"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

lunes, 22 de diciembre de 2008

El voto del consumo. Consumo responsable y comercio justo

JOSEP MARIA MONTANER EL PAÍS, 18/12/2008

Aceptando las críticas al consumismo indiscriminado; a la desigualdad de oportunidades, especialmente en tiempos de crisis y paro, y a un despilfarro que ocasiona el agotamiento de los recursos, y sin olvidar que en el mundo poco más del 20% de sus habitantes tiene acceso al consumo, los que concentran el 80% de la riqueza, y que casi el 20% de los catalanes viven por debajo del umbral de la pobreza, hemos de reconocer, sin embargo, que estamos dentro de la sociedad del consumo y que hemos de superar ciertos prejuicios anticonsumo.

Consumir para cubrir nuestras necesidades, especialmente en la esfera de la labor doméstica, nos caracteriza como sujetos contemporáneos y nos permite ciertos márgenes de elección: en cada opción que tomamos -dónde compramos, qué, envuelto cómo- estamos, en cierta manera, votando. Somos lo que comemos y lo que consumimos. Elegimos marcas, tiendas y envoltorios; y dichas tendencias pueden determinar las direcciones hacia las que deberán ir las empresas con sus productos.

Con cada compra votamos a favor de ciertos modos de vida y en contra de productos, envoltorios y empresas que rechazamos

Por ello, ciertas posibilidades son cada vez más emergentes, como el comercio justo, que consolida un tipo de consumo responsable en el que se garantiza que lo que compramos se ha cultivado y transportado con garantías para sus productores, que no están explotados, hay menos intermediarios y no se utiliza ni un exceso de fertilizantes ni pesticidas contaminantes.

En nuestro consumo podemos elegir la calidad y la procedencia, favoreciendo el comercio local:comprando en tiendas, mercados y ferias artesanas, en vez de ir a los grandes almacenes o a los centros comerciales. Reforzar el pequeño comercio beneficia la vida y la actividad del barrio. Y en los últimos 20 años en Cataluña ha aumentado cuantitativamente el porcentaje de personas que compran en el propio barrio. Consumir productos locales implica ahorro de energía y de infraestructuras, contra el despilfarro de transporte que tanto negocio da a los intermediarios y tanto perjudica al territorio y al paisaje.

Podemos informarnos de qué consecuencias tiene en el entorno lo que consumimos:

  • procedencia,
  • transporte,
  • energía utilizada,
  • residuos generados,
  • posibilidades de reciclaje.

Por lo tanto, podemos tener en cuenta la actitud ética de las empresas:

  • si indican claramente la procedenciay los componentes de sus productos,
  • si respetan los derechos de sus trabajadores,
  • si en sus métodos de producción ahorran recursos y respetan el medio ambiente.

En este sentido, las campañas de sindicatos, organizaciones de consumidores y ONG contra las industrias que amenazan con despidos, que recurren a la explotación infantil o que engañan a los consumidores, han tenido cierta repercusión.

También podemos tener en cuenta la actitud de los bancos a los que recurrimos: si otorgan microcréditos; si fomentan obra social y cultural allí donde se implantan; si evitan entrar en inversiones basura y de alto riesgo. Este voto del consumidor puede penalizar a los que no tienen ética en lo que producen, cómo lo producen y cómo tratan a sus trabajadores. Los que no tienen escrúpulos -recordemos casos como Enron, Lehman Brothers y Madoff-, acaban hundiéndose, aunque sus capitanes salten impunemente.

Una compra sostenible se corresponde con un consumo inteligente: busca durabilidad y eficiencia, menos impacto ambiental y más beneficios sociales. Si los usuarios exigen electrodomésticos, automóviles y viviendas que ahorren energía, el mercado deberá ofrecer estos productos. En esta dirección, la Diputación de Barcelona editó en 2007 el Manual Procura+, una guía para la compra sostenible por parte de los entes públicos.

Son las necesidades de miles de compradores las que pueden generar nuevos bienes, como los sacos de cemento de 20 kilos que las empresas cementeras brasileñas comercializaron para poder ser transportado por las mujeres, que son el pilar sobre el que se basa la autoconstrucción de viviendas.

Poco a poco, ciertas actitudes que podían parecer testimoniales pueden llegar a tener peso, como la red Slow food, de raíz italiana; el local food norteamericano, y la alimentación procedente de la agricultura orgánica. O como rechazar bolsas y botellas de plástico, tretrabricks y latas, difícilmente reciclables, y usar botellas de cristal y nuestras propias bolsas de tela.

El consumo tiene esta cara positiva: como dirían los existencialistas, en cada compra estamos primando unas empresas, un tipo de comercio, ciertos productos y empaquetados; en definitiva, estamos votando a favor de ciertos modos de vida y de consumo y en contra de aquellos productos, envoltorios o empresas que rechazamos. Superando el puritanismo anticonsumista, que en otros tiempos negó la posibilidad del ornamento fruto del trabajo artesanal y que pretende negarnos el placer de comprar o de vestir a la moda, podemos ser consumidores responsables y solidarios, en una nueva era de postconsumo en que seamos conscientes de las repercusiones en cadena que cada elección comporta.

Josep Maria Montaner es arquitecto.

Las ciudades y los vecinos frente a la crisis


Los efectos de la catástrofe financiera se perciben sobre todo a nivel local. En España, los municipios sólo gestionan un 15% del gasto público, frente al 24% de la media comunitaria. Así que, bienvenidas las ayudas

Están ya lejos las alegrías del 'boom' inmobiliario, que permitió disfrazar y atenuar las penurias

JOAN SUBIRATS EL PAÍS, 18/12/2008

La crisis golpea en todas partes, pero se deja notar con mayor fuerza en las ciudades, en esas tramas urbanas que han crecido con fuerza en los últimos años en España. Y en ese escenario cuenta cada vez más la capacidad de las comunidades locales para afrontar los problemas de la crisis cotidiana, con todos sus matices y recovecos. Los protagonistas de las cumbres de Washington o Bruselas sobrevuelan los problemas. Los alcaldes y los vecinos se los encuentran cada día cara a cara. No es lo mismo hablar de la crisis que padecerla cotidianamente al pagar el billete de metro, afrontar la factura del gas o del agua, o devanarse los sesos pensando cómo seguir pagando la hipoteca. Los precios y tasas de los servicios públicos y sus mecanismos de actualización se fijaron en momentos muy distintos de los actuales. Y las perspectivas de aumento en algunas ciudades superan el 3% o el 4%. La tarjeta más usada en el transporte público de la conurbación metropolitana de Barcelona subió hace unos días más del 7%.

Por otro lado, la noticia de la reducción de la inflación y del índice de precios al consumo, aparentemente favorable para ese concepto impersonal que es la economía, ha provocado que la actualización automática de las pensiones (que se fija a partir de la variación del IPC interanual de cada mes de noviembre, este año un 2,4%) provoque una reducción drástica de las expectativas de contar con un poco más de recursos para los millones de personas que sólo tienen acceso a las pensiones más bajas. Para una viuda de más de 65 años, el aumento será sólo de 33 euros. Personas situadas en la escala más baja de prestaciones sociales no notarán para nada la reducción del IPC, basado esencialmente en la rebaja del precio del petróleo, y en cambio cada 10 céntimos de subida en los bienes básicos como alimentación, textil, vivienda o servicios esenciales como agua o transporte suponen un verdadero terremoto en sus frágiles economías. Y en esos aspectos la tendencia de los precios ha sido al alza (6,6% de aumento en los gastos asociados al hogar, un 3,2% en la alimentación). ¿Quiénes van a salir peor librados de esos ajustes? Está claro que van a ser los pensionistas, en especial las viudas, y los jóvenes, abrumadoramente precarios de trabajo discontinuo y, por tanto, los más afectados, junto con los inmigrantes, por el aumento del desempleo. Es evidente que la conflictividad va a ir en aumento, ya que el contraste entre planes millonarios de rescate por arriba y miserias por abajo no podrán soportarse por mucho tiempo.

¿Qué hacer ante ese panorama? Las respuestas de los Gobiernos apuntan a los grandes parámetros de actividad económica. Sus multimillonarios planes de rescate y ayuda se dirigen al sector bancario o algunos ámbitos industriales especialmente significativos por el impacto de la crisis y por su gran carga de puestos de trabajo directos o indirectos que suponen, como es el caso de la industria del automóvil. Mientras, vamos descubriendo nuevas estafas revestidas de honorabilidad financiera. En España, al margen de lo ya mencionado, destaca el acuerdo del pleno del Congreso del pasado 27 de noviembre, en el que el presidente Zapatero asumió la importancia de los gobiernos locales en los procesos de recuperación económica y estableció un significativo crédito para los municipios. Calificar ese plan de ayuda a los municipios como de "aspirina", como ha hecho Rajoy, demuestra hasta qué punto la necesidad de descalificar al Gobierno acaba por despreciar una de las pocas medidas concretas que pueden afectar directamente a la población en forma de puestos de trabajo, mejora de servicios y revitalización económica local.

Seguramente sería mejor que las ayudas no estuvieran tan condicionadas en tiempo y forma. Podemos caer fácilmente en el peligro de que "solución busque problema", y que para no perder las ayudas, se improvisen obras o se acometan construcciones que luego sean difíciles de mantener.

Pero el problema de las ciudades y de los ciudadanos no es sólo coyuntural, es estructural. Y lo es ya que la importancia de las ciudades y de los gobiernos locales en el bienestar y la supervivencia ciudadana no se corresponde con las estrecheces económicas en la que viven los ayuntamientos españoles. Las ciudades son hoy decisivas en el bienestar individual y colectivo. Y en cambio, las agendas locales siguen fuertemente condicionadas por las limitaciones que impone un porcentaje del gasto público que está lejos de la que es a la mayoría de países europeos.

Mientras las comunidades autónomas han pasado de no existir a controlar más de una tercera parte del gasto público, los municipios siguen anclados en cifras que rondan el 15% de ese gasto público total, lejos del 24% en que sitúa la media comunitaria. Para gastar, hay que recibir transferencias y recaudar. Y tanto en una cosa como en la otra, la rigidez de ingresos en la que se encuentran los municipios españoles es total.

Bienvenidos, pues, los miles de millones de euros que de manera extraordinaria y urgente se conceden ahora a los ayuntamientos, pero sería necesario que se aborde de manera más estructural el reforzamiento presupuestario ordinario de los gobiernos locales. Recordemos que quedan lejos las alegrías del boom inmobiliario que permitía disfrazar y atenuar las penurias de los presupuestos municipales y que provocaron fenómenos de desgobierno y corrupción, muy minoritarios, pero que perjudicaron seriamente la demostrada capacidad de gestión de muchos gobiernos locales.

Algunas ciudades empiezan a notar de manera clara los excesos de la época de vacas gordas. La deuda de los municipios españoles es, en algunos casos, francamente significativa. La deuda de Madrid representa la mitad del total de endeudamiento municipal, seguida a mucha distancia por Valencia, Barcelona, Zaragoza, Málaga o Sevilla. La Federación Española de Municipios y Provincias asegura que son miles de millones de euros los que se gastan los municipios españoles en tareas que no les corresponden legislativamente hablando, pero que asumen dado que (como decía un alcalde) "donde no llegan mis competencias, empiezan mis incumbencias". Y esas incumbencias crecen a medida que nos adentramos en la crisis y sus efectos en personas y familias.

Ha pasado la época de los fastos municipales. La época en que las ciudades competían para ver quién hacia el plan urbanístico más fantástico, el edificio o el puente más atrevido del arquitecto-estrella más de moda. La época en que contaba más la apariencia que la solidez social y la cohesión ciudadana. El gasto que dedican las ciudades a las políticas sociales, la capacidad de ayudar de manera concreta a los sectores y personas más vulnerables, será a partir de ahora la clave.

La vida de los ciudadanos está hoy más llena de incertidumbres y de dudas que hace unos años. Estas incertidumbres planean sobre la realidad social y afectan la vida de pueblos y ciudades. La política local tiene que ver hoy en día con cotidianeidad, estilos y formas de vida. Y son las ciudades y sus equipos de gobierno los que deben gestionar y tratar de implicar conjuntamente a la ciudadanía en la gobernación de la vida local. Hemos de aceptar que el bienestar individual y colectivo de los ciudadanos depende cada vez más de la capacidad de servicio y de la capacidad de gestionar servicios y recursos desde la cercanía de los gobiernos locales. Los problemas de la gente requieren sin duda planteamientos globales que busquen salidas estructurales a un capitalismo enfermo de sus propias dinámicas, pero requieren asimismo políticas pensadas y gestionadas desde la proximidad, con mecanismos y estilos de gobierno y gestión participativos.

En definitiva, necesitamos alcaldes y ciudades comprometidos con la solidaridad. Sin gobiernos y comunidades locales más fuertes no aseguraremos salidas a la crisis que consigan que sus costes sean los menos dramáticos posibles y que la nueva era pueda hacerse sobre nuevas bases de compromiso y responsabilidad compartida.

Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

El binomio binomio "espacio residencial-centro comercial" y la ciudad dispersa frente a la ciudad compacta

"El comercio grande engulle al pequeño".

Madrid es la región con más centros comerciales por habitante, la que más festivos abre y donde la tienda de proximidad está más amenazada

ELENA G. SEVILLANO -EL PAÍS, Madrid - 26/05/2008

"Acercarse a Islazul es muy fácil", reza la publicidad. Dispones, dice, de tres paradas de metro para llegar a este megacentro comercial, el último inaugurado en Madrid. La más cercana, según el mapa, es La Peseta, (línea 11). "Uuuuuy, qué va. No, no. Hay media hora andando. Coge el 155, que te acerca", avisa un vecino bien informado a la salida del metro. Siete minutos de trayecto, más otros 10 a pie, bordeando el cementerio y cruzando un descampado. Al fin, Islazul. 256.000 metros cuadrados. 180 locales comerciales. Suelos relucientes y palmeras de pega. Y un aparcamiento para 4.100 plazas.

Los edificios de los nuevos barrios se construyen sin locales comerciales

Los desarrollos urbanísticos se financian con hipermercados

Madrid abre 22 domingos al año; la mayoría de regiones, sólo ocho

El 86% de los consumidores está contento con los horarios actuales

Acercarse a Islazul es fácil... en coche. Se sitúa justo al lado de la salida 27 de la autovía M-40. A pesar de estar el PAU de Carabanchel, un barrio en construcción que albergará a 40.000 habitantes, casi nadie está dispuesto a darse el paseo. La entrada a pie de calle está desierta. Dentro, las rampas mecánicas escupen a decenas de compradores que emergen de las profundidades del aparcamiento. "Vengo a comprar al supermercado, con los niños", dice Aurora un martes a mediodía, mientras Javi y Manuel le tiran cada uno de una mano. "Me pedirán que comamos aquí, así que ya echaremos la tarde". Posibilidades de ocio no les faltan: tiendas, un parque infantil, un cine de 13 salas... "La verdad es que es muy cómodo", admite Aurora.

De camino hacia Islazul, por la avenida de la Peseta, el panorama comercial era otro. Muchos edificios ni siquiera tienen en sus bajos locales comerciales. Y cuando los hay, son oficinas bancarias. Dos en un mismo edificio. Una panadería, un Telepizza. Nada más. Es lo que Eduardo de Santiago, arquitecto, urbanista y profesor asociado de la Universidad de Alcalá, llama "la ciudad introvertida, autista".

"En los nuevos barrios, el 75% de los edificios carece de locales comerciales. A pesar de ello, la dotación de comercio por vivienda es elevada", asegura De Santiago, cuya tesis doctoral versa sobre este tema. La explicación está en que, cada vez más, los nuevos desarrollos urbanísticos incluyen una gran superficie para ayudar a financiarlos. Sus habitantes disponen de oferta, sí, pero concentrada en un único punto. Y ni siquiera cerca. Así, el comercio de proximidad languidece. Un ejemplo, que cita De Santiago: en Torrejón (112.000 habitantes) el centro comercial Parque Corredor tiene más superficie comercial que todas las tiendas del municipio.

La densidad de centros comerciales de la región, 441 metros cuadrados por 1.000 habitantes, casi duplica la media española, que está en 263, según datos de la Asociación Española de Centros Comerciales (AECC). Se considera centro comercial tanto una galería que agrupa diversas tiendas como el modelo de Islazul o Xanadú o los parques comerciales al estilo de Parque Oeste, en Alcorcón, donde se juntan varias grandes superficies, sin tiendas pequeñas.

En cambio, la densidad comercial total es la más baja de España: 12,57 comercios por 1.000 habitantes, según datos de la Confederación Española de Comercio. El modelo que gana terreno es el de los centros ubicados en la periferia, con un gran hipermercado, tiendas de moda, pequeños comercios y establecimientos de restauración y ocio, como multicines. Es el triunfo del "modelo de ciudad dispersa", afirma Elena Méndez, geógrafa especialista en ordenación de territorio y medio ambiente.

Un modelo de "binomio espacio residencial-centro comercial que se repite a lo largo de la primera y segunda corona metropolitana", detalla. Méndez califica el impacto sobre el territorio de "desequilibrador" y la repercusión sobre el comercio tradicional de "preocupante". La calle, como espacio público de convivencia, se sustituye por "los pasillos de estos grandes contenedores privados". Pasillos impersonales, en los que se repiten las mismas marcas. La sensación, al final, es que todos son iguales.

Este modelo, opuesto al de la ciudad compacta o consolidada, tiene varios inconvenientes, según Méndez: el consumo de materiales y de suelo (los edificios dispersos necesitan más infraestructuras) y el energético. La relación de los centros comerciales con el transporte privado, afirma, es "casi obligada". Está de acuerdo en eso Javier García Renedo, presidente de la AECC, que sin embargo disiente de la visión alienadora de los centros comerciales: "Juegan un papel socioeconómico básico; son áreas de encuentro donde se puede hacer vida social a la vez que se dispone de una oferta completa de servicios". El modelo madrileño, opina, está equilibrado: "Los centros comerciales sólo representan el 12% del comercio y han obligado a la competencia a reposicionarse. El pequeño comercio de ciudad es el más eficiente de España porque es el que menos se ha protegido artificialmente".

Los datos de la Cámara de Comercio muestran que el número de locales comerciales, lejos de disminuir, ha aumentado en la región un 11% en el periodo 2000-2007. "Muchos centros están integrados por pequeño comercio, lo que equilibra su desaparición en la calle", explica Francisco Espasandín, director de Comercio y Servicios.

La falta de accesibilidad que critica Méndez genera un "riesgo de exclusión" para, por ejemplo, la población anciana, la más joven o la que no tiene recursos. Es también una de los peros de Florencio Delgado, presidente de la Federación de Comerciantes Madrid Centro. "La exagerada proliferación de grandes superficies ha hecho desaparecer muchos comercios del centro, sobre todo de alimentación. Lo nota especialmente la gente mayor".

María Dolores ilustra con un ejemplo el cambio del panorama comercial: "El otro día necesitaba comprar un bolígrafo. Pues no hubo manera. Me tenía que ir a la calle Mayor o al Corte Inglés". María Dolores ha vivido 76 de sus 79 años en la calle del Príncipe, en pleno barrio de Huertas. Recuerda que antes compraba ropa, zapatos, comida, ramos de flores, pan y pasteles sin salir de su calle. ¿Y ahora? "Ahora todo son bares", contesta con un mohín de desdén. La tienda de ultramarinos del número 12 es hoy la disco Black Jack, la misma que la tiene despierta a deshoras. Donde antes estaba la tienda de medias Virginia, ahora el bar Mikonos. La floristería se ha convertido en un chino al que María Dolores no entra. "Prefiero el mercado de Antón Martín", dice.

La geografía comercial ha cambiado mucho en las últimas décadas. Antes de 1981, el 94% de la superficie bruta alquilable de los centros comerciales madrileños estaba en la almendra central (dentro de la M-30). En 2004, esa proporción se había reducido hasta el 30%, según recoge la tesis de De Santiago. Paralelamente, el pequeño comercio ha ido perdiendo cuota de mercado frente a supermercados e hipermercados, lo que pone cifras a la experiencia de María Antonia. Si en 1986 las tiendas tradicionales vendían el 48% de la comida, en 2000 ya sólo era el 15%.

El crecimiento de las grandes superficies preocupa al pequeño comercio, que teme que el desarrollo de este modelo sea imparable. A su inquietud se suma la intención del Gobierno regional de liberalizar los horarios, en la Comunidad en la que más festivos se abre (22 domingos, cuando la mayoría abren sólo ocho), algo que critican en masa sindicatos, pequeños empresarios y los propios consumidores. "¿Realmente hay demanda de más horas para comprar?", se pregunta Elena Méndez. No, según una encuesta reciente del Observatorio de Precios del Ministerio de Agricultura. El 86,3% de los consumidores aseguraron que los horarios actuales son adecuados. Méndez también responde: "Las empresas más interesadas en la liberalización son aquellas en las que la compra requiere más tiempo y desplazamiento, o sea, los centros comerciales".

¿Ciudades difusas?

ORIOL BOHIGAS EL PAÍS 06/02/2008

La Diputación de Barcelona, a través de su Observatorio Territorial, está publicando en estos últimos años algunos trabajos de investigación urbanística oportunos y cualificados. Desde 2002 han salido a la luz los diversos títulos de la colección Territorio y Gobierno: Visiones y en 2007 se inició Estudios, que incluye la serie Territorio. El primer volumen es La ciudad de baja densidad. Lógicas, gestión y contención, un conjunto de textos coordinados por Francesco Indovina, procedentes de un curso del Centre Ernest Lluch de noviembre de 2004.

La dispersión es un fenómeno urbano que se ha convertido en un virus mortal para las esencias sociales de la ciudad

No hay duda de que la dispersión urbana es uno de los fenómenos más contradictorios de la ciudad reciente. ¿Por qué se mantiene y aumenta continuamente esa tendencia hacia la ciudad difusa, la extensión desordenada más allá de sus límites naturales, sus murallas, fuera de la cohesión y la compacidad que la tradición urbana había establecido? No hay duda de que esa dispersión tiene unos elevados costes económicos, ambientales y, sobre todo, sociales. Porque no se trata sólo del despilfarro de suelo o de la multiplicación excesiva de servicios y flujos circulatorios. Se trata, sobre todo, de la pérdida de los valores sociales de la urbanidad, de la eliminación de las bases colectivas y cohesionadoras de la ciudad. En algunos capítulos del libro que comentamos se analizan estos costes y se comprende que son objetivamente insostenibles con los recursos económicos disponibles. La ciudad dispersa es, en principio, una ciudad imposible, pero, paradójicamente, no sólo existe en todas partes, sino que se produce con una intensidad creciente desde hace 50 años. Es una realidad en ciudades y países muy distintos, lo cual hace pensar que hay razones profundas y complejas que la justifican en términos muy esenciales. En diversos textos del libro se intentan algunas explicaciones a este fenómeno. Indovina resume así el tema:


"En definitiva, este es el circuito:

  1. desarrollo económico (industrial) de la ciudad,
  2. emigración del campo a la ciudad,
  3. crecimiento de la densidad,
  4. aumento de los precios inmobiliarios
  5. y predisposición del campo a dejarse urbanizar

constituyen los ingredientes que dieron origen a una transformación del territorio que ya no se ha detenido". Pero a estos elementos -propios de la lógica del crecimiento en el auge de un cambio productivo-, se añaden otros factores, como pueden ser

  1. los cambios de formas de vida,
  2. la mitología de la segunda residencia,
  3. la avasallante especulación territorial,
  4. las facilidades de un transporte aparentemente rápido,
  5. el populismo político y vecinal que acaba logrando las infraestructuras aparentemente urbanizadoras,
  6. las necesidades de grandes superficies productivas que sólo son posibles en el espacio fuera murallas
  7. o la imposibilidad de que la industria fraccionada absorba los costos especulativos del suelo dentro de las murallas.

La cuestión fundamental es, no obstante, decidir -o, en este caso, sugerir a partir del análisis sociológico- qué política se podría adoptar para conseguir la reurbanización, es decir, una nueva calidad urbana para esa dispersión suburbial. Para ello hay dos puntos de partida radicales:

  1. el de los que creen que la única solución es volver a meter a la ciudad dentro de las murallas, imponer el diseño de la coherencia y la compacidad
  2. y, enfrente, el de los que creen que la situación, en manos del mercado, es ya irreversible y que no hay más solución que aceptar -e incluso favorecer- ese nuevo tipo de ciudad, apoyándola e incluso favoreciéndola con servicios y estructuras, asumiendo colectivamente los costes elevadísimos.

Pero, entre extirpar y favorecer, la mayor parte de autores de los textos se deciden a favor del corregir, con la doble aceptación contradictoria de que el fenómeno es nefasto pero irreversible, permanente pero corregible.

Como suele ocurrir en la mayoría de textos teóricos sobre urbanismo, los resultados prácticos son de eficacia muy discutible. Al fin, incluso, la voluntad de corregir implica la aceptación acrítica de una injusticia social implantada con el señuelo de una felicidad prefabricada por la propaganda consumista y por los intereses especulativos. Corregir es, en parte, aceptar y, quizá, rendirse. Es aceptar que el suburbio no puede ser más que el resultado del fomento de una sociedad suburbial, una sociedad coherente con la permanente contradicción entre bienestar y malestar. Es decir, la corrección no va a resolver el problema, sino aplazarlo, esperando cambios más revolucionarios e intransigentes. Pero, sea como sea, el conjunto de textos incluidos en La ciudad de baja densidad son unos estudios magníficos sobre un fenómeno urbano paradójico que se ha convertido en un virus mortal para las esencias sociales de la ciudad europea.

Un libro sobre las ciudades y la historia de España

La visión abarcadora de García de Cortázar
El estilo de García de Cortázar es muy ameno. / L. A. G.
ACABA de publicarse 'Breve Historia de la Cultura en España', el último libro de Fernando García de Cortázar, editado por Planeta. Esta obra tiene un interés muy especial, ya que frente a otros intentos de trazar un panorama de los logros culturales de los españoles en nuestro largo devenir articulando el relato de forma cronológica, pasando de un foco de interés a otro, el historiador bilbaíno ha optado por escoger veinte ciudades españolas para a ubicar en cada una de ellas un momento preciso, un episodio fundamental, de la cultura española.

De este modo, este libro singular se erige en una singular guía de la historia cultural de nuestro país a la vez que demuestra que los logros españoles no irradian desde un escueto puñado de puntos geográficos, sino que se caracterizan por un intenso dinamismo geográfico. No es baladí el hecho de que en la nómina de veinte ciudades de las que el libro trata, cinco sean andaluzas. Con ello, se rompe el tópico que limitaba el alcance de Andalucía al esplendor cordobés de los Omeyas y a la opulencia sevillana tras el descubrimiento de América.

De este modo, el libro hace un recorrido por la geografía española y las épocas con las siguientes etapas. En la Edad Media, se parte de Santiago de Compostela como meta de peregrinaciones, se recala en el califato de Córdoba, se presta atención a Toledo como sede de la escuela de traductores en la que hubo una auténtica interculturalidad del conocimiento y se localiza en Trujillo, Plasencia y Canarias las bases que hicieron posible el descubrimiento y conquista de América.
En la monarquía de los Austrias, los lugares decisivos serán la Granada del Renacimiento, la docta Salamanca de universidad y pensamiento, Ávila de los místicos, Sevilla de los pícaros, del oro y de Velázquez, Zaragoza de Gracián y de los Argensola, y México como centro de gravitación cultural de la España americana. En el siglo XVIII, la Ilustración anidará en Cádiz, en Madrid y en Gijón. En el problemático siglo XIX, los protagonistas serán Málaga en el Romanticismo, Santander como foco del Realismo y Mallorca en la que coinciden los planteamientos del Modernismo y de los noventayochistas. Finalmente, el siglo XX se reparte entre Bilbao de la industria y el comercio, Barcelona de la eclosión cultural a espaldas, y a pesar, de la dictadura franquista y Valencia del futuro y la arquitectura de Calatrava.

Variedad de instantes

Basta esta nómina de lugares, esta variedad de instantes, la identificación por parejas de unos y otros, para captar el interés y la novedad de esta nueva obra de García de Cortázar, que en el prólogo del mismo señala su intención de batallar contra el olvido, tras constatar el hecho, indudable, de que «sorprende que en un país tan propenso a la invención de pasados falsos haya tan poco amor, tan poco respeto, por las huellas verdaderas del ayer».

Y es que, efectivamente, en contra del olvido y también de las manipulaciones maniqueas, de todo signo, de la Historia, «este libro es un paseo por la cultura de España y a la vez un viaje en el tiempo a través de sus ciudades». Todo ello con el habitual estilo literario de García de Cortázar, más cercano al de un escritor de calidad que al fárrago que habitualmente se atribuye a los analistas del ayer. El resultado son estampas vibrantes y brillantes, apoyadas por testimonios tanto literarios como históricos, incluso predominantemente literarios, que sirven al propósito permanente del autor de desterrar tópicos y enfrentarse de forma libre de prejuicios, pero siempre apasionadamente, a la realidad secular de España.

Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942), catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Deusto, constituye un caso excepcional entre los historiadores. En un momento en que el debate entre los historiadores es objeto de atención incluso entre las páginas de las prensa, con la disputa ocasionada alrededor del revisionismo acerca de nuestra historia más reciente, García de Cortázar se sitúa al margen de los enfrentamientos pero sin rehuir nunca una toma de partido por la objetividad y por la denuncia de las manipulaciones, situándose por tanto más allá de las trifulcas más o menos oportunistas para adoptar una visión más amplia, más generosa, de la historia nacional.

Director de la Fundación Dos de Mayo. Nación y Libertad, a él se deben éxitos de público como 'Breve Historia de España' (en colaboración con José Manuel González Viesga), 'Los mitos de la Historia de España', 'Los perdedores de la Historia de España' y la que hasta ahora era su obra más reciente, y por la que en el pasado mes de octubre fue galardonado con el Premio Nacional de Historia 2008: 'Historia de España desde el Arte'. Su capacidad para comunicar con un público amplio, aparte de su 'Breve Historia de España', libro que se ha traducido a una docena de idiomas y que se considera la mejor síntesis de su género, se puede comprobar con la serie de televisión 'Memoria de España', dirigida por él, que constituye un caso único dentro de la historia de la comunicación en España.

Coltán, el regalo envenenado de Congo

Fuente: http://www.elpais.com/articulo/portada/Coltan/regalo/envenenado/Congo/elpepusoceps/20081214elpepspor_9/Tes



ORIOL GÜELL, EL PAÍS, 14/12/2008

Habitar una tierra llena de riquezas puede ser una condena para un pueblo. Es el caso de Congo. La explotación de los minerales de su subsuelo, vitales para la tecnología, ha desembocado en explotación infantil y en una guerra eterna.

En un lugar plagado de injusticias, la más cruel es la que obliga a los niños mineros del este de la República Democrática del Congo a dejar la escuela para escarbar en las minas artesanales que proliferan en las provincias de Katanga y los Kivus. Por menos de un dólar al día, casi desnudos y a menudo malnutridos, estos menores alimentan el mercado mundial de coltán, cobre, estaño y cobalto mientras hacen aún más profundo el agujero humano en el que habitan. En un país incapaz de sacar partido a sus enormes riquezas naturales, una nueva generación se pierde condenada a trabajar a una edad en la que, en el resto del planeta, los niños van a la escuela y juegan con videojuegos que funcionan con los minerales que ellos arrancan del subsuelo. "Están atrapados en un círculo del que es casi imposible salir", asegura François Philippart, cooperante belga que lleva cuatro años en la provincia de Katanga tratando de devolverles a una vida de educación y familia. "Sin dinero para pagar la escuela y sin otra forma de mantenerse, muchas familias se ven obligadas a poner a trabajar a los niños. Muchas veces nos encontramos a familias enteras, padres, hijos y sobrinos, trabajando juntos en las zanjas".

    Congo

    Congo

    A FONDO

    Capital:
    Brazzaville.
    Gobierno:
    República.
    Población:
    3,903,318 (est. 2008)

El colapso de Congo como Estado ha dejado a muchos de sus ciudadanos en una situación de extrema vulnerabilidad. Como en ningún otro rincón del mundo, en este país de 66 millones de habitantes, tan grande como Europa occidental, se hace evidente que vivir sobre una tierra llena de riquezas puede ser la mayor de las condenas para un pueblo y sus niños.

1. Historia de un expolio. La promesa de una tierra llena de riquezas fue la que atrajo a Leopoldo II, rey de Bélgica, a tomar posesión de este rincón de África cubierto de selvas y surcado por caudalosos ríos en 1884. Congo no pasó a ser una colonia más, sino la única propiedad particular de un monarca obsesionado en extraer tanto oro, maderas y café -entre otros productos tropicales que la metrópoli estaba ansiosa por consumir- como fuera posible. Las cosas apenas cambiaron a partir de 1908, cuando el Gobierno belga asumió la soberanía del país, y Congo llegó a la independencia en 1960 con 16 millones de habitantes y menos de 20 licenciados universitarios. ¿A dónde podía ir un país así?, se pregunta el periodista Stephen Smith, corresponsal en la zona del diario francés Le Monde, en el libro Negrología. Por qué África muere. La respuesta es que iría a una de las dictaduras más corruptas y salvajes que han existido en un continente casi tan rico en minerales como en regímenes despóticos.

Tras cinco años de convulsiones y en un golpe promovido por los Gobiernos de Estados Unidos y Bélgica, Mobutu Sese Seko se adueñó del poder en Congo en 1965, se enriqueció tanto como pudo y no lo soltó hasta que Laurent Kabila, padre del actual presidente, Joseph Kabila, le echó del país en 1997. Pero la vida sin Mobutu no fue mejor para los congoleños, que pasaron otros siete años sumidos en una guerra en la que se vieron implicados siete países y que, con más de cuatro millones de muertos, fue la más sangrienta desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la revuelta contra el Gobierno de Kabila del general tutsi Laurent N'Kunda amenaza con poner fin a la frágil paz que la comunidad internacional intenta imponer desde 2003. En estos casi 135 años han pasado los reyes, los gobiernos y las guerras, pero todos han tenido en común el expolio de un país y el trabajo infantil en las minas, que han financiado los sistemas que les explotan.

2. La pesadilla del coltán. Las nuevas tecnologías llegaron a finales del siglo XX al este de Congo en forma de un nuevo mineral que arrancar de las montañas: el coltán. El país cuenta con las mayores reservas mundiales conocidas (hasta el 80%, según algunos cálculos) de esta extraña aleación de la que se extrae el tantalio, metal de gran resistencia al calor y unas propiedades eléctricas que lo hacen insustituible en los teléfonos móviles, consolas de videojuegos y todo tipo de equipos electrónicos. Fácil de extraer y muy valioso -a principios de esta década se llegó a cotizar a más de 700 euros el kilo-, el coltán fue el combustible que engrasó las múltiples facciones que protagonizaron la gran guerra entre 1997 y 2003.

Con el país sumido en una complejísimo conflicto, con hasta seis facciones que en ocasiones llegaron a luchar todos contra todos, millones de personas se vieron desplazadas de sus cosechas y, en una nueva vuelta de tuerca, las mismas minas que financiaban a los grupos en lucha se convirtieron en focos de atracción para familias enteras que allí encontraban su única fuente de ingresos.

Pero el mismo mineral que les permitía subsistir era el que envenenaba todo el sistema político del centro de África. El pueblo congoleño podía ser pobre, estar malnutrido y presentar unas tasas de analfabetismo superiores al 33%, pero quienes estaban detrás de la guerra y la explotación del coltán eran eficientes ministros, generales y políticos. Un informe elaborado por expertos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 2002 puso nombre y apellidos a decenas de militares y gobernantes de Congo, Uganda, Ruanda, Burundi y Zimbabue que, perfectamente organizados, se lucraron con la exportación del coltán a Europa, Asia y América.

La explotación del coltán se mantiene hoy en Congo, aunque ha perdido peso debido al descenso de precios que ha sufrido en los últimos años. "Hoy es la casiterita la que está dando los mayores casos de explotación infantil y trabajos forzados", explica Carina Tertsakian, de la ONG Global Witness, especializada en denunciar la explotación de los recursos minerales en Congo. Este mineral, del que se extrae el estaño, componente esencial de múltiples aleaciones, predomina en la parte este de Congo, la más sacudida por la intervención extranjera y las luchas fratricidas en el país.

Los precios fijados en los mercados internacionales pueden tener su impacto en las explotaciones minerales en Congo, pero "poco cambiará sobre el terreno a efectos prácticos", asegura François Philippart. "La casiterita y el coltán, por ejemplo, suelen encontrarse en los mismos sitios y, mientras se mantengan las estructuras de poder y los sistemas de explotación fuera de la ley, por milicias o el propio Ejército, los niños seguirán siendo explotados", añade.

3. El Estado que no protege. Tras el fin de la guerra, y con el apoyo de la comunidad internacional, Congo celebró elecciones presidenciales en 2006. Se abría así un periodo de esperanza que hoy ha defraudado a casi todo el mundo. Los ejemplos están por todas partes en Goma, capital del Kivu Norte, una ciudad tomada por el Ejército de la República Democrática del Congo y los cascos azules de la ONU, pese a lo cual los rebeldes del general N'Kunda llegaron el pasado 30 de octubre a sólo 10 kilómetros de su trazado urbano. Los soldados del Ejército han incurrido en múltiples violaciones de los derechos humanos contra la población a la que deben proteger, el último episodio tras la ofensiva de N'Kunda en Goma, cuando en su retirada se dieron al saqueo, mataron a decenas de civiles y violaron a miles de mujeres. Los soldados llevaban meses sin cobrar su salario, que se pierde en la maraña de corrupción de los oficiales.

Tampoco las escuelas del sistema público funcionan. "Menos de la mitad de los profesores cobra su salario y los centros se ven obligados a cobrar a los alumnos para pagar al resto y mantener las instalaciones", afirma Juanjo Aguado, del Servicio Jesuita al Refugiado, ONG que trata de suplir las carencias de la educación pública en la zona del Rutshuru, en Kivu Norte. "Muchas familias no pueden pagar estas contribuciones, aunque sean pequeñas, lo que aboca a los niños al trabajo infantil", alerta Tasha Gill, de Unicef en Congo.

La violencia sexual es la otra gran lacra que se ceba con la infancia en el país. Sin fuerzas del orden que les protejan ni educación con la que labrarse un futuro, jóvenes de ambos sexos quedan expuestos a todas las formas de explotación, desde las violaciones en masa a la prostitución. "Para ellos es un trauma que les marca por toda la vida", explica Gill. "La vergüenza, las enfermedades de transmisión sexual y el golpe brutal que sufren desde muy pequeños en su autoestima hace que en muchos casos sólo sean capaces de sobrevivir adoptando para la edad adulta los hábitos adquiridos de violencia y falta de respeto que ellos han sufrido".

Congo se encamina hacia otra generación perdida, la séptima u octava consecutiva desde la llegada del poder colonial. Los datos de Unicef hablan de un sistema sanitario público apenas existente, de casi la mitad de los niños sin escolarizar, de un 31% de menores de cinco años con malnutrición y de una mortalidad infantil antes del primer año que alcanza a uno de cada doce menores bebés. Un informe de Médicos Sin Fronteras alerta de que, en las zonas en conflicto, cada año mueren uno de cada ocho menores de cinco años. Unas cifras que no mejoran desde hace dos décadas. Mientras, los niños siguen trabajando en las minas.

El futuro demográfico de la Unión Europea

Un bebé

Cada vez nacen menos europeos

Mientras el bienestar experimenta un rápido crecimiento en la Unión Europea, un fantasma se cierne sobre ella: el envejecimiento de su población. Cada vez nacen menos niños y los mercados de trabajo y sistemas sanitarios se ven forzados a hacer frente a una mayor presión. Los informes demográficos son alarmantes: la población europea se muere.

Aunque el drástico cambio en los modelos sociales influye en la composición de las familias, los europeos dicen que les gustaría tener más hijos, aunque aseguran que la inseguridad económica o laboral les inclina a no aumentar la familia.

La Unión Europea trabaja en estos momentos en una nueva legislación que sea capaz de hacer frente a los revolucionarios cambios en la estructura demográfica europea que se han producido en las últimas décadas. ¿Cuáles son las mayores amenazas? ¿Y las soluciones más viables? Este artículo se adentra en los retos que plantea el déficit demográfico europeo y en las posibles medidas para hacer frente a este fenómeno.




El déficit demográfico europeo: ¿una sociedad en extinción?

La mano de un bebé coge el dedo de un adulto

¿Nos extinguimos?

La ampliación de la UE a nuevos países y su crecimiento económico estable confirman su posición internacional; es un remanso de prosperidad en un mundo turbulento. Casi nadie debate ya su déficit democrático, pero otro fantasma inquieta a Europa: el déficit demográfico. El historiador británico Arnold J. Toynbee cree que "las civilizaciones se suicidan, no son asesinadas"; y la población de la UE está en declive. ¿Cuáles pueden ser las consecuencias? Una pregunta crucial para la Eurocámara.

Hace un siglo, la población europea constituía el quince por ciento del total mundial, pero esta proporción se dividirá por tres para el año 2050. El declive de Europa contrasta con el ritmo ascendente de los países en vías de desarrollo que suponen el 95 por ciento del crecimiento de la población del globo. Los efectivos mundiales eran en 1950 de 2.500 millones de habitantes; en la actualidad se sitúan en los 6.600 millones y, según las últimas estimaciones, en el año 2050 alcanzarán los 9.100 millones.

Adiós al "baby boom"

Las mujeres de la Unión Europea (UE) tienen una media de 1,52 hijos cada una. Esta cifra se sitúa por debajo del umbral necesario para el reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer) y afecta al crecimiento negativo de la población (se registran más muertes que nacimientos). El declive de la fertilidad se produjo después del llamado "baby boom" que siguió al fin de la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, los niños del "baby boom" están alcanzando la edad de jubilación. Por lo tanto, la proporción de personas cuya pensión dependerá de un número cada vez más reducido de cotizantes a la Seguridad Social aumentará considerablemente en los próximos años.

El Comisario de Empleo y Asuntos Sociales, Vladimír Špidla, declaró después de que viese la luz la comunicación de la Comisión sobre demografía en octubre de 2006 que "en la actualidad, hay cuatro personas en edad de trabajar por cada pensionista", por lo que "en 2050, esta proporción quedará reducida a la mitad: dos trabajadores por cada jubilado", agregó.

Club de ancianos en el año 2050

En el año 2004 la media de edad de los ciudadanos europeos era de 39 años. Esta cifra podría aumentar hasta los 49 en el año 2050, cuando se estima que más de uno de cada diez europeos rondará los ochenta años (11,4 por ciento). Además, la esperanza de vida se incrementará, según las previsiones actuales, hasta seis años para los hombres y cinco para las mujeres (en 2004, la media masculina era de 75,6 años; y para las mujeres, de 81,7). Éste es el resultado de las mejoras económicas, sociales y médicas que han hecho posible que los europeos puedan vivir más años con confort y seguridad.

El envejecimiento de la población supone un mayor gasto en el sistema sanitario, origina nuevos problemas en la financiación de la Seguridad Social y pone en peligro la pervivencia del sistema de pensiones. Los cambios en la estructura demográfica también amenazan el dinamismo económico, la creatividad y la innovación, y pueden conllevar una disminución del potencial de crecimiento del Producto Interior Bruto de la UE de hasta un 1,2 por ciento entre los años 2031 y 2050; la pérdida de competitividad y la disminución del crecimiento serán más significativas si se comparan con las regiones del mundo que experimentan un aumento sustancial de su población.

Posibles remedios: pros y contras

Una de las posibles soluciones para este déficit demográfico podría ser la inmigración, pero hay que tener en cuenta que los inmigrantes también envejecerán y reclamarán sus derechos en el sistema de Seguridad Social. Mientras, los niveles de inmigración se están convirtiendo en un tema problemático.

Otra opción sería atrasar la edad de jubilación buscando un aumento de productividad; pero esto podría no ser aceptado por los europeos, que aspiran a tener más tiempo libre. También podrían aplicarse nuevas políticas de natalidad, pero se podría argumentar que esto afectaría a la igualdad entre sexos en cuanto al acceso al mercado laboral; como puede verse, los desafíos que plantea la crisis demográfica no son en absoluto sencillos.

¿Qué hace la Eurocámara?

El Parlamento Europeo (PE) ha adoptado varios informes sobre el envejecimiento de la población y los necesarios ajustes que deberán introducirse en la sociedad, como los relativos a aprendizaje permanente, movimientos migratorios, legislación sobre el mercado laboral... Entre los informes adoptados por la Eurocámara, se incluyen:

La comisión de Empleo y Asuntos Sociales del PE está trabajando en un informe sobre el futuro demográfico de Europa a cargo de la socialista francesa Françoise Castex, mientras que la comisión parlamentaria de Industria ha presentado otro sobre la mejora de la calidad de vida de las personas mayores a través del uso de nuevas tecnologías de la comunicación y la información, redactado por la socialista británica Neena Gill y que será sometido a votación por la comisión el 19 de diciembre.

Además, en febrero del año 2006 la comisión de Empleo y Asuntos Sociales adoptó un informe sobre los desafíos demográficos y la solidaridad entre generaciones realizado por el británico Philip Bushill- Matthews, del Partido Popular Europeo, y el pasado mes de septiembre, la comisión de Libertades Civiles adoptó un informe sobre migración legal realizado por la socialista italiana Lilli Gruber que prevé que los inmigrantes cualificados puedan trabajar y vivir en la UE gracias a una "tarjeta azul" para inmigrantes cualificados.

Más información :

¿Un permiso de trabajo europeo para los inmigrantes cualificados?¿Es posible conciliar vida familiar y profesional?Informe sobre el futuro demográfico de EuropaComunicación de la Comisión (en inglés)


Déficit demográfico en Europa: ¿quién tiene miedo a los niños?

Un bebé sonríe en brazos de su padre ©Getty Images

¿Crisis demográfica en la UE?

La escasez de alimentos y la mortalidad infantil han sido los dos principales elementos reguladores de la población mundial a lo largo de la Historia. El creciente nivel de vida en Europa y los avances médicos han alejado estas amenazas del Viejo Continente; sin embargo, en lo que parecen ser condiciones ideales, y a pesar de que los ciudadanos dicen que quieren tener más niños, las tasas de población no dejan de caer. ¿Cuál es el problema? Este artículo busca la respuesta.

Cada mujer de la Unión Europea de los Veinticinco tiene una media de 1,5 hijos. En concreto, la tasa es de 1,55 niños por mujer en los antiguos Estados miembros y de 1,25 en los diez que se incorporaron en 2004. Según estos datos, correspondientes a 2005, las irlandesas son las europeas que más hijos tienen (1,99 cada una), seguidas de las francesas (1,9) y las finlandesas (1,8). En el extremo opuesto se encuentran las eslovacas, con una media de 1,25 hijos por mujer, las checas y polacas con 1,23, y las eslovenas, con 1,22, que se sitúan a Eslovenia en el último lugar de la Unión Europea en este sentido.

Según los expertos, la tasa de fertilidad necesaria para garantizar el reemplazo generacional es de 2,1 niños por mujer, pero de mantenerse la actual tendencia a la baja, podría situarse en 1,3, lo que supondría que en un siglo la población europea quedaría reducida a menos de la cuarta parte de la actual.

Causas

Entre las posibles razones para este descenso de la tasa de fertilidad se encuentra el mayor nivel educativo de las madres, que tienen que buscar el equilibrio entre el desarrollo de su carrera profesional y los hijos. Además, los expertos apuntan que se ha producido un cambio en los valores culturales e individuales, reflejado en el menor número de matrimonios y el aumento de los divorcios, aunque puntualizan que el vínculo entre el matrimonio y los hijos es cada vez menos significativo. Otros factores que deberían tenerse en cuenta son la normalización de los métodos contraceptivos o los modelos de hogar, en los que cada vez son más las personas que viven solas.

El estudio sobre aceptación de la política demográfica realizado en 2004 por la fundación europea Robert Bosch afirma que las europeas desearían tener más hijos de los que finalmente tienen, y que las dos principales razones por las que no lo hacen son el coste asociado a aumentar la familia y la incertidumbre sobre el futuro del niño.

Guarderías

En la Cumbre de Barcelona de marzo de 2002, los Estados miembros se comprometieron a eliminar los obstáculos a la participación de las mujeres en el mercado laboral, así como a garantizar plazas de guardería para el noventa por ciento de los niños de entre 3 y 6 años, y para al menos el 33 por ciento de los menores de esa edad, de cara al año 2010. Aunque la Unión Europea no dispone de una política específica de población, el Parlamento Europeo sí ha abordado recientemente el asunto.

Así, la eurodiputada socialista francesa Françoise Castex trabaja en un informe sobre el futuro demográfico de Europa cuyo borrador será sometido a votación en la comisión de Empleo del Parlamento Europeo el próximo 18 de diciembre, como paso previo a su debate y voto por el Pleno de la Cámara.

Además, el pasado 7 de junio de 2007 el Parlamento Europeo aprobó otro informe, redactado por la eurodiputada griega del Partido Popular Europeo Marie Panayotopoulos-Cassiotou, sobre la conciliación de la vida familiar y períodos de estudios. En términos generales, la proporción de europeos que combinan los estudios con su labor como padres es baja en la Unión Europea (en Irlanda son el 11,3 por ciento de los estudiantes, en Austria el 10,7 por ciento, en Letonia el 10,7 por ciento). Sólo Finlandia registra una proporción más elevada, del 41 por ciento; se da la circunstancia de que en este país los estudiantes que deseen ser padres disfrutan de un elevado nivel de protección social.

Más información :

Resolución del PE sobre la conciliación de la vida profesional, familiar y privada Informe sobre conciliación de la vida familiar y del periodo de estudios Informe de la Fundación Robert Bosch (en inglés)

Déficit demográfico en Europa: ¿una solución importada?

Varias personas hacen cola en una oficina de inmigración

La inmigración, una oportunidad

Durante más de dos siglos muchos Estados europeos fueron países de emigrantes; sin embargo, en los últimos sesenta años se ha invertido la tendencia y casi todos se han convertido en destino de inmigrantes y solicitantes de asilo. La prosperidad que disfruta el Viejo continente permite aventurar que Europa seguirá siendo un destino atractivo para la inmigración. Lejos de percibirlo como un problema, muchos ven en este fenómeno la respuesta al creciente déficit demográfico de la sociedad europea.

En torno al 3,7 por ciento de la población europea no procede de ninguno de los Estados miembros. En el ejercicio 2004-2005, la inmigración a la Unión Europea alcanzó un máximo histórico de dos millones de personas; dos terceras partes de ellas llegaron a España e Italia.

Población activa

Según la oficina europea de estadística Eurostat, de mantenerse este nivel de inmigración se mantendría el crecimiento de la población activa hasta el año 2030 aproximadamente. De lo contrario, el decline comenzaría ya a finales de la presente década. Quizá por este motivo, el eurodiputado socialista francés François Castex, ponente de un informe sobre el futuro demográfico de Europa, considera que "la inmigración es un elemento positivo a la hora de conformar la población europea".

Es más: según un estudio sobre la materia elaborado por la Comisión Europea en octubre de 2007, para compensar el descenso del número de personas en edad de trabajar en la Europa de los Veintisiete sería necesario que llegaran a la Unión Europea unos 56 millones de personas antes del año 2050. Los países con las tasas de natalidad más bajas, como Alemania, España, Italia o Polonia, requerirían una afluencia mayor de personas que los que registran tasas más elevadas.

Integración

Una de las claves para que la inmigración pueda considerarse un éxito radica en la integración de estas personas y sus descendientes en la sociedad y el sistema económico del país de acogida. Es un reto importante: según el Eurobarómetro, sólo cuatro de cada diez europeos consideran que los inmigrantes contribuyen al desarrollo de sus países.

El informe sobre el futuro demográfico de Europa elaborado por Castex, que será sometido a votación por el Pleno del Parlamento Europeo en febrero, pide que se desarrolle en el seno de la Unión Europea "un enfoque sereno y razonado de la inmigración con el fin de hacer frente a las opiniones y actitudes xenófobas" y defiende que los inmigrantes deben disponer de seguridad legal y sanitaria, además de subrayar la necesidad de emprender "una lucha decidida contra las organizaciones clandestinas y la sanción de los empleadores que utilizan el trabajo ilegal".

Tarjeta azul para la integración

Además, el pasado 17 de septiembre de 2007, la Eurocámara adoptó otro informe, elaborado por la eurodiputada socialista italiana Lilli Gruber, por el que se apoyaba la creación de de una "tarjeta azul" que funcionaría a modo de permiso de trabajo y residencia en la Unión Europea para mano de obra cualificada.

No hay que olvidar, además, el drama y los problemas que supone la inmigración ilegal, que hace aún más evidentes los beneficios de una gestión adecuada de los flujos migratorios. Consciente de ello, la Unión Europea trabaja actualmente en la definición de una política sobre la materia, un proceso en el que el Parlamento Europeo está participando activamente. En otro informe aprobado el pasado 17 de septiembre (redactado por el socialista español Javier Moreno), la Eurocámara remarcó que no debe tratarse a los inmigrantes ilegales como si fueran delincuentes, y recordó que muchos de ellos arriesgan su vida en el intento de alcanzar Europa.

Más información :

Informe sobre el plan de política en materia de migración legalInforme sobre las prioridades políticas en la lucha contra la inmigración clandestina


Françoise Castex: "cuando una persona está en paro, duda si tener niños"

La eurodiputada Françoise Castex

"Necesitamos la inmigración"

En el año 2050, la edad media en Europa podría rondar los cincuenta años. Las europeas tienen menos niños de los necesarios para frenar el declive de la población. Entre las posibles razones, la eurodiputada socialista francesa Françoise Castex apunta en esta entrevista la inseguridad económica, el futuro incierto y sistemas de empleo anticuados, y dibuja un panorama incierto para el futuro demográfico europeo. El Parlamento Europeo votará su informe sobre este asunto en febrero.

Las previsiones demográficas para Europa son alarmantes. ¿Es demasiado tarde para reaccionar?

No son más que eso, previsiones. Disponemos de datos estadísticas que permiten prever un problema demográfico en el horizonte del año 2050; entre hoy y esa fecha pasaremos de una media de edad de 39 a 49 años. Entre las complicaciones que eso puede suponer está la disminución del número de personas en edad de trabajar y un aumento de la demanda de cuidados ligados al envejecimiento de la población. Todo esto es problemático para las finanzas públicas y para el dinamismo general de la Unión Europea; pero aún queda margen de acción en lo que se refiere a pleno empleo y natalidad.

La natalidad, precisamente, cada vez es más baja. ¿Cómo podemos animar a las mujeres a tener más niños?

Una tasa de natalidad del 1,2 es anormalmente baja, pero sabemos que podemos hacer que suba a través de políticas adecuadas. No volverá el esquema de la familia numerosa, porque los modelos de familia evolucionan, y el papel de la mujer en la sociedad ha cambiado: en el siglo XX, las niñas recibieron educación y además aprendieron a controlar su fecundidad, fundamentalmente a través de la contracepción. Al mismo tiempo, la inseguridad económica y el temor ante el futuro son asimismo un freno importante a la natalidad. Cuando una persona está en paro o no sabe dónde estará en cinco o diez años, suele dudar mucho si tener niños o no.

En este contexto, ¿qué podría favorecer la natalidad? Al contrario de lo que hemos pensado en algunos países como Alemania, el trabajo no es un freno a la natalidad, sino que hay que ayudar a la conciliación de vida profesional y familiar. Los Estados miembros deben desarrollar estructuras para la atención a la infancia; las encuestas muestran que las parejas querrían tener más niños de los que tienen, por tanto hay margen para el progreso a poco que tomemos las medidas adecuadas para favorecer la natalidad.

La población activa disminuye... ¿será necesario retrasar la edad de jubilación más allá de los setenta años o modificar el sistema de pensiones?

La idea dominante es, efectivamente, prolongar la vida activa, lo que supone retrasar la edad de jubilación. Actualmente la mayor parte de los asalariados comienzan a trabajar entre los 25 y los 30 años, y la tasa de empleo baja a partir de los 51 o 52 años de edad. Desde mi punto de vista debemos comenzar por examinar dónde disponemos de márgenes de progresión de la población activa con el fin predeterminado de que todo el mundo cotice sus cuarenta años. Yo creo que a partir de 2010 el objetivo del pleno empleo será cada vez más factible y necesario.

En mi informe propongo la consideración de ciclos de vida activa: si queremos ser la economía más competitiva del mundo es necesaria una verdadera política de formación, de planificación de carreras y de organización de itinerarios profesionales a lo largo de todo el ciclo activo, es decir alrededor de unos cuarenta años.

Actualmente la tasa de empleo entre la población activa de mayor edad es baja, porque las empresas prefieren contratar a jóvenes y no se ocupan lo suficiente de la formación de sus empleados. Es un tremendo error de cálculo: es imprescindible que las empresas integren la formación en sus planes de inversión. De todas formas, pronto de darán cuenta de que falta mano de obra, y que esto no se podrá resolver sólo a través de la inmigración seleccionada.

Precisamente la inmigración es, por un lado, fuente de preocupación para unos y de esperanza para otros, como los demógrafos. ¿Cómo resolver esta contradicción?

Es urgente que los Estados miembros realicen un acercamiento sereno a la inmigración. Hay que decir "sí", que necesitamos la inmigración, no sólo de cara al futuro sino también porque forma parte de nuestra historia. La inmigración no es algo nuevo en la Unión Europea, hay que aceptarla.

El principio de inmigración seleccionada según el cual si necesitamos enfermeras autorizamos la inmigración de un número "x" de enfermeras no es una solución. Las personas no son máquinas, también pueden enamorarse de su país de acogida y querer quedarse y formar una familia. Por eso no creo que podamos abordar la inmigración desde una óptica meramente económica y cuantitativa. Necesitamos la inmigración para renovarnos; antes de pensar si necesitamos que aumente, gestionémosla con serenidad.

Más información :

Proyecto de informe sobre el futuro demográfico de Europa

El déficit de población, a debate en el Parlamento Europeo

Una mujer con dos niños en una calle de Nuremberg ©BELGA/AFP/DDP/OLIVER LANG

¿Cómo animar a las parejas a tener niños?

El 28 de mayo, la comisión de Empleo y Asuntos sociales de la Eurocámara organizó una audiencia pública sobre el futuro demográfico de Europa en la que se habló de solidaridad intergeneracional, envejecimiento saludable, la influencia de la inmigración sobre la demografía o hasta de los efectos que podría tener la hipotética incorporación de Turquía sobre la pirámide de población europea.

La reunión contó con la participación especial del director del Instituto francés de estudios demográficos, François Héran, quien presentó a los eurodiputados un documento de trabajo según el cual "los Estados miembros (de la Unión Europea) que presentan tasas de natalidad más elevadas son aquellos que han sido capaces de desarrollar políticas de apoyo a la infancia y a la conciliación de vida personal y laboral".

Inmigración

Para este experto, la inmigración supone "una contribución significativa para la renovación y fortalecimiento de la población activa", por lo que asegura que "desempeña un papel fundamental en la estabilización" de las pirámides demográficas de los Estados miembros de la Unión Europea, ya que sin ella "algunos países perderían población, ya que registran mayor número de fallecimientos que de nacimientos".

Además, Héran remarcó que "no queda más remedio que adaptarse al envejecimiento de la población", ya que se trata de un fenómeno "que no se puede contrarrestar, porque tiene que ver con el alargamiento de la vida".

Turquía

Durante el debate posterior, el eurodiputado socialista sueco Jan Andersson, presidente de la comisión de Empleo y Asuntos Sociales del Parlamento Europeo, subrayó que actualmente "se ingresa más tarde en el mercado laboral, y también se abandona antes". También se interesó por el efecto que podría tener la posible adhesión de Turquía a la Unión Europea, en términos demográficos.

Héran explicó que este país "tiene un excedente natural de población, ya que nacen más personas de las que mueren", algo que sin embargo "sólo modificaría el paisaje demográfico europeo temporalmente", dado que sigue la misma tendencia que en su día registraron países como Italia o España".

Vivir más y mejor

A su vez, la eurodiputada socialista francesa Françoise Castex, ponente del informe parlamentario sobre el futuro demográfico de Europa, preguntó si el aumento de la esperanza de vida de los europeos iría acompañado de una mejora de su salud, a lo que Héran contestó que "parece que sí, los años de vida que ganamos son años de mejor salud" en los que "disminuye el riesgo de invalidez, pero también aumenta el número de personas mayores por lo que también lo harán los costes asociados".

Más niños

Por su parte, el polaco del grupo Unión por la Europa de las Naciones Jan-Tadeusz Masiel mostró su preocupación ante las bajas cifras de natalidad y quiso saber qué medidas habría que tomar para animar a las parejas jóvenes a tener más hijos. "La inmigración no es la solución, porque los inmigrantes prefieren mantener su identidad a integrarse", opinó.

Para Héran, "si el problema es demográfico, la solución no lo es: pasa por políticas económicas, de empleo, familiares...". Además, alertó de que "en el sur de Europa, los jóvenes tienen muchas dificultades para acceder a la vivienda" y consideró que "si pudieran independizarse más fácilmente, empezarían a tener hijos antes".

Más información :

Comisión de Empleo y Asuntos Sociales del PEEstudio de Héran sobre el futuro demográfico de la UE (en ingés)

martes, 9 de diciembre de 2008

Mapa del ruido de Barcelona. El 18% de los barceloneses sufren una alta contaminación acústica


La contaminación acústica en la ciudad

Sarrià, de día, y Gràcia, de noche, los distritos más ruidosos de la ciudad

FRANCESC ARROYO - Barcelona - 30/11/2008

Fuente: El País

El Ayuntamiento de Barcelona dispone de un nuevo mapa de la ciudad que refleja por calles, e incluso por tramos de vía, el ruido que soportan los vecinos. Mucho, aunque el informe final lo relativice aduciendo que Barcelona es una ciudad mediterránea con alta ocupación del espacio público (la calle) y, especialmente, mucho tráfico privado. De hecho, el tráfico es la primera causa de ruido, seguido del ocio nocturno y la industria. El Consistorio, consciente de la situación, trabaja en una nueva ordenanza contra el ruido que debe estar lista a principios de año. Esta norma dará paso a los programas de actuación que adecuen el sonido real al máximo aceptable.

Diecinueve ejes comerciales de la ciudad son fuente de ruido

Ciutat Vella tiene zonas ruidosas como la plaza Reial y el entorno de La Paloma

Las calles de la Sagrada Familia se hallan entre 65 y 76 decibelios

La plaza de Alfons Carles Comín registra índices de casi 80 decibelios

En Nou Barris hay zonas tranquilas: Canyelles, Roquetes y Trinitat Nova

El mapa deja claras algunas cosas: de día, más del 18% de la población soporta un ruido superior a 70 decibelios, que es el límite admisible; de noche, la situación varía, tanto en número de gente afectada (cae al 8%) como en lo no admisible: por encima de los 65 decibelios. Durante el día, el distrito en el que más se supera el ruido admisible es Sarrià, debido al tráfico; de noche, en cambio, la palma se la lleva Gràcia, seguida de Ciutat Vella.

Los planes de actuación prevén cosas muy diversas. Por ejemplo, ampliar aceras y reducir el tráfico en calles con alta densidad de vehículos. O que las ambulancias salgan de fábrica con un dispositivo que impida a los conductores el sonido máximo después de las 22.00 horas. Son dos medidas diferentes, pero ambas imprescindibles si se pretende reducir el ruido (límites de "inmisión acústica", en la lengua de la burocracia) que soportan los ciudadanos. En cualquier caso, los planes de actuación serán públicos y elaborados con la participación vecinal. La normativa actual divide la ciudad en cuatro zonas de sonido; la que se apruebe en 2009 establecerá nueve zonas. Valga un ejemplo: la ordenanza vigente considera que el sonido lógico en una calle como Torrent de l'Olla (de alta densidad de tráfico) es la misma que la que se atribuye a la calle de Montalegre, hoy semipeatonal. El mapa ayudará a cambiar las cosas.

El nuevo mapa del ruido de Barcelona sustituirá al de 1997 y recogerá las directrices elaboradas por la Unión Europea. Así, no sólo se tiene en cuenta el tráfico que soporta el tramo de calle (no toda la calle como en el mapa anterior), sino que se han efectuado las mediciones a la altura de dos pisos y no desde el suelo, donde el ruido es menor. Se ha tenido en cuenta también la situación de los vecinos (en área residencial) y los porcentajes de viviendas con habitaciones a fachada y a zona interior.

El resultado es el siguiente: si se tiene en cuenta la normativa de la Generalitat, que parte de tramos zonales, el 19% de la población soporta de día un ruido superior a los 70 decibelios. Pero si se considera la población realmente afectada, a partir, como ha hecho el actual mapa, del censo de residentes, el porcentaje cae al 18%. No es una gran diferencia, pero si los datos que se consideran son los nocturnos, la situación sí varía. La Generalitat cree que en el 33% de Barcelona hay zonas en las que se superan los "límites de inmisión" y el 26% está en el límite de lo tolerable; en cambio, el mapa real señala que sólo el 8% de los 1,6 millones de barceloneses soportan un ruido superior a los 70 decibelios y que el 25,9% se hallan en zonas donde el ruido se sitúa entre 65 y 70 decibelios.En líneas generales, el ruido más intenso se produce de día: entre las 7.00 y las 21.00 horas, y el tramo horario más tranquilo es el que va de las 3.00 a las 4.00. El principal factor de ruido es el tráfico, con vías especialmente ruidosas, como las grandes infraestructuras. El informe considera a este efecto las rondas, la Ronda del Mig entre Gran Via y Lesseps, la Diagonal (entre Esplugues y la calle de la Marina), la Gran Via y los inicios de la Meridiana. Por distritos, el que globalmente soporta mayor ruido del tráfico es el Eixample.

La diferencia entre el ruido diurno y el nocturno está muy vinculada a la tipología de las calles, con influencia de factores tan diversos como el tráfico global, el tipo de asfalto y si se trata de una calle transversal (paralela al mar y, por tanto, sin subidas y bajadas) o longitudinal y con mayor o menor pendiente. Otros factores causantes del ruido son el ocio nocturno, la industria y los ejes comerciales. El mapa define 19 ejes que producen altos niveles de ruido; en el Eixample, el paseo de Gràcia, Rambla de Catalunya, Sant Antoni y el corazón del distrito; en Sants, el largo eje que forman la carretera de Sants y la calle de la Creu Coberta; en Les Corts, el eje comercial que llega hasta Sants; en Sarrià, la calle Gran de Sarrià y el paseo de Sant Gervasi, y en Sant Martí, el centro del Poblenou.

Las zonas con menos ruido son los interiores de manzana y los parques, aunque algunos de estos soportan el sonido del tráfico de proximidad.

El ruido nocturno es otro cantar. Los principales focos de sonido se hallan en Ciutat Vella (el Gòtic y el Raval), en la zona izquierda del Eixample, en torno a Galvany (en el barrio de Sant Gervasi), en toda la antigua villa de Gràcia (si bien en esta zona se ha reducido considerablemente el impacto del tráfico en algunas calles) y, finalmente, en las zonas de Llacuna y Vila Olímpica, en el distrito de Sant Martí.

Sant Martí sufre, además del ruido vinculado al ocio nocturno, la existencia de 138 hectáreas industriales (es el segundo foco en importancia de la ciudad). Por delante sólo está la Zona Franca (419 hectáreas industriales) y por detrás destaca Sant Andreu (80 hectáreas).

El mapa del ruido consta de dos tipos de informes. Uno incluye la totalidad de Barcelona. El segundo describe, de modo más que minucioso, cada uno de los distritos de la ciudad. En ambos casos, los mapas distinguen entre día y noche.

- Ciutat Vella. El aumento de calles peatonales ha producido una cierta reducción del ruido. No obstante, el 29% de la población del distrito sigue expuesta a altos niveles. El 29% soporta, en franjas diurnas, un sonido ambiente de entre 65 y 70 decibelios, y el 2,5% incluso por encima de esta frontera. De noche, las zonas más ruidosas son la plaza Reial, la Rambla del Raval, los entornos de la sala La Paloma, el paseo del Born, la calle de Escudellers y los entornos de la calle de Orwell. En el barrio de la Barceloneta se registra un ruido que incluso supera los 80 decibelios en las cercanías de la Ronda Litoral. Otra vía ruidosa es el paseo de Joan de Borbó, con tramos que oscilan entre 65 y 70 decibelios. En el resto del distrito, las calles más castigadas son la Via Laietana, Fontanella, Paral·lel, Pelai y algunos tramos de Princesa, además del paseo de Colom y La Rambla.

- Sants. El distrito se halla muy expuesto al ruido del tráfico en la Gran Via, el Paral·lel y la calle de Sants, pero también tienen un sonido notable la avenida de Madrid y su prolongación en la calle de Berlín y las calles de Tarragona y Creu Coberta. Esta última, como la carretera de Sants, sufre también las consecuencias de la alta actividad comercial. Un caso aparte es el polígono de la Zona Franca, con sonido de origen industrial.

- Eixample. El tráfico castiga a todo el distrito, pero hay algunas calles muy por encima de la media. Son la Diagonal, la Gran Via, Balmes y Aragó. Con menor intensidad, pero por encima de la media, se sitúan Comte d'Urgell y Marina. Pero el distrito sufre también, en relación con el ruido, la existencia de potentes ejes comerciales, sobre todo la Rambla de Catalunya y el paseo de Gràcia, así como de una fuerte diseminación de locales de ocio nocturno que castigan, sobre todo, a los residentes en las noches de fin de semana. Un caso aparte es la Sagrada Familia. Las calles limítrofes (Provença, Mallorca, Sicília y Sardenya) se hallan, en general, entre 65 y 76 decibelios, e incluso en el interior del parque que lleva el nombre del templo se registran 70 decibelios.

- Les Corts. El ruido del tráfico se centra en las vías de alta densidad: la Ronda de Dalt, la Ronda del Mig y la Diagonal, pero no quedan lejos la avenida de Madrid (por encima de Aragó y Balmes) y la Travessera de les Corts. Se registran también ruidos vinculados a grandes superficies (L'Illa Diagonal y El Corte Inglés). Una característica del barrio es que algunas calles estrechas soportan un ruido por encima de lo previsible, por ejemplo, la de Galileo y la de Arizala, ambas por encima de los 70 decibelios. En cambio, los locales de ocio nocturno se hallan dispersos y alejados de las zonas residenciales, como en la Zona Universitaria.

- Sarrià. Es uno de los distritos más ruidosos y de los que cuentan con más puntos sensibles que exigirán otro resultado, como centros sanitarios, bibliotecas, residencias para personas de edad y escuelas. Hay 390 puntos especialmente sensibles al ruido. A la vez, soporta no pocas vías con sonido por encima de los 70 decibelios: entre otras, la Diagonal, la Ronda del General Mitre, Balmes, Muntaner, Via Augusta, el eje que forman Reina Elisenda y los paseos de Sant Gervasi y la Bonanova, y la avenida de Sarrià. Otras calles rozan los 70 decibelios. Entre ellas están las de Mandri, Vergòs, Sant Joan Bosco y la avenida de Pau Casals. Dos de los barrios del distrito se encuentran entre los más tranquilos de Barcelona: Vallvidrera y Les Planes.

Los vecinos se quejan muy poco

La principal causa del ruido en la ciudad, el tráfico, es una de las que ocasionan menor número de quejas de los vecinos. Como si éstos hubieran asumido fatalmente que así son las cosas y no queda otra cosa que aguantarse. Lo cierto es que la primera causa de quejas ciudadanas relacionadas con el ruido son las obras que se realizan en la vía pública (el 13,9% de las reclamaciones presentadas). El tráfico, en cambio, sólo origina el 3,8% de las quejas.

El segundo hecho que lleva a los barceloneses a quejarse de ruido en las oficinas municipales son actividades que se realizan en las calles (el 11,8% de las quejas), sin contar en este apartado el ocio nocturno, que es la tercera causa en importancia (11,2%). Le sigue la actividad musical en la vía pública (9,8%), sin que en este bloque figuren las casi inexistentes quejas por el sonido similar a la música del algunos turismos conducidos por gente escasamente respetuosa con los demás. Otros motivos de queja de los barceloneses son los vehículos que trabajan para el Ayuntamiento de Barcelona en tareas de limpieza, la carga y descarga, los aires acondicionados y los aviones y helicópteros que sobrevuelan la ciudad.

El mapa del ruido de Barcelona no recoge parte de estas molestias que sufren los ciudadanos. Es decir, el ruido de un martillo neumático que perfora la calle, el estrépito de una moto sin silenciador o en la que el conductor acelera sin otro motivo que hacer ruido, los gritos de los borrachos en algunas zonas de la ciudad, en la medida en que son esporádicos, no aparecen registrados en el mapa, que trabaja con valores medios y sostenidos. Lo que el mapa busca es describir la situación media de 14.000 puntos de la ciudad, para lo que se han realizado 2.309 mediciones de corta duración y 109 con un tiempo más prolongado. El resultado es la división de la ciudad en tres zonas de sensibilidad acústica: alta, baja y moderada, que significan lo contrario de lo que sugieren: en la zona de sensibilidad alta es donde hay menos ruido; en la baja, es donde se produce más.