- En 2050 la población mundial ascenderá a 9.100 millones de personas
- África duplicará su población y debe aumentar las tierras de cultivo
- El cambio climático puede disparar los precios de los alimentos
Ampliar fotoNiños acuden a un programa alimentario en Manila.REUTERS/Romeo Ranoco
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TRVE, 16.10.2009
En el año 2050, 9.100 millones de personas poblaran el planeta, un tercio más de bocas que alimentar según los cálculos de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Esta agencia de la ONU advierte en el Día Mundial de la Alimentación que si no se invierten cada año 83.000 millones de dólares no habrá alimentos para todos.
Las inversiones deberían aumentar un 50% en los países en vías de desarrollo y habría que destinar unos 20.000 millones para la producción agrícola y 13.000 millones para la ganadera.
Aparte, se requerirán otros 50.000 millones de dólares para cadenas de frío, instalaciones de almacenamiento, mercados y la etapa inicial del procesado, que permitirán incrementar la producción alimentaria mundial en un 70%.
Más demanda de alimentos
El crecimiento demográfico más rápido será en África subsahariana, que duplicará su población en 2050, con un incremento del 108%, equivalente a 910 millones de personas.
En la actualidad unos 218 millones de africanos, cerca del 30% de la población total sufren de hambre y malnutrición crónica, y en todo el mundo la cifra de hambrientos supera los mil millones.
En 2050, la población de Asia oriental y el Sudeste asiático crecerá un 11%, con 228 millones de habitantes más y cerca del 70% de la población mundial vivirá en ciudades o áreas urbanas, comparado con el 49% actual.
La demanda de alimentos continuará creciendo como resultado del incremento demográfico y del aumento de los ingresos. En el caso de los cereales alcanzará 3.000 millones de toneladas en 2050.
La producción anual de cereales tendrá que aumentar en casi 1.000 millones de toneladas, en la actualidad es de 2.100 millones, y la producción de carne en más de 200 millones de toneladas, hasta los 470 millones.
El 72% de la producción cárnica será para los países en desarrollo, que hoy en día consumen tan solo el 58%.
La producción de biocombustibles podría también aumentar la demanda de productos básicos agrícolas, en función de los precios de la energía y las políticas gubernamentales.
Cambio climático
A nivel mundial el impacto del cambio climático en la producción alimentaria podría ser reducido -al menos hasta 2050-, pero la distribución de la producción tendrá consecuencias importantes para la seguridad alimentaria.
Los países en desarrollo pueden experimentar un declive de entre el 9 y el 21% de su productividad agrícola total como resultado del calentamiento global, según la FAO.
La agricultura emite el 14% de los gases de efecto invernadero. El 74% de las emisiones de la agricultura y la mayor parte del potencial técnico y económico para la mitigación -cerca del 70%- se encuentra en los países en desarrollo.
Está previsto que los precios medios de los alimentos aumenten en línea con los incrementos moderados de temperatura. A partir de 2050, y con nuevas subidas del mercurio, se producirán grandes recortes en la producción agrícola de los países en desarrollo, con lo que los precios subirán de forma sustancial.
El cambio climático podría empeorar la seguridad alimentaria al incrementar la presión de las enfermedades generadas por vectores, el agua y los alimentos. El resultado podría ser una disminución sustancial de la productividad agrícola, incluyendo la productividad de la mano de obra, con un aumento de la pobreza y las tasas de mortalidad.
El desafío de África
En África esta situación llevaría a un incremento de la dependencia de muchos países de las importaciones alimentarias. El cambio climático puede reducir la producción agrícola potencial africana hasta el período 2080-2100 entre un 15 y un 30%.
África cuenta con abundantes recursos naturales, incluyendo agua, aunque la distribución es muy desigual. Tan solo el 3% de los cultivos africanos son de regadío, frente a un 20% de media mundial.
La irrigación supondría un aumento enorme de la producción y el rendimiento. Una hectárea de tierra africana produce 1,2 toneladas de cereal, frente a una media de 3 toneladas en los países en desarrollo.
Otro de los problemas es el minifundismo, un 80% de las explotaciones agrícolas africanas tienen menos de dos hectáreas y su número alcanza los 33 millones. Aunque el potencial adicional de tierra disponible para el cultivo en África subsahariana es de más de 700 millones de hectáreas.
La región de la sabana de Guinea -una superficie dos veces mayor que la dedicada al trigo en todo el mundo- ofrece una enorme producción potencial, ahora tan solo se cultiva el 10% de esta extensión de 600 millones de hectáreas.
La roturación de nuevos cultivos requerirá precauciones para evitar un impacto medioambiental negativo e inversiones en infraestructura y tecnología, que la FAO cuantifica en 21.000 millones de dólares anuales en todo el continente negro.
Ayuda al desarrollo e inversiones
Entre 1980 y 2005 la Ayuda Oficial al Desarrollo a la agricultura descendió cerca de un 58% en términos reales, cayendo desde el 17% del total de las ayudas al 3,8% y en la actualidad se sitúa en el 5%. España destina 200 millones al año a programas de lucha contra el hambre.
En el año 2000 el gasto público mundial en investigación y desarrollo agrícola fue de tan sólo 23.000 millones de dólares, muy lejos de los 83.000 necesarios, y su distribución fue muy desigual.
Los dos países con más habitantes, India y China, deberían concentrar inversiones netas en agricultura de hasta 29.000 millones de dólares al año para alimentar a su población.
Por regiones, Asia oriental requerirá 24.000 millones, seguida de Asia meridional y Latinoamérica y el Caribe, con 20.000 millones cada una, el África subsahariana, con 11.000 millones; y Oriente Próximo y el norte de África, con 10.000.
Debido a las diferencias en los índices de crecimiento demográfico, Latinoamérica perderá la mitad de su mano de obra agrícola, mientras que el África subsahariana la duplicará.
Para el año 2050 un trabajador agrícola latinoamericano dispondrá de un capital social, o activos físicos como equipamientos, tierra y ganado, 28 veces mayor que un campesino subsahariano. Una circunstancia que podría aliviar la situación de hambre que en la actualidad sufren 300.000 familias en Guatemala.
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