"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

martes, 28 de septiembre de 2010

La crisis financiera española






El analista financiero Jonathan Tepper y el catedrático de Estructura Económica de l'Institut Químic de Sarrià, Santiago Niño Becerra analizan la crisis financiera española. Licenciado en Historia Economica por la Universidad de Oxford, Jonathan Tepper es socio y analista de la firma británica Variant Perception, que ha elaborado algunos de los informes más críticos sobre la crisis financiera española.

La crisis dentro de la crisis

Si no encontramos palabras que rompan el silencio y acciones que nos saquen de la parálisis, la crisis será el destino de Occidente. La pasividad y la resignación no son solo consecuencias, sino causas profundas

ALAIN TOURAINE EL PAÍS 26/09/2010


No somos economistas, pero intentamos comprender. Vemos una sucesión de crisis -financiera, presupuestaria, económica, política...-, definidas todas ellas por la incapacidad de los Gobiernos para proponer otras medidas que no sean esas denominadas "de austeridad". Hay, finalmente, una crisis cultural: la incapacidad para definir un nuevo modelo de desarrollo y crecimiento. Cuando sumamos todas estas crisis, que duran ya cuatro años, nos vemos obligados a preguntarnos: ¿existen soluciones o vamos ineluctablemente hacia el precipicio, sobre todo respecto a países como China o Brasil?


El capitalismo es incapaz de autorregularse y el movimiento obrero está muy debilitado
Existen ideas y existen fuerzas. Ahí están la ecología, el feminismo y el respeto a las minorías
Ni los economistas ni los Gobiernos a los que aconsejan han logrado otra cosa que ralentizar la caída. Consideremos, pues, tres crisis: la financiera, la política y la cultural.
2009. La financiera es la que mejor conocemos en su desarrollo, incluida su preparación, a partir de los años noventa, mediante crisis sectoriales o regionales y "burbujas" como la de Internet, o, más tarde, escándalos como el de Enron. Todo esto, junto con el caso Madoff y, sobre todo, el hundimiento del sistema bancario en Londres y Nueva York, en 2008, nos colocó al borde de una situación excepcionalmente grave. Entonces descubrimos la existencia de un segundo sistema financiero que obtiene beneficios de miles de millones de dólares para los directivos de los hedge funds y también para los grandes bancos y sus traders más hábiles. Este segundo sistema financiero no tiene ninguna función económica y solo sirve para permitir que el dinero produzca más dinero. ¿Por qué no hablar aquí de especulación?
Estupor. Después de tantos años de fe en el progreso, de resultados económicos muy positivos y de una multiplicidad sin precedentes de nuevas tecnologías, la economía occidental revela una búsqueda del beneficio a toda costa, una pulsión de latrocinio y corrupción. Gracias al presidente Obama y a los grandes países europeos, se evitó la catástrofe. Pero, desde entonces, la situación no se ha enderezado. Ha sido en Reino Unido donde la catástrofe ha tenido los efectos más destructivos; por eso es también en ese país donde el nuevo Gobierno puede imponer a unos bancos de facto nacionalizados las medidas de control más fuertes.
La izquierda ha perdido el poder en Reino Unido y ha pasado a ser minoritaria en una España abrumada por las consecuencias de la crisis. España había decidido apostar su futuro económico a las cartas del turismo y la construcción, y ha sufrido un choque violento. Su tasa de paro subió hasta el 20% y los españoles le han retirado su confianza a Zapatero, aunque su rechazo hacia el PP de Rajoy es aún más fuerte. Es el ejemplo extremo de una crisis que, como en los demás lugares, no genera propuestas económicas ni sociales nuevas.
Tras la catástrofe de 1929, los estadounidenses llevaron al poder a Franklin D. Roosevelt, que lanzó su new deal. En 1936, Francia recuperó su retraso social con las leyes del Frente Popular. Hoy, silencio, vacío, nada. Los países occidentales no parecen capaces de intervenir sobre su economía. Los economistas responden a menudo que estas críticas no llevan a ningún lado y que las Casandras no hacen sino agravar las cosas. Es falso: Casandra tiene razón, nadie propone una solución.
2010. Las crisis se amplían y se hacen más profundas. En Europa, de forma más visible, pero también en Estados Unidos. El hundimiento de Grecia, evitado en el último momento y después de perder mucho tiempo, ha revelado que la mayoría de los países europeos, incluidos algunos del Este, como Hungría, estaban en plena caída. Su déficit presupuestario resta cualquier realidad al pacto que quería limitarlo al 3% del presupuesto del Estado. La deuda pública se dispara y sabemos que la situación actual implica una reducción del nivel de vida de las próximas generaciones. Ya ni siquiera se habla de "política de recuperación", sino de "rigor" y "austeridad", lo que conduce a muchos Gobiernos a reducir los gastos sociales. Esto se puede ver en Francia, cuyo Gobierno quiere una reforma de las pensiones. El retroceso del trabajo con respecto al capital en el reparto del producto nacional aumenta y acrecienta las desigualdades sociales.
De nuevo, se trata de una crisis política. La ausencia de movilización popular, de grandes debates, incluso de conciencia de lo que está en juego, todo ello revela una impotencia cuya única ventaja es que nos mantiene alejados de efectos, como la llegada de Hitler al poder, de la crisis de 1929. Pero este vacío aparece cada vez más como la causa profunda de la crisis que como su consecuencia. Ante la implosión del capitalismo financiero, los países occidentales son incapaces de enderezar, e incluso de analizar, la situación. Las poblaciones sufren, pero lo que ocurre en la economía permanece al margen de su experiencia vital. La globalización de la economía ha roto los lazos entre economía y sociedades, y las políticas nacionales han perdido casi cualquier sentido. Hasta los movimientos de opinión más originales, como Move on y Viola, se sitúan en un plano más moral que económico y social. La nave de los locos occidentales se hunde en las crisis mundiales, pero la extrema derecha de los tea parties estadounidenses solo quiere la piel de Obama, acusado de ser musulmán, mientras que la extrema izquierda italiana quiere antes que nada la piel de Berlusconi, que merece ciertamente una condena que la oposición de izquierda no es capaz de obtener proponiendo otro programa.
¿Y qué viene después de 2010? Seguimos subestimando la gravedad y el sentido del silencio general. Hay que cambiar de escala temporal para comprender unos fenómenos cuyo aspecto más extraordinario es que nadie parece ser consciente de ellos.
Hay que interrogarse sobre Occidente. Desde mediados de la Edad Media, Occidente creó un modelo diferente a todos los demás, y lo hizo concentrando todos los recursos, conocimientos, poder, dinero e incluso apoyo de la religión en manos de una élite triunfante. Así creó monarquías absolutas poderosas y, luego, el gran capitalismo. Pero al precio de la explotación de todas las categorías de la población, desde los súbditos del rey hasta los asalariados de las empresas, y desde los colonizados hasta las mujeres. Este modelo occidental se basó también en las luchas entre Estados, que terminaron transformándose en guerras mundiales y totalitarismos que ensangrentaron Europa. En el plano social, la evolución fue inversa. Poco a poco, los que estaban dominados se fueron liberando a fuerza de revoluciones políticas y movimientos sociales. Y los países de Occidente conocieron algunas décadas de mejoría de la vida material, de grandes reformas sociales y de una extraordinaria abundancia de ideas y obras de arte. Pero fue un verano corto y Europa se encontró sin proyectos, sin capacidad de movilización y, sobre todo, incapaz de elaborar un nuevo modo de modernización opuesto al que dio forma a su poder, y que no puede reposar sino en la reconstrucción y la reunificación de sociedades polarizadas durante tanto tiempo.
El gran capitalismo acaba de mostrar de nuevo su incapacidad de autorregularse, y el movimiento obrero está muy debilitado. Ya no hay pensamiento en las derechas en el poder. La única gran tendencia de la derecha es la xenofobia; la única gran tendencia de la izquierda es la búsqueda de una vida de consumo sin contratiempos.
No nos dejemos arrastrar a una renuncia general a la acción. Existen fuerzas capaces de enderezar la situación. En el plano económico, la ecología política denuncia nuestra tendencia al suicidio colectivo y nos propone el retorno a los grandes equilibrios entre la naturaleza y la cultura. En el plano social y cultural, el mundo feminista se opone a las contradicciones mortales de un mundo que sigue dominado por los hombres. En el terreno político, la idea novedosa es, más allá del gobierno de la mayoría, la del respeto de las minorías.
Ni nos faltan ideas ni somos incapaces de aplicarlas. Pero estamos atrapados en la trampa de las crisis. ¿Cómo hablar de futuro cuando el suelo se abre a nuestros pies?
Pero nuestra impotencia económica, política y cultural no es consecuencia de la crisis, es su causa general. Y si no tomamos conciencia de esta realidad y si no encontramos las palabras que rompan el silencio, la crisis se profundizará aún más y Occidente perderá sus ventajas. Entonces será demasiado tarde para intentar atenuar una crisis que ya se habrá convertido en destino.
Alain Touraine es sociólogo. Traducción de José Luis Sánchez-Silva.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Deuda viva de los ayuntamientos españoles.

Web del ministerio de economía donde se puede consultar la deuda de los ayuntamientos a fecha 31/12/2009

http://www.meh.es/es-ES/Administracion%20Electronica/OVEELL/Paginas/DeudaViva.aspx

domingo, 19 de septiembre de 2010

La gran crisis de las pensiones (privadas)

El hundimiento de los fondos de capitalización aumenta la presión en favor de los recortes en el sistema público
 
PERE RUSIÑOL MADRID PÚBLICO 19/09/2010


Los fondos privados de pensiones.

Los fondos privados de pensiones.


La crisis de las pensiones ha dejado de ser una hipótesis discutible para dentro de 25 años y se ha convertido en una dolorosa y empírica realidad. Pero no para el sistema público, que en España sigue con holgado superávit, sino para los fondos privados, que se hundieron en todo el mundo con el crash y que ahora luchan por mantener las prestaciones prometidas o incluso por evitar el colapso.

La crisis privada tiene una gran repercusión pública: economistas de amplio espectro desde la crítica Miren Etxezarreta, catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), hasta el liberal Alejandro Inurrieta, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles detectan una relación entre el hundimiento de los fondos privados que manejan en los mercados mundiales 12,7 billones de euros, el equivalente a 12 veces el PIB de España y el 27% del PIB mundial y la renovada presión de los mercados en favor de recortes en los sistemas públicos de pensiones.

La caída de la Bolsa amenaza la viabilidad de las gestoras privadas

La conexión entre los fondos privados y los recortes públicos viene de lejos. A mediados de la década de 1990 ya proliferaron los estudios que auguraban la quiebra de los sistemas públicos de pensiones y exigían recortes inmediatos o privatizar las pensiones. Los lanzaron simultánemente instituciones internacionales, como el Banco Mundial (1994), y los servicios de estudios de las entidades financieras, las principales interesadas en el desarrollo de los fondos privados.

En todos los casos se advertía de que el envejecimiento de la población llevaría a la quiebra del sistema público. En consecuencia, se aconsejaba pasar de un sistema de reparto, en el que todos los trabajadores están obligados a cotizar para pagar las pensiones de los jubilados actuales, a otro de capitalización, en el que cada cual ahorra para su propia pensión futura a través de una entidad bancaria.

El boom' de los 90

31 grandes fondos de EEUU están amenazados de quiebra
Entre 1995 y 2000, coincidiendo con esta primera concatenación de informes, los fondos privados vivieron un auge excepcional: pasaron de gestionar 4,9 billones de euros a 11,5 billones en sólo cinco años. En España, donde la catarata de estudios partió del Círculo de Empresarios y tuvo aportaciones de los servicios de estudios de las principales instituciones financieras, pasaron en el mismo periodo de 13.000 a 38.000 millones de euros.

Entonces, el horizonte de quiebra solía situarse ya en el año 2000, pero el derrumbe no llegó. Al contrario: desde entonces todos los ejercicios de la Seguridad Social se han cerrado con superávit.

Pese a los errores, las instituciones insisten periódicamente con nuevos informes equivalentes. El Círculo de Empresarios, por ejemplo, lanzó el último en junio de 2009, sin mencionar que en 1996 pronosticaba que el sistema público español acumularía hoy un déficit equivalente al 10,74% del PIB cuando en realidad hay una hucha de ahorro que equivale al 6% del PIB.

El boom' de los años 90 se dio tras los informes contra el modelo público

En cambio, la amenaza de quiebra sí planea sobre los fondos privados de capitalización, que, al estar mayoritariamente vinculados a la evolución de la bolsa, se han hundido como consecuencia del colapso financiero de 2008.

"La crisis financiera ha mostrado el punto débil de los fondos privados. Y muchos gobiernos que habían pensado en una privatización parcial se lo han pensado mejor", apunta Vicenç Navarro, catedrático de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Los nuevos nichos de negocio previstos se han cerrado justo cuando eran más necesarios para el sector.

Las cifras son demoledoras: en 2008, los fondos privados en el mundo perdieron el 18,3% de su valor, según Inverco, patronal de la inversión colectiva en España. Y la caída fue generalizada: del 37% en Reino Unido, que sigue por debajo del nivel de 2000, el 27% en Canadá, el 20% en EEUU, el 9% en España...

En España se han evaporado' 2.696 millones sólo en el primer trimestre
En EEUU, que reúne fondos privados cuyo patrimonio supera los siete billones, más de la mitad de los activos mundiales, la crisis ya ha estallado. De forma virulenta y con presencia en los principales medios de comunicación.

Illinois es el Estado más amenazado. Su agujero es tan grande que, según cálculos del economista Joshua Rauh, incluso en el caso de que sus fondos privados lograran retornos del 8% anual una cifra que hoy parece quimérica sólo podría aguantar como mucho hasta 2018.
CalSTRS, el fondo de los profesores de California y séptimo del mundo, tiene un agujero de 43.000 millones. Y, según Rauh, hay un mínimo de 31 Estados en EEUU amenazados de quedarse pronto sin dinero para pagar las pensiones prometidas por su sistema privado de capitalización.

Sólo el 25% cotiza

"Vamos hacia una crisis de proporciones monumentales", ha advertido el economista, que ha calculado que un rescate público para salvar los fondos de pensiones amenazados exigiría al menos un billón de dólares.Rauh estima que en el sistema estadounidense sólo el 25% de los trabajadores cotizan en la Seguridad Social. El resto opta por capitalizar de forma privada su ahorro.

La patronal admite que sólo crecerá si empeora el sistema público

En Europa, la situación no es mucho mejor. El año pasado, al calor de la mejora financiera, se recuperó parte del valor perdido. Pero se multiplican los indicios de que la crisis es muy de fondo.

Un informe de la OCDE del pasado julio, Pension Market in Focus, mostraba "preocupación" por "los resultados a largo plazo" de estos fondos. Y advertía de que deberían lidiar con "nuevos retos", más allá de la crisis: "la retirada de la generación del baby-boom, incertidumbre sobre la fortaleza de la recuperación, la debilidad del mercado de bonos y posibles cambios en la regulación de los mercados financieros".
Los últimos datos en España son también significativos porque el negocio, tras recuperarse en parte en 2009, vuelve a caer en 2010: según Inverco, en el primer trimestre se evaporaron 2.696 millones de euros de los fondos

Y Holanda, una de las potencias europeas del sector, lanzó un SOS la semana pasada: los cinco principales fondos del país incluido ABP, que con un patrimonio de 229.000 millones es el tercero del mundo anunciaron que se ven obligados a recortar las pensiones prometidas a sus jubilados.

"Sus lobbies' presionan ahora muchísimo", dice un experto en Bolsa

El informe de la OCDE se publicó en julio, coincidiendo con el lanzamiento por parte de la Unión Europea de su enésima exigencia para que los Estados miembros aplacen la edad de jubilación, ahora en forma de Libro Verde.

"El escenario que se promueve es el anglosajón, donde se fueron reduciendo las pensiones públicas para hacer inevitable el complemento privado", subraya Etxezarreta. "La crisis de los fondos privados es tan fuerte que sus lobbies presionan ahora muchísimo", recalca Inurrieta.

Sistemas mixtos

Descartada a corto plazo la sustitución de un sistema de reparto por uno de capitalización como reclamaban los papers de los años 90, la industria presiona para avanzar al menos hacia este sistema mixto que apunta Etxezarreta. Lo deja claro el reciente informe de la patronal española, Inverco, El impacto de la crisis económica y financiera en la inversión colectiva y en el ahorro-previsión, elaborado por Analistas Financieros Internacionales.

El informe pide que los trabajadores tengan la opción "de llevarse una parte prefijada de las cotizaciones pagadas al sistema público a un esquema obligatorio de pensiones privadas de capitalización". Y deja muy claro y de forma reiterada que el sector no crecerá mientras el sistema público siga siendo tan bueno: "El que las pensiones públicas sustituyan en porcentajes muy elevados a los salarios previos a la jubilación implica que hay poco margen para la expansión de las pensiones privadas", lamentan sus autores.