Transportados en limusina con escolta policial sorteando los atascos de la enorme metrópolis turca, los ministros de Finanzas y banqueros que participaron la semana pasada en la cumbre del G-7, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial en Estambul tuvieron la oportunidad de contemplar el futuro. Sólo hacía falta mirar por la ventanilla. En los alrededores del aeropuerto, edificios abandonados y escombros son las secuelas de las inundaciones devastadoras de septiembre, un aviso - según el consenso científico-de los extremos eventos climatológicos que se avecinan.
Pero en una cumbre que pretendía diseñar un "nuevo orden económico" tras la crisis, el cambio climático apenas figuraba en la agenda. Lejos de debatir estrategias para moderar el crecimiento económico y el consumo como precondiciones para la reducción de emisiones de CO , el director 2 gerente del FMI, Dominique Strauss Kahn, repitió las consignas pro crecimiento del G-20 de Pittsburgh: recuperar cuanto antes la senda del crecimiento a escala mundial; y fomentar el consumo en países de cultura ahorrativa, como China, Japón o Alemania. "Habrá que quitarles a los chinos el miedo a consumir", dijo un director del fondo.
Son las dos realidades paralelas de un mundo que busca desesperadamente una salida de la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, a la vez que hace frente al reto del cambio climático. Los gurús económicos reunidos en Pittsburgh y Estambul - y que volverán a encontrarse en diciembre en la cumbre climática de Copenhague-ven posible la cuadratura del círculo incorporando las energías renovables y la eficiencia energética para posibilitar un crecimiento económico tan robusto como antes de la crisis (pero de baja intensidad de CO ). "Si aplicamos un 2 precio que refleje el daño al planeta de las emisiones - mediante impuestos o un mercado de emisiones (cap and trade)-resolveremos el problema", dijo Kirk Hamilton, economista jefe del departamento de desarrollo sostenible del Banco Mundial. Junto con las políticas de reactivación - el llamadoestímulo verde-se crearán nuevos motores económicos que "nos pueden conducir por el camino de crecimiento deseado", dijo Hamilton haciéndose eco de las ideas sobre el new deal verde de Achim Steiner de la ONU.
Pero - según los bioeconomistas y otros pioneros de las nuevas teorías del decrecimientoescondidos en los foros alternativos de EstambulyPittsburgh-existe un serio problema con esta visión optimista del "keynesianismo verde". No hay un escenario factible en el que la vuelta a las tasas de crecimiento registradas en las últimas décadas sea compatible con el futuro de un planeta perdurable. Según los cálculos de Tim Jackson, de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, para mantener el crecimiento medio de las últimas décadas hasta el 2050 habría que reducir el 96,4% de las emisiones por unidad de riqueza creada para evitar que los gases se disparen en la atmósfera (450 partes por millón) y eleven la temperaturas hasta causar catástrofes climáticas. Concretamente, de los 768 gramos de CO por unidad de riqueza 2 que se generan habría que bajar a 36 gramos. Creer que eso es posible, es "patológicamente ilusorio", advierte Jackson en un informe para la la Comisión de Desarrollo Sostenible en el Reino Unido. Pero en Estambul, es exactamente lo que los ministros creían.
El dato pasó desapercibido en las cumbres pero, según un nuevo informe de la Agencia de Energía Internacional, en el 2009 - el año en que miramos el abismo de la segunda Gran Depresión con subidas brutales de desempleo y pobreza-las emisiones de CO 2 probablemente caerán un 3%, el primer descenso significativo en 40 años. Esta buena noticia es la prueba del enorme dilema que afrontamos.
Sólo Thom Yorke, el cantante de Radiohead, se atrevía a afirmar la cruda realidad antes de la cumbre de Pittsburgh: "Sólo quería decirles a los políticos que no podemos crecer como antes; habrá que buscar otro plan", dijo en Nueva York. Dio voz a una corriente económica todavía minoritaria pero que despierta cada vez mas interés en torno a las ideas de economías en steady state - estado estable-,segun el término del economista de Maryland (Estados Unidos) Herman Daly-o el decrecimiento, según el sociólogo francés Serge Latouche. En su último libro, Latouche adopta el término acrecimiento,y deja de enmarcar el debate sobre el futuro en los términos vulgares del crecimiento del PIB . "Se trata de prescindir del crecimiento como quien prescinde de una religión que dejó de tener sentido", afirma el filósofo Jordi Pigem en su nuevo libro Buena Crisis la "happy crisis", bromea-ha creado las condiciones para una ofensiva contra el modelo destructivo de crecimiento y consumo. El nuevo informe sobre indicadores alternativos de progreso social sostenible elaborado por los premios Nobel Joe Stiglitz y Amartya Sen para el presidente Nicolas Sarkozy confirma que algo se mueve.
Pero como bien sabe Stiglitz, cuyos acercamientos a Cristine Lagarde, la ministra de Finanzas francesa, en Estambul recibieron calabazas, esta crisis no será suficiente para cambiar el consenso. "Probablemente tendrá que pasar algo más fuerte, quizás indicios claros de agotamiento del crudo; pero en algún momento van a darse cuenta de que el crecimiento tendrá que bajar drásticamente", dijo Saamah Abdallah, economista del instituto londinense New Economics, pionero en la búsqueda de modelos económicos alternativos.
El reto - dice Abdallah-es elaborar una estrategia de crecimiento bajo, cero o incluso de decrecimiento que no provoque el colapso económico o el desempleo masivo. Será una tarea muy difícil que emprendemos con mucho retraso, advierte Jackson. "Increíblemente nadie ha intentado aún crear un modelo que reduzca la necesidad de crecer sin perder la estabilidad macroeconómica", se lamenta.
Son las dos realidades paralelas de un mundo que busca desesperadamente una salida de la peor crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial, a la vez que hace frente al reto del cambio climático. Los gurús económicos reunidos en Pittsburgh y Estambul - y que volverán a encontrarse en diciembre en la cumbre climática de Copenhague-ven posible la cuadratura del círculo incorporando las energías renovables y la eficiencia energética para posibilitar un crecimiento económico tan robusto como antes de la crisis (pero de baja intensidad de CO ). "Si aplicamos un 2 precio que refleje el daño al planeta de las emisiones - mediante impuestos o un mercado de emisiones (cap and trade)-resolveremos el problema", dijo Kirk Hamilton, economista jefe del departamento de desarrollo sostenible del Banco Mundial. Junto con las políticas de reactivación - el llamadoestímulo verde-se crearán nuevos motores económicos que "nos pueden conducir por el camino de crecimiento deseado", dijo Hamilton haciéndose eco de las ideas sobre el new deal verde de Achim Steiner de la ONU.
Pero - según los bioeconomistas y otros pioneros de las nuevas teorías del decrecimientoescondidos en los foros alternativos de EstambulyPittsburgh-existe un serio problema con esta visión optimista del "keynesianismo verde". No hay un escenario factible en el que la vuelta a las tasas de crecimiento registradas en las últimas décadas sea compatible con el futuro de un planeta perdurable. Según los cálculos de Tim Jackson, de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido, para mantener el crecimiento medio de las últimas décadas hasta el 2050 habría que reducir el 96,4% de las emisiones por unidad de riqueza creada para evitar que los gases se disparen en la atmósfera (450 partes por millón) y eleven la temperaturas hasta causar catástrofes climáticas. Concretamente, de los 768 gramos de CO por unidad de riqueza 2 que se generan habría que bajar a 36 gramos. Creer que eso es posible, es "patológicamente ilusorio", advierte Jackson en un informe para la la Comisión de Desarrollo Sostenible en el Reino Unido. Pero en Estambul, es exactamente lo que los ministros creían.
El dato pasó desapercibido en las cumbres pero, según un nuevo informe de la Agencia de Energía Internacional, en el 2009 - el año en que miramos el abismo de la segunda Gran Depresión con subidas brutales de desempleo y pobreza-las emisiones de CO 2 probablemente caerán un 3%, el primer descenso significativo en 40 años. Esta buena noticia es la prueba del enorme dilema que afrontamos.
Sólo Thom Yorke, el cantante de Radiohead, se atrevía a afirmar la cruda realidad antes de la cumbre de Pittsburgh: "Sólo quería decirles a los políticos que no podemos crecer como antes; habrá que buscar otro plan", dijo en Nueva York. Dio voz a una corriente económica todavía minoritaria pero que despierta cada vez mas interés en torno a las ideas de economías en steady state - estado estable-,segun el término del economista de Maryland (Estados Unidos) Herman Daly-o el decrecimiento, según el sociólogo francés Serge Latouche. En su último libro, Latouche adopta el término acrecimiento,y deja de enmarcar el debate sobre el futuro en los términos vulgares del crecimiento del PIB . "Se trata de prescindir del crecimiento como quien prescinde de una religión que dejó de tener sentido", afirma el filósofo Jordi Pigem en su nuevo libro Buena Crisis la "happy crisis", bromea-ha creado las condiciones para una ofensiva contra el modelo destructivo de crecimiento y consumo. El nuevo informe sobre indicadores alternativos de progreso social sostenible elaborado por los premios Nobel Joe Stiglitz y Amartya Sen para el presidente Nicolas Sarkozy confirma que algo se mueve.
Pero como bien sabe Stiglitz, cuyos acercamientos a Cristine Lagarde, la ministra de Finanzas francesa, en Estambul recibieron calabazas, esta crisis no será suficiente para cambiar el consenso. "Probablemente tendrá que pasar algo más fuerte, quizás indicios claros de agotamiento del crudo; pero en algún momento van a darse cuenta de que el crecimiento tendrá que bajar drásticamente", dijo Saamah Abdallah, economista del instituto londinense New Economics, pionero en la búsqueda de modelos económicos alternativos.
El reto - dice Abdallah-es elaborar una estrategia de crecimiento bajo, cero o incluso de decrecimiento que no provoque el colapso económico o el desempleo masivo. Será una tarea muy difícil que emprendemos con mucho retraso, advierte Jackson. "Increíblemente nadie ha intentado aún crear un modelo que reduzca la necesidad de crecer sin perder la estabilidad macroeconómica", se lamenta.
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JORDI PIGEM - LA VANGUARDIA, CULTURAS, 03/06/2009