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"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.
sábado, 11 de diciembre de 2010
LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN CATALUÑA: Las grietas sociales
http://edicionimpresa.lavanguardia.es/premium/epaper/20101202/54079336839.html
El paro es muy selectivo, ya que afecta especialmente a jóvenes, inmigrantes y operarios
JOSEP PLAYÀ MASET - Barcelona
En un plazo relativamente corto la sociedad catalana ha pasado de la bonanza a la crisis, de la euforia a la preocupación. La Associació Catalana de Sociología (ACS), que definió el 2008 como "el año en que empezamos a bajar de las nubes", ahora ha ido un poco más allá en el análisis y se ha referido a la aparición de las primeras grietas en la cohesión social.
Frente a las reflexiones economicistas, los sociólogos catalanes proponen en su anuario del 2010 una lectura social. Y la primera constatación es que "la sociedad catalana se ha hecho más vulnerable", según Josep M. Rotger, presidente de la ACS, lo que significa que crecen las desigualdades. Pero esta debilidad no es generalizable, sino que se trata de una crisis que afecta a grupos sociales muy concretos, como los inmigrantes, los empleados de la construcción y la industria y los jóvenes - en especial, los menos cualificados-.Estos ejercen de "válvula" que permite respirar al resto, según la catedrática de Sociología Marina Subirats. Esa polarización se traduce en datos como este: un 75% de los hogares tiene a todos sus activos trabajando, mientras que un 8% (hace dos años era un 2%) los tiene a todos en el paro.
El anuario 2010 es un compendio de artículos de varios sociólogos que repasan el impacto de la crisis. Maria Caprile y Oriol Homs analizan un mercado de trabajo que ha perdido 500.000 puestos de trabajo en año y medio. Su conclusión es que "la crisis es muy selectiva", ya que no ha afectado a determinados sectores. Incluso se da un aumento de los ocupados (un 7,5% entre el 2007 yel 2009) en el sector de técnicos y profesionales. Entre directivos, funcionarios y administrativos hay un impacto escaso y, en cambio, entre los no cualificados, operarios y artesanos la ocupación cae entre un 20% y un 30%.
LOS JÓVENES
Tocados por la precariedad, la sobrecualificación y el paro
La crisis económica se ha cebado especialmente entre los jóvenes. Si en el segundo trimestre del 2007 se llegó a la tasa de paro juvenil más baja, apenas un 8,5%, tres años más tarde se acerca al 30% y lleva camino de triplicar la tasa de paro de los adultos. Ahora bien, Pau Serracant, sociólogo y coordinador de la Enquesta a la Joventut de Catalunya, traza un perfil de los jóvenes parados: son los que tienen menos edad (uno de cada dos jóvenes de 16 a 19 años está en paro); los que tienen menos estudios (entre quienes no han llegado al bachillerato el paro es del 42%) y los inmigrantes. También hay una proporción más alta de paro entre las chicas.
Entre los jóvenes se ha impuesto el "modelo mediterráneo de ocupación", que se caracteriza por la precariedad (sueldos mileuristas, contratos temporales, baja sindicación y alta siniestralidad laboral), la sobrecualificación (empleos con una titulación inferior a la que se tiene) y más paro. Otra característica es la polarización ocupacional. Hasta un 36% de los jóvenes ocupados tienen trabajos de baja cualificación, porcentaje más alto que en Europa. Esta polarización también se da en los estudios. El número de jóvenes con sólo estudios obligatorios o sin finalizar es superior a la media europea, y también lo es el porcentaje de jóvenes con estudios universitarios.
Se percibe además una reproducción intergeneracional de la posición en el mercado de trabajo, asociada tanto al nivel de estudios de los padres como a su profesión. Hay un dato revelador: el 65,2% de los jóvenes empresarios con asalariados tienen padres que también lo son.
LOS EXTRANJEROS
La mujer inmigrante es clave para la subsistencia familiar
Pese a que crece el discurso xenófobo de que los inmigrantes quitan trabajo a los autóctonos, las estadísticas indican que el paro castiga con más dureza a los extranjeros. De los 607.200 parados que había a finales del 2009, un 31,6% (192.000) eran inmigrantes, una proporción bastante más alta que su peso sobre la población. El único "consuelo" para este sector es que la ocupación femenina resiste mucho mejor, ya que las labores de limpieza y cuidado de ancianos y niños resisten mejor los recortes. Una característica de la economía española y catalana es que las mujeres inmigradas copan el trabajo doméstico asalariado en detrimento de la ocupación en servicios sociales, educativos y sanitarios que se da en un grado superior en otros países europeos.
Los efectos de la desocupación en los inmigrantes van más allá de la reducción o falta de ingresos: comportan un riesgo de exclusión social que puede traducirse en más irregularidad, trasvase a economía sumergida y marginalidad.
Esta realidad suscita un intenso debate sobre la gestión política. Sònia Parella y Teresa Sordé (Grup d´Estudis d´Immigració i Minories Ètniques de la UAB) dicen en uno de los capítulos del anuario que sería un error poner el acento en los planes de retorno, porque "una parte importante de las familias han venido para quedarse y la crisis económica es a menudo más grave en muchos de los países de origen". Por eso defienden que las políticas migratorias deben ir en la dirección de exigir derechos y deberes, considerar a la inmigración como población propia y fomentar la cohesión social.
Los extranjeros son los más vulnerables
LOS AGRICULTORES
La crisis impulsa la agricultura "diferente" y la productividad
Estamos ante "la crisis de la agricultura y no de la crisis en la agricultura", dice Jordi Peix, ingeniero técnico agrícola e impulsor de la Unió de Pagesos. Es decir, que el sector agrícola vive inmerso en una larga crisis que se traduce en la constante reducción de su población activa, lo cual no quita que la crisis económica haya incidido también en el sector. Se han reducido las inversiones, se ha producido un cambio en los hábitos hacia alimentos más baratos y las empresas más pequeñas o mal gestionadas se pueden ver abocadas al cierre. Pero también influyen la crisis alimentaria la crisis energética y medioambiental.
La agricultura, un sector en declive
En la agricultura actual ya no se habla de la explotación familiar agraria, ya que se buscan ocupaciones alternativas en otros sectores, sino del agricultor a título principal. Y la mitad de los 60.000 activos agrarios en Catalunya ya son asalariados. Peix destaca los efectos transformadores de la crisis en un país donde el 70% de su producción final agraria no recibe ayudas de la política agraria comunitaria (PAC). Destaca el aumento de la productividad y el impulso a una agricultura "diferente" (elaboración artesana, denominaciones de calidad, agricultura ecológica) e incluso la recuperación de las paradas en mercados o la venta directa en agrobotigues.Pero también resalta los peligros del sobretrabajo y del descenso en las remuneraciones.
EL CATALÁN
El catalán puede perder peso en el ámbito privado
Durante el franquismo, pese a la represión de la lengua catalana y a las dificultades para el acceso a su aprendizaje, se produjo la incorporación de nuevos catalanohablantes y la identificación de muchos inmigrantes con el catalán como lengua de adopción. No fue la única dificultad que encontraron, pero el factor lingüístico tuvo un papel importante en su proceso de arraigo.
Ahora el entorno es favorable (aulas de acogida, cursos, mediación cultural), pero han surgido factores adversos: 1) el riesgo de guetización (aislarse en un barrio implica desarraigo y distanciación de la lengua); 2) la lengua como barrera instrumental (quienes se incorporan mayores a la escuela o fracasan pueden asociar el catalán a un cierto prestigio social y reaccionar a la contra); y 3) el catalán visto como frontera simbólica (se asocia a unas formas de consumo e identidad alejadas).
La progresiva institucionalización del uso público del catalán facilita que esta lengua sea vista como un factor clave para integrarse. Sin embargo, el reverso es que la pérdida de peso porcentual del catalán en el ámbito privado reduce su uso habitual en la familia o el trabajo. Y, tal como señalan Marta Rovira, Enric Saurí y Montserrat Treserra, no parece que las políticas públicas puedan incidir en ese ámbito.
El efecto dominó
La sociedad catalana se ha hecho más vulnerable. ¿Se acabó la etapa de progreso?
Un turista joven salía de la parada de Liceu, de la línea 3 del metro de Barcelona. "¡Estás loco! ¡Vigila esa maleta!", se oyó que le gritaban. Acababa el turista de dejar su equipaje en lo alto de las escaleras, en plena calle, cuando se disponía a retroceder por el mismo sitio al rescate de otro pesado bulto con el que no podía cargar su compañera. El aviso de ese alguien le puso en alerta. Cunde la sensación de inseguridad en esa Rambla remozada, ya sin pájaros, con pocas flores y muchos helados. Más allá de la Rambla, también. La anécdota del turista asustado deja de serlo cuando, a unos 300 metros, un grupo de académicos teoriza acerca de las nuevas grietas sociales que la crisis ha esculpido en la cara más visible de Catalunya. Vías de agua en el edificio de la convivencia. ¿El diagnóstico? La sociedad catalana cada vez tiene menos las claves de su futuro, se está haciendo cada día más vulnerable.
"Aquí se gasta poco en política social", sentencia la socióloga Marina Subirats. Eso, que se escribe y se dice rápido, tiene unas consecuencias devastadoras. ¡Ay, el efecto dominó! Las piezas se encadenan y caen una tras otra. A menos protección social, más desigualdades. Crac. A más desigualdades, más marginalidad. Crac. A más marginalidad, más conflictividad social. Crac, crac, crac. Y esa Catalunya encantada de haberse conocido amenaza ruptura. Así, tal cual. De momento son sólo amagos, pero el espejismo se diluye. La realidad salta a la vista. Los catalanes habían vivido años felices desde los ochenta hasta primeros del siglo XXI. Hasta entonces, todos podían llegar donde querían con algo de esfuerzo. Todos creyeron que podían ser clase media... Las desigualdades disminuyeron, no tanto porque se redistribuyera la riqueza como porque los sectores más pobres mejoraron. Eso empieza a acabarse. "Este periodo en el que Catalunya ha progresado parece cerrarse", advierte Marina Subirats. Que Artur Mas vaya descorriendo las cortinas de su despacho y se asome a la calle. No es cuestión de cambiar el modelo productivo, se nos dijo ayer. Hay que cambiar el modelo social. Hay que huir del discurso dominante, neoliberal, más economicista. ¿Que cómo se hace eso? Con políticas que limiten la tendencia a la desigualdad. Y, sobre todo, que ataquen el fracaso escolar en la ESO porque los jóvenes pueden acabar acomodándose en la marginalidad o, en el mejor de los casos, desplomados en el sofá. "El dinero que no se gaste en protección social se acabará gastando en cárceles", resume Josep Maria Rotger.
El informe de la Associació Catalana de Sociologia es un foto polaroid de las flaquezas que deja una crisis que ha sido "selectiva". El ascensor social ha dejado de funcionar para algunos: personas con bajo nivel educativo, inmigrantes y jóvenes, principalmente. Ni siquiera la lengua catalana tiene ese valor integrador de antes. Los sociólogos aseguran que están preocupado. No hay movimientos telúricos, pero las aguas empiezan a encresparse. "Ep, no badem!".
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