"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

jueves, 28 de mayo de 2009

Mobbing rural. O la vaca o el chalé

Un establo enfrenta a un ganadero de Das con vecinos de segunda residencia

ANA PANTALEONI -EL PAÍS Barcelona - 25/05/2009

¿Qué fue primero la vaca o la segunda residencia? "Allí donde tenemos las vacas levantaron una urbanización hace cuatro años". Así empieza su historia el ganadero de Das (Cerdanya) Pere Rosell. Una historia de conflicto entre el mundo rural y los urbanitas que disfrutan los fines de semana de ese mundo. "Uno de los bloques da al patio donde tengo las vacas. Los primeros años tuvimos una buena relación, los niños venían a ver las vacas, pero durante una fiesta en agosto vieron moscas sobre el pan con tomate y dijeron que la culpa era de las vacas", explica Rosell. El conflicto fue a más. El Ayuntamiento de Das intentó mediar, pero no funcionó y el caso está ahora en manos de abogados. Y en boca de los vecinos. En Bellver de Cerdanya un artículo de Regió 7 pegado en una pared titula: "Un grupo de segundos residentes obliga a un ganadero de Das a sacar las vacas".

El sindicato agrícola JARC ha detectado unos 50 casos de 'mobbing' rural

El sindicato de Joves Agricultors i Ramaders de Catalunya ha detectado una cincuentena de casos de mobbing rural. El conflicto surge en comarcas agrícolas con presencia de segundas residencias y turismo. En Cataluña hay 514.943 segundas residencias, según el censo de 2001.

"Nos referimos a distintas presiones directas a través de denuncias o indirectas por la problemática de la burocracia que recibe el sector agrario y ganadero para abandonar la explotación", explica Pere Rubirola, vicepresidente de esta organización agraria. El Parlament tratará en breve el tema del mobbing rural en la Comisión de Agricultura.

La comunidad de vecinos de Ermita de Tartera, afectados por el establo de Rosell en Das, representados por Leysters Abogados, argumenta que presentaron un escrito de alegaciones en el que denuncian que la explotación no cumple la normativa. "El estercolero del establo no está en condiciones ni de salubridad ni de capacidad de almacenamiento. No tenemos interés en que se vaya; sí en que cumpla la norma", asegura la abogada Ruth Caballé. La Generalitat informó a Rosell de que debe sacar sus 50 vacas del establo hasta que no construya con hormigón las paredes de su estercolero. Rosell, de momento, ha trasladado las vacas a un campo.

El director de Desarrollo Rural, Jordi Bertran, quita hierro al asunto: "Estos conflictos han existido siempre, son casos concretos". Bertran explica que la normativa sectorial es uniforme en todo el territorio; el problema está en que algunos ayuntamientos generan normas extras que pueden generar confusiones. Bertran niega que se trate de una guerra entre payeses y pixapins -gente de ciudad que disfruta de los pueblos en vacaciones-. "La relación entre personas coherentes ha sido siempre muy buena". Joan Carretero, ex consejero de Gobernación y ex alcalde de Puigcerdà, relató en una conferencia hace un mes cómo "los príncipes rojos de Barcelona están tratando de acabar con el Pirineo", informa Joan Foguet. Carretero recordó las quejas de los habitantes estacionales: "Un matrimonio se me quejó del ruido de las campanas de la iglesia. Preguntaban por qué tenían que tocar cada cuarto de hora".

África da sus tierras por nada


El continente no logra mejoras de relieve con la venta de terrenos cultivables

LALI CAMBRA - EL PAÍS Ciudad del Cabo - 26/05/2009



Las adquisiciones de fincas agrarias en países pobres, última tendencia entre corporaciones, fondos de inversión y países importadores de comida, supone enfrentar a los más pobres al posible desalojo de sus tierras y al acceso a las mismas y a sus recursos, como el agua. Así se desprende de un estudio encargado por las agencias de las Naciones Unidas de la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Desarrollo (UNDP), presentado ayer.

En países como Malí la hectárea cuesta entre cinco y diez euros

Si bien el documento puntualiza que las adquisiciones (por lo general en África mediante contratos de alquiler de medio siglo o un siglo por los que apenas se paga nada) pueden constituir un beneficio al suponer inversión extranjera. También puede acarrear atracción tecnológica, incremento de la productividad agraria y creación de empleo y de infraestructuras. Pero tal y como se están llevando a cabo, con precarias consultas a la población local, falta de transparencia y sin asegurar en los contratos los compromisos de inversión, empleo o desarrollo de infraestructuras, supone poner en riesgo el modo de vida de miles de pequeños agricultores o pastores, cuya existencia depende de la tierra.

El estudio, realizado por el Instituto Internacional para el Medioambiente y el Desarrollo (IIED), enfatiza la necesidad primera de los gobiernos africanos de asegurar los títulos de propiedad de la población local, para protegerla, evitar que sea desposeída arbitrariamente y, asimismo, posibilitar que obtenga mayores beneficios de los hipotéticos inversores.

Los autores del informe han analizado los contratos a los que han llegado diversos países africanos con corporaciones, fondos de inversión y países importadores de comida como los del Golfo Pérsico, del Sudeste Asiático y China. A la vista de estos documentos alertan de que existe entre los inversores la creencia de que África (y Latinoamérica) tiene tierra en abundancia disponible, yerma o abandonada, "pero hay que ir con cuidado con estos términos". Opinan que son usados para equipararlas a tierras no productivas, cuando puede ser que sean usadas intermitentemente (se dejen en barbecho) por pequeños agricultores o por pastores o por cazadores-recolectores. Esta situación se habría dado ya en Tanzania, Etiopía o Mozambique, donde tierras que sí estaban siendo usadas se habrían alquilado como "abandonadas".

Si el acopio de tierras por firmas inversoras extranjeras podría tener beneficios, algo que enfatizan los autores, dichos beneficios no están tan claros cuando se revisan los acuerdos firmados con los gobiernos africanos (se han estudiado inversiones en Etiopía, Ghana, Kenia, Madagascar, Mozambique, Sudán, Tanzania y Zambia), donde se constata falta de transparencia e imposibilidad del público de acceder a los contratos.

La tierra en sí o se da gratis o tiene un cargo nominal (entre 5 y 10 euros la hectárea en Mali). Los gobiernos esperan beneficios como infraestructuras o creación de empleo. Pero los contratos -"por lo general cortos y simples"- carecen de explicaciones sobre riesgos o beneficios, sobre el tipo de negocio a llevar en la tierra (si será una plantación típica, si se formará un negocio conjunto con la población local) o sobre contratación. Los autores del estudio reclaman la necesidad de consultas transparentes con la población (apuntan que en algún caso estas consultas se limitan a los ancianos de los pueblos, a los oficiales y a la élite del gobierno municipal). Cuestiones como la seguridad alimentaria en el propio país también son, en muchas ocasiones, pasadas por alto.

sábado, 16 de mayo de 2009

Derechos humanos, valores asiáticos y feminismos

CELIA AMORÓS,
BABELIA, EL PAÍS 16/05/2009

Mujeres, globalización y derechos humanos, Virginia Maquieira (editora). Cátedra. 408 páginas. 19,30 euros.


Uno de los debates de mayor interés que se han producido en torno a la universalidad de los derechos humanos es el relativo al estatuto de los "valores asiáticos". Su núcleo fuerte, pese a la gran variedad de religiones e ideologías en Asia, se identifica con la tradición del confucionismo como sabiduría milenaria. La interpretación que de este se ha llevado a cabo en diferentes momentos históricos responde a las necesidades que se plantean en cada presente. Son éstas las que orientan una reconstrucción selectiva y una enfatización de diferentes aspectos de esta macroideología. Una reconstrucción de estas características responde a lo que Hobsbawn ha llamado "invención de la tradición", es decir, la refuncionalización de la misma acorde con las exigencias de legitimación de una determinada situación histórica. En este sentido, Gladys Nieto (en Mujeres, globalización y derechos humanos) nos informa de que ha tenido lugar una apropiación de Max Weber como instancia de justificación de las peculiaridades del "modelo asiático de desarrollo". En efecto, él puso de manifiesto afinidades electivas entre el espíritu ascético de los primeros empresarios calvinistas y la consecución de unos logros en las empresas que se interpretaban como signo de estar en gracia con la divinidad. Por su parte, el confucionismo valora enfáticamente la disciplina en el trabajo. Sin embargo, Weber es un liberal que afirmó que el capitalismo no había podido arraigar en China porque determinados procesos de racionalización en la vida social allí no tuvieron lugar. Así, que se lo invoque para justificar lo que de idiosincrásico tendría el "modelo asiático de desarrollo" no deja de ser sorprendente y paradójico. Pues el confucionismo, por su parte, es una ideología de impronta comunitarista. Este fenómeno pone de manifiesto el núcleo constitutivo de ambigüedad que encontramos en las religiones o cuerpos de doctrina de gran implantación en el espacio y en el tiempo, en la medida en que se ven en la necesidad de suscitar amplios consensos entre sectores muy amplios y heterogéneos de población distribuidos a lo largo del espacio y del tiempo.


El confucionismo hace a las mujeres responsables de la organicidad social, lo que siempre viene a traducirse en abnegación y subordinación

Si tenemos en cuenta el núcleo de ambigüedad al que nos hemos referido, no nos extrañará demasiado que nuestra especialista en antropología de China y en Derechos Humanos nos presente a
un intelectual neoconfuciano de la primera generación, Feng Youlan, autor del llamado "método de herencia abstracto". Nuestro pensador redefinía principios del pensamiento tradicional confuciano en términos tales que pudieran ser pertinentes para la sociedad socialista del maoísmo: énfasis en la importancia de la educación, imitación de modelos ejemplares... Parece como si el culto a la personalidad del líder comunista pudiera ser encajado sobre el estrato de la veneración a los mayores, característica de una doctrina que valora el principio jerárquico.

Después, caído el maoísmo y en el contexto de la lucha por la universalización de los Derechos Humanos, se ha podido contraponer al "chantaje de la Ilustración" el pedigrí de la
presunta superioridad moral de los valores genuinos e idiosincrásicos del confucionismo, considerados como los que verdaderamente se adecuan a su medio social e histórico.

Y bien,
¿qué sucede con las mujeres en medio de estos avatares sociohistóricos e ideológicos? La antropóloga Virginia Maquieira, apoyándose en los análisis de Nieto, se refiere a "los discursos patriarcales... que acentúan las cualidades de 'buena madre y esposa virtuosa'... que están legitimando la restauración de un estatus tradicional para las chinas y su vuelta al hogar por el repliegue de la economía planificada en China y las reformas emprendidas por la introducción del libre mercado". Estos discursos se relacionan "con los llamamientos a la armonía familiar procedentes de los valores asiáticos y la revitalización de la tradición confuciana impulsada por las élites políticas e intelectuales". Las ideologías de impronta comunitarista, como lo es el confucionismo, hacen a las mujeres responsables de la organicidad social, lo que siempre viene a traducirse en abnegación y subordinación. En lo que concierne al feminismo, no es de extrañar en este contexto que haya sido "cooptado por el Estado" desde principios del siglo XX, cuando los republicanos derrocaron el régimen dinástico. Fue también -mutatis mutandis- ésta la estrategia que adoptó el comunismo chino cuando, como lo recuerda Nieto, hace sostener a las mujeres "la mitad del cielo".

En la actualidad, las féminas pretenden legitimar su propia "invención de la tradición" como lo hacen algunas musulmanas con la tradición coránica. Por su parte, las intelectuales feministas chinas que proceden de la "diáspora" introducen perspectivas y elementos dinámicos que les dan más juego para dialogar con la tradición de las abstracciones ilustradas -individuo, sujeto, ciudadana- que ha sido el caldo de cultivo histórico de las vindicaciones feministas. Estas militantes se sitúan en la línea del diálogo que -Gladys Nieto nos informa- mantienen académicos e intelectuales entre "los marcos tradicionales filosóficos y/o religiosos asiáticos" y nuestra tradición occidental. Esta tarea "conlleva enormes dificultades teóricas y metodológicas", pero constituye un desafío que es preciso afrontar "para que la fundamentación del marco internacional de los derechos humanos se realice a través de un proceso democrático e igualitario".

Celia Amorós es catedrática de la UNED y premio Nacional de Ensayo 2006 por La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias ... para las luchas de las mujeres (Cátedra)

martes, 12 de mayo de 2009

Hacia un nuevo capitalismo


La crisis mundial no marcará en 2009 el final de ciclo del actual sistema económico, pero será la causa de las importantes reformas que deberá afrontar la economía de libre mercado

TIMOTHY GARTON ASH EL PAÍS 10/05/2009

¿Qué queremos que surja de la mayor crisis que ha visto el capitalismo en 70 años? Si tuviera que responder con una sola frase, diría que unos modelos nuevos para una economía de mercado social y sostenible. Y eso exige que cambiemos nosotros, además de los Estados.

Existen hoy en el mundo más variedades de capitalismo que las que hubo en su día de comunismo

Algunos banqueros deberían arrostrar consecuencias legales personales por su insensatez y su egoísmo

El capitalismo no acabará en 2009 como acabó el comunismo en 1989. Está demasiado arraigado y es demasiado variado y demasiado adaptable para sufrir una muerte tan brusca. Existen hoy en el mundo muchas más variedades de capitalismo que las que hubo en su día de comunismo, y esa diversidad es uno de sus puntos fuertes. El arco iris va desde el salvaje oeste hasta el salvaje oriente, y abarca grandes variantes nacionales de la economía de mercado, como China, que los puristas dirían que no son capitalismo en absoluto. Por consiguiente, algunas versiones del capitalismo capearán el temporal; otras quedarán en ruinas o, al menos, sufrirán reformas sustanciales.

A esta última categoría parece pertenecer una versión "neoliberal" extrema de la economía de libre mercado, caracterizada no sólo

  • por la amplia desregulación y privatización,
  • sino también por un espíritu de avaricia digno de Gordon Gekko,
  • y que sólo se practica plenamente en algunas áreas de las economías anglosajonas y poscomunistas.

Pero ¿qué pasaría con una versión modernizada y reformada de lo que los pensadores alemanes de posguerra llamaron la "economía social de mercado"?

  • Una economía de libre mercado, sin ninguna duda,
  • pero que exige que el Estado proporcione un firme marco legal y regulador para la empresa privada;
  • la participación de los accionistas, pero también de los afectados por las decisiones;
  • un intento de equilibrar los intereses inmediatos y las consideraciones a largo plazo a la hora de tomar decisiones económicas;
  • el compromiso nacional de que haya un mínimo social para todos los ciudadanos, y un sólido espíritu moral entre quienes se dedican a los negocios.
  • Eso debe combinarse con las demandas del siglo XXI de sostenibilidad ecológica ante el cambio climático y sostenibilidad ética ante la pobreza mundial. Una tarea difícil, no hay duda.

Hay que tener en cuenta asimismo el equilibrio entre los niveles nacionales e internacionales de regulación y gobierno. Mervyn King, el gobernador del Banco de Inglaterra, ha dicho que los grandes bancos privados actuales son globales en la vida pero nacionales en la muerte. Cuando llega el momento de rescatarlos, es el Gobierno nacional más directamente relacionado el que toma la iniciativa. Y eso significa que pagamos la factura los contribuyentes nacionales.

1. Sin embargo, toda esa historia de Estados y sistemas no es más que la mitad de la cuestión. Lo que nos metió en el lío actual fue el comportamiento de unos seres humanos concretos, y es el comportamiento de los seres humanos lo que tiene que cambiar, además de la estructuración de los sistemas. Es algo evidente, sobre todo, en el caso de los banqueros, pero no debemos creer que se limita sólo a ellos. La conducta de los banqueros que nos arrojaron al lodo -no todos los banqueros, desde luego, pero sí unos cuantos- quizá no fue ilegal, pero fue egoísta, irresponsable e inmoral. Año tras año, obtenían enormes beneficios personales a partir de unos activos cuya verdadera naturaleza y cuyas perspectivas no comprendían o ignoraban llenos de cinismo. Justificaban sus sueldos y sus primas, desproporcionados para las sumas que casi todo el resto de la gente ganaba en las sociedades a su alrededor, porque estaban "relacionados con el rendimiento", pero ese "rendimiento" se medía con indicadores insuficientes y a lo largo de un plazo demasiado breve. La remuneración de los altos cargos se basaba en la necesidad de marcar unos puntos de referencia competitivos con los rivales, y se oía a algún jefazo quejarse de que otro estaba ganando seis millones de euros al año cuando él sólo ganaba cinco. Y salían tan felices de sus bancos.

"La City se ha portado muy bien conmigo", era el eufemismo típicamente inglés con el que definían ese barroco proceso de enriquecimiento. Como ya había ocurrido en otras cosas, los novelistas (como Tom Wolfe) y los cineastas (como Oliver Stone con su Wall Street, protagonizada por el personaje de Gordon Gekko) se adelantaron a economistas y politólogos en el diagnóstico del problema.

La justificación clásica de por qué los capitalistas ganan tanto dinero es el riesgo que corren, pero en este caso ni siquiera corrieron el riesgo. Fuimos nosotros. Cuando estalló la burbuja, nosotros, los contribuyentes, tuvimos que hacernos cargo de la factura, y tanto nosotros como nuestros hijos seguiremos pagándola durante décadas. Cerca de donde vivo, en Oxford, se han restaurado unas enormes mansiones victorianas para utilizarlas como viviendas unifamiliares, con todo lujo de detalles y sin reparar en gastos. Hace un año contemplaba las mansiones con ironía y asombro, pero también pensando ingenuamente que sus nuevos propietarios se habían ganado ese estilo de vida neoaristocrático. Ahora, las miro casi con ira.

Un amigo que ha dedicado toda su vida a estudiar las economías más pobres del mundo dice que esos banqueros deberían arrostrar consecuencias legales personales por su insensatez y su egoísmo. Sugiere que se cree un delito de banquicidio, comparable al de homicidio en el sentido de que no sería necesario probar que hubo mala intención previa. Una idea maravillosa, pero que no me parece práctica ni, en realidad, deseable, porque significaría violar el principio legal fundamental de que una cosa es un delito sólo si era ilegal en el momento de hacerla. Ahora bien, sí creo que los que son directamente responsables, como sir Fred Goodwin del Royal Bank of Scotland, deberían devolver parte de sus ganancias personales desmesuradas e inmerecidas. Y otros deberían devolver a la sociedad, aunque sólo sea en forma de filantropía, más de lo que, en definitiva, le han quitado.

Pero no podemos echarles la culpa de todo. Cada británico o estadounidense corriente que se gastó un dinero que no tenía, alentado por los altísimos precios de la vivienda, la laxitud de los préstamos hipotecarios y la publicidad seductiva, tiene parte de responsabilidad. Como también la tienen, aunque parezca extraño, los superfrugales chinos, cuyos enormes ahorros se reciclaron para permitir -e incluso estimular de forma indirecta- el despilfarro occidental.

2. Hace más de 30 años, Daniel Bell examinó en su libro Cultural contradictions of capitalism la paradoja de que el dinamismo del capitalismo depende de que los individuos vivan con arreglo a unos valores ligeramente distintos en sus facetas personales de productores y consumidores. Tomó prestado el famoso argumento de Max Weber sobre la ética protestante y el espíritu del capitalismo, y lo amplió para sugerir

  • que la faceta productiva se basa en que las personas se rijan por valores como el esfuerzo, la puntualidad, la disciplina y la voluntad de aceptar una gratificación aplazada.
  • En cambio, la faceta consumidora se basa en que sean expansivas y dadas a permitirse caprichos, buscar el placer y vivir el momento.

3. A eso hay que añadir la nueva tensión de que el planeta no puede sostener a más de 6.000 millones de personas que aumentan sin cesar unos niveles de vida obtenidos gracias a los métodos de producción y consumo utilizados hasta ahora.

4. Y para complicar aún más las cosas está el argumento moral de que los ricos del mundo no tienen derecho a negar a los pobres una vida material mejor, que de todas formas no sería más que una fracción de la que disfrutamos nosotros.

5. Lo que todo eso produce no es sólo un interrogante estructural, sino un reto personal para cada uno de nosotros. Un reto que consiste en encontrar un nuevo equilibrio en nuestras dobles vidas como productores y consumidores y, al mismo tiempo, contribuir de forma consciente a una serie más amplia de nuevos equilibrios internacionales

  • entre economía y medioambiente,
  • un oriente superahorrador y un occidente supergastador,
  • un norte rico y un sur pobre.

A eso me refiero también cuando hablo de una economía social de mercado que sea sostenible.

www.timothygartonash.com Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

jueves, 7 de mayo de 2009

Geografías emocionales. Actividad


Ayer se publicó un interesante artículo de Joan Nogué - director del Observatori del Paisatge de Catalunya y catedrático de Geografía Humana-
en el suplemento CULTURAS de La VANGUARDIA sobre las "Geografías Emocionales" en el que se comenta el éxito en Italia de un concurso dirigido a escolares y que consistía en pedirles que enviaran a una página web fotografías y textos referidos a aquellos lugares que les hablaran de una manera especial, que les evocaran imágenes o recuerdos, que les despertaran emociones; ..."lugares capaces de comunicarse directamente con nuestros corazones". ¿Por qué no repetir esta misma iniciativa en nuestros centros escolares?. La geografía de la percepción siempre suele quedar marginada del temario y no digamos ya las propuestas de geógrafos innovadores como Yi-Fu Tuan, que han reivindicado el papel de las emociones (ver http://elsomnidelcartograf.blogspot.com/search/label/Geografía de la percepción y
http://elsomnidelcartograf.blogspot.com/search/label/Yi-Fu%20Tuan ). Esta divertida actividad quizás nos sirva para compensar esta omisión y enseñar otras formas de aproximación al estudio del espacio.

Reproduzco a continuación el fragmento
accesible del artículo en la web de LA VANGUARDIA. Como quizás ya sepáis, este periódico permite consultar los textos completos al cabo de un mes en su hemeroteca. Por cierto, os recomiendo la consulta de otros escritos que Joan Nogué ha dedicado a este tema. También puede interesaros el anterior post sobre los cambios recientes que han experimentado las grandes urbes españolas, el miedo y la derechización del voto.

E. Jimeno


Geografías emocionales

Interactuamos emocionalmente con los lugares, de la misma manera que la memoria, personal y colectiva, es espacial; nuevas líneas de pensamiento abordan la relación entre sentimiento y construcción social.

JOAN NOGUÉ - CULTURAS LA VANGUARDIA 06/05/2009

Debemos revisar el mito moderno de exclusión mutua entre política y sentimiento

Acaba de aparecer una nueva revista académica de ámbito internacional y de carácter transdisciplinar denominada Emotion, Space and Society (último número) .Los artículos que en ella se publiquen deberán incidir en la espacialidad de la emoción, el sentimiento y el afecto; es decir, deberán explorar a fondo las interacciones emocionales entre la gente y los lugares.

Paralelamente, la recién creada Society for the Study of Emotion, Affect and Space (SSEAS) ha hecho pública la convocatoria del Congreso Internacional e Interdisciplinar sobre Geografías Emocionales que tendrá lugar en Adelaide, (Australia) en abril del 2010 y ha anunciado ya que el siguiente congreso se celebrará en Holanda en el 2012. Las sesiones que se prevén para el congreso del año que viene tratan temas como los espacios afectivos y la globalización, arraigo frente a desarraigo, arquitecturas emocionales y paisajes de la emoción, la semiótica y la poética del afecto y de la emoción, espacio público y emoción, la política y la emoción, entre muchos otros. Por cierto, en relación con este último tema de discusión, hace pocas semanas el filósofo Daniel Innerarity escribía en un periódico de ámbito estatal un artículo titulado El gobierno emocional (ver abajo) en el que cuestionaba a quienes entienden las emociones como un factor de distorsión de la racionalidad de los procesos políticos.

En Italia, por otra parte, y bajo el lema Il vero viaggio di scoperta non consiste nel cercare nuove terre, ma nell´avere nuovi occhi,el Fondo Ambiente Italiano (FAI) ha impulsado una especie de concurso nacional dirigido a todas las escuelas italianas y denominado I Luoghi del Cuore. El éxito de la convocatoria ha superado las previsiones. Se trataba de algo tan sencillo como animar a los alumnos a enviar a una página web fotografías y textos referidos a aquellos lugares que les hablaran de una manera especial, que les evocaran imágenes o recuerdos, que les despertaran emociones; en definitiva - y cito literalmente-"lugares capaces de comunicarse directamente con nuestros corazones".¿Qué está pasando? ¿A qué se debe este interés por las emociones entendidas no sólo como un atributo individual, sino, sobre todo, como una construcción social? ¿Por qué cada vez son más, dentro y fuera del mundo académico, los que defienden tener en cuenta de una vez por todas la vinculación de las emociones a los lugares, a los paisajes y, en general, a la gestión del espacio público, sin temor a ser calificados como poco menos que mojigatos, cuando no frívolos e insubstanciales? ...



ARTÍCULO DE DANIEL INNENARITY



El gobierno emocional

DANIEL INNERARITY EL PAÍS 04/03/2009

Politizar las emociones puede ser un factor de renovación democrática

La burocracia no es neutral, sino una desfeminización de lo público


Las emociones tienen una gran importancia a la hora de configurar el espacio público. Se equivoca quien vea en ellas únicamente un factor que distorsionaría la racionalidad de los procesos políticos. Adela Cortina escribía en estas mismas páginas un brillante artículo sobre esta cuestión (¿Cómo se forman las mayorías?, 17.02.2008) pero que me gustaría complementar con otro punto de vista en parte alternativo.

Las emociones pueden ciertamente actuar como elementos de despolitización, pero también pueden contribuir de una manera insustituible a la configuración de bienes públicos. De esto último son un buen ejemplo la necesidad de la confianza para la economía o de la esperanza colectiva para la movilización política; las autoridades del tráfico intentarán que los conductores no sean demasiado intrépidos e incluso que tengan un poco de miedo; quienes tienen la responsabilidad de fomentar la innovación están interesados en que la ciudadanía sea menos temerosa y arriesgue...

Son ejemplos que ilustran hasta qué punto la acción política tiene que ver con el gobierno de las emociones sociales, sobre las que debe incidir, del mismo modo que se gestionan otros aspectos de la ciudadanía no menos relevantes para la consecución del interés general.

Es cierto que venimos de una cultura que no sabe muy bien qué hacer con las emociones y que, en este tema, se polariza entre quienes tienen una profunda desconfianza frente a la presencia de los sentimientos en política y los que, sabedores de este vacío sentimental, utilizan de una manera populista los sentimientos. Como tantas veces ocurre con los antagonismos, unos y otros se realimentan: el empeño de unos por vaciar sentimentalmente la política es visto por otros como una oportunidad de llenar ese hueco mediante la movilización sentimental, lo que a su vez acrecienta la desconfianza en los primeros y continúa alimentando la espiral.

El secreto punto de acuerdo entre unos y otros consiste en su concepción de que los sentimientos son motivaciones irracionales, que irrumpen desde fuera en el espacio de la política y lo distorsionan.

Lo único que diferencia a los racionalistas y a los sentimentales es que unos temen esa irrupción y otros la celebran, pero ambos coinciden en considerar tener una idea despolitizada de la esfera emocional, autosuficiente respecto de la esfera política. Entienden los sentimientos como algo que los individuos poseen, pero no como algo que es socialmente construido.

Concebidos de una manera esencialista, los sentimientos quedan fuera de la esfera política y del discurso público, pero también son pensados como un recurso del que puede disponerse en cualquier momento e integrables en un proyecto político desdemocratizador, es decir, como una amenaza latente.

Esta despolitización de lo sentimental es uno de los factores que más empobrecen nuestra vida pública. Los sentimientos pueden estar al servicio de la renovación de las democracias, aunque para ello tengamos que pensar de otra manera su articulación. Que la política y el sentimiento se excluyen mutuamente es uno de los mitos modernos que debemos revisar, un corolario de otras contraposiciones como la de razón-sentimiento, conocimiento-emoción, cultura-naturaleza, hombre-mujer, público-privado, de cuyo simplismo no se obtiene nada bueno, ni en orden a comprender nuestra realidad social ni para intervenir positivamente en ella.

Uno de los efectos colaterales de tales dualismos ha sido favorecer la hegemonía masculina. El modelo burocrático-racionalista no ha servido para que triunfe la neutralidad y la imparcialidad sino para consagrar la polarización de los géneros, es decir, para desemocionalizar el mundo público de los varones e hiperemocionalizar el mundo privado de las mujeres, en un esquema que sigue siendo dominante a pesar de que se promuevan cuotas y repartos del trabajo. Y es que la burocracia no es algo neutral desde el punto de vista del género, sino, por el contrario, una desfeminización de lo público. La idea weberiana de racionalidad supone la construcción de un tipo particular de masculinidad basado en la exclusión de lo personal, lo sexual y lo femenino de toda definición de "racionalidad".

Nuestro modelo de ciudadano activo es un varón sin emociones que persigue racionalmente sus intereses de acuerdo con un cálculo de utilidad. La emocionalidad en el ámbito público es devalorizada como una muestra de incompetencia. Las instituciones y los procesos políticos son concebidos como algo ajeno a la condición personal o sexuada de sus "autores", como instrumental y desprovisto de emoción. Las emociones o el género tienen, a lo sumo, el estatuto de variables externas del espacio público. Los sentimientos son políticamente disfuncionales, caotizantes, en la medida en que impedirían el conocimiento y dificultarían la toma de decisiones. ¿Cómo es que alguien se extrañe de que nos llame la atención el vestuario de una mujer política? ¿No será porque eso despierta, sobre el trasfondo de nuestros estereotipos dominantes, un recelo más atávico de que las mujeres, como los sentimientos, son un factor distorsionante en la política?

Uno de nuestros grandes desafíos a la hora de pensar de nuevo la función de la política consiste precisamente en examinar cómo los sentimientos configuran el espacio público, qué función pueden ejercer en él. Sólo entonces podríamos establecer cuándo y por qué los sentimientos debilitan la democracia y bajo qué condiciones sirven, por el contrario, como recursos democráticos y emancipadores. Debemos considerar los sentimientos como una forma de experiencia política y de saber social. Las emociones están presentes en todos los ámbitos de la vida y en todas las acciones. No hay, por ejemplo, conocimiento sin emoción. Los sentimientos y la racionalidad no son cualidades excluyentes. Ambos son praxis sociales y ambos son formas específicas de conocimiento. Conocemos también a través del miedo o la confianza, que son formas de relacionarse cognoscitivamente con la realidad.

Seguramente es verdad la idea de Norbert Elias de que el proceso de civilización implica un control sobre la afectividad, pero esto no puede interpretarse como si las emociones fueran algo salvaje y sin ninguna función en nuestra vida, personal y colectiva. Los sentimientos no son reacciones que proceden de lo profundo e irracional de las personas y que irrumpen desde allí en el espacio de la política. Los sentimientos no pueden ser recluidos en una esfera privada en la que podrían "satisfacerse". También la esfera pública es un ámbito de legítimo despliegue de lo emocional. Politizar las emociones puede ser un factor de renovación democrática. El espacio público no se revitaliza desemocionalizándolo, sino repolitizando y democratizando los sentimientos.

El debilitamiento de las instituciones que proporcionaban identidad e integración ha dejado un vacío que frecuentemente se llena con discursos emocionales populistas. Se está configurando un nuevo orden de los sentimientos y gobernarlos adecuadamente es una tarea tan difícil como ineludible. Se trataría de algo muy parecido a lo que Marcuse proponía cuando hablaba de erotizar la política, tal vez el único procedimiento para arrebatársela a los interesados y volver a hacerla interesante.

Daniel Innerarity es profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza y autor de El nuevo espacio público.

La ciudad nos ha derechizado


La izquierda se enfrenta a un "elector exquisito" más exigente

La huida de jóvenes por el precio de la vivienda, el peso de una inmigración que no vota, el miedo y el envejecimiento explican el voto urbano más conservador

FERNANDO GAREA / GABRIELA CAÑAS, EL PAÍS, 07/05/2009

Hubo un tiempo, gobernando aún Felipe González, en que los socialistas españoles sólo lograron ser los más votados en cinco de las 52 capitales de provincia. Fue un duro golpe que no se ha repetido, pero lo cierto es que las ciudades españolas siguen siendo mayoritariamente de derechas. El voto urbano es conservador y es, según los analistas, el que ha devuelto el poder al PP en Galicia. Todo parece indicar que vivir en la gran ciudad nos hace más conservadores, aunque es muy probable que el fenómeno no sea general, sino exclusivamente español y especialmente contundente en Madrid. Las razones, al margen de la gestión de unos partidos y otros, se entroncan con los vertiginosos cambios sociales que ha vivido nuestro país.

En un colegio del castizo barrio madrileño de Lavapiés hay carteles en varios idiomas; incluido el chino. En sus aulas estudian chavales de 32 nacionalidades distintas. De hecho, el 90% de ellos son extranjeros. Es obvio que estos niños no votan, pero también lo es que sus padres y otros familiares adultos tampoco se acercan a las urnas. Por ahora.

Pero los inmigrantes no son los culpables de los descalabros de la izquierda en las ciudades, aunque entre ambos haya un vínculo evidente que pasa, por cierto, por la carestía de la vivienda. No es un galimatías. Carlos Llés, profesor de sociología de la Universidad Carlos III de Madrid, lo explica así: "La población joven de rentas bajas, cuyo voto es más proclive a la izquierda, ha abandonado las grandes ciudades en busca de vivienda asequible en la periferia y la vieja clase obrera, también votante de izquierdas, ha vendido sus modestos pisos al calor del boom inmobiliario o los han alquilado a población inmigrante, que no vota".

El voto urbano tiene una enorme trascendencia para los contendientes políticos por su valor cualitativo. Actúa como barómetro social que mide el grado de aceptación o rechazo de una opción política y las tendencias globales. Son graneros de votos que, además, según los expertos, son más volátiles y menos consolidados, lo que significa que son más susceptibles de cambiar y de desequilibrar la balanza a favor de una u otra opción política.

Volátil o no, lo cierto es que en España el PP puede presumir de tener un "perfil urbano" frente al PSOE, con especial implantación en clases medias profesionales y autónomos, como se jacta Juan Manuel Moreno, secretario de Política Municipal y Autonómica del PP. Los datos de las últimas elecciones municipales indican que (al margen de los cinturones industriales, tradicionalmente de izquierdas) el PSOE domina en municipios de hasta 20.000 habitantes, pero que el PP dobló en victorias (32) al PSOE en capitales de provincia (16). En Madrid, Valencia y Málaga los conservadores mantienen una hegemonía aplastante.

Si del voto urbano hubiera dependido, José Luis Rodríguez Zapatero habría sufrido un severo correctivo el año pasado. Fueron su tabla de salvación Cataluña y el País Vasco, donde se sigue una lógica distinta a la del voto de izquierdas contra el voto conservador.

Los datos, en fin, son inapelables. Las razones que los explicarían, no tanto. Algunos analistas aluden a la crisis. Sostienen que afecta especialmente a los trabajadores de las capitales, dedicados al sector servicios y susceptibles de castigar al Gobierno de Zapatero. Han calado las ideas liberales y neoconservadoras, especialmente en las nuevas clases medias urbanas "agobiadas", explica Carlos Lles. Son ciudadanos que cuentan a veces con dos sueldos, pero también que afrontan hipotecas, colegios, transporte... "La solidaridad no es un valor al alza", según Lles, "y si se ejerce no es apoyando políticas urbanas de expansión del gasto público para favorecer las rentas más bajas".

Antonio Hernando, responsable de Ciudades y Política Municipal del PSOE, rechaza el argumento de la crisis y un patrón único de tendencia de voto. Para él, es evidente que los ciudadanos responden cada vez más a lo que se les pregunta y optan por una elección determinada cada vez. Eso explica que los resultados de una elección de presidente de la Xunta de Galicia sean diferentes de los obtenidos en las generales de 2008. "En Galicia obtuvimos muy buenos resultados en las elecciones generales en las siete grandes ciudades gallegas y, además, gobernamos en todas ellas, a excepción de Pontevedra".

Tanto Fernando Vallespín, politólogo y anterior director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), como José Ignacio Wert, sociólogo y presidente de Inspira Consultores, coinciden, sin embargo, en señalar que la tendencia del voto urbano en las últimas citas electorales es conservadora, con excepciones como Barcelona. Respecto a Andalucía, comunidad tradicionalmente de izquierdas, Vallespín asegura que el voto rural es más sensible a las políticas sociales. Todo lo contrario de lo que sienten esas clases medias "agobiadas" de las ciudades.

En esas urbes, el precio de la vivienda se ha disparado y ni siquiera la crisis ha logrado todavía que pierda su nivel prohibitivo. Los dos grandes partidos están de acuerdo en que el boom inmobiliario ha sido crucial en la huida de las clases profesionales y rentas bajas hacia las periferias, dejando el campo expedito a los inmigrantes que, de momento, se abstienen de votar. Ambos fenómenos -boom inmobiliario e inmigración- son extraordinario el primero y muy reciente el segundo, lo que nos distingue del resto de los países de nuestro entorno y lo que podría explicar por qué frente a nuestro voto urbano conservador hay grandes ciudades como París o Berlín que están en manos de la izquierda.

En el año 2000 vivían en España 924.000 extranjeros de un total de 40,5 millones de habitantes. O sea, el 2,28 de la población española era de origen extranjera. Según el censo del pasado año, esta proporción se ha disparado hasta el 11,3% (5,2 millones de un total de 46). Es sabido que la mayoría de los inmigrantes se asientan en las ciudades. Muchas veces, en el centro más deteriorado del casco urbano. La proporción de extranjeros supera con creces a la media en las grandes urbes: casi el 17% en Madrid y Barcelona y el 14% en Valencia.

A favor de la derecha juega una doble abstención: la de los extranjeros, que, aunque puedan votar, se sienten todavía muy poco implicados en la política, y la de los tradicionales votantes de la izquierda, que en la ciudad suelen ser más sensibles al contexto de cada elección y cada candidato y se abstienen de forma mucho más pronunciada que el votante de derechas. Algunos autores han acuñado el término de "votante exquisito". Es un elector de izquierdas que jamás girará a la derecha pero que, afectado por escándalos y por las crisis, opta por otras opciones distintas a la socialista y se decanta, sobre todo, por la abstención.

A favor de la derecha juega en España la gran movilización del votante del PP, especialmente importante ahora que está en la oposición a nivel nacional, y que raramente se abstiene. A ello se le añade, según el diputado popular por Málaga Juan Manuel Moreno, lo que él denomina "acción-reacción" motivada por iniciativas "muy de izquierdas" de Zapatero, como el matrimonio homosexual o la reforma de la ley del aborto; decisiones que, según Moreno, movilizan especialmente al electorado urbano del PP.

Pero todavía hay una circunstancia más que podría explicar el conservadurismo del voto urbano: el miedo. Un estudio realizado por el centro de estudios sociales italiano Censis demostró el pasado año que la angustia domina en las poblaciones urbanas. El análisis se hizo mediante encuestas hechas en 10 grandes ciudades (Londres, París, Roma, Moscú, Bombay, Pekín, Tokio, Nueva York, São Paulo y El Cairo). Aunque la gente no se deja arrastrar por el pánico, lo cierto es que el 90% de los habitantes metropolitanos declara que sufre al menos algún tipo de miedo y que éste es más acusado entre las mujeres y, sobre todo, entre los que tienen menos medios, menos cultura y más años. Por cierto, el envejecimiento de la población no es fenómeno exclusivamente rural. En las ciudades ya se está notando. En Madrid, la edad media se ha elevado en los últimos veinte años de 37 a 42 años.

El tipo de miedos no es similar en todas las ciudades, pero la inseguridad de los ciudadanos viene, en general, dada por la tecnología, el terrorismo, la muerte, la violencia física, la exclusión, la marginalidad o la pérdida de la posición social.

El miedo y la consecuente sensación de inseguridad deben ser mayores en las ciudades. Aunque no hay datos sobre la percepción subjetiva del ciudadano, sí los hay en España sobre el problema objetivo. Según datos del Ministerio del Interior, las tasas de criminalidad (número de delitos y faltas por 1.000 habitantes) son más elevadas en las comunidades autónomas eminentemente urbanas. Baleares, Madrid, Ceuta, Melilla y Comunidad Valenciana están muy por encima de la media (47,6) española, mientras que se sitúan muy por debajo Extremadura, Galicia, Cantabria y La Rioja. El turismo, y no la dimensión de sus urbes, es lo que explica que Baleares encabece la lista negra, de la misma manera que Ceuta y Melilla presentan particularidades fronterizas distintas a las que sufre una gran ciudad. "No obstante, la media española está muy por debajo de la media europea, que es del 70,4", advierte una fuente oficial.

Frente a la pérdida del sentido de la solidaridad y a un discurso de la izquierda que se percibe difuso, la derecha contará con mejores bazas si es capaz de ofrecer al ciudadano garantías de gestión y de mayor seguridad. Jacques Chirac, que fue alcalde de París, ganó las elecciones presidenciales de 2002 con su lema Tolerancia 0 con la delincuencia y Nicolas Sarkozy tuvo el mismo éxito en 2007 tras su autoritaria gestión en los suburbios de la capital.

¿Pesará el voto conservador urbano en la próxima cita electoral? Los analistas consideran que los electores críticos y exquisitos de las ciudades son los que dieron la espalda a los socialistas en las europeas de 1994. Wert considera que también esta vez ganará claramente el PP porque los votantes de izquierdas no van a encontrar razones para ir a las urnas, salvo que percibieran que una derrota pondría en peligro al Gobierno de Zapatero.

La gripe como síntoma.

JOAN SUBIRATS, EL PAÍS, 07/05/2009

El hacinamiento y las arriesgadas condiciones de producción y cría impulsan lo que ahora padecemos

Escribo este artículo sentado en el aeropuerto de Roma frente a un grupo de personas con rasgos orientales, cuyas caras lucen una imponente mascarilla. Mis colegas de banco les miran azorados. ¿Hacen bien previniendo lo peor? ¿Son víctimas del alarmismo desatado que bloquea vuelos de México (China), ordena sacrificar cerdos (Egipto), o aconseja no ir a Montmeló a ver la fórmula 1 ya que "Cataluña es la región europea más infectada" (ministra alemana dixit)? Uno de los casos más usados en los cursos de análisis de políticas públicas es el que narra la crisis de la gripe porcina que se desató en Estados Unidos en 1976, en plena campaña de primarias para la elección presidencial, y cuando la Casa Blanca estaba ocupada por un vacilante Gerald Ford, tras Watergate y la dimisión de Nixon. Los hechos son los siguientes. En el centro de instrucción de reclutas Fort Dix (Nueva Jersey), en un frío enero de 1976, un grupo de jóvenes reclutas tuvo problemas respiratorios. Muchos fueron hospitalizados. Uno de los que no lo fueron, tras realizar una marcha nocturna, murió. El médico del cuartel envió cultivos al laboratorio estatal. Muchos de los virus encontrados correspondían al tipo Victoria o de Hong Kong, responsable desde 1968 de la mayoría de gripes humanas. Pero, otros no respondían a esas características. Se enviaron los cultivos a Centers for Disease Control (CDC) de Atlanta. El 12 de febrero, el laboratorio del CDC informó del resultado: en cuatro casos, incluido el de la persona fallecida, el virus desconocido era el de la gripe porcina. Como se ha recordado estos días, en 1918, una epidemia causada por un virus de gripe porcina, produjo millones de muertes en el mundo entero, medio millón en Estados Unidos. Si bien, muchas de esas muertes fueron atribuidas a la neumonía que complicó la gripe y que ahora sería tratable con antibióticos, un número desconocido sucumbió a la misma gripe. ¿Sería el virus detectado en Fort Dix, tan virulento como el de 1918? Todo hacía suponer que los reclutas podían haber sido infectados por transmisión persona-persona. ¿Implicaba ello que un virus largo tiempo limitado a los cerdos, estaba ahora volviendo a las personas? ¿Implicaba un cambio antigénico? Si era así, nadie más joven de 50 años tenía anticuerpos específicos o capacidad de resistencia para afrontar esa infección.

Es evidente que esta historia tiene muchos puntos de contacto con lo que está sucediendo ahora. Riesgo, incertidumbre, ciencia y oportunismo político se unieron sin rubor alguno. David Sencer, director entonces del CDC, tras constatar que la infección en Fort Dix se había extendido a centenares de soldados, convocó una rueda de prensa. Al día siguiente, los medios recogieron la noticia, con imágenes de personas con mascarilla y con referencias la mortífera gripe de 1918. ¿Qué hacer? Era urgente decidir, ya que de existir el peligro de pandemia (a pesar de que no se conocían casos de gripe porcina fuera del cuartel), se necesitaban vacunas, y ello llevaba tiempo. La situación era complicada. Si se decidían por la posibilidad de pandemia, lanzaban el plan de vacunación, y luego no se producía la infección masiva, se habría gastado mucho dinero para nada. Pero, ¿y si no se tomaban esas medidas y luego ocurría la catástrofe? Por otro lado, aún se disponía de tiempo antes de la época del año en que se extienden las gripes. No había "grupos de riesgo". Todos los menores de 50 años eran susceptibles de ser infectados. Ello implicaba vacunar a 213 millones de personas. Coste aproximado en aquel momento, 134 millones de dólares. El memorando de Sencer al entonces presidente Ford, se inclinaba por lanzarse a la producción de vacunas en conjunción con la industria farmacéutica. Gerald Ford, preocupado por el ascenso de un tal Ronald Reagan en las primarias republicanas, aprovechó la ocasión para afianzar su imagen como presidente, y asumió sin pestañear el escenario más dramático en un mensaje a la nación el 24 de marzo. Ordenó fabricar la vacuna, y se empezó la vacunación masiva en octubre, un mes antes de las elecciones. En diciembre se suspendió el programa tras los graves efectos secundarios que la vacuna había causado en miles de personas, sin que posteriormente la epidemia estallase.

Los informes de estos días apuntan a que el riesgo de la pandemia es consistente. El virus de la gripe es mucho más flexible y mutable que otros que siguen asolándonos (sida, malaria, tuberculosis). De hecho, cada año, mueren muchas personas por la gripe ordinaria. A mayor movilidad, más riesgo de transmisión rápida. A más vacunas a cerdos y personas, evoluciones a cepas víricas más resistentes. La nueva gripe es un síntoma de los peligros que desata la vía de desarrollo escogida, y la falta de reflexión y precaución sobre avances científicos rápidamente convertidos en técnicas rentables. Lo dice la especialista Laurie Garrett en una revista no precisamente alternativa como es Newsweek: hemos escogido un desarrollo que potencia la evolución viral. Si en 1983 consumíamos 152 millones de toneladas de todo tipo de carne al año, en 1997 eran ya 233 millones y la previsión es que en 2020 necesitaremos 386 millones de toneladas de carne de cerdo, de pollo, de ternera o de pescado de granja para poder sostener el ritmo de consumo. Es precisamente en esa mezcla de voracidad y de un modo de producción que genera hacinamiento y arriesgadas condiciones de producción y cría, lo que impulsa lo que ahora padecemos. En el editorial de The Economist, la conclusión es distinta pero convergente: necesitamos ámbitos más globales de prevención y de gestión de este tipo de riesgos que acompañan el modelo de desarrollo por el que se ha optado. Mucha innovación y poca gestión de riesgos. Una combinación de más sosiego consumista, de más énfasis en los mercados locales de consumo alimenticio, y de más capacidad de gobernanza global, podrían facilitar el convivir con los riesgos, evitando la búsqueda de seguridades totales, imposibles de alcanzar. Como ya dijo Churchill "estamos en la era de las consecuencias".

martes, 5 de mayo de 2009

La economía española y la historia de las crisis



Lo peor de la crisis está por venir

Los expertos creen que la caída del PIB toca fondo, pero auguran más desempleo

ALEJANDRO BOLAÑOS - EL PAÍS Madrid - 03/05/2009

Se da por hecho que la tasa de paro subirá del 17% actual al 20% en 2010

Las cuentas públicas sufrirán y las administraciones pagarán peor

Zapatero y Obama apuntan que el temporal comienza a amainar

Seguirá la desaceleración económica, pero menos pronunciada


"Es probable que lo peor haya pasado ya. Eso no significa que estemos cerca de una situación positiva. Estamos lejos de una situación favorable". El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, encajó así el miércoles el último susto estadístico. El Banco de España acababa de publicar que la recesión fue a más en el primer trimestre. El periodo entre enero y marzo de este año fue uno de los más destructivos en la historia reciente de la economía española. Pero los expertos apuntan que, en el mercado laboral y en las cuentas de empresas y Administración, lo peor está por venir.

Zapatero lleva semanas en la estela de lo que sostienen otros dirigentes mundiales, con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el máximo responsable de la Reserva Federal, Ben Bernanke, al frente de la procesión. "Hemos empezado a levantarnos", reiteró Obama en la celebración de sus 100 primeros días en la Casa Blanca. Y el banco central estadounidense proclamó que la gran recesión empieza a amainar, el mismo día en que los datos del primer trimestre confirmaban la peor contracción económica en EE UU desde 1958.

Como Bernanke y Obama, el presidente español busca en la evolución del PIB, en números rojos desde otoño, la palanca para hacer saltar el pesimismo sobre el futuro próximo. Porque en el pasado más reciente se volvieron a batir todos los registros negativos de esta crisis: el paro supera los cuatro millones de personas, tras aumentar en 800.000 desempleados en el primer trimestre; la caída de la actividad económica (un 1,8% menos que en el tramo final de 2008) fue, por tercer trimestre consecutivo, más profunda.

"La intensidad de la crisis nos ha vuelto a sorprender", admite el economista jefe de Caixa Catalunya Xavier Segura. Los datos han sido tan malos que los expertos apuestan de forma unánime porque el segundo trimestre no rebasará al primero en destrucción de empleo ni en retroceso del PIB. La caída, con ser pronunciada, lo será menos que entre enero y marzo. En esa comparación, lo peor parece haber pasado. "Yo suscribiría esa opinión", afirma Segura. "Hemos tocado fondo, se producirá el primer rebote, otra cosa es que la actividad no vuelva a bajar luego", comenta Ángel Laborda, director del gabinete de coyuntura de la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas). "La caída del segundo trimestre será menor", corrobora Carlos Maravall, de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

El Gobierno se equivocó al defender que la economía española no entraría en recesión. Erró de nuevo al vaticinar que no se llegaría a cuatro millones de parados. Y la crudeza de la crisis ha dejado viejas al poco de nacer sus previsiones económicas para 2009. Con estos antecedentes, la cautela ha prendido en las declaraciones de Zapatero. Pero esta vez el vaticinio oficial va bien encaminado: en variación trimestral, es posible que el PIB no vuelva a caer tanto en esta crisis. ¿Es suficiente eso para decir que lo peor ha pasado?

La respuesta que da el mercado laboral es clara: no. Y el Gobierno, pese a sus proclamas, muestra con hechos que tampoco lo cree. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, anunció que habrá un Consejo de Ministros extraordinario sobre empleo el próximo miércoles. Y Zapatero detallará nuevas medidas para incentivar la creación de puestos de trabajo en el debate sobre el estado de la nación.

Pese a los fiascos precedentes, la nueva vicepresidenta económica, Elena Salgado, nada más estrenarse en el cargo, se aventuró a anticipar que no se superarán los cinco millones de parados. Tras la nefasta primera entrega de la Encuesta de Población Activa (EPA), publicada hace una semana, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, eludió mojarse.

Todas las estimaciones de los expertos dan por hecho que la tasa de paro, ahora en el 17%, superará el 20% en 2010, ya muy cerca de los cinco millones de desempleados.

Con esas previsiones, lo que queda por delante es claramente peor: aumentarán el número de hogares con todos sus miembros en paro (más de un millón hasta marzo), el número de personas que llevan más de un año buscando trabajo (casi 200.000 ahora) y habrá más desempleados con el derecho a la prestación o el subsidio agotado (son ya más de 900.000 personas).

Las cuentas públicas sufrirán el impacto: el gasto por prestaciones de desempleo crecerá al mismo ritmo acelerado que baja la recaudación por impuestos. En la Seguridad Social, la merma de cotizaciones sólo acaba de empezar y cuestiona la rotundidad con la que el Gobierno mantiene que no habrá déficit en el sistema de pensiones. A los ayuntamientos y las comunidades autónomas cada vez les costará más pagar a sus proveedores. Y, en paralelo a la destrucción de empleo, la caída del consumo teñirá de rojo las cuentas de las empresas. Además, el reciente desplome del comercio internacional minimiza el aporte del sector exterior.

"La caída del PIB español en esta crisis es inferior a la de otros países avanzados, pero donde nos salimos de la foto es en el mercado laboral", señala Maravall, que opina que los problemas de oferta de crédito empiezan a despejarse, lo que abre la puerta a un segundo trimestre algo menos dañino. "La destrucción de empleo en la industria y la construcción ya no tiene mucho más recorrido y el plan de inversión municipal del Gobierno debería empezar a notarse", añade Segura.

Las dudas del economista jefe de Caixa Catalunya se centran en si la recesión volverá a morder en el sector servicios con la fuerza con la que lo hizo en el primer trimestre. Sobre la evolución del mercado laboral, es pesimista: "Si la fase expansiva se basó en mucha creación de empleo de baja productividad, sobre todo en la construcción, ahora la destrucción es igual de rápida". Y menciona dos aceleradores: la alta tasa de temporalidad, que deja sin protección ante el despido a un tercio de los trabajadores, y que "cuando el mercado laboral español se enfrenta a una crisis, el ajuste sigue haciéndose en cantidad [despidos] y no en precios [salarios]".

Los datos del primer trimestre han vuelto a trastocar los pronósticos. Pero la curva que delimita el perfil de la recesión es similar en todos los modelos: en la evolución trimestral del PIB, el periodo entre enero y marzo es el peor. En la comparación con el mismo periodo del año anterior, el retroceso seguirá intensificándose hasta otoño. Y la mayoría retrasa la recuperación (las primeras tasas positivas) hasta finales de 2010.

Si las previsiones han fallado en anticipar lo que ocurriría unos trimestres después, pedir un vaticinio a dos años vista, cuando las probabilidades de errar se multiplican, suena a ciencia-ficción. La estadística deja entonces paso a la opinión. Pero en lo tocante al futuro próximo de la economía española, las coincidencias entre los expertos son muchas. "La recuperación será lenta, poco dinámica. En España, ni podremos ni es razonable crecer casi al 4%, como antes de la crisis. Lo malo es que para volver a acercarnos al 3%, o sea, a una tasa que genere empleo, se requieren reformas apenas abordadas en la época de bonanza", sintetiza Vicente Pallardó, del Observatorio de Coyuntura Económica Internacional.

La mayor recesión de la democracia

La tasa de paro llegó a superar el 24%, una estadística que habla de la dureza con la que la crisis de 1993, la última que sufrió la economía española, impactó en el empleo. La actual recesión no rebasa aquella nefasta marca ni en el más pesimista de los augurios. Pero en muchos aspectos, el golpe puede llegar a ser mayor: entonces había 16 millones de personas en el mercado laboral; hoy son más de 23 millones. Nunca se superaron los cuatro millones de parados, cosa que sí ocurrió el trimestre pasado. Y, aunque la protección pública ha aumentado, muchos trabajadores enlazaron estos años empleos temporales con periodos de paro, lo que reduce el tiempo de cobro de la prestación. La falta de red familiar de muchos inmigrantes es otro dato preocupante.

En casi todo lo demás, la recesión imperante es ya peor que la de 1993. Sobre todo, después de los últimos datos del PIB (véase gráfico). Ya sea respecto al trimestre anterior (-1,8%) o respecto al mismo periodo del año pasado (-2,9%), esta crisis ya ha ido más lejos que la de 1993 en contracción de la actividad económica. El deterioro de las cuentas públicas, uno de los aspectos críticos de la recesión de los noventa, será también mayor, si se atiende la estimación del Banco de España, que prevé un déficit superior al 8% del PIB.

Es ya la crisis más destructiva de la democracia, que padeció otro breve periodo recesivo en los años ochenta del siglo pasado. Y, si las previsiones se cumplen, será de largo, la más extensa. El PIB dará marcha atrás, al menos, durante dos años (ocho trimestres). Para hallar un periodo de contracción de la actividad económica similar hay que retrotraerse a la Guerra Civil.

Más dudoso es considerar esta crisis la más profunda desde la contienda militar. Las series del Instituto Nacional de Estadística se paran en 1970, pero varios historiadores han reconstruido series más extensas. El trabajo del catedrático Leandro Prados de la Escosura (véase gráfico superior) refleja una caída en la actividad mucho más acentuada a mediados de los cuarenta, cuando las sequías golpearon una economía de posguerra muy debilitada.

El uso de tasas logarítmicas para corregir asimetrías entre las variaciones al alza y a la baja, y la utilización de los datos de 1958 (referencia para la primera contabilidad nacional) como año base hasta 1964, suavizan en la serie de Prados de la Escosura el impacto de la recesión que siguió al plan de estabilización de 1959. Pero el estudio del catedrático Albert Carreras, a partir de datos del Banco de España y referenciado a 1970 (gráfico de la izquierda) sitúan esta crisis, que antecedió al desarrollismo franquista, un escalón más abajo.