Los planteamientos maniqueos tienen un extraño pero profundo atractivo sobre los seres humanos en todos los órdenes de la vida. En demasiadas ocasiones hemos asistido -a lo largo de la historia y en los tiempos presentes- a interesadas manipulaciones de este atractivo, a menudo con resultados empobrecedores. La contraposición entre eficiencia o competitividad, por un lado, y equidad o cohesión social, por otro, es una de las antinomias de moda. Sacralizar la una para legitimar retrocesos en la otra está al orden del día. Y sin duda hay que reconocer que en ocasiones no queda más remedio que elegir y no es fácil. Pero también es cierto que muy a menudo no se saca todo el partido de mecanismos de complementariedad entre ambos razonables objetivos.
De hecho una de las razones por las cuáles algunos países están de forma sistemática en lo alto de indicadores de ambas dimensiones es su capacidad para dotarse de un marco social de actitudes y valores y de un sistema institucional que potencie esas complementariedades. La publicación del último Informe de Competitividad Global del World Economic Forum muestra cómo entre los diez primeros figuran tres países europeos nórdicos sin que sus avanzados estados del bienestar parezcan ser un lastre, ocupando asimismo posiciones en el top ten países como Holanda y, en el número 1, Suiza. “Hacer las cosas bien” y “remar todos en la misma dirección” son logros que se consiguen mejor juntos que separados.
Por ello antes de entrar en debates maniqueos deberíamos valorar -y priorizar- qué configuraciones, políticas o reglas podemos mejorar para sacar partido de esas complementariedades. Por ejemplo, a la hora de valorar el establecimiento de una mínima tasa sobre transacciones financieras internacionales. Sin apriorismos ideológicos se podría constatar cómo el aspecto señalado hace casi 40 años por el premio Nobel James Tobin en términos de ganancias de eficiencia derivadas de un sistema monetario y financiero menos volátil e inestable se ve complementado por una potencial mejora en la equidad si somos capaces -esa es otra- de articular una gestión democrática y transparente, una pieza importante en la gobernanza de la globalización que necesitamos… al menos si no queremos repetir los errores que nos condujeron a la inacabada crisis.
Juan Tugores Ques. Catedrático de Economía de la UB.
5 Octubre, 2010
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