLICA.


La percepción de los principales problemas de los españoles parte de lo que ocurre en la realidad, pero es objeto de una construcción por los medios y los partidos, como se ve con el terrorismo o la corrupción.

 ANXO LUGILDE  – LA VANGUARDIA, 12/09/2010

LA FÁBRICA DEL TEMOR No se puede crear un problema, pero sí es posible multiplicar su relevancia

LA ESCALADA La mayor inquietud se da si todos los medios y los partidos la creen justificada

DESAPARICIÓN La falta de atención a un problema en el ámbito público hace que sea ignorado

LOS EFECTOS La agenda de problemas cobra vida propia y actúa sobre la realidad

MIEDOS DE LA CRISIS El desempleo, la economía y los políticos centran las inquietudes sociales

FALLARON LAS PREVISIONES La corrupción no figura ahora entre las diez cuestiones más acuciantes

El periodista norteamericano  Lincoln Steffens generó en 1931 lo que él mismo definió como una “oleada de criminalidad”, al convertir en noticia sucesos que hasta entonces apenas merecían la atención de los periódicos. Le siguió el resto de la prensa neoyorquina, lo que captó la atención de la opinión pública y los políticos, de modo que imperó la sensación de que existía un grave problema de seguridad, a pesar de que el número de delitos se mantenía estable. Sólo se había puesto el foco sobre ellos. Este ejemplo, que se reproduce constantemente en España a través de los programas sensacionalistas de televisión, muestra cómo se pueden fabricar las preocupaciones colectivas que, si bien parten de la realidad, son construidas por los medios de comunicación y los partidos políticos.

También puede suceder al revés. Así, a pesar de lo que esperaban los sociólogos tras la aparición de reiterados escándalos urbanísticos y de casos como Gürtel y Pretoria, la corrupción no está ni siquiera entre los diez problemas que más inquietan a los españoles, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y la vivienda, que hace sólo tres años figuraba como la cuestión más acuciante, está muy relegada. Sin embargo, frente a estos fenómenos un tanto desconectados de la realidad, hay otros muy pegados a ella, como la espectacular alza de la preocupación por el desempleo.

“El cliente siempre tiene la razón”, proclama Fermín Bouza, catedrático de Opinión Pública de la Universidad Complutense, para quien la percepción de los ciudadanos es correcta, en mayor medida que la que transmiten medios de comunicación, aunque admite que en alguna ocasión la prensa marca la pauta, como pasó en el verano del 2006 con la crisis de los cayucos, cuando tocó techo la inquietud por la inmigración. En cualquier caso, Bouza esgrime el teorema de Thomas, según el cual “lo que definimos como real es real en sus consecuencias”.

La cuestión reside en cómo se construye esa verdad que expresan los datos que publica mensualmente el CIS desde el 2000 y que ya difundía de forma irregular desde 1985. “La percepción de los problemas no depende tanto de su magnitud como de su colocación en el centro del debate público”, explica Joan Botella, catedrático de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona. Así ocurrió con ETA en los tiempos de Aznar, cuando era eje del discurso oficial y las televisiones interrumpían su programación ordinaria tras cada atentado.

Hay un proceso de construcción, y, según apunta Botella, en ocasiones puede ser verosímil la imagen, aparentemente fantasiosa, de las maquinaciones de un grupo de sociólogos reunidos en un despacho para fabricar estados de opinión.

Para merecer la atención social, un problema “tiene que tener un sustento real”, señala Julián Santamaría, presidente de Noxa Consulting y ex director del CIS. Santamaría apunta que hay “una competición entre problemas”. Así, el paro pudo mantenerse al frente de las preocupaciones incluso cuando la tasa era baja porque no había otra cuestión de igual tirón.

“¿De qué habla la gente? De lo que está en los medios. Un problema puede existir, aunque si no figura en el ámbito público, se tiende a ignorarlo”, afirma Santamaría, quien indica que la relevancia de un asunto será mayor cuanto mayor sea el número de actores que le concedan importancia.

Esta regla se pone de manifiesto en lo que sucede actualmente con la corrupción en comparación con la etapa final de Felipe González. Hay diferencias de fondo, porque no tienen la misma visibilidad casos que afectan a comunidades, ayuntamientos o un partido, el PP, que a algunas de las principales instituciones del Estado, como ocurría en los 90. Pero es fundamental el tratamiento informativo y político, ya que ahora los medios de derechas no conceden gran importancia a la corrupción.

En este sentido, Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid y también ex director del CIS, destaca el papel central “del discurso de los políticos y de los medios, sobre todo estos últimos, porque son el filtro de los problemas a los que se presta atención. Las preocupaciones reflejan coyunturas, estados de ánimo que se plasman en los medios y se trasladan a las conversaciones cotidianas”.

Vallespín llama la atención sobre los diferentes diagnósticos de la realidad que reflejan las dos modalidades de identificación de los problemas en la encuesta del CIS, la de los tres principales de España y los tres que más afectan personalmente a los ciudadanos. En el primer caso, los más citados en julio fueron el paro (77,8%), la economía (51,3%) y la clase política (21,6%). Y en el segundo, la economía (43,3%), el paro (40,9%) y las pensiones (8,1%). En todo caso, la fase actual está dominada por la agenda de la crisis, no sólo a través del desempleo y la evolución del PIB, sino también por la desafección hacia la clase política, muy relacionada con la incapacidad del Gobierno para superar la coyuntura adversa y de la oposición para colaborar y erigirse en alternativa.

En el caso de las cuestiones económicas, la realidad puede tener una influencia mayor sobre las percepciones, como apunta Joan Botella, porque el ciudadano dispone de más información directa. Y en este momento no se observan grandes diferencias en el ranking de los problemas en función de la ideología y características sociales de los encuestados. Pero por ejemplo en septiembre del 2007 sí existían. Los votantes del PSOE señalaban en primer lugar a la vivienda y el terrorismo, casi empatados; los del PP, a ETA; los de IU, a la vivienda; y los de CiU, a la inmigración.

Las preocupaciones colectivas no responden necesariamente a la jerarquía objetiva de los problemas. Por ejemplo, España tomó conciencia de la pérdida de su imperio en 1898 tras abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en lugar de hacerlo cuando más de medio siglo antes se había retirado de territorios como Argentina, México o Perú. Pero el miedo a no pintar nada en el mundo brotó entonces.

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