"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

martes, 24 de enero de 2012

Todorov: Moderación frente a la desmesura del mesianismo, del ultraliberalismo, del populismo o de la demagogia


"Ahora nuestras democracias tienen al enemigo dentro"
LA VANGUARDIA 18/01/2012
Foto: Laura Guerrero

Moderación

"Elogio de la moderación", titula Todorov su intervención en el CCCB. El pensador, que combatió al totalitarismo soviético, se niega ahora a aceptar el desmantelamiento del bienestar europeo en beneficio de las pocas manos que controlan los mercados. La Unión Europea nació para evitar las guerras europeas y frenar el comunismo. Lo logró y ahora está a punto de perecer extorsionada por los amos de los mercados financieros. Para evitarlo, Todorov aboga por que renovemos la UE dándole un nuevo mandato: crear prosperidad y distribuirla solidariamente. Dan que pensar tanto su temperado juicio crítico como que su sentido común suene ahora mismo casi a revolucionario.
Hoy las democracias ya no tienen enemigos exteriores: ni fascismo ni totalitarismos con enormes ejércitos. Ahora nuestras democracias tienen al enemigo en su interior.

¿Quién es el enemigo?
Sus mayores enemigos están entre sus hijos ilegítimos ganadores de una gran revolución en marcha: se trata de un cambio en el poder de dimensiones no inferiores a las revoluciones que acabaron con las monarquías absolutas para dar el poder a las nuevas soberanías populares.

Explíquenos.
Es un cambio inmenso hacia un nuevo orden que sustrae el poder a lo político para concentrarlo en las pocas manos que tienen el control de los mercados.

¿Cómo?
El poder político ya no decide nada serio. El poder real está en esas mismas manos que orientan la marcha de los mercados, porque la nueva economía globalizada escapa al control de los estados: de todos ellos.

Para eso mismo se ha globalizado.
En el nuevo orden, las megacorporaciones financieras y sus bancos de inversión han logrado modificar las reglas hasta aparecer como las creadoras de empleo y riqueza.

Y si la economía de un país va mal, sus gobernantes pierden las elecciones.
Y si un gobierno quiere regularlas, se van a otro país con inversiones y empleos.

¿Por qué el electorado no reacciona?
Porque esa revolución ha sido preconizada por una ideología fundamentalista ultraliberal que vincula la prosperidad a la libertad de mercados. Sostienen que no hay prosperidad sin total libertad –para ellos– de mercado. El Estado, por tanto, debe renunciar a toda regulación, es decir, a todo su poder.

Sobre todo cuando ellos ganan.
Es que ese fundamentalismo ultraliberal engaña, porque, en el fondo, no quiere la neutralidad real del Estado, sino que el Estado intervenga a su favor cuando lo necesiten.

Cuando ganan no pagan impuestos, y se van a las Caimán, pero cuando pierden exigen subvenciones del contribuyente.
Me gusta extraer lecciones del pasado. Mire lo que decía un pensador nada sospechoso de izquierdismo: Edmund Burke...

Adelante.
... En Reflexiones sobre la Revolución Francesa, Burke deja claro que la libertad sin límites de unos es la sumisión de otros: "No podemos pedir libertad sin definir en qué contexto, porque la libertad genera poder y el poder sin límites es contrario a todo espíritu de libertad". Burke ya definía así nuestro problema como europeos de hoy.

¿La libertad absoluta de los capitales inicia la servidumbre de los ciudadanos?
Si suprimes todo control a las grandes corporaciones financieras; no es que les des libertad, es que les concedes un poder ilimitado sobre ti mismo. Y si no limitas ese poder, acabas –y acaban– con tu propia libertad.

Por ejemplo.
El Supremo de EE.UU. ha dado hace poco la consideración de individuo a grandes corporaciones y eso les permite donaciones sin límite a candidatos en campaña. Eso es vender la democracia. Quien paga manda.

¿Por qué no hay reacción social?
En el siglo XX la amenaza fue el sistema soviético. Yo lo sufrí en Bulgaria, donde no tenías más alternativa que someterte en la vida pública y la privada: ibas a la cárcel por llevar pantalón estrecho o falda corta.

Ya sólo es historia: afortunadamente.
Pero hoy vamos al otro extremo: la desaparición del Estado para dar todo el poder a un grupo de individuos que son los que deciden en los mercados, hasta el punto de que todos los estados, aún llamados democráticos, se ponen a su servicio.

¿De qué modo?
Lo estamos viendo hasta el punto de que la idea misma de interés colectivo –"el bien común"– tiende a desaparecer. Si el régimen soviético era liberticida, este fundamentalismo neoliberal es sociocida: liquida lo social.

Pero no hay ninguna reacción.
Porque antes de ganar la batalla política en las instituciones, estos privilegiados han ganado la de las ideas, al identificar con el comunismo derrotado cualquier idea de bien común. Es el Tea Party denunciando un gulag en el tímido intento de Obama de crear un embrión de sanidad pública.

¿Otros ejemplos más próximos?
Es el intento de liquidar el Estado de bienestar europeo como una rémora que superar para que la UE vuelva a ser competitiva.

¿Qué hacer?
La Unión Europea nació para acabar con las guerras en el continente y para frenar la amenaza soviética...

Objetivos –magníficos– conseguidos.
Por eso, hoy debemos darle otro mandato: los ciudadanos de Europa hemos conseguido un equilibrio y un bienestar europeo y ahora deberíamos luchar por ellos...

¿Y si fuera insostenible?
Es que la economía debe subordinarse al bienestar de todos y no al revés. Europa sigue siendo un lugar maravilloso para vivir y por eso el primer objetivo de la UE hoy tiene que ser preservar el bienestar de todos.

Tal vez el Estado de bienestar necesite reformas para poder seguir sirviendo.
La UE tiene que cambiar de objetivo y todos tenemos que cambiar nuestro marco mental: la crisis debería obligarnos a hacerlo... Espero que no tenga que agravarse para que respondamos a ese reto.


VED CONFERENCIA EN CATALÁN:


VIRTUTS-Moderació-Tzvetan Todorov_CAT from CCCB on Vimeo.



En estos tiempos convulsos que han tenido en la indignación uno de sus leitmotiv más recurrentes, el historiador y ensayista Tzvetan Todorov nos propone, en cambio, hablar de la Moderación. Según Todorov, uno de los peores peligros de la democracia es la desmesura, que puede adoptar diversas caras, desde el mesianismo hasta el ultra liberalismo, el populismo o la demagogia. Todorov propone que el mejor antídoto para luchar contra estas amenazas es precisamente la Moderación, que para él no es más que un reconocimiento de la pluralidad, la limitación de un principio por el otro, de un poder por el otro.

 Conferencia del lunes 16 de enero a las 19:30h al CCCB , que inauguró el ciclo de debates “Virtudes”.
  Las sugerencias de Todorov: un libro y una película

Para comenzar a calentar motores, le hemos pedido a Todorov que nos proponga una lectura y una película que nos ayuden a reflexionar sobre la Moderación o su contrario. Sus sugerencias han sido el libro de Vasili Grossman, Todo fluye, y la película de Alfonso Cuarón, Hijos de los hombres (Niños del hombre). ¿Cuáles son las tuyas?

miércoles, 11 de enero de 2012

"Debemos ser como árboles que al vivir limpian la tierra"

Michael Braungart, químico; creador del ciclo 'cradle to cradle' (de la cuna a la cuna)

LA VANGUARDIA 10/01/2012  Lluís Amiguet
Foto: Jordi Roviralta

No sea marciano

Tengo 54 años: los casados ganamos un kilo al año, así que voy a hacerme champú con esa grasita. Fui director para Europa de Greenpeace y fundé la agencia medioambiental de la RFA e investigo para el Gobierno holandés. He participado en SmartCity de Fira de Barcelona.

Si nos portamos como alienígenas con la Tierra, la Tierra nos tratará como a alienígenas y nos exterminará. Nuestro planeta está enfermo de un virus letal: somos nosotros, los humanos. Y, como todos los virus, cuando destruyamos al ser que infectamos, moriremos también con él. Ya es tarde para evitar dañarlo: hay que curarlo. Lo dice Braungart: "Dejemos de fabricar para el consumo y el vertedero y fabriquemos para el uso y la vuelta a la fábrica". Braungart aduce que este cambio salvador es la tercera revolución industrial, junto con la producción de energía renovable en cada casa. Ambas serían el nuevo plan Marshall para volver a hacer crecer a toda Europa.
Sabe que España ha anunciado que será neutral en emisiones de carbono en el 2020?


Algo había oído.
Pues eso es imposible. Sólo hay una manera de conseguirlo: que ustedes no existan. Que todos dejemos de respirar.

¿Morir para dejar de contaminar?
Ese es el sentimiento que propicia el ecologismo sostenible: te hacen sentir culpable de tirar de la cadena, de ir al lavabo, de lavarte los dientes... ¡y hasta de respirar!

Pero hay que limitar el daño ecológico.
Para conformarnos con eso ya es demasiado tarde y ya somos demasiados. Ahora la única alternativa a la degradación del planeta y a nuestra ulterior destrucción no es ser menos humanos, sino ser más árboles.

¿En qué sentido?
Los árboles no son sostenibles: ¡Olvide la sostenibilidad, está superada! Los árboles al vivir limpian aire y agua. No son neutrales ni de emisiones cero. ¡Son positivos!

¿Cómo?
Ya no basta con contaminar poco o no contaminar: debemos repensar nuestras vidas para que nuestra actividad limpie y recupere el planeta y lo deje mejor que antes.

¿Podemos ser positivos como árboles?
Tenemos la técnica y los medios. Falta cambiar la mentalidad –que el objetivo deje de ser no ensuciar y pase a ser limpiar– y ponernos ya manos a la obra. Por ejemplo, proyectando edificios que limpien la tierra, el aire y el agua. Tenemos las técnicas.

¿Es posible?
¡Nosotros ya hemos empezado! Hemos diseñado vertederos y cloacas en Brasil que no es que no ensucien..., ¡es que limpian el agua y la tierra! Y edificios que mejoran el aire. Son viviendas que dejan el medio mejor de lo que estaba antes de que se construyeran.

No parece tan fácil de lograr.
Insisto en que es cuestión de cambiar nuestros objetivos y nuestro marco mental. El problema es que hemos estado tan ocupados siendo menos malos que no hemos hecho nada aún por ser buenos con la tierra.

Por ejemplo.
Se han fabricado alfombras más fáciles de reciclar, pero cancerígenas. ¿Sabe por qué?

¿Para decir que eran reciclables?
Porque deberían haberse hecho para mejorar el medio y se han hecho pensando en no dañarlo. Por eso, ahora debemos reinventarlo todo: detergentes, plásticos, alfombras, gomas... Los neumáticos, por ejemplo: están diseñados para durar cada vez más...

... Y así gastar y contaminar menos.
¡Error! Duran mucho más hoy que hace veinte años, pero si analiza por qué descubrirá que llevan 640 nuevos compuestos químicos de los que 487 son nocivos para nosotros, pero los inhalamos cada día en las calles. Y la prueba es que el asma va en aumento.

¿Qué propone?
Cambiar el chip. En vez de hacer ruedas para que duren más, fabriquémoslas para que vuelvan al ciclo orgánico cuando se gasten.

¿Y una nevera vieja?
¡Jamás debe ir al vertedero! ¡Tenemos que eliminar los basureros de nuestra mente! Cuando ya no funcione, debe volver a la fábrica. Todos sus componentes deben regresar a la tecnosfera para ser reutilizados.

Desde luego, es más racional.
Ahora mismo usted se está comiendo este sofá: respira sus partículas y las absorbe por su piel. Así que debemos diseñar sofás comestibles y respirables y, tras su uso, se integrarán en el ciclo orgánico. Mire mi zapato.

¿Es cómodo?
¡Podría comérmelo! Cuando se calienta a alta temperatura, todo él se deconstruye en partes que se reintegran en el ciclo biológico: fibras vegetales, cuero... Y también compraremos calzado con data de caducidad.

¿Cómo?
Unos zapatos que duren hasta el 2020, y entonces los devuelves a fábrica, a cambio de de una parte de lo que pagaste por ellos, y allí los refabrican. Nada se tira. Todo debe usarse y reusarse y usarse y reusarse...

¿Adiós al consumo?
¡Adiós al consumo: viva el uso! Todo se reincorpora al ciclo biológico o a la tecnosfera. Que lo que quede del sofá o los zapatos ya inservibles acabe sirviendo como abono...

¿Siempre es posible?
¡Claro! Ya no compramos sillas de oficina, sino el uso de las sillas por un periodo para que después sean reaprovechadas en fábrica una y otra vez... ¡Nada se tira! En Alemania, reusar es un concepto en auge. ¡Ya no queremos ni basureros ni vertederos!

Eso requiere esfuerzo reorganizativo.
Nos daría una ventaja competitiva decisiva sobre los productores baratos de los países emergentes, que fabrican sin ninguna preocupación por el medio. El Gobierno holandés nos financia la investigación sobre el paso del ciclo fábrica-consumo-vertedero al de fábrica-consumo-fábrica (cradle to cradle). Fíjese: ahora mismo tengo que ir al lavabo a desbeber y por eso me deprimo.

¿La próstata...?
Es que cada día eyectamos fosfatos y su exceso provoca leucemia en los niños. Por eso diseñamos una planta en Brasil que reutiliza el fosfato del váter en la agricultura.

Pero, ¿es eficiente?, ¿es rentable?
Las españolas en su vida comen seis kilos de pintalabios. No es eficiente ni rentable, pero es efectivo. Como regalar flores. Lo efectivo es que dejemos de ser negativos y degradar el medio y empecemos a ser positivos y limpiarlo. No basta con vivir sin ensuciar: al vivir debemos limpiar.

¿Saldremos de todo esto en 2012?

EL MUNDO 11/01/2012

FELIPE FERNÁNDEZ-ARMESTO

El autor considera frustrante que el pasado año acabara sin respuesta para ninguno de los grandes desafíos globales

Critica a la actual clase política tanto de EEUU como de Europa, tachándola de incapaz para afrontar la crisis
UNO DE LOS estereotipos que tenemos los europeos de nuestros amigos estadounidenses es que carecen de un sentido irónico de humor. Ahora sé que es verdad. «En 2011 -dije hace unos días en CNN.com- no sucedió nada». A continuación me llegaron un montón de correos electrónicos de protesta, argumentando que, por ejemplo, en Dakota del Norte habían experimentado fenómenos meteorológicos extremos, que los Packers de Green Bay habían ganado la Copa de fútbol americano, que algunos -aunque dolorosamente pocos- de los desempleados de Scranton (Pennsylvania) habían encontrado trabajo, y que en Tuscaloosa (Alabama), Fulano de Tal se había enamorado.

Por supuesto, sucedieron muchas cosas a lo largo de 2011, algunas de las cuales fueron dignas de ser destacadas en los medios de comunicación, y quizá incluso alguna -ya veremos- en libros de Historia que quedan por escribirse, tales como los alzamientos antigubernamentales en varios países árabes, la crisis del euro, el comienzo de la retirada estadounidense en Irak, la dimisión de Berlusconi, el triunfo del Partido Popular en España, y las muertes de Václav Havel, Osama bin Laden, Gadafi y Kim Jong-il. En el caso de los movimientos indignados de protesta en varios rincones de Occidente, tales como la ocupación de Wall Street, el movimiento del 15-M en España o las manifestaciones contra la política de austeridad en Grecia, es posible que estemos ante acontecimientos capaces de lograr cierta resonancia y de tener consecuencias para el futuro.

Pero insisto en que el año pasado llamó la atención más por lo que no sucedió que por lo que sí llegó a pasar. No se respondió debidamente a la crisis del euro, sino que se ha dejado que se agrave sin intentar ninguna estrategia radical para evitarlo. No se hizo nada para mejorar el medioambiente mundial, sino que la Cumbre de Durban terminó aplazando las decisiones que todo el mundo sabe que son urgentes. No se solucionó la crisis financiera y económica mundial, ni se castigó a los culpables del desastre de 2008, sino que los peces gordos siguen engullendo sus provechos. No se resolvió el enfrentamiento entre Irán y las potencias occidentales a pesar del hecho incontestable de que la República Islámica es un país demasiado fuerte y demasiado peligroso como para dejarle abandonado en un aislamiento resentido. No se ha dado ningún paso adelante en el proceso de paz en Oriente Próximo ni en Afganistán. No se aprovechó la Primavera Árabe para evitar el choque de civilizaciones ni nutrir la democracia. No se llevó a cabo la iniciativa del presidente Obama para crear un Estado del Bienestar en Estados Unidos.

Pienso en el famoso cuento de Sherlock Holmes del problema curioso del ladrar del perro en la noche. «Pero es que el perro no ladró», comentó Watson. «Efectivamente», contestó Holmes, explicando que así se sabía que el perro conocía al criminal. A veces, lo que no pasa cuenta mucho. Para identificar al responsable del crimen, Holmes tuvo que reconocer el silencio del perro. Para comprender la actualidad del mundo, tenemos que explicar la ausencia de logros importantes en el relato de 2011. 

Mientras escribo estas líneas en Chicago, la ciudad hogar del presidente Obama, los rascacielos están surgiendo de la oscuridad de la noche, como gigantes altos y anchos de espaldas, para romper una madrugada de oro y topacio claro. En esta urbe inmensa y soberbia da la sensación de que toda ambición puede realizarse y de que todo esfuerzo, todo sacrificio, merece la pena. Es evidente, empero, que el gran impulso histórico que llevó este país a ser la única superpotencia mundial está tocando a su fin. La incompetencia de la clase política ha dejado estancado al Gobierno y ha arrestado al progreso. Cuando fracasó la propuesta presidencial de introducir un sistema de salud público financiado por el Estado, se acordó, con gran dificultad, en el Congreso y el Senado estadounidenses un esquema para aumentar modestamente el alcance del suministro de servicios de salud mediante subsidios a compañías aseguradoras privadas. Pero éste plan tampoco agradó a la derecha. Y se rechazó por la mayoría de los gobiernos o legislaturas estatales, que acusaron al presidente de querer imponer medidas «socialistas» e «inconstitucionales». Ahora el caso ha encallado en los tribunales, mientras los pobres siguen enfermándose y muriéndose.

Pasó algo parecido con los Presupuestos. Algunos políticos rechazaron cualquier intento de subir los impuestos de los ricos, a pesar de que Warren Buffet -supuestamente el billonario más rico del país- criticó abiertamente que en EEUU los ricos «pagamos un porcentaje menor que nuestras secretarias y camareras». Otros, del otro lado, se negaron a recortar el presupuesto social sin subir los impuestos. Por tanto, no se votó el Presupuesto de 2012.

Además, el valor de los bonos de EEUU ha bajado. Y el país ha perdido su ranking de primera clase en el mundo financiero. La situación recuerda un poco a la de las dos Españas históricas. Hay dos países dentro del Estado, incapaces de hacer concesiones recíprocas, ni de alcanzar soluciones intermedias, ni de fiarse uno del otro. No se trata solamente de la intransigencia de los partidos, sino también de la falta de entendimiento entre el Gobierno federal y los estados. Ambos apelan a los tribunales y ninguna parte, mientras tanto, puede poner en marcha sus propuestas legislativas.

La democracia no ofrece salida ninguna. Las elecciones se abandonan por millones de votantes y se compran por millones de dólares. El sistema se elaboró históricamente como un intento de evitar conflictos violentos, estableciendo un equilibrio entre los órganos ejecutivos, judiciales y legislativos, así como entre los estados y el Gobierno federal. Ahora, en lugar del equilibrio, nos encontramos atrofiados. La Casa Blanca no hace nada, sino echar la culpa a los demás, sencillamente porque está maniatada, no puede hacer nada.
En la Unión Europea la situación es parecida, con un sistema teóricamente consensual pero que en la práctica hace imposible que se puedan lograr los acuerdos precisos entre los 27 países miembros para hacer frente con eficacia a crisis tan radicales como la actual. El proceso político es esclerótico. Hasta cierto punto, la estrategia de no hacer nada y limitarse a imponer medidas de austeridad a los países más afectados, es acertada, ya que todos sabemos que el euro se salvará: es demasiado útil para descartarse, y los alemanes, a pesar de sus quejas, seguirán dispuestos a ayudar con las deudas de sus clientes para mantener un sistema que favorece tanto a sus propias industrias. Pero parece mentira que mientras tanto aguantemos cada vez más paro, más miseria y mayor degradación de la sociedad de bienestar.

Aquí tampoco parece que nuestra democracia valga mucho. En España mantenemos la ilusión de que el nuevo Gobierno sea mejor que el anterior, aunque la verdad es que la solución a la crisis, si la hay, sólo la encontrará el conjunto de la UE, con la colaboración de todas las grandes potencias económicas del mundo, y no está desde luego en manos de tal o cual gobierno nacional. Ahí están los ejemplos de Grecia e Italia, hoy con gobiernos tecnócratas que han sustituido a los anteriores, incompetentes pero elegidos por los ciudadanos.

ME TEMO que los políticos han cedido el mando a los tecnócratas no porque aprecien el talento de éstos, sino para tratar de quedar absueltos de las consecuencias de sus propios fracasos. Cuando haya acabado la crisis, los payasos y prestidigitadores volverán a dominar la arena. La pobreza de la democracia francesa se pone manifiesta en el hecho de que los votantes tendrán que elegir entre Sarkozy, un pisaverde sin principios ni capacidad autocrítica, y François Hollande, una vieja gloria ineficaz e ideológicamente tachado. En Estados Unidos también, parece mentira que tan pocas personas honradas y capaces se presenten para conquistar la Presidencia. Hemos tenido que sufrir un desfile ridículo de truhanes y volatineros, como Rick Perry, que ni pudo acordarse de los ministerios que prometía suprimir, o Hermann Cain, quien ni sabía dónde esta Libia, o Michele Bachmann, que aconsejó sinceramente al presidente Obama que no se involucre en aventuras militares ¡en Australia! Ahora uno de los candidatos más votados en las primarias del Partido Republicano es Rick Santorum, que se declara dispuesto a bombardear a Irán. El único consuelo es que si llegara a ejercer la Presidencia, no podría cumplir con sus promesas ni amenazas por la misma inercia e ineficacia del sistema.
«¡Que experimentes tiempos interesantes!», reza una antigua maldición china. Nosotros habitamos tiempos torpes y embotados y salimos igual de malditos. ¿Cómo vamos a superar la inercia que es la herencia de 2011? ¿Cómo vamos a salvar la paz, la civilización, la economía, el planeta? ¿Suspendiendo la democracia, sustituyendo a los políticos, sucumbiendo a la tecnocracia, zambulléndonos en la revolución, rellenando nuestros abrevaderos de la sangre de las elites fracasados? Tal vez más conviene resignarnos afablemente a vivir otro año en que no suceda nada.

Felipe Fernández-Armesto es historiador y titular de la cátedra William P. Reynolds de Artes y Letras de la Universidad de Notre Dame.

lunes, 9 de enero de 2012

Los ‘millennials’ y sus padres


Pablo Salvador Coderch, catedrático de Derecho Civil en la Universitat Pompeu Fabra
EL PAÍS, 08/01/12

Los demógrafos llaman millennials a los nacidos entre 1982 y 2000. Nosotros, los denominados baby boomers, somos sus padres y llevamos tiempo batiéndonos en retirada. No deberíamos.Muchos millenials creen que el paro es su primer problema vital. No es así: nosotros lo somos. El excepcional dividendo demográfico que benefició a nuestra generación, cuando había mucha gente adulta pero pocos abuelos, se ha agotado y no volverá.

En España, la diferencia entre el número de las personas nacidas en 1952 y en 1982 es de 77.000 a favor de las primeras. Pero la que media entre los nacidos en 1970 y en 2000, respectivamente, es de 266.000. Así, habrá cada vez más baby boomers jubilados o dependientes a cargo de menguantes cohortes demográficas de millennials.

Por ello, habremos de retirarnos más tarde de lo que previmos, algo que todavía muchos europeos de nuestra generación se niegan a aceptar, pero que cualquiera de nosotros que no tenga un empleo extenuante debería asumir. La burbuja demográfica ha estallado y no tenemos ningún derecho a hacer pagar las consecuencias a nuestros propios hijos.

El desempleo es ciertamente el segundo problema de los millennials, particularmente en España, donde la tasa actual de paro es entre dos o tres veces mayor que en Europa Occidental: los españoles contamos con menos del 15% de la población de la eurozona, pero tenemos el 30% del paro.

De nuevo, nosotros los baby boomers hemos de dar ejemplo, pues quienes tenemos un trabajo creemos que es para siempre, y bloqueamos el acceso al empleo a quienes carecen de él. No soy diputado a Cortes, solo funcionario, pero algo puedo proponer para desbloquear mi plaza vitalicia: dejo aquí y ahora constancia de que mañana mismo renunciaría a mi cátedra en propiedad si me ofrecieran la posibilidad de concursar a otra por contrato y los concursos fueran a basarse exclusivamente en el mérito y la capacidad. Algo habré de dejar hecho por mis propios hijos.

Ahora bien, parte del esfuerzo habrá de provenir de ellos mismos. Están, desde luego, mucho mejor educados de lo que lo estuvimos nosotros, pero en su formación se observan dos brechas: la primera, el elevado nivel de fracaso escolar en la educación obligatoria; y la segunda, el reducido número de titulados en enseñanzas profesionales de grado superior si se compara con el de estudiantes universitarios por 1.000 habitantes, superior en España al de casi todos los países europeos más desarrollados.

Los profesores de universidad de mi generación, desfachatados baby boomers, cometimos pecados sin cuento y tan pronto como se puso de manifiesto la caída demográfica en las nuevas matrículas de estudiantes y aterrados ante la posibilidad de que se amortizaran nuestras plazas de profesor, forzamos grados de Bolonia de cuatro años, tumbando los de tres, que hacían mucha más falta.

Tampoco acertaron nuestras débiles autoridades educativas a la hora de entusiasmar a empresas y centros de enseñanza para ofrecer conjuntamente ciclos formativos superiores atractivos. Ahora los recursos se han de destinar a combatir precozmente el fracaso escolar caso por caso y a reeducar a nuestros adultos sin empleo. Si en los próximos 10 años conseguimos rescatar a la mitad de quienes se han quedado en puertas de la empleabilidad, la generación de los millennials triunfará.

Y lo hará, seguro. Hay motivos para el optimismo. Uno es que, como ha escrito un baby boomer, Bill Gates, nunca antes en la historia había habido tanta gente joven tan bien formada, tan capaz de innovar y de romper por tanto con la línea plana de tendencia que nos deprime: los cambios llegarán. Otro lo verán si emprenden un viaje imaginario: cuelguen un mapa de Europa Occidental en la pared, aléjense unos metros y arrojen un dardo sobre él. Vean entonces cuál es la ciudad más próxima al blanco. Es una ciudad maravillosa, dotada de unas infraestructuras excepcionales y de una calidad de vida envidiable. Repitan la experiencia sobre el resto de los continentes y comprobarán que los aturdidos europeos de hoy en nada tenemos que envidiar a casi nadie: 25 de las 50 mejores ciudades por calidad de vida, según el afamado ranking de Mercer Consulting, se encuentran en Europa. Madrid y Barcelona están ahí y Valencia figura como una de las 10 ciudades preferidas por la guía Lonely Planet. Los millennials, hijos nuestros, saben que Berlín está a 150 euros de Madrid en avión. El mundo quiere ser como Europa y Europa despertará gracias a los millennials. Sed bienvenidos.

Urgencias climáticas

Ignacio Ramonet en Le Monde diplomatique (Nº: 195 Enero 2.012)

La grave crisis financiera y el horror económico que padecen las sociedades europeas están haciendo olvidar que –como lo recordó, en diciembre pasado, la Cumbre del clima de Durban, en Sudáfrica– el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad siguen siendo los principales peligros que amenazan a la humanidad. Si no modificamos rápidamente el modelo de producción dominante, impuesto por la globalización económica, alcanzaremos el punto de no retorno a partir del cual la vida humana en el planeta dejará poco a poco de ser soportable.

Hace unas semanas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció el nacimiento del ser humano número siete mil millones, una niña filipina llamada Dánica. En poco más de cincuenta años, el número de habitantes de la Tierra se ha multiplicado por 3,5. Y la mayoría de ellos vive ahora en ciudades. Por primera vez los campesinos son menos numerosos que los urbanos. Entre tanto, los recursos del planeta no aumentan. Y surge una nueva preocupación geopolítica: ¿qué pasará cuando se agrave la penuria de algunos recursos naturales? Estamos descubriendo con estupefacción que nuestro “ancho mundo” es finito…

En el curso de la última década, gracias al crecimiento experimentado por varios países emergentes, el número de personas salidas de la pobreza e incorporadas al consumo sobrepasa los ciento cincuenta millones…(1) ¿Cómo no alegrarse de ello? No hay causa más justa en el mundo que el combate contra la pobreza. Pero esto conlleva una gran responsabilidad para todos. Porque esa perspectiva no es compatible con el modelo consumista dominante.

Es obvio que nuestro planeta no dispone de recursos naturales ni energéticos suficientes para que toda la población mundial los use sin freno. Para que siete mil millones de personas consuman tanto como un europeo medio se necesitarían los recursos de dos planetas Tierra. Y para que consumieran como un estadounidense medio, los de tres planetas.

Desde el principio del siglo XX, por ejemplo, la población mundial se ha multiplicado por cuatro. En ese mismo lapso de tiempo, el consumo de carbón lo ha hecho por seis… El de cobre por veinticinco… De 1950 hasta hoy, el consumo de metales en general se ha multiplicado por siete… El de plásticos por dieciocho… El de aluminio por veinte… La ONU lleva tiempo avisándonos de que estamos gastando “más del 30% de la capacidad de reposición” de la biosfera terrestre. Moraleja: debemos ir pensando en adoptar y generalizar estilos de vida mucho más frugales y menos derrochadores.

Este consejo parece de sentido común pero es evidente que no se aplica a los mil millones de hambrientos crónicos en el mundo, ni a las tres mil millones de personas que viven en la pobreza. La bomba de la miseria amenaza a la humanidad. La enorme brecha que separa a los ricos de los pobres sigue siendo, a pesar de los progresos recientes, una de las características principales del mundo actual (2).

Esto no es una afirmación abstracta. Tiene traducciones muy concretas. Por ejemplo, en el tiempo de lectura de este artículo (diez minutos), 10 mujeres en el mundo van a fallecer durante el parto; y 210 niños de menos de cinco años van a morir de dolencias fácilmente curables (de ellos, 100 por haber bebido agua de mala calidad). Estas personas no fallecen por enfermedad. Mueren por ser pobres. La pobreza las mata. Mientras tanto, la ayuda de los Estados ricos a los países en desarrollo ha disminuido, en los últimos quince años, un 25%… Y en el mundo se siguen gastando unos 500.000 millones de euros al año en armamento…
Si en las próximas décadas tuviésemos que aumentar en un 70% la producción de alimentos para responder a la legítima demanda de una población más numerosa, el impacto ecológico sería demoledor. Además, ese crecimiento ni siquiera sería sostenible porque supondría mayor degradación de los suelos, mayor desertificación, mayor escasez de agua dulce, mayor destrucción de la biodiversidad… Sin hablar de la producción de gases de efecto invernadero y sus graves consecuencias para el cambio climático.

A este respecto, conviene recordar que unos 1.500 millones de seres humanos siguen usando energía fósil contaminante procedente de la combustión de leña, carbón, gas o petróleo, principalmente en África, China y la India. Apenas el 13% de la energía producida en el mundo es renovable y limpia (hidráulica, eólica, solar, etc.). El resto es de origen nuclear y sobre todo fósil, la más nefasta para el medio ambiente.

En este contexto, preocupa que los grandes países emergentes adopten métodos de desarrollo depredadores, industrialistas y extractivistas, imitando lo peor que hicieron y siguen haciendo los actuales Estados desarrollados. Todo lo cual está produciendo una gravísima erosión de la biodiversidad.
¿Qué es la biodiversidad? La totalidad de todas las variedades de todo lo viviente. Estamos constatando una extinción masiva de especies vegetales y animales. Una de las más brutales y rápidas que la Tierra haya conocido. Cada año, desaparecen entre 17.000 y 100.000 especies vivas. Un estudio reciente ha revelado que el 30% de las especies marinas está a punto de extinguirse a causa de la sobrepesca y del cambio climático. Asimismo, una de cada ocho especies de plantas se halla amenazada. Una quinta parte de todas las especies vivas podría desaparecer de aquí a 2050.

Cuando se extingue una especie se modifica la cadena de lo viviente y se cambia el curso de la historia natural. Lo cual constituye un atentado contra la libertad de la naturaleza. Defender la biodiversidad es, por consiguiente, defender la solidaridad objetiva entre todos los seres vivos.

El ser humano y su modelo depredador de producción son las principales causas de esta destrucción de la biodiversidad. En las últimas tres décadas, los excesos de la globalización neoliberal han acelerado el fenómeno.

La globalización ha favorecido el surgimiento de un mundo dominado por el horror económico, en el que los mercados financieros y las grandes corporaciones privadas han restablecido la ley de la jungla, la ley del más fuerte. Un mundo en el que la búsqueda de beneficios lo justifica todo. Cualquiera que sea el coste para los seres humanos o para el medio ambiente. A este respecto, la globalización favorece el saqueo del planeta. Muchas grandes empresas toman por asalto la naturaleza con medios de destrucción desmesurados. Y obtienen enormes ganancias contaminando, de modo totalmente irresponsable, el agua, el aire, los bosques, los ríos, el subsuelo, los océanos… Que son bienes comunes de la humanidad.

¿Cómo ponerle freno a este saqueo de la Tierra? Las soluciones existen. He aquí cuatro decisiones urgentes que se podrían tomar:

cambiar de modelo inspirándose en la “economía solidaria”. Ésta crea cohesión social porque los beneficios no van sólo a unos cuantos sino a todos. Es una economía que produce riqueza sin destruir el planeta, sin explotar a los trabajadores, sin discriminar a las mujeres, sin ignorar las leyes sociales;

ponerle freno a la globalización mediante un retorno a la reglamentación que corrija la concepción perversa y nociva del libre comercio. Hay que atreverse a restablecer una dosis de proteccionismo selectivo (ecológico y social) para avanzar hacia la desglobalización;

frenar el delirio de la especulación financiera que está imponiendo sacrificios inaceptables a sociedades enteras, como lo vemos hoy en Europa donde los mercados han tomado el poder. Es más urgente que nunca imponer una tasa sobre las transacciones financieras para acabar con los excesos de la especulación bursátil;

— si queremos salvar el planeta, evitar el cambio climático y defender a la humanidad, es urgente salir de la lógica del crecimiento permanente que es inviable, y adoptar por fin la vía de un decrecimiento razonable.
Con estas simples cuatro medidas, una luz de esperanza aparecería por fin en el horizonte, y las sociedades empezarían a recobrar confianza en el progreso. Pero ¿quién tendrá la voluntad política de imponerlas?

NOTAS:
(1) Sólo en América Latina, como consecuencia de las políticas de inclusión social implementadas por gobiernos progresistas en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Venezuela y Uruguay, cerca de ochenta millones de personas salieron de la pobreza.
(2) En el mundo, unos 100 millones de niños (sobre todo niñas) no están escolarizados; 650 millones de personas no disponen de agua potable; 850 millones son analfabetas; más de 2 000 millones no disponen de alcantarillas, ni de retretes…; unos 3 000 millones viven (o sea se alimentan, se alojan, se visten, se transportan, se cuidan, etc.) con menos de dos euros diarios.