"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

jueves, 26 de noviembre de 2009

El mapa del tiempo. La crisis climática no se puede solucionar del todo.




Por John Gray.


ABCD, 21 de noviembre de 2009 - número: 925


Una atmósfera de irrealidad impregna el debate sobre el cambio climático. Ahora la gente acepta que está teniendo lugar un cambio en el clima del mundo y que dicho cambio ha sido desencadenado por la actividad humana. Muchos científicos han llegado a creer que el cambio en el clima es de una escala mayor (y pudiera ser que más abrupto) de lo que se pensaba hace tan sólo unos años. Parece razonable concluir que la necesidad de una respuesta política eficaz es más urgente que nunca.


A pesar de ello, los gobiernos y la opinión pública parecen estancados en una forma de pensar que prácticamente garantiza que cualquier medida que se tome será ineficaz o contraproducente. Gran parte de la retórica pública tiene un tono extremadamente moralista y produce o bien medidas simbólicas, que tendrán poco o ningún impacto práctico, o exigencias para la reconstrucción de toda la economía global. Hay una desconexión sistemática entre la escala del problema y la respuesta que se le da, y resulta difícil resistirse a la sospecha de que el objetivo real de muchos debates serios es generar un estado de comodidad psicológica en lugar de lograr resultados para el mundo real.

Efecto secundario. Una razón que explica esta situación es la falta de voluntad para enfrentarse a la magnitud del problema. El cambio climático no siempre ha sido provocado por la humanidad (la mayoría de los cambios radicales en el clima de la Historia del planeta tuvieron lugar antes de que existiéramos los seres humanos), pero el cambio actual es un efecto secundario de un fenómeno humano muy poderoso: la industrialización mundial. Las sociedades industriales utilizan combustibles fósiles para cubrir la mayor parte de sus necesidades energéticas, y esta dependencia constituye la base de las emisiones de carbono a la atmósfera. De hecho, el cambio climático es la otra cara de la globalización; a medida que la globalización avanza y se acelera, también lo hace el calentamiento global. Esto no se debe únicamente a que las emisiones tiendan a incrementarse con la globalización, ya que las emisiones son sólo la mitad del problema, si acaso.
La industrialización mundial provoca tanto un rápido crecimiento de la población como la continua destrucción de la biosfera como consecuencia de la agricultura y del uso de biocombustibles. Al dañar la biosfera, estamos debilitando los mecanismos naturales del planeta para regular el clima.


Los próximos veinte años. Se prevé que la población humana global aumentará en cerca de 2.000 millones en los próximos 20 años. Toda esa gente querrá un estilo de vida parecido al que disfruta actualmente la minoría acaudalada del planeta. Llegará un momento en el que el crecimiento de la población se estabilizará y el número de habitantes empezará a descender pero, mientras tanto, aumentarán masivamente las presiones sobre el planeta.


Las soluciones habituales que proponen los gobiernos occidentales, los economistas del desarrollo y los ecologistas se centran en la energía renovable y en el desarrollo sostenible, así como en la redistribución económica entre países ricos y países pobres. Este planteamiento elude los vínculos entre el cambio climático, el avance de la globalización y el incremento de la población humana. Algunos expertos en medio ambiente proponen que se detenga la globalización y se adopte un estilo de vida de baja tecnología basado en la autosuficiencia local, pero una población de 9.000 millones de personas no puede vivir a base de una combinación de granjas orgánicas y turbinas eólicas. Los economistas del desarrollo nos dicen que el problema es el uso de los recursos per cápita, no el exceso de población, pero las necesidades humanas ya están poniendo a prueba las capacidades del planeta y, en cualquier caso, no existe la más remota posibilidad de una redistribución a gran escala de los recursos a escala global.


Fuente de poder. Hay un consenso biempensante en que la economía mundial debería dejar de depender del petróleo. Este consenso no tiene en cuenta el hecho de que, para algunos países -Irán, Rusia o Venezuela, por ejemplo-, las reservas de petróleo son su principal fuente de poder geopolítico. Los economistas neoliberales consideran que, a medida que el petróleo convencional se vuelva más caro, los combustibles alternativos se harán más viables y la crisis climática y energética básicamente se solucionará por sí sola. La pega es que la mayoría de las alternativas, como las arenas de alquitrán, son más contaminantes que el petróleo convencional. Además, incluso si a los países occidentales se les ocurriera una alternativa sistémica a los combustibles fósiles (una idea rocambolesca), se seguiría extrayendo y utilizando petróleo. De acuerdo con esta hipótesis, los países productores de petróleo tendrían un incentivo para extraer sus reservas más rápidamente y evitar tener que venderlas a precios más bajos en el futuro. La crisis medioambiental no se puede resolver simplemente confiando en las fuerzas del mercado.


En realidad, ninguna de las soluciones estándar tiene mucha influencia sobre el problema. La actividad humana ha provocado la oleada actual de cambio climático, pero eso no significa que la acción humana pueda pararla. El planeta no es un reloj al que se le pueda dar cuerda y parar a voluntad. Incluso si todos los seres humanos dejáramos de contaminar la atmósfera mañana mismo, el calentamiento global no se detendría, ya que está integrado en el sistema de la Tierra. Incluso podría acelerarse como consecuencia de una reducción del oscurecimiento mundial (el efecto oscurecedor de los aerosoles en la atmósfera, que parcialmente contrarresta los efectos de calentamiento de los gases de efecto invernadero). Pero esto no significa que no se pueda hacer nada. Todo lo contrario: se pueden hacer muchas cosas para mitigar los efectos del calentamiento global actual y puede que todavía haya alguna posibilidad de ralentizar su avance. Pero las respuestas que probablemente sean más eficaces requieren un pensamiento más realista que el que se ha manifestado hasta la fecha.


El punto de partida del pensamiento realista en este ámbito debe ser la aceptación de que el clima perjudicial no se puede evitar. Deberíamos centrarnos en proteger del daño a la vida civilizada. Los países emergentes requerirán ayuda para adquirir los servicios que todavía les faltan y esto no se puede conseguir sin la voluntad de utilizar tecnologías hacia las que los movimientos ecologistas se muestran tremendamente hostiles. Está claro que hay muchas cosas que la tecnología no puede hacer. Por ejemplo, no puede rejuvenecer los sistemas biológicos dañados (a lo mejor es posible devolver la vida a especies extintas utilizando su ADN, pero no los hábitats en los que proliferaron en su día). No hay ningún remedio tecnológico que pueda resolver por completo la crisis climática y energética del mundo, que es una consecuencia de las exigencias excesivas que la humanidad le ha impuesto al planeta. Aún así, los remedios tecnológicos serán indispensables a la hora de navegar por los rápidos que tenemos por delante; es muy posible que entre las tecnologías que acabarán siendo más útiles se incluyan algunas de las que más se critican.


¿Una vida más natural? Los ecologistas han convencido a la opinión pública (y a muchos políticos) de que los problemas medioambientales se pueden superar si vivimos de una forma más natural. Si este argumento fue verdad en algún momento, ahora ya no lo es. El imperativo primordial es reducir la huella humana en el planeta. Con una población mundial de 9.000 millones de personas, esta necesidad sólo se puede cubrir explotando al máximo las soluciones de la alta tecnología. Tanto la energía nuclear como la comida modificada genéticamente presentan un peligro serio, pero no tenemos el lujo de unas soluciones sin riesgo. Es más que dudoso que los métodos agrícolas tradicionales (orgánicos o de otro tipo) vayan a permitirnos alimentar a la población humana que existirá a mediados de este siglo. El tipo de agricultura intensiva que se ha desarrollado desde la revolución ecológica es un proceso basado en el petróleo (de hecho, la extracción de alimentos del petróleo) que, en sí, fomenta el calentamiento global. Probablemente nuestra única esperanza de limitar un daño adicional al medio ambiente sea utilizar la energía nuclear y los alimentos genéticamente modificados que, a pesar de todos sus peligros, no conllevan la destrucción de la biosfera.


Hay una paradoja en esto que el pensamiento convencional no alcanza a ver. El origen de la crisis medioambiental es la disyunción entre el crecimiento industrial exponencial y los recursos naturales del planeta. Por una pura cuestión de matemáticas, el crecimiento de la población humana, la producción y el consumo no pueden seguir así siempre; estamos destinados a chocar con las limitaciones de una escasez cada vez mayor de recursos, como el petróleo, el agua potable o los terrenos arables. De hecho, es probable que no nos quede mucho para llegar a los límites de estas restricciones. Nuestro actual sistema económico, que está basado en el crecimiento exponencial, es claramente insostenible.


Al mismo tiempo, no podemos salir de este aprieto adoptando un crecimiento lento o nulo. En China, el crecimiento constante es una condición previa para la estabilidad política: si los cientos de millones de personas que se están incorporando al mercado laboral no encuentran el empleo que necesitan, la consecuencia será el descontento social. Lo mismo se puede decir de otros países emergentes e incluso de las sociedades más avanzadas del mundo. Tengan o no una forma democrática, la mayoría de los gobiernos ahora dependen del consenso popular para su supervivencia, y este consenso no se alcanzará en circunstancias en las que el crecimiento sea estático (o negativo) durante periodos prolongados.


Peligrosa estrategia. Actualmente, los gobiernos se están viendo obligados a estimular el crecimiento para escapar del impacto deflacionario de la crisis financiera. En cierto sentido, ésta es una estrategia peligrosa. Si nos adelantamos sólo un poco en el tiempo, podemos prever que volverán los elevados precios de los productos básicos de hace unos años. Cualquier reanudación del crecimiento económico también desencadenará tensiones geopolíticas. La competencia cada vez más intensa por el patrimonio mundial restante de recursos naturales acompañará con toda seguridad a la recuperación económica. También podemos afirmar que, a medida que el casquete polar ártico se derrita como consecuencia del calentamiento global, esa región se convertirá en una zona de conflictos cada vez más intensos.
No obstante, reactivar el crecimiento es una parte necesaria de cualquier respuesta adecuada al cambio climático. Se ha hablado mucho del «crecimiento verde» (refiriéndose a las energías renovables y cosas por el estilo). No cabe duda de que las energías alternativas deberían formar parte de nuestra respuesta. La energía solar parece especialmente prometedora; está claro que la energía nuclear, aunque en mi opinión es esencial, no es la panacea. Lo que cualquier reactivación del crecimiento debe incluir, como su componente más importante, es la investigación y el desarrollo de tecnologías que puedan cubrir las necesidades humanas al tiempo que limitan el impacto humano en el planeta. Puede que las granjas verticales que se están desarrollando actualmente en Estados Unidos, por ejemplo, no satisfagan las sensibilidades estéticas urbanas, pero si permiten que el terreno vuelva a hacerse agreste, estos rascacielos agrícolas podrían terminar valiendo la pena.


Mentalidad de negación. Se podría afirmar que una solución de alta tecnología para la crisis medioambiental no requiere un uso intensivo de mano de obra y, por tanto, no cubriría las necesidades del mercado de trabajo mundial. Pero si no se puede frenar el cambio climático, habrá mucho que hacer para combatir sus efectos. El nivel del mar aumentará y habrá que reforzar las defensas costeras. Habrá que crear senderos para la fauna y la flora, como en Holanda, y en algunos casos habrá que devolver tierra al mar. La vida en las ciudades tendrá que regenerarse y consumir menos energía. Los refugiados por causas medioambientales (que podrían ser muchos millones) necesitarán ayuda. Éstas son tareas enormes que requerirán todos nuestros recursos humanos. No hay razón por la que un gran número de gente deba seguir desempleada.


El principal obstáculo para una política eficaz es una mentalidad constante de negación. Hay profundos reparos para aceptar la idea de que la crisis climática no se puede solucionar del todo y afrontar el hecho de que, hagamos lo que hagamos, el calentamiento mundial persistirá. Pero estas conclusiones son la consecuencia inevitable tanto del mejor conocimiento científico disponible como de cualquier valoración realista de la política mundial. Las dificultades a las que nos enfrentaremos en las próximas décadas serán enormes y en algunos contextos, posiblemente inextricables. Lo sobrellevaremos mejor si dejamos de lado la mentalidad irrealista y utilizamos nuestra creatividad tecnológica para sobrevivir a una crisis que ya no se puede evitar. Si limitamos nuestros objetivos, puede incluso que acabemos viviendo más felices.


martes, 24 de noviembre de 2009

En el peor escenario, la temperatura podría subir seis grados este siglo



Aún hay vida en Copenhague 

Los expertos sostienen que se mantendrá la lucha contra el CO2 aunque no haya un pacto completo en Dinamarca - La UE, China y EE UU quieren alejarse del petróleo
RAFAEL MÉNDEZ - EL PAÍS  - 22/11/2009

La cumbre del clima de Copenhague está condenada y ya es seguro que de allí no saldrá el tratado vinculante contra el cambio climático para sustituir al Protocolo de Kioto. Sólo habrá un acuerdo político. Esto no era lo que los 192 países de la ONU acordaron en Bali en 2007, así que es legítimo considerar que la cumbre es un fracaso, pues no ha cumplido lo previsto. Y sin embargo, la lucha contra el cambio climático parece que seguirá más allá. Sobre todo por las ventajas que tiene para la UE, EE UU y China alejarse de los combustibles fósiles y ahorrar energía, con lo que mejorarán su independencia energética, según los expertos consultados. ¿Un fiasco rotundo, pues? No tan rápido.


"Estamos mucho mejor que hace dos años", asegura Teresa Ribera

En el peor escenario, la temperatura podría subir seis grados este siglo

Pedro Linares, profesor de Organización Industrial de la Universidad Pontificia Comillas y miembro del Instituto de Investigación Tecnológica, afirma que el avance hacia una economía baja en carbono no se parará del todo si en Copenhague no hay un tratado: "China, EE UU y la UE van a reducir sus emisiones porque les interesa por el objetivo ambiental, pero también por otros motivos, como la seguridad de suministro o la contaminación de las ciudades en China. Si reduces los gases de efecto invernadero mejoras también en esos aspectos".

La UE considera que cada vez que un europeo sube el termostato de la calefacción los euros se escapan hacia Rusia o Argelia a través de los gasoductos. Y que cada kilovatio producido con energía eólica o cada aislamiento térmico reduce ese escape con la dependencia energética que conlleva y le impulsa en la carrera de las renovables.

La secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, pone un ejemplo: "La industria del automóvil de EE UU cayó porque ofrecía algo que no era viable, unos coches que consumían demasiado". La industria europea y asiática, menos contaminante, resistió mejor a la subida del petróleo precisamente por tener exigencias legales de eficiencia mucho mayores. Aunque en EE UU el debate aún gira sobre el coste de llenar el depósito, la Administración también ha tomado nota.

La subida del precio del petróleo antes de la crisis fue un aviso de lo que está por venir. El economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, explicó hace dos semanas que "la era del petróleo barato se ha acabado". "Tardará un par de años hasta que la demanda se recupere, pero volverá a los 100 dólares", agregaba. Aunque el alto precio del petróleo es una muy mala noticia para los ministros de economía, es buena para los coches eléctricos, la energía eólica, el ahorro y la eficiencia.

Birol sostiene que, incluso si se consiguen reducir las emisiones, los yacimientos actuales no bastan: "Tenemos que descubrir reservas equivalentes a cuatro arabias saudíes antes de 2020 para mantener el consumo, pero la inversión en nuevas perforaciones ha caído un 19% en un año". Gas hay más, pero Rusia e Irán acumulan un 40% de las reservas, según la AIE. Más motivos para combatir el CO2.

Ribera reclama un poco de perspectiva: "En la angustia del momento todo se ve negro. Pero hace sólo un par de años estábamos mucho más lejos del acuerdo que ahora". Hace sólo dos años, George W. Bush estaba en la Casa Blanca y se negaba a firmar cualquier acuerdo internacional. Hoy, el Senado de EE UU tramita una ley que recorta las emisiones entre un 17% y un 20% en 2020 respecto a 2005, lo que supone en ese periodo de tiempo un recorte mayor que el europeo (aunque sería menor si se toma el periodo 1990-2020, el preferido en Europa). El presidente de EE UU, Barack Obama, ha pedido un año más de tiempo para firmar un tratado internacional.

Hace dos años, China y el resto de economías emergentes (India, Brasil, México...) se negaban a limitar sus emisiones. Hoy, China aún no ha anunciado su compromiso de emisiones, pero tiene un plan de eficiencia energética que, según Birol, "reducirá más las emisiones que el paquete de la UE contra el cambio climático". El secretario de la Convención contra el Cambio Climático de la ONU, Yvo de Boer, ha afirmado que "China está en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático" y aspira a inundar el mundo con sus aerogeneradores y sus paneles solares. A lo que se opone, y eso sí que es grave para la negociación, es a que la ONU audite sus emisiones, porque con ellas se puede conocer toda su política económica.

Brasil anunció el jueves pasado que emitirá en 2020 un 36% menos de lo que emitiría de seguir la tendencia actual, algo que conseguirá principalmente frenando la deforestación en la Amazonia, lo que tendrá efectos positivos en la biodiversidad. El mismo día, Rusia proclamó un recorte de emisiones de entre un 20% y un 25% en 2020 respecto a 1990. En realidad, no le será difícil alcanzarlo, porque ahora emite un 40% menos debido al cierre de las ineficientes fábricas soviéticas, pero aún así es más del rango del 10% al 15%, su objetivo hasta ahora.

Todos estos números están en muchos casos condicionados a que haya un acuerdo internacional y financiación de los países ricos. Quizá sean sólo buenas intenciones. Pero si se suman los esfuerzos anunciados (o en tramitación como el de EE UU), la temperatura subiría unos 2,8 grados centígrados a final de siglo, según el cálculo del Sustainability Institute, un organismo en el que colabora el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Eso sigue lejos de los dos grados de aumento de la temperatura del planeta que el G-8 se puso como objetivo, pero no son los seis que pronostica la AIE de seguir la tendencia actual. Aun así, según la Agencia de Meteorología del Reino Unido, una subida de cuatro grados causaría migraciones forzosas de millones de personas, inundaciones en las costas por la subida del nivel del mar y problemas de abastecimiento por el deshielo de glaciares en Asia.

Entre la necesidad ambiental y energética, Ribera sostiene que la revolución "ya no hay quien lo pare". "El Deutsche Bank ha comenzado a medir el riesgo de invertir en un país en función de su apuesta por el cambio de modelo energético. Puede que en Copenhague no tengamos todos los detalles del acuerdo, pero la tendencia y la dirección están claras. Y los inversores y los sistemas financieros necesitan esas directrices".

El domingo pasado, Obama y el presidente chino, Hu Jintao, admitieron que no habría un acuerdo vinculante en diciembre. Pero dos días después, ante la depresión que generaron sus palabras, el presidente estadounidense dijo que sí quería un acuerdo político y que su país estaba comprometido. El Gobierno danés cree probable que Obama acuda a la cumbre. Como lo harán Gordon Brown, Merkel, Sarkozy y la mayoría de jefes de Gobierno de la UE. Zapatero lo tiene en su agenda. Es poco previsible que vayan allí para firmar un papel vacío.

Elliot Diringer, vicepresidente de Estrategias Internacionales del Centro Pew para el Cambio Climático, un influyente grupo de expertos, dice que EE UU "no asumirá un objetivo concreto de reducción de emisiones, pero sí puede aceptar una declaración de intenciones con un rango de recorte". Si va más allá, añade, el Senado se lo podría tomar como una injerencia de la ONU intolerable.

Obama no quiere repetir lo que le ocurrió a Clinton, que firmó Kioto y luego el Senado se negó a ratificarlo. Obama irá al revés. Primero la ley y luego el acuerdo internacional. Diringer, que ya pronosticó en septiembre que de Copenhague sólo se debía esperar un acuerdo político, señala otras prioridades: "Sería más importante aclarar ahora la arquitectura del acuerdo y si va a haber un sistema transparente".

El negociador de la UE en las conversaciones del clima de Barcelona, el sueco Anders Tureson, explicó que Copenhague buscaba "sentar los cimientos de una nueva revolución industrial". Birol defiende que para conseguir el objetivo de los dos grados de aumento en sólo 10 años un 40% de los coches que se vendan en el mundo deben ser híbridos, eléctricos o híbridos enchufables. En el sector energético, la transformación necesaria es igual de gigantesca.

Por supuesto que sin un acuerdo internacional con sanciones -las que hacen que España esté gastando millones en el Este de Europa para poder emitir más dentro de Kioto- y ambicioso muchos países no cumplirían lo anunciado, pero los expertos creen que aún se puede llegar al pacto en 2010. O quizá es que el secreto de la satisfacción es rebajar las expectativas lo suficiente.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El campo se arruina, movilízate.


Miles de agricultores se manifiestan en Madrid por "la ruina del campo español"

Convocados por organizaciones agrarias, vuelven a pedir medidas urgentes para subir los precios, como ya hicieron durante el paro de ayer.




LA VANGUARDIA, 21/11/2009 
Madrid. (EFE).- Miles de agricultores500.000 según las organizaciones agrarias Asaja,Coag y UPA convocantes de la movilización, y unas 12.500 personas según el cómputo efectuado por la empresa Lynce para la Agencia EFE se manifestaron hoy en Madrid para demandar medidas urgentes frente a la que han calificado como la mayor crisis conocida del campo español.
La protesta, a la que se han sumado Cooperativas Agroalimentarias y numerosas asociaciones, reúne a agricultores y ganaderos de toda Españabajo el lema El campo se arruina, movilízate.

En el transcurso de la manifestación, que ha discurrido sin incidentes y en la que había tractores se han entonado reiteradamente gritos de "Zapatero dimisión".

Los agricultores han portado diversas pancartas en las que, entre otros lemas, señalan "Mañana Zapatero, ¿qué le echamos al puchero?", "Espinosa por la agricultura no se moja" y "SOS. El campo se muere. Políticos, en vuestras manos estamos".

Estaba previsto que las organizaciones agrarias COAG y UPA se reunieran  con representantes del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) al término de la manifestación, sin embargo, las propias organizaciones confirmaron su ausencia a la reunión al comprobar que a ella no asistiría la ministra Elena Espinosa.

Fuentes de las organizaciones agrarias han señalado que, "sin despreciar a nadie", han entendido que si la ministra Espinosa no está presente, los convocantes no deben acudir al encuentro". El MARM, por su parte, está realizando la rueda de prensa prevista al finalizar la manifestación. Miles de agricultores, 500.000 según los convocantes, se han manifestado hoy en Madrid para demandar medidas urgentes frente a lo que han calificado como "la mayor crisis conocida del campo español".

En cuanto al devenir de la marcha, el presidente de Cooperativas Agroalimentarias, Fernando Marcén, ha reclamado en la cabecera de la manifestación que se considere "el sector a la altura que se merece" y que se tenga en cuenta la situación crítica que está padeciendo.

Ha pedido a las Administraciones que tengan en cuenta que las cooperativas son una red empresarial que da trabajo en todo el territorio rural y ha señalado que tienen que "seguir adelante" y que si no se toma en serio al sector no va a haber modo de hacerlo.

Por su parte, el presidente de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja), Pedro Barato, ha solicitado al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que se tome en serio un sector tan importante como el agrario y que le ayude económicamente "tal y como lo ha hecho con el del automóvil y la banca".

Ha planteado, además, que se cree una ley de márgenes comerciales para evitar los abusos que se están cometiendo en la formación de precios.

El secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Miguel López, ha calificado la crisis que atraviesa el campo como una cuestión de Estado, por lo que ha indicado que esperan una respuesta del presidente del Gobierno y de todos los grupos políticos.

El secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), Lorenzo Ramos, ha considerado la manifestación de éxito rotundo, lo que demuestra en su opinión que el sector está ilusionado por continuar con su futuro y pelear por la agricultura para salir adelante.

Ha resaltado que la situación es insostenible y que hace falta que se ponga en marcha mecanismos que garanticen que se cobra lo que "nos ha costado producir".

Más de 600 productores catalanes 
Más de 600 productores catalanes han participado en la manifestación agraria celebrada en Madrid para pedir soluciones de futuro que garanticen la continuidad de sus explotación ante la crisis que sufre el sector.

Según ha informado un portavoz de la organización Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Catalunya (JARC), en esta protesta agraria, la más importante de los últimos 25 años, se ha reclamado que los precios de los alimentos que producen cubran los costes de producción, y que se reduzca la diferencia entre lo que se paga al productor y lo que le cuesta al consumidor.

Josep Maria Jové, presidente de JARC, ha explicado que ha habido tanta gente en esta manifestación que sido imposible que todos los agricultores catalanes que han viajado hasta Madrid pudieran manifestarse juntos.

Los manifestantes catalanes han viajado en ocho autocares que han salidos de diversos puntos de Lleida y de Tarragona, en tren y desde los aeropuertos de Girona y Barcelona, de donde han salido varios grupos de agricultores.

Ayer viernes los agricultores catalanes ya llevaron a cabo diversas acciones de protesta contra esta situación entre las que destacan el reparto entre los ciudadanos de Lleida de 1.500 kilos de fruta, 1.500 kilos de cebollas, 240 litros de leche y 500 kilos de almendras ecológicos.

Casi la mitad de los adultos catalanes serán jubilados en 2020. La Cataluña del futuro.



Habrá un crecimiento lento, la población envejecerá y se distribuirá por el territorio  |  Aumentará la demanda de residencias porque sube el número de mayores de 85 años   |  Harán falta más escuelas porque crece la población escolar, de 0 a 15 años

JOSEP PLAYÀ MASET | LA VANGUARDIA, Barcelona | 22/11/2009 
Catalunya seguirá siendo un país pequeño porque el espectacular crecimiento que ha tenido en los últimos años no se repetirá. En el año 2012 habrá llegado a los ocho millones de habitantes y en el 2040 no habrá alcanzado aún los nueve millones. Será además unapoblación muy envejecida. Habrá nada menos que 2,3 millones de personas con más de 65 años (26,6% del total). Si ahora por cada cien personas en edad de trabajar hay 24 jubilados, en ese horizonte de tres décadas se prevé que puedan ser 45, un dato que con ser preocupante no lo es más que en el resto de España o de Europa.
Es la tercera vez que el Institut d´Estadística de Catalunya (Idescat) elabora unas proyecciones demográficas, con carácter quinquenal, que incluyen información sobre los efectivos, tanto activos como en edad escolar, y su distribución por el territorio. A partir de tres variables, fecundidad, esperanza de vida y migraciones, se determinan tres hipótesis de crecimiento (alta, media y baja), aunque aquí se hará referencia sólo a la que se considera como media. Las Projeccions de població 2021-2041 (base 2008), dadas a conocer esta semana, reflejan un crecimiento moderado, debido a la fuerte disminución de las entradas de inmigrantes.


El año 2008 ya refleja una caída de las entradas desde el exterior como consecuencia de lacrisis que se mantendrá hasta el 2010. A partir de entonces se recuperarán las entradas y a partir del 2013 se podría estabilizar en un saldo neto de 41.000 personas (lejos de los 130.000 de hace tres años), al menos hasta el 2021. "En las proyecciones del Idescat - dice el documento-se ha previsto que el saldo migratorio continuará siendo positivo, de acuerdo con los análisis de los expertos de las Naciones Unidas, que prevén que se mantenga el flujo neto de migración hacia los países desarrollados, no sólo por las diferencias de nivel de vida entre los países pobres y ricos, sino porque en los próximos años se acelerará el envejecimiento de los países desarrollados y, en particular, el déficit de población en edad laboral". En ese punto los expertos del Instituto Nacional de Estadística (INE) hacen unas hipótesis más pesimistas. Prevén menos llegadas y más salidas, de tal modo que llegan a vaticinar un saldo migratorio negativo en comunidades como la catalana.


Mireia Farré, responsable de las proyecciones junto a Josep Anton Sánchez, recuerda que "la pirámide de la población catalana va envejeciendo, mientras que Por el contrario, el movimiento natural irá a la baja. Descenderá el número de nacimientos y crecerán las defunciones. Y, sin embargo, se prevé que la población en edad escolar, de 0 a 15 años, crecerá por efecto de la reagrupación familiar de los inmigrantes y el aumento de las parejas jóvenes en edad de tener hijos. Y una de las consecuencias sociales más llamativas es que harán falta más escuelas, especialmente en las comarcas de Girona y Tarragona, donde más crecerá la población.


En el lado opuesto, el aumento sostenido de la esperanza de vida contribuye a aumentar el contingente de más de 80 años que podría alcanzar los 450.000 habitantes en el 2012, lo que representa un aumento del 34% respecto al 2008. "Dado que a esa edad las tasas de dependencia son muy elevadas, eso significa una demanda de más residencias, especialmente en el ámbito metropolitano de Barcelona donde se produce el mayor crecimiento", señala Mireia Farré.


La población crecerá en los siete ámbitos territoriales, aunque con diferencias sustanciales. El territorio con un crecimiento menor es el del ámbito metropolitano, que incluso registrará un leve descenso en Barcelona y un estancamiento en el resto del Barcelonès. Los mayores crecimientos se darán en el segundo anillo, formado por las comarcas centrales y las de Tarragona y Girona. La comarca con mayor crecimiento será el Alt Penedès (19,9%) y la más regresiva, la Terra Alta (-4,7%).



La década prodigiosa

Las predicciones del 2000 no adivinaron el gran crecimiento de la inmigración
En el año 2000 se hizo la primera prospección demográfica para el año 2010. Entonces aún era válido el eslogan "Som sis milions" y la previsión indicaba un crecimiento moderado que permitiría llegar a los 6,4 millones de habitantes en diez años. Había otras hipótesis, pero la horquilla oscilaba entre los 6,2 y los 6,55 millones de habitantes. La predicción falló estrepitosamente porque a 1 de enero del 2008 se había llegado ya a los 7,24 millones de habitantes. El crecimiento no ha sido de 369.000 habitantes, sino de 1.242.000, una desviación tres veces superior a la prevista.
¿Por qué falló la predicción del Institut d´Estadística de Catalunya? El cálculo se basó en tres factores: una recuperación de la tasa de fecundidad (pasaría de 1,18 hijos por mujer a 1,7); un aumento de la esperanza de vida (llegaría a los 77,7 años para los hombres y 84,7 para las mujeres) y un aumento de la inmigración extranjera (se consideraba una migración neta de 14.000 personas al año). La primera hipótesis se cumplió parcialmente, ya que en el 2007 sólo se había llegado a una media de 1,46 hijos por mujer y se prevé alcanzar la cifra de 1,73 a partir del 2035. Por ese lado, la población actual hubiese sido incluso menor. En lo que se refiere a la esperanza de vida, se han cumplido escrupulosamente las expectativas. En el 2007 era de 78,2 años para los hombres - se quedaron cortos-y 84,6 para las mujeres.


El error fue no prever la llegada masiva de inmigrantes. La confluencia de las regularizaciones, el anuncio de la exigencia de visados a colombianos, ecuatorianos y bolivianos y la crisis en el Este europeo provocaron una avalancha en las fronteras españolas. Sólo entre el 1 de enero del 2002 y el 31 de diciembre del 2007 hubo un crecimiento migratorio en Catalunya de 735.000 habitantes, a razón de 122.000 de media anual. Muy por encima de los 14.000 previstos. Este crecimiento fue el resultado exclusivo de la inmigración exterior, ya que el saldo migratorio con el resto de España fue incluso negativo (se perdieron 5.000 habitantes anuales).


La tercera gran oleada inmigratoria en Catalunya permitió pasar de los 141.646 extranjeros que había en 1999 (2,3% de la población) a los 1,1 millones del 2008 (15% del total). Es lo que Anna Cabré y Andreu Domingo, del Centre d´Estudis Demogràfics de la Universitat Autònoma de Barcelona, han denominado "la década prodigiosa". Un boom que tenía precedentes en los periodos 1900-1930 y 1951-1975, aunque entonces se trató de una inmigración procedente del sur de España.





Unos 13.000 inmigrantes han retornado con ayudas en el último año

Los planes de retorno tienen éxito entre los latinoamericanos y han fracasado con los musulmanes
Esta semana se cumplía un año de la puesta en marcha del Programa de Retorno Voluntario de Trabajadores Extranjeros no Comunitarios y el ministro de Trabajo,Celestino Corbacho, hizo balance: desde su entrada en vigor se han registrado 8.724 solicitudes, fundamentalmente en la Comunidad de Madrid (1.857), Catalunya (1.432) y Comunidad Valenciana (1.234). El programa está diseñado para trabajadores extracomunitarios que se van al paro y piden percibir su prestación contributiva a través del abono acumulado, con vistas a regresar a su país de origen y reiniciar allí sus proyectos de vida. Junto a los trabajadores desempleados, también se han beneficiado del plan 1.581 familiares. La cuantía media de las prestaciones asciende a 9.148 euros. Se han acogido en torno al 10% de la potencial población beneficiaria, lo que es considerado "un buen resultado", según fuentes ministeriales.
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A FONDO
Inmigración
Los países latinoamericanos son los principales receptores de esos inmigrantes. DestacanEcuador (44%) y Colombia (18%); y a cierta distancia, Argentina (9,7%), Perú (8,6%), Brasil(5,3%), Chile (4,1%) y Uruguay (3,6%). El programa no ha tenido ningún eco entre la comunidad musulmana, lo que no sólo indica su nula intención de regresar, sino también sus dificultades para tener una relación fluida con las administraciones. Anna Cabré y Andreu Domingo, en un artículo en la revista L´Avenç, afirmaban "que si nos fijamos en lo que sucedió en Europa con la crisis de mediados de los 70, deberíamos convenir que en épocas de crisis sólo retornan quienes tienen un espacio social para hacerlo". En su opinión, la mayoría de inmigrantes optará por quedarse e incluso, como sucedió con los marroquíes o los turcos en Francia, Alemania o Bélgica, "pueden reagruparse con más intensidad".


Otro Plan de Retorno Social, que financia la Secretaría de Estado de Inmigración y gestionan ONG, destinado a personas que carecen de medios económicos, ha atendido este año a 3.160 personas. Bolivia es el país al que han viajado más personas (805), seguido de Argentina (504) y Brasil (413). En total, más de 13.000 inmigrantes han podido retornar gracias a los distintos planes.



domingo, 22 de noviembre de 2009 Tendencias | página nº 36
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