"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

jueves, 8 de octubre de 2009

La basura europea, un filón para el contrabando



Por ELISABETH ROSENTHAL ROTTERDAM, Holanda —


EL PAÍS, 8-10-2009 suplemento

Cuando dos inspectores abrieron las puertas de un abollado contenedor rojo , aquí en Rotterdam, se toparon con un cementerio de residuos electrónicos de Europa (cables viejos, contadores eléctricos, cajas de circuitos) mezclados con restos de cartón y plástico.

“Esto se supone que va para China, pero no va a ir a ninguna parte”, decía Arno Vink, un inspector del Ministerio de Medio Ambiente holandés que confiscó el contenedor aplicando unas estrictas nuevas leyes europeas que imponen restricciones a todo tipo de exportacionesde residuos, desde tuberías sucias hasta ordenadores estropeados, pasando por la basura doméstica.

Exportar residuos a países pobres de manera ilegal se ha convertido en un enorme negocio internacional en expansión, ya que las empresas tratan de minimizar los costes impuestos por las nuevas leyes medioambientales, como las de Holanda, que gravan los residuos o exigen que se reciclen o se eliminen de alguna otra forma respetuosa con el medio ambiente.

Rotterdam, el puerto con más tráfico de Europa, se ha convertido sin saberlo en el principal colector externo de desechos de Europa, una puerta de salida de basura con destino a lugares como China, Indonesia, India y
África. Allí, los residuos electrónicos y los restos de materiales de construcción que contienen sustancias químicas tóxicas suelen ser desmontados por niños cuya salud acaba resintiéndose gravemente. Otros desechos que
se supone que van a reciclarse conforme a las leyes europeas puede que simplemente se quemen o se abandonen para que se descompongan, contaminando el aire y el agua y liberando gasesde efecto invernadero asociados
al calentamiento global.

Aunque gran parte del comercio internacional de residuos es legal, y éstos se envían a plantas de reciclaje
extranjeras certificadas, un gran porcentaje no lo es. A cambio de una buena cantidad de dinero, los comerciantes ilegales hacen que los residuos de Europa desaparezcan en el extranjero.

Después de que Europa ordenase reciclar artículos electrónicos como los televisores y los ordenadores, el año pasado se devolvieron entre dos y tres millones de toneladas de residuos electrónicos, muy por debajo de los aproximadamente cinco millones de toneladas esperados. Es probable que gran parte del resto se exportase
ilegalmente, según el Organismo Europeo de Medio Ambiente.

Este organismo afirma que las exportaciones de basura de papel, plástico y metal de Europa se han multiplicado por 10 entre 1995 y 2007, y que ahora se transportan 20 millones de contenedores de residuos al año, ya sea legal o ilegalmente.

La mitad de ellos pasan por este enorme puerto en el que los camiones y los barcos intercambian mercancías día y noche.

En Estados Unidos, hay cada vez más estados que aprueban leyes que exigen el reciclaje de artículos, especialmente los electrónicos. Pero, debido a que impone menos restricciones a las exportaciones de basura y las controla mucho menos que Europa, ese volumen cada vez mayor fluye con relativa libertad hacia el extranjero, en su mayoría de forma legal. “Ahora estamos recogiendo mucho más, pero no se puede evitar que salga de los puertos.

La gente habla de ‘escapes’, pero es una auténtica hemorragia”, dice Jim Puckett, director de Basel Action Network, una organización medioambiental sin ánimo de lucro estadounidense.

La tentación de exportar residuos es grande porque reciclar adecuadamente dentro del país es caro: debido a las nuevas leyes medioambientales europeas, incinerar basura en Holanda es cuatro veces más caro que ponerla
(ilegalmente) en un barco rumbo a China. Y los enormes portacontenedores que llegan a Europa y América del Norte desde Asia cargados de ropa y artículos eléctricos baratos tienen ahora un lucrativo cargamento con el que regresar:
desechos como cables de acero, cajas de circuitos y sobras de la cena de pasta de anoche.

“El tráfico de las exportaciones de residuos ha alcanzado proporciones inmensas”, afirma Christian Fischer, consultor jefe de residuos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, que ha publicado su primer estudio sobre el tema este año .

Los holandeses han tomado una solitaria iniciativa al inspeccionar las exportaciones de residuos y frenar el tráfico, lo que proporciona una insólita ventana al comercio.

Calculan que el 16% de las exportaciones son ilegales. En julio, un cargamento de 1.400 toneladas de basura doméstica británica que se había enviado ilegalmente a América del Sur (etiquetada como plástico limpio para
reciclaje) no fue confiscado hasta que llegó a Brasil. Rotterdam usa rayos X y análisis informáticos de los documentos de transporte para identificar los contenedores sospechosos.

Pero otros países tienen que hacer más, afirma Albert Klingenberg, del Ministerio de Medio Ambiente holandés e: “Cuando no pueden sacarlos desde Rotterdam, van a Amberes o Hamburgo”.

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