"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

sábado, 28 de junio de 2008

Los escándalos merman la lealtad de los asalariados en Japón



KO SASAKI PARA THE NEW YORK TIMES-EL País, 26-6-2008

por IHAKMN FACKLER

TOKIO — Una empresa que es­conde defectos peligrosos para evitar una retirada de productos embarazosa. Un distribuidor de productos cárnicos que vende corazones de cerdo picados co­mo carne de vaca. Una cadena de restaurantes de lujo que sirve las sobras de sashimi de otras cenas a los clientes.

En Japón, la confianza en sus es­tablecimientos corporativos se ha visto sacudida en los últimos años por una serie de escándalos. Em­presas de todos los tamaños se han visto implicadas en fraudes que van desde lo repugnante hasta lo peligroso. El hecho que los emplea­dos hagan públicas estas fechorías resulta aún más escandaloso. . Hace unas décadas, en Japón, él lugar de trabajo de una persona formaba parte de su identidad, la lealtad inquebrantable a la em­presa era la virtud más valorada. Pero el empleado obediente que no cuestiona nada se ha convertido en una reliquia del pasado como con­secuencia de una transformación más amplia de Japón y de la econo­mía global.

Cuando Japón era el punto más caliente de la economía asiática, las compañías se podían permitir comprar la lealtad de sus trabaja­dores ofreciendo la garantía de un empleo para toda la vida, y la sen­sación de pertenecer a una empre­sa que trataba a los trabajadores como si fueran de la familia. Este contrato social empezó a desinte­grarse cuando se produjo el estan­camiento económico en los años noventa, la "década perdida", que se caracterizó por la seguridad ca­da vez menor de los puestos de tra­bajo y por la caída de los sueldos.

Abogados y economistas mani­fiestan que actualmente los tra­bajadores japoneses empiezan a hablar claro, a pesar del riesgo de ostracismo que supone debido a la amplia creencia de que estas decla­raciones constituyen una traición.

Algunos empleados actúan así para defender el interés público, otros para protegerse de posibles acusaciones por su participación en la fechoría en cuestión. "La empresa está perdiendo su lugar central en el universo del emplea­do", asegura Naoki Yanaguida, un abogado laboral.

Ahora que el contrato social se desintegra, los denunciantes son más.

Yoichi Mizutani fue condenado al ostracismo después de denunciar que la carne se etiquetaba de forma engañosa en su almacén.

El primer caso destacado de una denuncia corporativa ocurrió en el año 2000, cuando un empleado de Mitsubishi Motors sacó a la luz que la empresa había encubierto fallos que podían causar accidentes, in­cluyendo frenos defectuosos y es­cape de líquidos. Estas declaracio­nes dieron pie a una investigación que concluyó con el arresto de va­rios ejecutivos y que llevó al fabri­cante de coches casi a la quiebra.

En la actualidad, cada año esta­llan por norma general en Japón diversos escándalos causados por empleados que airean secretos de las empresas, aunque no se sabe el número exacto de casos ya que ni las autoridades japonesas ni los medios de comunicación desvelan siempre sus fuentes.

Yoichi Mizutani, de 54 años, era el propietario de un almacén de alimentos refrigerados en la parte occidental de la ciudad de Nishi-nomiya que vivió años de prospe­ridad con las compañías locales cárnicas. Pero un día, en diciembre de 2001, un empleado vio que los empleados de uno de sus clientes más importantes, la proccsadora de carnes Snow Brand, ni ih/.ahan su almacén para colocar tabulas de ternera australiana congelada en cajas y venderlas como si se trata­ra de carne del país.

Explica que se trata de un fraude habitual en la industria cárnica, cuyos integrantes se supone que deben atenerse a un código de si­lencio. Declara que se sintió toda­vía más indignado cuando llamó a Snow Brand para preguntar sobre este incidente, y le dijeron que man­tuviera el pico cerrado. Acabó contándoselo a dos periodistas japone­ses y se produjo un gran escándalo que terminó con la condena poste­riormente suspendida a un período de prisión para cinco ejecutivos.

"Pensé en cuántos propietarios de empresas pequeñas en este sector de la industria, como yo, no pueden dormir por las noches, atormentados por un sentimiento de culpabilidad por lo que están haciendo", dice Mizutani. "La in­dustria habla de sí misma como una gran familia que protege a los suyos. Pero una injusticia es una injusticia".

Después de hacer pública su his­toria, Mizutani afirmó que todas las compañías cárnicas le recha­zaron y le expulsaron del negocio. Durante un año, Mizutani, que es­tá divorciado, tuvo que mantener a sus tres hijos contrabajos de un so­lo día. Llegó un punto en que inclu­so tuvo que vender libros colocados sobre una manta en un puesto en­frente de una estación de tren. Las cosas mejoraron cuando una ca­dena de televisión local hizo un re portaje sobre su grave situación. Con las donaciones que hicieron los espectadores, incluido un tem­plo budista, pudo restablecer su negocio, aunque esta vez comer­ciando con verduras y marisco congelados.

También se convirtió en un héroe popular secundario, y protagoniza una tira cómica que ensalza a los denunciantes de empresas.

Ahora Mizutanigozade su situa­ción, se ha despojado de su traje gris y lo ha cambiado por chancle­tas y una camiseta, y se ha teñido de rubio con mechas negras.

Japón se debate entre la ética tradicional de lealtad al grupo y el reconocimiento de que se necesita más transparencia y una mayor responsabilidad para poder fun­cionar como una economía moder­na. "Los denunciantes exponen problemas que probablemente han existido durante mucho tiempo, pero que se mantenían ocultos", remacha Koji Morioka, catedráti­co de economía de la Universidad de Kansai.

viernes, 27 de junio de 2008

¡Ojalá suframos una crisis energética, pero de verdad!"

Entrevista a J. Anthony Allan, Premio del Agua de Estocolmo 2008


Fuente:http://www.lavanguardia.es/lacontra/lacontra.html

LLUÍS AMIGUET - 25/06/2008

Tengo 71 años en los que el planeta ha triplicado su población, el petróleo ha sido absurdamente barato y el precio del trigo no ha dejado de bajar: el ecosistema ha pagado este derroche. Producir una hamburguesa cuesta 6.800 litros de agua. Colaboro con la Fundación Agbar


Que se prepare su gobierno y el mío, porque les vienen cursos muy incómodos...

No me asuste.

... Pero me temo que no lo suficiente...

¿. ..?

¡Ojalá lo pasaran mal de verdad! Porque después de esa crisis final construiríamos un mundo energéticamente mejor.
...

Sólo una crisis energética que paralizara las economías desarrolladas nos obligaría a aceptar pagar el precio de un cambio de paradigma energético de fósiles a renovables.

No sé si le entiendo.

El paso del petróleo a las energías renovables y limpias requeriría ahora mismo grandes sacrificios en nuestras pautas de consumo y movilidad. Sólo aceptaremos pagar ese precio si no tenemos más remedio porque no podemos pagar el otro.

Podemos encontrar más petróleo...

Esa sería la respuesta equivocada que ya hemos dado en otras ocasiones que yo ya viví como ingeniero y científico.

¿Cuándo?

Veamos toda la película: petróleo, gas y carbón y todos los combustibles fósiles no son más que energía del sol almacenada por plantas prehistóricas durante millones de años. Occidente derrochó esa energía en apenas unas décadas con un enorme coste medioambiental para mantener su predominio geopolítico.

¿Por que dice que fue un derroche?

Porque durante 70 años, las grandes petroleras controladas por Occidente lograron mantener el precio a... ¡dos dólares el barril!

Tampoco era natural.

¡Era insostenible! Y nos convirtió en sistemas económicos energéticamente muy ineficientes que con esa energía barata degradaron su medio ambiente.

Necesitábamos desarrollarnos.

Por fin, los países productores lograron organizarse en la OPEP y rebelarse en los 70 provocando la primera crisis energética.

Hoy hay que explicárselo a los jóvenes.

¿Y cómo reaccionamos? Lo inteligente hubiera sido repensar nuestro sistema y reducir la dependencia de la energía fósil para buscar energías alternativas y más limpias.

Pero no somos tan listos.

Lo que hicimos en vez de exhibir sentido común fue exhibir músculo ante el desafío y huir hacia delante. Los poderes occidentales y las grandes petroleras Shell, Exxon, Mobil, BP... respondieron al formidable reto de la OPEP con tecnología y ambición: buscaron nuevos pozos en el mar del Norte y en otros lugares recónditos y de difícil explotación con nuevos métodos y lograron reducir los precios del petróleo.

Y hasta ahora.

Hubo otra crisis en el 79-80 y volvimos a responder con la salida fácil. De nuevo más tecnología y nuevos pozos más recónditos. El petróleo subió algo de precio, pero siguió costando menos de lo que valía y mucho menos del valor que destruíamos al quemarlo.

¿Podemos volver a hacerlo?

Sería otra tontería. Ahora mismo ya hemos gastado la mitad del petróleo del planeta y un tercio del carbón. Y no hay alternativas en energía fósil, pero tampoco ningún gobierno tiene ganas de decir la verdad a sus votantes: que se acabó el derroche.

¿Se cortarán muchas más carreteras?

Las ONG y los grupos éticos deberían explicar que no hay soluciones sin sacrificios: sólo el cambio de energías nos dará una salida cierta y duradera a la crisis, pero, como le decía antes, esa salida requiere privaciones de todos. Al principio usar sólo energías renovables nos obligará a adelgazar...

La bici es muy sana... de vez en cuando.

La energía solar y eólica y renovable acabará siendo alternativa, pero con costes de transición altos. No nos engañemos.

¿No es usted algo apocalíptico?

Soy científico, pero la ciencia es política o, como decimos los ingenieros: "Si sólo miras al fondo del pozo, no ves si hay petróleo"

¿. ..?

Para entender el problema de los recursos naturales: si hay petróleo o agua o comida o no, primero hay que desentrañar las relaciones de poder entre los países y entre las clases sociales. Si no, no entiendes nada.

Por ejemplo.

En los años sesenta pronosticamos que habría una sangrienta guerra por el agua en Oriente Medio. Y nos equivocamos.

¿Por qué?

Porque sólo mirábamos al fondo del pozo. La comida no es más que agua concentrada. Por ejemplo: esta taza de café ha costado 140 litros para poder ser cultivada y la hamburguesa que se come ha costado 6.800 litros de agua para la hierba y la vaca y su camisa varios miles de litros y...

Agua virtual.

¡Exacto! Por eso, aunque no había agua para todos, no hubo guerra del agua en Oriente Medio. Lo que hicieron los países del área fue importar el agua ya invertida.

¿Barcos cisterna como aquí?

¡No! Se limitaron a importar bienes y alimentos que llevaban el agua incorporada, como le he explicado. Así suplieron el agua que no había en los pozos y no hubo guerra.

Usted es un nobel del agua.

Agua, energía, petróleo, comida... Todo está relacionado en la política. No entendería nada si sólo fuera un hidrólogo. Y lo que veo ahora es que el capitalismo salvaje no tiene la solución de esta crisis.


EL FIN DEL DERROCHE

No es un idealista al uso. Allan destila frío realismo científico cuando explica cómo producimos y distribuimos comida, petróleo y agua en el planeta. Empieza advirtiendo que somos demasiados: "En mis 70 años de vida, se ha triplicado la población del planeta y, mientras, el precio del trigo no ha dejado de bajar, porque hemos mantenido el petróleo artificialmente barato y porque los gobiernos de Occidente han subsidiado a sus agricultores". Y proclama: "Eso se acabó: somos demasiados para poder mantener este derroche". Y desgrana cifras con lógica implacable. Al final, no sé si tras la crisis habrá un mundo mejor, pero Allan me convence de que no será igual... Ni tan fácil para nosotros.



En tan sólo un siglo los humanos hemos duplicado nuestra esperanza de vida...

Entrevista a Ramón Cacabelos, neuropsiquiatra, Universidad de Osaka; precursor del test genético

"La revolución del test génico da todo el poder al paciente"

LA CONTRA, La Vanguardia, LLUÍS AMIGUET - 27/06/2008

Tengo 53 años: asesoro a la Administración Federal de Drogas y a la UE. Soy de Cambados. Me doctoré en Osaka: fui allí el primer investigador médico no japonés de su historia. Presido la Asociación Española de Neurogeriatría. Tuve de paciente al ingeniero que diseñó el tren bala

En tan sólo un siglo los humanos hemos duplicado nuestra esperanza de vida...

Bien.

... Nunca tantos habíamos vivido tanto. A principios de siglo, moríamos entre los 36 y 42 años; hoy vivimos de media entre los 78 y los 82.

Las señoras son las que viven más.

La nueva longevidad de nuestra especie ha cambiado de raíz las estadísticas médicas: las patologías degenerativas, que no eran tan relevantes, hoy son las de mayor incidencia, como el alzheimer, parkinson, esclerosis... Y, por otro lado, los cánceres.

¿Y...?

Todas esas enfermedades tienen en común que están escritas en nuestro genoma desde que nacemos. Como sabe, acabamos de cartografiar todo el genoma humano, así que ya estamos en condiciones de hacer una predicción sólida y personalizada.

¿Sirve saber de qué moriré?

Sí, porque de la predicción pasamos a la prevención y mejoraremos así su calidad de vida - sobre todo de los 65 a los 85- para que sean años para vivir y no sólo sobrevivir.

Hay médicos que juzgan irrelevantes los test genéticos.

Gran parte de mi profesión tiene 50 años o más y no ha estudiado a fondo la nueva genética de la susceptibilidad más allá de la binaria mendeliana. Así que es lógico, pero no excusable, que se acongoje e incluso tema perder poder con estos nuevos test.

¿La medicina génica les resta poder?

Da al paciente más poder sobre su salud. Recuerde que el 80 por ciento de las patologías adultas tienen base genética y siguen una regla de oro: cuanto más genes estén implicados en la dolencia del paciente, más rápido es su curso y peor tratamiento tiene y cuantos menos genes, más lento es su curso y mejor respuesta podemos darle.

Por ejemplo.

Las grandes dolencias de corazón, cáncer y cerebro pueden aparecer a los 20 años o a los 80, dependiendo de la cantidad de genes implicados. Necesitamos una revolución médica y cultural para que cada ciudadano haya identificado sus riesgos 30 o 40 años antes de que aparezcan las enfermedades.

Una vez identificados los genes implicados y sus riesgos... ¿Qué?

Seguir estrategias preventivas personalizadas y una farmacogenética individualizada. Imagínese que tiene usted antecedentes familiares de cáncer de colón: puede hacerse la colonoscopia cada año o ahorrarse las molestias si se hace el test genético y no presenta usted ningún riesgo. Así se librará de las radiografías rutinarias y hará cabalmente las que sí tengan riesgo genético.

Sería todo un ahorro.

Un ahorro enorme en pruebas médicas rutinarias. Y además abre las posibilidades de la farmacogenética individualizada.

¿Les será rentable a las farmacéuticas fabricar un medicamento sólo para mí?

La farmacología tendrá que cambiar de modelo de negocio. Hoy te duele la cabeza y te tomas un ibuprofeno, que te fastidia el estómago, entonces te tomas un omeoprazol para protegerlo, pero ese omeoprazol te fastidia la potencia sexual y entonces necesitas una Viagra...

Entrar en la farmacia es no salir.

Todo eso se acabará cuando sepas tu perfil genético y en un chip aparezcan las causas genéticas de tu dolor de cabeza y cómo tratarlo y qué medicamentos te convienen.

¿Cómo actuarán las farmacéuticas?

Los laboratorios ahora pueden tardar 12 años en sacar un fármaco, les quedan cinco de patente así que tienen que vender a granel para recuperar la inversión porque el fármaco se les muere. En cambio, si le hacen medicinas adaptadas a su perfil genético le tendrán usted de cliente de por vida.

¿Quién se quedará con la industria de la predicción genética?

Ahora mismo hay infinidad de empresas que te hacen el test por 300 euros y en unos años se hará el test genético con la facilidad con que ahora se hace el del colesterol. Cuando empezamos...

¿Quiénes?

Hemos creado una sociedad mundial de medicina genómica donde colaboramos con el doctor Takeda en Osaka, Pelfrey en EE. UU., Jacobini en Ginebra y Bimvlad del Carolinska, entre otros de un gran equipo internacional. Piense que quien se haga con la predicción genética controlará el sector del diagnóstico durante los próximos cien años. Cuando empezamos el test de un sólo gen costaba 150.000 pesetas hoy son 20 euros.

Todavía - dicen- no sirve de mucho.

Ya sirve de mucho, pero es sólo el comienzo de un recorrido y si no apostamos por él, nos quedaremos en el paleolítico. Recuerde que la radiología tardó 25 años en generalizarse y el scanner 15. Hoy son habituales.

¿No me deprimiré si descubro que tengo probabilidades de enfermar?

La nueva genética de susceptibilidad es un cálculo probabilístico de riesgo, no una condena. Si conoces el riesgo, puedes actuar sobre él, reducirlo y tal vez eliminarlo.

Supongamos que mi test detecta riesgo genético de Alzheimer...

El primer test genético de Alzheimer se hizo en el 2000. ¡Se beneficiaría de un descubrimiento muy reciente! Si tiene más de 40 años, podría tratarse ya con media docena de eficaces fármacos neuroprotectores y más adelante, incluso podríamos realizarle alguna intervención más sofisticada...

Ramón Cacabelos, un gallego de Osaka

Cuando muchos universitarios viven con sus padres hasta los 40, es estimulante escuchar cómo el joven Cacabelos se fue a Japón, interesado por la neurocibernética: allí estaban los mejores. Y los mejores supieron valorar su determinación: fue el primer médico no nipón al que se admitió en un doctorado, aunque tuvo que olvidarse de la cibernética, porque era asunto de seguridad nacional, y se dedicó a la neuropsiquiatría para formar parte del equipo que descubrió la antivasodepresina. Se convirtió en un niño mimado del Estado y representó a Japón en congresos, donde el gallego de Osaka demostraba que la voluntad y el talento no reconocen más fronteras que las de su propia ambición.

De la relevancia del trabajo a la relevancia del ocio

Importancia del ocio

LA VANGUARDIA, 27 de junio de 2008

Tal parece que en las sociedades avanzadas hemos pasado de la relevancia del trabajo a la relevancia del ocio. Si hacemos caso omiso de que para disfrutar de tiempo libre es necesario disponer de un peculio diario suficiente, viene a resultar que la gente concede mayor importancia a cómo se divierte que a cómo obtiene el dinero necesario para hacerlo.
Un estilo de vida en el que cobra creciente importancia el salir de fin de semana, ir de vacaciones, practicar o presenciar deportes, hacer turismo de largo alcance. En consonancia, se desprecian empleos en los que hay que trabajar en sábado o domingo, y se valora cada vez más el poder jubilarse anticipadamente. Fue en el lejano 1964 cuando Joffre Dumazedier publicó en Francia un estudio premonitorio, Hacia una civilización del ocio. Ahora cabe decir que la meta ha sido alcanzada.

¿La clase trabajadora es más feliz actualmente que cuando trabajaba diez horas al día, seis días por semana? Objetivamente, sí; mucho más feliz, más libre. Y la población en su conjunto, ¿también lo es? Según las estadísticas sobre la salud cabría deducir que no, dado el elevado consumo de antidepresivos. Quizá
las expectativas de ocio dibujan un goce ideal difícil de alcanzar, o quizá la dura realidad desmonta el supuesto de que las personas, los trabajadores, prefieren menos dinero y más ocio. Aunque, ¿qué clase de ocio? Existen diversiones baratas, pero viene a resultar que por lo común se aspira a las caras.

Digresiones al margen, se comprueba que la cultura del ocio está creando más empleo y más riqueza que algunas industrias tradicionales. En nuestro país,
el turismo ha adquirido tal magnitud para la economía que cualquier quebranto resultaría catastrófico. Así pues, sensatamente, a la clásica oferta de sol y playa se le ha agregado la de un turismo alternativo que abarca desde la aventura a lo campestre o lo artístico.

Los sectores por explotar son diversos y su característica más relevante no es la del precio módico. De lo cual se deduce que la civilización del ocio, más allá de pretender una satisfacción para el individuo, persigue la ganancia mercantil.

Así pues, si alguien se siente frustrado ante las maravillosas ofertas a las que su bolsillo no le permite acceder, que cierre los ojos y se tape los oídos. Tal vez así pueda pensar por sí mismo y elegir su personal tipo de ocio.

E. SOLÉ, sociólogo y escritora

martes, 24 de junio de 2008

El telescopio Glast y la explosiones de supernovas

Toda la violencia del cosmos estalla ante el 'Glast'

El nuevo telescopio en órbita captará rayos gamma y explosiones de supernovas

ALICIA RIVERA - Madrid
EL PAÍS - Futuro - 18-06-2008



Los humanos vemos el cielo -y en realidad, todo- sólo por una ventanita: de todas las longitudes de onda del espectro electromagnético (desde la radiación gamma hasta las ondas radio), nuestros ojos sólo ven un rango, más o menos intermedio, el de la luz visible. Pero el universo emite en todas las longitudes de onda y los astrónomos necesitan abarcarlas todas para comprender mejor qué pasa ahí fuera. Como es difícil hacer un único observatorio para todo el espectro electromagnético, lo mejor es tener telescopios especializados, de modo que cada uno sea como una ventana distinta y en conjunto compongan el ventanal abierto al universo. El último es el Glast, un observatorio de rayos gamma, lanzado al espacio la semana pasada y con un gran potencial para estudiar fenómenos de violencia extrema en el cosmos: desde la materia que sale aceleradísimas del entorno los agujeros negros, hasta estallidos de rayos gamma o explosiones de supernovas.

Por si fuera poco, el nuevo telescopio puede arrojar alguna luz sobre la identidad de la misteriosa materia oscura e incluso dar pistas sobre la aún más extraña energía oscura que acelera la expansión del universo. Los astrónomos y los físicos de partículas están entusiasmados con las perspectivas que se abren. El Glast está ya dando vueltas alrededor de la Tierra, a 560 kilómetros de altura, y en fase de pruebas. Está previsto que empiece a observar rutinariamente en agosto y que lo haga durante al menos cinco años, prorrogables hasta diez.

La mayoría de los objetos celestes emiten en todo el espectro electromagnético, pero en cada longitud de onda se ve mejor algún aspecto de su funcionamiento. El astrofísico Diego Torres, que dirige el único equipo español participante en Glast, pone el ejemplo de la nebulosa del Cangrejo. Por supuesto se observa en visible, en los colores que ve el ojo humano, y para fotografiarla se utiliza el Hubble o los telescopios terrestres. Pero allí hay regiones, como las cercanas al púlsar que aloja esa bonita nebulosa, que radia en rayos gamma, y hay emisiones en rayos x, en ultravioleta, etcétera. Cada emisión informa de algo, y los astrofísicos, viendo el panorama, pueden hacerse una idea de los procesos que ocurren allí. También hay zonas del cielo que sólo, o preferiblemente, emiten un tipo de radiación, como las frías nubes de gas y polvo, que se ven en infrarrojo o radio, o el eco remanente del cosmos primitivo que se capta en microondas.

Si el Glast mira el universo de los rayos gamma, otros telescopios lo están haciendo en ventanas diferentes: el Chandra y el Newton-XMM ven los rayos X, el Hubble, sobre todo la luz visible, el Spitzer el infrarrojo y el WMAP la radiación de microondas. También observa la radiación gamma el europeo Integral, complementario del Glast por sus tecnologías y capacidades diferentes. Y lo que ven todos ellos se compagina con los diferentes observatorios terrestres.

Los rayos gamma son billones de veces más energéticos que luz visible. ¿Y qué pasa ahí fuera para que se emitan esas radiaciones colosales? Hay agujeros negros que chocan o que emiten chorros de partículas que alcanzan el 99% de la velocidad de la luz; rayos gamma que interaccionan con la luz estelar y literalmente desaparecen, creando partículas de materia y antimateria; cuerpos llamados quásar que deben de tener un agujero negro en su centro y que expulsan chorros violentos (cuando uno de esos chorros apunta hacia la Tierra, verlos con un telescopio es como mirar de frente a la boca de un cañón); tal vez partículas desconocidas de materia oscura que podrían generarse en el choque de partículas de alta energía y dejar una huella reconocible en rayos gamma. Todos estos son algunos de los objetivos del Glast, unos en la Vía Láctea y otros fuera de la galaxia. Por supuesto, los científicos cuentan con hallazgos inesperados.

Glast tiene que estar en el espacio porque, afortunadamente, la atmósfera terrestre intercepta la radiación gamma. La ventaja es que la vida está a salvo aquí abajo; el inconveniente es que hay que poner el telescopio por encima de la atmósfera. En la Tierra se estudia radiación gamma pero por los efectos derivados de sus choques con el aire.

El nuevo observatorio es heredero avanzado del Compton que funcionó hace unos años. El Glast, de cuatro toneladas, lleva dos cámaras principales, una de gran angular (LAT), y otra (GBM) para detectar las tremendamente energéticas y fugaces explosiones de rayos gamma, que duran entre unos milisegundos y un minuto y se producen a diario en algún lugar del cielo. Un buen catálogo de las mismas será una de las principales aportaciones de Glast. El telescopio, con un coste de 450 millones de euros, es una misión de la NASA y el Departamento de Energía de EE UU, con la colaboración de instituciones de Francia, Alemania, Italia, Japón y Suecia.

Torres, del Instituto de Ciencias del Espacio (Barcelona), inició su colaboración con Glast en EE UU, y al venir a España incorporó su equipo a la misión con el cometido de preparar la explotación científica del telescopio, la modelización de resultados y hacer tratamiento de datos cuando empiecen a llegar. Como área científica el grupo se especializa en "fuentes galácticas de rayos gamma, tanto los remanentes de supernovas, como los púlsares o las fuentes no identificadas", explica.

I+D: ¿un modelo obsoleto?

Nietzsche, la 'drosophila' y la I+D


JAVIER LÓPEZ FACAL
EL PAÍS - Futuro - 18-06-2008

No recuerdo dónde había una pintada que decía: "Dios ha muerto. Nietzsche", a lo que alguien había añadido: "Nietzsche ha muerto. Dios". Viene esto a cuento de que, desde hace unos 25 años, resulta obligado predicar la muerte del modelo lineal de I+D, el que presupone que toda innovación consiste en una secuencia lineal, que parte de una idea o una elaboración científica, posteriormente aplicada al desarrollo de un objetivo y, finalmente, convertida en un nuevo producto, que se lanza al mercado.
Tan obligado resulta confesar la muerte de este modelo, que es como una contraseña para entrar en el círculo de los iniciados. Uno confronta, sin embargo, esa confesión de los expertos con los millones de euros que se gastan en planes nacionales, o en estrategias empresariales de I+D, y le queda la duda de si estará muerto el modelo, o si no serán los profetas de su fallecimiento los que van desapareciendo. Algunos de los críticos han propuesto, además, modelos alternativos tan complejos, que recuerdan los inventos del profesor Franz de Copenhague. Tan apelotonados son estos nuevos esquemas que han sido comparados con un plato de espaguetis con albóndigas, porque están rebosantes de redondelitos y flechitas entrecruzados.

Confieso que cada vez que veo una diapositiva con uno de esos modelos más-fieles-a-la-realidad-del-proceso-de-innovación dejo de mirar a la pantalla y repaso en el programa quién va a ser el siguiente conferenciante, para prepararme para otra ración de espaguetis con albóndigas.

Imagínense ustedes que algunos científicos declaren superada a la Drosophila melanogaster, que tantas alegrías da a la genética, con la monserga de que no refleja cabalmente la biodiversidad, o que rechacen al gusanillo C. elegans porque su escueta sexualidad no da cuenta de las sutilezas amorosas de La Celestina o de Romeo y Julieta.

Pero detengámonos a observar a los dos bandos enfrentados: de una parte se alinean los expertos, que han analizado decenas de innovaciones y han demostrado empíricamente que casi ninguna ha seguido el camino entre el laboratorio y la tienda de la esquina. En la otra parte se encuentran parlamentos, gobiernos y empresas que se empeñan en seguir invirtiendo enormes sumas en algo que el bando anterior considera un dislate. Ocurre, en efecto, que el modelo lineal de I+D no describe cabalmente la complejidad del proceso de innovación, pero tampoco un mapa describe todos los detalles del territorio que representa, lo que no impide que sea útil para orientarnos.

Pues bien, nuestro denostado modelo también debe seguir siendo útil, porque continúa siendo utilizado por políticos y empresarios, personas que no destacan por su formación intelectual o su cultura, pero que suelen dar muestra de intuición y de saber estar al loro, destrezas de las que los académicos no andamos sobrados. Además, cada uno de los miembros del binomio representa a diferentes colectivos, ambos potencialmente influyentes: en la I mayúscula se ven reflejados científicos de universidades y organismos de investigación, y en la D mayúscula se reconocen ingenieros y técnicos, tanto del sector público como de las empresas, de modo que, a pesar de su inocente apariencia, el binomio I+D da de comer a mucha gente, y ya se sabe que con las cosas de comer no se juega.

Los estadísticos norteamericanos que hace unos 60 años juntaron los dos miembros del binomio para poder agrupar el gasto público en dos apartados diferentes no andaban tan descarriados. Si no, ¿cómo explicar la destacada posición que ocupan en el ranking internacional de patentes muchos organismos de investigación y no pocas universidades? Habrá que reconocer, pues, con mayor realismo y una pizca de modestia, que los muertos que algunos matan parecen gozar de buena salud.

lunes, 23 de junio de 2008

“Irak no ha sido sólo un fracaso, también un desastre”

ENTREVISTA Joseph E.stiglitz


Joseph E. Stiglitz



JOSÉ MARÍA RIDAO
EL PAIS SEMANAL - 22-06-2008

Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, acaba de publicar un libro, La guerra de los tres billones de dólares (editorial Taurus), junto a la catedrática de Harvard Linda J. Bilmes, especialista en finanzas públicas. Sin menospreciar los costes políticos, y sobre todo humanos, de la invasión de Irak, Stiglitz y Bilmes hacen una aproximación económica a la invasión de Irak. No sólo las cifras son sobrecogedoras, también los mecanismos de corrupción que la guerra ha provocado.
Este libro deja claras las razones económicas por las que la guerra de Irak fue un error, pero usted estuvo en contra desde el principio. George W. Bush aseguró que había un riesgo inminente de que el régimen de Sadam Husein utilizase armas de destrucción masiva. Pero el jefe de la misión de inspectores de Naciones Unidas, Hans Blix, dijo que no existía ninguna prueba de que tales armas existieran. Pidió más tiempo y más inspecciones.

Fue, entonces, la necesidad de respetar los procedimientos de Naciones Unidas lo que le llevó a oponerse. Después de la II Guerra Mundial se estableció un marco para la legalidad internacional en el que no se reconocía la posibilidad de declarar una guerra preventiva. En este caso se trataba de saber si había razones para hacer una excepción a las reglas que habían funcionado durante medio siglo. Naciones Unidas aseguraba que no tenía pruebas que justificasen hacerla.

Por tanto, emprender esta guerra era violar la legalidad internacional. La necesidad de respetarla me pareció un argumento decisivo. Además, Naciones Unidas tuvo razón: las armas de destrucción masiva no aparecieron. Pero también me pareció decisivo aprender de los errores pasados.

¿Se refiere a Vietnam? Ése fue el segundo argumento, teníamos que haber aprendido del fracaso en Vietnam. No había ninguna duda de que el ejército más poderoso del mundo conquistaría sin muchas dificultades un país sometido a sanciones durante años. Por eso, el verdadero problema consistía en saber si se podía ganar la paz. La estructura tribal de Irak era bien conocida, y, desde esta perspectiva, la invasión conllevaba serios riesgos de conflicto entre los shiíes, los suníes y los kurdos. No era fácil ganar la paz aunque se ganara la guerra.

Pero se habló de llevar la democracia a Irak y, por extensión, a todo Oriente Próximo. La ironía reside en que se pretendía instaurar una democracia a través de medios antidemocráticos.

Y finalmente se habló de una conexión entre Sadam Husein y los terroristas del 11-S. Desde que se demostró que no había armas de destrucción masiva, la Administración de Bush tuvo que recurrir a otros argumentos para justificar la guerra. Irak no tenía ninguna relación con los atentados, no tenía ninguna conexión con Al Qaeda. Esta organización terrorista no existía en Irak. Ahora sí, porque se le ha brindado la oportunidad. No importa qué criterios se utilicen –económicos, petróleo, democracia, seguridad–; la guerra no ha sido sólo un fracaso, sino también un desastre.

Pero, entonces, ¿por qué se emprendió? Es uno de los aspectos que tratamos en el libro. Nadie lo sabe a ciencia cierta. Pudo tener algún papel una visión infantil de la geopolítica del petróleo. George W. Bush y sus asesores pensaron que podrían controlar los recursos petrolíferos de Irak, y que eso se traduciría en una fuente adicional de abastecimiento. Pero estamos en los comienzos del siglo XXI y no en el siglo XIX, y si un país invade a otro tiene que respetar unas normas. Estados Unidos es firmante de la Convención de La Haya, y, por consiguiente, como potencia ocupante, no podía disponer del petróleo iraquí.

Eso es, sin embargo, lo que ha hecho. En el libro contamos cómo una vez se le recordó la Convención de La Haya al enviado de la Administración de Bush para privatizar el petróleo iraquí, y cómo él se limitó a responder: la legalidad internacional no es asunto mío, yo sólo cumplo órdenes del presidente Bush. Y sin embargo, las compañías no podían adquirir ese petróleo. En fin, como poder, podían; pero se arriesgaban a que después alguien les dijera que habían comprado una propiedad robada. Y no se pueden comprar propiedades robadas porque el vendedor no puede venderlas. La verdad es que no sé si la Administración de Bush no entendía la legalidad internacional o si le traía sin cuidado.

¿Cabría imaginar lo más sencillo, y es que Bush y sus asesores creyeran en su plan? He leído recientemente que la guerra de Irak remite al complejo de Edipo entre Bush y su padre; en definitiva, que no puede explicarse a través de argumentos racionales. Pero, sin duda, puede que creyeran en su plan; al menos, algunos de los asesores del presidente, los neocons. Sé positivamente que Bush no entendió la complejidad de la sociedad iraquí, porque he hablado con algunas personas que se entrevistaron con él antes de la guerra. No tenía siquiera una estrategia para la ocupación.

De ahí, tal vez, que ahora se diga que fue un error licenciar a todos los funcionarios y militares que colaboraron con el partido de Sadam Husein, el Baaz. La ironía es que en estos momentos están poniendo en marcha la estrategia contraria, recuperar a los mismos que licenciaron al principio. Entonces no estuvieron dispuestos a escuchar a quienes les advertían de los peligros. Pero ahora, tampoco: esa mentalidad continúa. Sólo quieren escuchar a quienes les dicen lo que quieren oír.

Entre tanto, la situación en Irak se ha mezclado con la tensión con Irán. Es otra de las paradojas de esta guerra. Se dijo que se emprendía por causa de las armas de destrucción masiva, y se invadió un país que no las tenía, mientras que otro país, Corea del Norte, se convertía en una potencia nuclear. Tratando de resolver un falso problema, la Administración de Bush creó uno nuevo. Y ahora el asunto es Irán. Es interesante constatar que el riesgo estuviera en Corea y, sin embargo, se comenzara por Irak.

¿Y por qué se hizo así? Creo que guarda relación con el mantenimiento de la falsa visión sobre Irak de algunos extremistas. Es una especie de vendetta. De hecho, es una vendetta. A principios de los años ochenta, Sadam Husein recibió armas –incluyendo, creo, armas químicas– a consecuencia de la guerra con Irán. Se actuó bajo el principio de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Sadam Husein estaba contra Irán, e Irán era el principal enemigo, y, por tanto, había que suministrarle armas, apoyarlo. Y ahora la posibilidad de hacer algo con Irán es más limitada como consecuencia de la guerra en Irak.

Es decir, que la posición de Estados Unidos se ha debilitado. Exactamente. Los shiíes, que son mayoría en Irak, se sienten próximos a Irán. Con 140.000 soldados americanos y 40.000 agentes de seguridad contratados en Irak, Estados Unidos es vulnerable. Si Estados Unidos le hace la vida difícil a Irak, Irán puede hacérsela difícil a Estados Unidos.

¿Es posible detener el programa nuclear iraní? Habría que distinguir dos aspectos. Uno es si los iraníes tienen capacidad o no para desarrollar armas nucleares; otro es su capacidad para lanzarlas. Por referirme sólo al primero, al aspecto de la proliferación, lo esencial es encontrar un mecanismo de control adecuado. Pero en este momento, la posibilidad de que Estados Unidos haga algo es limitada. Se podría, obviamente, destruir el programa atómico de los iraníes, aunque lo único que se conseguiría es que empezaran de nuevo.

La salida más razonable parece, pues, alcanzar un acuerdo sobre ese mecanismo. Al final habrá que hacer un esfuerzo global para desalentar la proliferación de armas nucleares. Tendría que ser un programa amplio, que incluyera algunas de las armas nucleares de Estados Unidos. Porque, en definitiva, ¿quiénes son hoy los enemigos? Se sigue operando con la mentalidad de la guerra fría, que terminó hace veinte años. Entonces existía un sistema de disuasión, pero ahora no hay nadie en el otro lado. Es difícil que todos acepten a un solo país como policía del mundo. En especial, cuando ese país ha fracasado a la hora de respetar la legalidad internacional. Por eso creo que debería establecerse un régimen de control internacional más efectivo, en el que Estados Unidos fuera también parte.

En su libro no sólo se habla del coste económico de la guerra. Describe, además, la corrupción que ha generado. Los mecanismos han sido múltiples. Se ha recurrido a la obtención de partidas de emergencia más que a las asignaciones presupuestarias ordinarias. Una emergencia es, por definición, algo que no se puede prever, como el huracán Katrina. Pero la guerra no era imprevisible, y además ha llegado a su sexto año y todavía se sigue recurriendo a partidas de emergencia. En las asignaciones presupuestarias ordinarias, la corrupción es difícil, porque el gasto es escrupulosamente supervisado. Ante las emergencias es distinto. Se le dice al Congreso que si no aprueban las asignaciones se producirá un desastre, y, por consiguiente, los congresistas no pueden detenerse en los detalles. Así surge el marco que hace posible la corrupción.

Usted también ha estudiado la asignación de los contratos con cargo a esas partidas de emergencia. En las situaciones corrientes, los contratos se llevan a cabo a través de un concurso público. En nuestro libro nos referimos a la lucha que se estableció entre Rumsfeld y el Congreso. El Congreso le reclamaba convocar concursos públicos para asignar las partidas de emergencia, y Rumsfeld lo rechazaba. Entre tanto, no se gastó nada en la reconstrucción de Irak, aunque el Congreso insistió en que había que hacerlo. Consiguientemente, la reconstrucción fracasó, y su fracaso se convirtió en una baza para la insurgencia. Muchos iraquíes perciben que su vida es peor ahora que antes de la guerra.

Es también interesante, y revelador, el tipo de contrato que se establecía con algunas empresas. El Gobierno aceptaba un mecanismo de reintegro de los gastos y el pago de una cantidad suplementaria como beneficio. Por otra parte, disminuyó el número de auditores. O sea, se excluyó la competencia y se redujo el control mientras aumentaba el volumen y la cifra de contratos. Se actuaba sin ningún escrúpulo, y empresas como Blackwater, que tenía contactos políticos, lo mismo que Halliburton, se llegaron a considerar parte del aparato de apoyo al Partido Republicano. Los jóvenes norteamericanos luchaban y arriesgaban sus vidas mientras ellos sólo se preocupaban de obtener más beneficios. Se triplicó el valor de sus acciones.

¿Y el Congreso no reaccionó contra estas prácticas? Mientras los republicanos tuvieron el control, no hizo nada. Ahora que los demócratas son mayoría, existen comisiones de investigación que han permitido conocer los problemas. Casi cada semana estallan nuevos escándalos. Por ejemplo, se ha descubierto que muchos de los contratos de Halliburton fueron a parar a una empresa subsidiaria en las islas Caimán, donde no pagaban impuestos. La Administración de Bush facilitó esta evasión fiscal.

Al margen de la manera en la que se han gastado, los tres billones de dólares en los que usted cifra el coste de la guerra obligan a preguntarse sobre su efecto en la economía de Estados Unidos. Creo que nuestro libro ha ayudado a la discusión sobre el coste de oportunidad, sobre lo que se podía haber hecho con ese dinero. Se han abierto varias webs en las que se discute del asunto. El presidente Bush sostiene, por ejemplo, que tenemos un grave problema con la seguridad social. Se teme la bancarrota del sistema. Por una sexta parte de lo que nos ha costado la guerra de Irak podríamos mantener el sistema funcionando durante los próximos 50 años. Pero, en realidad, cualquier problema al que se enfrente Estados Unidos en estos momentos se resolvería con una pequeña porción del gasto en la guerra de Irak.

Bush y sus asesores siempre podrían decir, y de hecho dicen, que eso es lo que cuesta tener un país más seguro… Incluso en el terreno de la seguridad estamos peor, porque se han concentrando los esfuerzos y los recursos en el asunto equivocado. Como consecuencia de la guerra de Irak, el coste de reclutamiento se ha encarecido, lo mismo que el coste para atender las necesidades de los veteranos. Y otro coste que ha aumentado es el que conlleva la necesidad de reponer el material bélico. Y todo ello sin contar con otros efectos más generales, que tampoco contribuyen a que estemos más seguros: la subida del precio del petróleo y el debilitamiento de la economía están relacionados con la guerra de Irak.

Usted cifra el impacto de la guerra sobre el precio del petróleo entre 5 y 10 dólares. Es un cálculo conservador. Creo que la cifra es mayor. Pero, en cualquier caso, y regresando al debilitamiento de la economía, la principal diferencia entre la situación de 2001 y la de hoy es que, en la de 2001, el Gobierno de Estados Unidos disponía de un superávit del 2% antes de llegar a la recesión. Ahora, antes de llegar a la recesión, tenemos un déficit alto.

¿Cree que Estados Unidos entrará en recesión? Sí, soy pesimista. Pero la recesión no es la cuestión fundamental. La cuestión fundamental es la diferencia entre el potencial de crecimiento de una economía y lo que está creciendo en realidad. Si puedes crecer al 3% y tu crecimiento es del 1%, la caída es del 2%. Es la misma caída que si se creciera al 1,9% y se bajara algo por debajo de cero, sólo que ya no se estaría en tasas positivas.

¿Y no habría manera de evitarlo? Tendrían que haberse tomado medidas hace seis meses. Pero lo que Bush ha hecho es poco y tarde, además de que no son las medidas adecuadas. Por ejemplo, la reducción de impuestos de 150.000 millones de dólares tal vez pudo ayudar, pero fue una medida rápidamente superada por las importaciones de petróleo. En el corto plazo necesitamos dos cosas: reducir el número de personas en riesgo de perder sus casas, que no es sólo un problema económico, sino también social, y la otra cosa es buscar estímulos fiscales. Pero estímulos fiscales dirigidos a los verdaderos problemas. Cada dólar gastado tiene que orientarse a estimular la economía, tiene que emplearse en objetivos a largo plazo. Lo que Bush está haciendo, sin embargo, es trasladar el problema a la próxima Administración.

¿Cómo ve la situación en España? Lo que el Gobierno español ha hecho a lo largo de los últimos años es intentar que la economía no dependa tanto de la construcción y poner más el acento en tecnología y otras industrias, invirtiendo más en educación. Es una agenda correcta. Quizá ha llegado el momento de acelerarla, porque es probable que en los próximos dos años la construcción esté mucho más débil.

¿Qué dificultades percibe? España es parte de Europa, lo que implica numerosos beneficios. Pero, al mismo tiempo, España carece del control sobre su política monetaria. El gobernador del Banco Central Europeo, Trichet, se está concentrando en la inflación. El paro puede llegar a ser un problema, y tendrán que pensar en planes alternativos. Creo que deberían facilitar el crédito, incluso si el Banco Central se está concentrando en la inflación. España disponía de superávit antes del cambio de ciclo y, por tanto, tiene la posibilidad de usarlo para estimular la economía.

Antes de las elecciones se aprobaron diversas ayudas, por nacimiento de hijos o para estimular el alquiler de los jóvenes. No conozco los detalles, pero creo que si estuviera en la posición del Gobierno habría reconocido que, dados los problemas en la economía global desde agosto de 2007, existía un riesgo significativo de desaceleración y hubiera adoptado medidas preventivas. No hay que actuar después, hay que hacerlo antes, y así suavizar la burbuja. Sin dejar de resolver los problemas a corto plazo, se debe avanzar en la agenda a largo plazo.

Decía hace un momento que, en Estados Unidos, Bush está tratando de trasladar los problemas económicos a la próxima Administración. ¿Será la de Barack Obama? Soy optimista. Lo que McCain propone es, en realidad, un tercer mandato de Bush. En algunos aspectos representa, sin duda, una mejoría. Por ejemplo, cuando dice que no cree en la tortura o que el calentamiento global existe. En otros asuntos, sin embargo, no hay diferencia: piensa permanecer en Irak, y cree, como Bush, que las rebajas de impuestos son la solución a cualquier problema. Espero que estas políticas cambien, porque han minado nuestra seguridad y nuestra economía.

Y Barack Obama representa un cambio. No sólo para Estados Unidos, sino un cambio para el mundo. Porque si algo hemos aprendido en estos años es que Estados Unidos no puede resolver por sí solo todos los problemas. Tiene el ejército más fuerte, pero no puede ganar la paz. Ahora necesitamos ayuda. El único camino es la aproximación multilateral a los contenciosos internacionales, y este periodo de unilateralismo desbocado debe llegar a su fin.

Quienes critican a Obama dicen, sin embargo, que su “diplomacia directa” rompe con la tradición norteamericana. Bush maneja un concepto insensato: diplomacia sin conversaciones. Es decir, nosotros estamos dispuestos a hablar con usted, pero usted, antes, tiene que estar de acuerdo con todo lo que queremos nosotros. Esto no es diplomacia, es una tradición que se ha inventado Bush. Su concepto de diplomacia sin conversaciones ha fracasado. Y ahora acusa a Obama de defender el apaciguamiento. Pero hablar no es apaciguar.

¿También en materia económica, Barack Obama representaría un cambio? En dos sentidos diferentes. El primero es que Obama reconoce los problemas frente a los que Bush rechazó tomar ninguna iniciativa, como, por ejemplo, el hecho de que existan cincuenta millones de americanos sin oportunidades o el sector sanitario atraviese una grave crisis. El segundo es que se propone que el país crezca con igualdad. Bush criticaba el sector público, pero bajo su mandato los gastos alcanzaron una cifra récord. Eso sí, sin ninguna visión acerca de lo que se hacía. Barack Obama, por el contrario, aporta una nueva visión sobre lo que el Gobierno tiene que hacer en áreas como investigación, infraestructuras, calentamiento global…, cosas que tenemos que emprender juntos en la sociedad. El mercado tiene su papel, pero también el Estado tiene el suyo.

Después de los tres billones de dólares gastados, después de la inestabilidad económica y política en todo el mundo, ¿la nueva Administración norteamericana tendrá el coraje de retirar las tropas de Irak? La cuestión no es ya si Estados Unidos va a retirar o no las tropas, sino cuándo va a hacerlo. Porque la pregunta a la que hay que responder es qué resuelve quedándose. Si Estados Unidos sigue en Irak cuatro años más, eso nos supondrá, cuando menos, una cifra parecida a la que hemos gastado. No ganaremos en seguridad, y el coste de oportunidad será mayor. Quien proponga que Estados Unidos se quede más tiempo en Irak tendrá que explicar, y hasta que probar, que las cosas irán mejor que hasta ahora. Todo indica, sin embargo, que no habría diferencia. Y si no hay diferencia, cada día que pase, cada semana que pase, cada mes que pase, más iraquíes y más norteamericanos perderán la vida, sin que se produzca ningún avance significativo en la situación.

¿Entonces? Tenemos que aprender de la experiencia de Vietnam. Millares de norteamericanos murieron inútilmente. Y al final tuvimos que retirarnos. Salvo que alguien encuentre un argumento convincente para decir que las cosas irían mejor quedándonos, nos veremos obligados a salir.


domingo, 22 de junio de 2008

¿Qué pasaría en África si...?

Fuente: papeles CRISTIANISME I JUSTÍCIA; Suplemento del Cuaderno núm. 154 de CiJ - (n. 190) - Juny, 2008

África sigue sangrando, y los medios de comunicación nos siguen destilando sus dolores. A las miserias del Darfour, de Somalia y de la Región de los Grandes Lagos, a la continua llegada de cayucos a las costas canarias,se añade estos días la inesperada crisis de Kenya. Florón de la colonización británica, Kenya sigue siendo el paraíso exótico y la “capital del safari” para miles de turistas.

El sueño kenyata se convirtió en pesadilla el mismo día de las elecciones presidenciales, el 27 de diciembre pasado, cuando la Comisión Electoral proclamó la victoria del presidente saliente Mwai Kibaki. Su opositor Raila Odinga puso en cuestión los resultados y se lanzó a la calle con sus partidarios. La violencia ganó la capital, Nairobi, y las principales ciudades del país. Según las estimaciones de las Naciones Unidas, las revueltas se saldaron en más de un millar de muertos, un número indeterminable de desplazados y grandes perturbaciones en el sistema económico.

Así pues, otro de los baobab africanos se tambalea, como lo hicieron en su tiempo el Congo y Costa de Marfil y como le podrá ocurrir a Nigeria, donde las tensiones religiosas y las frustraciones económicas de la población continúan subiendo de tono.

¿Qué pasa en África y por qué? Los titulares de la prensa lo tienen claro. ¿Qué? Conflictos tribales, guerras, hambrunas, VIH, malaria, cayucos… ¿Por qué? Todo a causa del mal gobierno, la corrupción, la incompetencia y la irresponsabilidad. Esta manera de enjuiciar le viene bien a cierta prensa. Poco importa si la ligereza con que se tratan estos dramas deforman la verdad, dan una imagen incorrecta de África y de los africanos. Y sin embargo, las cosas no son tan sencillas…

1. Un África mal parida

En noviembre de 1884, se reunían en Berlín catorce estados europeos para debatir un problema urgente. Europa estaba iniciando un proceso de expansión económica importante. El objetivo que estaba en el punto de mira de todos era África, una selva virgen y con mil promesas. Se trataba de repartirse la gestión de este continente de 30.272.922 km2. En tres meses llegaron a las conclusiones siguientes:

– Se proclamó la libre navegación marítima y fluvial, así como el libre comercio en todo el Continente.

– Se decretó el derecho a colonizar un territorio por el mero hecho de haber ocupado una parcela de su costa.

– Se aceptó la ocupación efectiva y física, por medios militares, de dichos territorios, lo que dió por buena la conquista militar del Continente.

Resulta asombroso constatar que en la citada conferencia de Berlín no hubiera ninguna representación de ninguno de los reinos constituidos ni de ningún otro estamento africano. África se hizo a golpe de regla y cartabón, en función de los intereses europeos, que trazaron las fronteras, muchas veces, siguiendo los meandros de los filones de diamantes, cobre, oro y otras materias primas, sin consultar para nada a los interesados,dividiendo culturas, etnias, familias.

Rara es la frontera del sur del Sahara que no cobije, a uno y otro lado de sus flancos, hijos de las mismas etnias y familias pero dediferentes estados. África fue concebida y engendrada en función de los intereses económicos expansionistas de Europa.

2. Un África mal criada

Siguiendo los criterios de la Conferencia de Berlín, la era de las dependencias se organizó pensando más en los intereses de las metrópolis que de los africanos. Europa supo encontrar el lenguaje idóneo para cada situación.

Y usaron las conocidas palabras de colonización y civilización, y las vistieron de desarrollo, de progreso y de cultura para esconder los antiguos diablos de invasión, explotación y manipulación.

En la colonización, la presencia europea se impuso por las armas, se instaló con sus infraestructuras administrativas y políticas y se organizó para explotar las riquezas del lugar. Colonizar equivalía a conquistar(¿quién llevo la guerra a África?) invertir lo necesario y obtener el mayor beneficio posible para la metrópoli.

En cuanto a la civilización las cosas van en el mismo sentido. El Diccionario de la RAE dice que civilizar es sacar a algo o alguien de un estado bárbaro o salvaje, instruyéndole en las artes de la vida de modo que pueda progresar en la escala humana. Civilización es igual a instrucción y progreso.

Pero los países colonizadores instruyeron al hombre africano solo lo necesario para hacer de él un instrumento útil para sus fines. Así, en su acceso a la independencia, la República del Congo no tenía ningún ciudadano con titulo universitario superior y la mayoría de los países independizados tuvieron que solicitar a antiguos seminaristas católicos para confiarles cargos políticos de importancia. En cuanto al progreso en la escala humana, la colonia dejó claros los límites.

El apartheid no fue exclusivo de África del Sur. Las ciudades se construyeron de forma que los blancos estuviesen entre ellos, en las zonas privilegiadas, y los africanos “en los barrios indígenas”, desde donde se desplazaban todos los días a las zonas de los patronos miles de “boys”, jardineros, lavanderas, niñeras y demás mano de obra que hacía placentera la vida del colono. Había una “escala humana” para unos y otra para otros.

Y puesto que hablamos de la noble tarea de civilización emprendida en África por Europa, no pasaremos por alto la “contribución” de este continente al desarrollo del arte africano... poniendo a salvo en los museos franceses, belgas, ingleses, máscaras, estatuillas, cerámica, utensilios y un largo etcétera de objetos traídos a la metrópoli al mismo tiempo que los cargamentos de ébano, cacao, café, cobre, oro y diamantes.


3. Un África mal liberada

Tomando como punto de partida la Conferencia de Berlín y como punto de llegada el año 1960, la aventura colonial duró 75 años. Los países colonizadores no se retiraron del continente de buen grado, sino forzados por las circunstancias. La presión de los jóvenes pueblos se hizo sentir. Los grandes motivos fueron, una vez más, la situación geopolítica mundial y los intereses económicos de los colonizadores. Estados Unidos, Rusia y sus países satélites respectivos tuvieron el mal gusto de tomar la costumbre de dirimir sus diferencias y defender sus intereses sobre las espaldas del TercerMundo, de forma muy notable en África.

Las armas empezaron a circular en todo el continente, desde entonces hasta nuestros días (hoy se pueden encontrar en gran parte de las megápolis africanas un “Kalash” por cincuenta dólares). Las guerras llamadas de liberación empezaron a hundir sus garras en las sociedades africanas; Rusia apoyaba grupos revolucionarios en contra del imperialismo americano. La idílica África colonial se empezó a desgarrar y su explotación se convirtió en un lujo muy caro, tanto en personas como en finanzas.

África dejó de ser un lugar placentero de explotación y aventura para convertirse en un lugar inseguro y desagradable. El slogan“África para los africanos” convirtió el continente para unos en cementerio y para otros en calvario. Se trataba de seguir teniendo acceso a sus riquezas, pero con menos gasto económico y político.

Esta descolonización, por lo menos precipitada, dejó a África en manos de políticos inexpertos, sin ejercito, y sin cuadros formados para asumir la responsabilidad de la “res publica”, y lo que es peor, un tejido social inconsistente que se desgarraría con la explosión de las primeras tensiones étnicas, provocando las guerras que conocemos.

4. África y los predadores

El tiempo de las independencias va a inaugurar una nueva etapa en la historia africana. Con el neo-colonialismo, Europa aprendió a seguir enriqueciéndose con menos coste. El secreto consistía en poner y sostener regímenes que favoreciesen sus intereses y facilitasen la tarea de seguir drenando las materias primas hacia los puertos del norte. No se trata aquí de hacer un estudio profundo sobre la explotación de la que fueron victimas los países africanos. Yo sólo recuerdo cómo, en la época que viví en Kananga, los japoneses explotaban las minas de Kasumbalesa: excavaban el mineral, lo lavaban, lo ponían en trenes y se lo llevaban al Japón sin ningún otro tipo de elaboración.

¿Y qué decir del pequeño tren de Kamsar, en la República de Guinea, que transporta la bauxita de sus minas hasta las barrigas de los barcos que la llevan, sin mayor control, a Estados Unidos? ¿Y de los contubernios organizados por la petrolera Total en Angola, o de países donde el interés por el petróleo se mezcla con los dólares de la corrupción, las armas de la guerra y la sangre de las victimas? Les invito a leer el informe de la ONU sobre el saqueo de las materias primas del Congo por ruandeses y ugandeses y por multinacionales canadienses, americanas y australianas, algunas de las cuales financiaron la guerra de Ruanda.

5. Algunas reflexiones

Alguno puede considerar parcial la opinión aquí expuesta,desculpabilizadora paracon África. No se trata de eximirla de sus responsabilidades. Todos somos conscientes de que nada de lo que pasa en este continente no hubiera podido tener lugar sin la complicidad de africanos, de políticos codiciosos y corruptos que actúan escondidos detrás de una pantalla patriotera, africanista, manipulando los nobles sentimientos de pertenencia, los patrimonios culturales, y el no menos noble sentimiento de identidad.

Solamente queremos dejar bien claros algunos puntos de importancia. En primer lugar creo que hay que corregir la imagen de África transmitida por cierta prensa.

1. África no se resigna a ser el lugar natural de hambrunas, guerras, corrupción y derramamientos de sangre.

2. África tampoco se resigna a ver cómo se reduce su riqueza únicamente a sus materias primas.

3. Ante un Mundo Occidental que se construye para el disfrute de sus “estados de bienestar”, África se sabe portadora de valores de trascendencia (es raro, rarísimo, encontrar ateos en el continente, aunque podríamos discutir mucho sobre su experiencia religiosa).

4. Ante un Occidente replegado sobre símismo, celoso de su desarrollo, África es rica en acogida: el huésped es rey.

5. Ante un mundo occidental que hace abortar la vida en favor del placer y de la no-responsabilidad, África sigue considerando la vida como su valor primordial.

A nadie se le escapan las responsabilidades africanas citadas más arriba, pero habría que decir claramente que los africanos no son los únicos responsables de sus guerras.

Un estudio serio nos obligaría a poner en evidencia el peso de las petroleras, traficantes de armas, los consorcios mineros y demás predadores del Continente africano. Habría, también, que enjuiciar la responsabilidad de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y últimamente de China.

Y hablemos por fin de los cayucos. Uno tiene la impresión de que lo único que nos llega de África es gente hambrienta, que huye de sus países en guerra, para aprovecharse del bienestar que nosotros hemos construido durante tantos años de trabajo.

Sin embargo, nadie nos habla de otros “cayucos”, los grandes navíos que surcan nuestros mares trayendo de todo: madera para nuestros muebles, coltán para nuestros teléfonos, cobre para nuestras instalaciones eléctricas, caucho para nuestros coches… Si se creasen empresas de elaboración y puestos de trabajo en el lugar de origen de estas materias, en Canarias tendríamos menos cayucos y en África habría menos hambre y menos guerras…

Preguntémonos: ¿Qué pasaría si nuestra prensa diese una visión más completa de África? ¿Qué ocurriría si los políticos del norte dejasen de mirar a África únicamente como la reserva de filones a compartir y descubriesen personas, con raíces, valores y derechos a respetar y promover? ¿Y qué pasaría si las altas finanzas y las multinacionales aprendiesen, por lo menos, a enriquecerse enriqueciendo a los que las enriquecen?

Mateo Aguirre, sj. Antiguo director regional del JRS en los Grandes Lagosy África Occidental (1994-2000)