"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

domingo, 19 de diciembre de 2010

La era de las posibilidades

Occidente sufre la insistente sensación de que su tiempo ha pasado; fuera, muchos países creen que ha llegado el suyo o que está cerca. Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional siguen necesitando una reforma que refleje el cambio del orden mundial

LA VANGUARDIA 17/12/2010
Roger Cohen

Roger Cohen es columnista de temas mundiales del The New York Times y del International Herald Tribune
La caída del Muro de Berlín liberó a Europa, pero su mayor impacto apenas se ha evidenciado en la primera década del siglo XXI. En nuestro vértigo, no vimos el derrumbe de otros muros: por ejemplo entre Turquía –país miembro de la OTAN– y Siria, entonces aliado soviético, donde por lo menos 60.000 minas terrestres sellaron en su día una frontera de casi 870 kilómetros y donde alrededor de 2.000 millones de dólares fluyen anualmente en transacciones comerciales a lo largo de una línea divisoria exenta de visados. Países satélites y ex repúblicas de la antigua Unión Soviética, como Bulgaria y Georgia, también descubrieron a la vecina Turquía. Abandonando su papel de confín de Occidente, Turquía se ha convertido rápidamente en eje central de Eurasia.

Un África destrozada en los días de la guerra fría por la batalla entre representantes soviéticos y estadounidenses, aprendió a mirar allende muros ideológicos, permitiendo no solo algunos hallazgos de buena vecindad –Sudáfrica y Mozambique– sino también el desarrollo del comercio con China, que ha aumentado pasando de 10.000 millones de dólares en el año 2000 a muy por encima de 100.000 millones de dólares en la actualidad. Se espera que África crezca un 5.2% en este próximo 2011, más del doble del ritmo pronosticado para Estados Unidos y Europa. El director ejecutivo de Coca-Cola ha identificado al continente africano como una de las principales prioridades de inversión de la empresa.

Estos cambios forman parte de las corrientes más profundas y pausadas, aunque invisibles, que manaron de Berlín.

Si Occidente vibraba de emoción hace dos décadas por recibir a una Europa libre y completa, actualmente está mucho menos satisfecho con un mundo donde se le pasa por alto más fácilmente. El austero menú fijo de relaciones de la guerra fría se ha convertido en un extravagante à la carte. ¿Qué podemos decir de las uniones matrimoniales peruano-indios? El papel central estadounidense se ha desgastado, Europa se ha vuelto políticamente marginal y Japón, miembro honorario de Occidente, es simplemente deprimente. “¿Dónde está nuestra influencia?”, se quejan los diplomáticos occidentales. Muchas veces tienen muy poca, como en el caso de Irán.

En otras partes, empero, hay entusiasmo y emoción. Latinoamérica, superando viejos reflejos y resentimientos, comercia ahora con China e India, explora nuevas oportunidades en África y poco le importa que Estados Unidos esté muy agobiado por la guerra y la incertidumbre como para prestarle mucha atención. “Una Latinoamérica con mayor confianza en sí misma no está descontenta con la atención de Estados Unidos en otra parte”, me dijo Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo. “Atiende en cambio a Asia, cuyo interés en la región es enorme. La cooperación sur-sur crece al tiempo que no se ratifican acuerdos de libre comercio colombianos y panameños con Estados Unidos”, señaló.

En la actualidad, una división mundial esencial se abre entre un Occidente preocupado, deprimido y desorientado (donde el libre comercio se traduce en una pérdida de empleo) y el boyante, aventurero y cada vez más confiado mundo emergente de países como Brasil, Turquía y Sudáfrica. Occidente padece la insistente sensación de que su tiempo ha pasado; fuera de él, muchos países creen que ha llegado el suyo o que está cerca.

Aunque se habla de una nueva Era de Ansiedad, la neurosis de hecho está bastante circunscrita. Ciertamente, la desazón es patente en Estados Unidos, que sigue siendo, y con mucho, la economía más grande del mundo, y también es compartida por la Unión Europea. Los problemas que padecen –crecientes déficits, alto desempleo, envejecimiento de los baby boomers y esporádico rechazo de los inmigrantes– son espinosos. El exceso ha dado paso a la angustia. El apetitoso dinero se ha agotado.

Sin embargo, la gran mayoría de la población mundial vive fuera de estos exhaustos y sobrecargados enclaves. Para miles de millones de seres humanos, las oportunidades se amplían en lugar de contraerse, aunque de manera muy desigual. De hecho, cabe afirmar que esta es la nueva Era de las Posibilidades.

Estos cambios espectaculares entrañan peligros. Consideremos la irrupción de la Alemania de finales del siglo XIX en el escenario europeo como Estado-nación unificado y el siglo de baño de sangre y enfrentamientos que supuso solucionar la cuestión alemana. Tengamos en cuenta las convulsiones globales que cimentaron el auge de Estados Unidos en el siglo XX y el declive del imperio británico.

No creo que la transición de poder actualmente en marcha sea menos dramática. China es un enorme solar en construcción que apunta al pleno desarrollo para mitad de siglo y a un posible dominio en el año 2100. Ya ha producido una fenomenal riqueza. En otoño pasado conversé con Eric de Rothschild, quien dirige Château Lafite-Rothschild, la soberbia bodega de vinos bordeleses. “Conozco a gente que compró cajas de la cosecha 1982 y que ansiaba consumirlas”, me dijo. “Ahora, gracias a lo que los chinos están dispuestos a pagar, confían en comprarse un piso con las ganacias de su venta”, afirmó.

Llámesele agitación mundial: nueva riqueza que reemplaza a la vieja. Pero, por supuesto, resulta perturbador.

Estadounidenses y europeos de clase media observan cómo desaparecen empleos temporales en Guangzu o Bangalore; contemplan la pérdida de valor de casas para cuya compra pidieron prestadas enormes sumas; siempre han de trabajar más para mantener su nivel de vida y dar a sus hijos la educación exigida por un mundo moderno y que demandan las nuevas tecnologías; perciben una creciente desigualdad y ven que sólo los ricos se enriquecen; se preguntan si durarán los derechos sociales básicos, como la asistencia médica y las pensiones. Están sobreendeudados y, al parecer, son prescindibles. En resumen, se identifican con el personaje del cuadro El grito, de Edvard Munch. Y así comienza la búsqueda de chivos expiatorios y avanzan los movimientos políticos que los identifican. El próspero Tea Party es un movimiento estadounidense, pero muchas de sus pócimas se beben en la Europa del holandés Geert Wilders.

Sin embargo, no estoy preocupado en exceso. Esta impetuosa transformaciónde principios del siglo XXI se lleva a cabo con un puñado de ingredientes singulares que me hacen confiar en que la violencia que habitualmente ha acompañado estos cambios drásticos pueda evitarse.

El primero es el tejido de redes sociales que ahora se extiende por el mundo. Los quinientos millones de usuarios de Facebook constituyen cierto tipo de seguro contra la disgregación. Tal vez sea demasiado intangible como para satisfacer a las aseguradoras, pero no es despreciable. Estar en contacto mediante sistemas que borran las fronteras nacionales dificulta incurrir en conflictos violentos a gran escala según las líneas divisorias.

El segundo son las guarniciones estadounidenses en Asia que, situadas en un área de cambio más rápido, compensan el auge de China y tranquilizan a otras potencias. La Pax Americana todavía no ha muerto.

El tercero es el cansancio de Estados Unidos por la guerra casi una década después del 9 de septiembre de 2001; el período de atrincheramiento inaugurado por el presidente Barack Obama perdurará cierto tiempo.

El cuarto es la obsesión china con la estabilidad global. Se juzga en Pekín como el sine qua non del 9% de crecimiento anual que, a la vez, sostiene al gobierno del Partido Comunista.

Y el quinto es la profunda interdependencia de los vínculos chino-estadounidenses, una relación tan importante para cada parte que su ruptura es casi inconcebible.

Por tanto, existen importantes fuerzas estabilizadoras conforme cobra vida un nuevo mundo. Por eso el paradigma son las posibilidades. Pero aun bajo el gobierno de Obama presiento un Estados Unidos más inclinado a preservar la creencia en la influencia que tuvo que a aceptar los ajustes exigidos por el reequilibrio del poderío mundial. Tal actitud alimenta tensiones.

Las principales instituciones del mundo, como la Organización de las Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional, siguen necesitando una reforma que refleje el cambio del orden mundial. El G 20, sin el respaldo de ninguna estructura profesional significativa, representa un paso, pero inadecuado. La inestabilidad de las monedas está motivando una creciente preocupación sin ninguna señal de acuerdo sobre cómo solucionarla.

La perspectiva convencional de Estados Unidos hacia Oriente Medio –el tipo de mentalidad que ve a la nueva Turquía como insuficientemente ligada a Occidente, o que se imagina que la doble moral de tolerar el arsenal nuclear de Israel pasa inadvertida, o que afirma que ningún sector de los amplios movimientos políticos Hizbulah y Hamas podría ser llamado a participar de modo fructífero, o que se imagina que la opción de bombardear Irán no es una receta para un desastre casi inimaginable– sigue necesitando de una sacudida, sobre todo en el Capitolio.

Como consecuencia, Obama no ha sido un agente de cambio tan importante como sugerían sus discursos iniciales. El muro que parte Tierra Santa desaira la esperanza. El presidente estadounidense cada vez se parece más a un hombre inseguro sobre sus convicciones esenciales sobre quien se proyectó un erróneo idealismo en momentos en que Estados Unidos ansiaba una renovación.

En otros lugares, la renovación es real. Es palpable en Turquía, donde la tasa de crecimiento alcanzará el 7% este año. Todavía se libra una batalla entre el ardiente secularismo de Ataturk, fundador de la república moderna, y el islam moderado del gobernante PKA, pero en general me parece gratificante: la mezcla turca de ambas corrientes ideológicas es tonificante y es un recordatorio de cuánto disparate se vocifera sobre la supuesta incompatibilidad del islam con la modernidad. Estambul tal vez sea el principal revés mundial para los discípulos del punto de vista mundial del choque de civilizaciones.

Mientras aún se lucha por la esencia de Turquía, el nuevo panorama del país parece claro. “La geografía de Turquía es tal que no acepta la división Oriente-Occidente o Norte-Sur”, me dijo en una entrevista Ahmet Davutoglu, ministro de Asuntos Exteriores. “Estamos en Occidente, pero también somos uno de los principales protagonistas en Asia y Oriente Medio. Intentamos una normalización de la historia. La guerra fría fue una anomalía. El ‘telón de acero’ no estaba sólo en Berlín sino a nuestro alrededor. Por tanto, no teníamos buenas relaciones con nuestros vecinos”, precisó el ministro.
“Y observamos que para ser influyentes en nuestra región hay que tener una nueva imagen y expresarse con sinceridad, sin imponer nada”, continuó. Davutoglu está cansado de lo que considera una doble moral occidental: “Cuando participamos activamente en Afganistán, no nos dicen que nos estamos inclinando a Oriente. Afganistán es más oriental que Irán. Pero en lo relativo a Afganistán, a todo mundo agrada que estemos en Oriente”.

En 2011 se cumplirá el décimo aniversario del devastador ataque de Al Qaeda en Estados Unidos que dejó casi tres mil muertos en Nueva York y Washington. Contra la opinión de moda, Estados Unidos no invadió Afganistán –recuérdese la estrategia de la guerra argelina– por un motivo fútil. Resuenan las palabras de Kipling, casi 102 años después:

“Los puertos en los que no entraremos,
Los caminos que no pisaremos,
Anda, hazlos con tu vida
Y márcalos con tu muerte”.


Los límites del poderío de Estados Unidos en la actualidad son notablemente claros, aun cuando la forma en que se repartirá el poder en este siglo todavía joven, y con qué fin, sigue siendo una cuestión sin resolver; efectivamente, es un asunto escasamente abordado por aquellos a quienes –ya sean temerosos o dominadores– interesará e involucrará.

sábado, 11 de diciembre de 2010

LOS EFECTOS DE LA CRISIS EN CATALUÑA: Las grietas sociales



http://edicionimpresa.lavanguardia.es/premium/epaper/20101202/54079336839.html 

El paro es muy selectivo, ya que afecta especialmente a jóvenes, inmigrantes y operarios
JOSEP PLAYÀ MASET - Barcelona

En un plazo relativamente corto la sociedad catalana ha pasado de la bonanza a la crisis, de la euforia a la preocupación. La Associació Catalana de Sociología (ACS), que definió el 2008 como "el año en que empezamos a bajar de las nubes", ahora ha ido un poco más allá en el análisis y se ha referido a la aparición de las primeras grietas en la cohesión social.

Frente a las reflexiones economicistas, los sociólogos catalanes proponen en su anuario del 2010 una lectura social. Y la primera constatación es que "la sociedad catalana se ha hecho más vulnerable", según Josep M. Rotger, presidente de la ACS, lo que significa que crecen las desigualdades. Pero esta debilidad no es generalizable, sino que se trata de una crisis que afecta a grupos sociales muy concretos, como los inmigrantes, los empleados de la construcción y la industria y los jóvenes - en especial, los menos cualificados-.Estos ejercen de "válvula" que permite respirar al resto, según la catedrática de Sociología Marina Subirats. Esa polarización se traduce en datos como este: un 75% de los hogares tiene a todos sus activos trabajando, mientras que un 8% (hace dos años era un 2%) los tiene a todos en el paro.

El anuario 2010 es un compendio de artículos de varios sociólogos que repasan el impacto de la crisis. Maria Caprile y Oriol Homs analizan un mercado de trabajo que ha perdido 500.000 puestos de trabajo en año y medio. Su conclusión es que "la crisis es muy selectiva", ya que no ha afectado a determinados sectores. Incluso se da un aumento de los ocupados (un 7,5% entre el 2007 yel 2009) en el sector de técnicos y profesionales. Entre directivos, funcionarios y administrativos hay un impacto escaso y, en cambio, entre los no cualificados, operarios y artesanos la ocupación cae entre un 20% y un 30%.

imatge

LOS JÓVENES

Tocados por la precariedad, la sobrecualificación y el paro

La crisis económica se ha cebado especialmente entre los jóvenes. Si en el segundo trimestre del 2007 se llegó a la tasa de paro juvenil más baja, apenas un 8,5%, tres años más tarde se acerca al 30% y lleva camino de triplicar la tasa de paro de los adultos. Ahora bien, Pau Serracant, sociólogo y coordinador de la Enquesta a la Joventut de Catalunya, traza un perfil de los jóvenes parados: son los que tienen menos edad (uno de cada dos jóvenes de 16 a 19 años está en paro); los que tienen menos estudios (entre quienes no han llegado al bachillerato el paro es del 42%) y los inmigrantes. También hay una proporción más alta de paro entre las chicas.

Entre los jóvenes se ha impuesto el "modelo mediterráneo de ocupación", que se caracteriza por la precariedad (sueldos mileuristas, contratos temporales, baja sindicación y alta siniestralidad laboral), la sobrecualificación (empleos con una titulación inferior a la que se tiene) y más paro. Otra característica es la polarización ocupacional. Hasta un 36% de los jóvenes ocupados tienen trabajos de baja cualificación, porcentaje más alto que en Europa. Esta polarización también se da en los estudios. El número de jóvenes con sólo estudios obligatorios o sin finalizar es superior a la media europea, y también lo es el porcentaje de jóvenes con estudios universitarios.


Se percibe además una reproducción intergeneracional de la posición en el mercado de trabajo, asociada tanto al nivel de estudios de los padres como a su profesión. Hay un dato revelador: el 65,2% de los jóvenes empresarios con asalariados tienen padres que también lo son.


LOS EXTRANJEROS

La mujer inmigrante es clave para la subsistencia familiar

Pese a que crece el discurso xenófobo de que los inmigrantes quitan trabajo a los autóctonos, las estadísticas indican que el paro castiga con más dureza a los extranjeros. De los 607.200 parados que había a finales del 2009, un 31,6% (192.000) eran inmigrantes, una proporción bastante más alta que su peso sobre la población. El único "consuelo" para este sector es que la ocupación femenina resiste mucho mejor, ya que las labores de limpieza y cuidado de ancianos y niños resisten mejor los recortes. Una característica de la economía española y catalana es que las mujeres inmigradas copan el trabajo doméstico asalariado en detrimento de la ocupación en servicios sociales, educativos y sanitarios que se da en un grado superior en otros países europeos.

Los efectos de la desocupación en los inmigrantes van más allá de la reducción o falta de ingresos: comportan un riesgo de exclusión social que puede traducirse en más irregularidad, trasvase a economía sumergida y marginalidad.

Esta realidad suscita un intenso debate sobre la gestión política. Sònia Parella y Teresa Sordé (Grup d´Estudis d´Immigració i Minories Ètniques de la UAB) dicen en uno de los capítulos del anuario que sería un error poner el acento en los planes de retorno, porque "una parte importante de las familias han venido para quedarse y la crisis económica es a menudo más grave en muchos de los países de origen". Por eso defienden que las políticas migratorias deben ir en la dirección de exigir derechos y deberes, considerar a la inmigración como población propia y fomentar la cohesión social.

Los extranjeros son los más vulnerables

LOS AGRICULTORES

La crisis impulsa la agricultura "diferente" y la productividad

Estamos ante "la crisis de la agricultura y no de la crisis en la agricultura", dice Jordi Peix, ingeniero técnico agrícola e impulsor de la Unió de Pagesos. Es decir, que el sector agrícola vive inmerso en una larga crisis que se traduce en la constante reducción de su población activa, lo cual no quita que la crisis económica haya incidido también en el sector. Se han reducido las inversiones, se ha producido un cambio en los hábitos hacia alimentos más baratos y las empresas más pequeñas o mal gestionadas se pueden ver abocadas al cierre. Pero también influyen la crisis alimentaria la crisis energética y medioambiental.

La agricultura, un sector en declive

En la agricultura actual ya no se habla de la explotación familiar agraria, ya que se buscan ocupaciones alternativas en otros sectores, sino del agricultor a título principal. Y la mitad de los 60.000 activos agrarios en Catalunya ya son asalariados. Peix destaca los efectos transformadores de la crisis en un país donde el 70% de su producción final agraria no recibe ayudas de la política agraria comunitaria (PAC). Destaca el aumento de la productividad y el impulso a una agricultura "diferente" (elaboración artesana, denominaciones de calidad, agricultura ecológica) e incluso la recuperación de las paradas en mercados o la venta directa en agrobotigues.Pero también resalta los peligros del sobretrabajo y del descenso en las remuneraciones.

EL CATALÁN


El catalán puede perder peso en el ámbito privado

Durante el franquismo, pese a la represión de la lengua catalana y a las dificultades para el acceso a su aprendizaje, se produjo la incorporación de nuevos catalanohablantes y la identificación de muchos inmigrantes con el catalán como lengua de adopción. No fue la única dificultad que encontraron, pero el factor lingüístico tuvo un papel importante en su proceso de arraigo.

Ahora el entorno es favorable (aulas de acogida, cursos, mediación cultural), pero han surgido factores adversos: 1) el riesgo de guetización (aislarse en un barrio implica desarraigo y distanciación de la lengua); 2) la lengua como barrera instrumental (quienes se incorporan mayores a la escuela o fracasan pueden asociar el catalán a un cierto prestigio social y reaccionar a la contra); y 3) el catalán visto como frontera simbólica (se asocia a unas formas de consumo e identidad alejadas).

La progresiva institucionalización del uso público del catalán facilita que esta lengua sea vista como un factor clave para integrarse. Sin embargo, el reverso es que la pérdida de peso porcentual del catalán en el ámbito privado reduce su uso habitual en la familia o el trabajo. Y, tal como señalan Marta Rovira, Enric Saurí y Montserrat Treserra, no parece que las políticas públicas puedan incidir en ese ámbito.

El efecto dominó

La sociedad catalana se ha hecho más vulnerable. ¿Se acabó la etapa de progreso? 

Un turista joven salía de la parada de Liceu, de la línea 3 del metro de Barcelona. "¡Estás loco! ¡Vigila esa maleta!", se oyó que le gritaban. Acababa el turista de dejar su equipaje en lo alto de las escaleras, en plena calle, cuando se disponía a retroceder por el mismo sitio al rescate de otro pesado bulto con el que no podía cargar su compañera. El aviso de ese alguien le puso en alerta. Cunde la sensación de inseguridad en esa Rambla remozada, ya sin pájaros, con pocas flores y muchos helados. Más allá de la Rambla, también. La anécdota del turista asustado deja de serlo cuando, a unos 300 metros, un grupo de académicos teoriza acerca de las nuevas grietas sociales que la crisis ha esculpido en la cara más visible de Catalunya. Vías de agua en el edificio de la convivencia. ¿El diagnóstico? La sociedad catalana cada vez tiene menos las claves de su futuro, se está haciendo cada día más vulnerable.

"Aquí se gasta poco en política social", sentencia la socióloga Marina Subirats. Eso, que se escribe y se dice rápido, tiene unas consecuencias devastadoras. ¡Ay, el efecto dominó! Las piezas se encadenan y caen una tras otra. A menos protección social, más desigualdades. Crac. A más desigualdades, más marginalidad. Crac. A más marginalidad, más conflictividad social. Crac, crac, crac. Y esa Catalunya encantada de haberse conocido amenaza ruptura. Así, tal cual. De momento son sólo amagos, pero el espejismo se diluye. La realidad salta a la vista. Los catalanes habían vivido años felices desde los ochenta hasta primeros del siglo XXI. Hasta entonces, todos podían llegar donde querían con algo de esfuerzo. Todos creyeron que podían ser clase media... Las desigualdades disminuyeron, no tanto porque se redistribuyera la riqueza como porque los sectores más pobres mejoraron. Eso empieza a acabarse. "Este periodo en el que Catalunya ha progresado parece cerrarse", advierte Marina Subirats. Que Artur Mas vaya descorriendo las cortinas de su despacho y se asome a la calle. No es cuestión de cambiar el modelo productivo, se nos dijo ayer. Hay que cambiar el modelo social. Hay que huir del discurso dominante, neoliberal, más economicista. ¿Que cómo se hace eso? Con políticas que limiten la tendencia a la desigualdad. Y, sobre todo, que ataquen el fracaso escolar en la ESO porque los jóvenes pueden acabar acomodándose en la marginalidad o, en el mejor de los casos, desplomados en el sofá. "El dinero que no se gaste en protección social se acabará gastando en cárceles", resume Josep Maria Rotger.

El informe de la Associació Catalana de Sociologia es un foto polaroid de las flaquezas que deja una crisis que ha sido "selectiva". El ascensor social ha dejado de funcionar para algunos: personas con bajo nivel educativo, inmigrantes y jóvenes, principalmente. Ni siquiera la lengua catalana tiene ese valor integrador de antes. Los sociólogos aseguran que están preocupado. No hay movimientos telúricos, pero las aguas empiezan a encresparse. "Ep, no badem!".

¡Y a mí qué me importa Tiananmen!

ZIGOR ALDAMA (SHANGHÁI) EL PAÍS 03/12/2010

Egoísta, transgresora y violenta. La generación china de los hijos únicos alarma a un Gobierno que se plantea abolir las restricciones a la natalidad.

Es el pixelado típico de un vídeo tomado con un teléfono móvil. Está oscuro y la cámara se mueve con brusquedad. No obstante, se percibe la silueta de una chica desnuda con las piernas en alto. Se oyen risas, tanto masculinas como femeninas, y alguien enciende la luz. Se disipan las dudas. Un chaval se deshace del preservativo con una amplia sonrisa, mientras un grupo de adolescentes insulta a la colegiala de 17 años que acaba de ser violada en la habitación de un hotel.
    China

    China

    A FONDO

    Capital:
    Pekín.
    Gobierno:
    República comunista.
    Población:
    1,330,044,544 (est. 2008)

“Con el dinero que logro con sexo me he comprado un iPhone. Ahora quiero un iPad”
 
La humillación no acaba ahí. Ellas obligan a levantarse a la víctima y le propician una paliza. En un momento dado, ella misma se golpea. Los cuatro chicos que la han violado a petición de las chicas asisten divertidos al espectáculo. El vídeo no tarda en saltar de los teléfonos 3G a Internet, y pronto la víctima trata de suicidarse.
La historia no llega ni de EE UU ni de Europa. Es el incidente de Kaiping, la chispa que hace un par de años encendió un agitado debate sobre la demonizada generación de los noventa en China. "Son chavales producto de la política del hijo único, que ha dado un exceso de permisividad, y el neoliberalismo que se ha apoderado del país y ha provocado una crisis de valores", explica el sociólogo Xu Anqi, de la Universidad de Fudan.

No vivieron la Revolución Cultural de Mao ni la masacre de Tiananmen, y han crecido con un móvil en el bolsillo y el chat de QQ en el ordenador. Los tachan de egoístas, materialistas y propensos a la violencia. Les da igual. No temen al sexo, razón por la que muchas universidades han comenzado a prohibirlo en las zonas públicas de los campus, y la política no les interesa.

"¡Y a mí que me importa lo que pasó en Tiananmen!", dice Hu Yuan cuando se le pregunta por aquellos estudiantes que estuvieron en las mismas aulas que ella ocupa ahora. Lo suyo es el dinero. Para conseguirlo, el sexo es una vía más. No está sola. Existen incluso listados con estudiantes de secundaria y de universitarias que venden su cuerpo. "No creo que haya nada de malo. Con el dinero que saco a cambio de sexo me he comprado el iPhone 4, y ahora quiero un iPad", añade Hu.

En China hay ya más de cien millones de hijos únicos, producto de la política de natalidad introducida en los años ochenta que el Gobierno considera un éxito. Según datos oficiales, esta medida ha impedido el nacimiento de unos 400 millones de chinos. Pero ahora el Partido Comunista se plantea la abolición de la ley. China quiere hermanos que sirvan para mantener a los progenitores en un país en el que los servicios que proporciona el Estado son casi nulos. Y, de paso, la generación de los pequeños emperadores quedará como una anomalía social.

Para eso, tendrá que mejorar también la interacción entre padres e hijos, que es mínima. Un reciente estudio revela que la mitad de los estudiantes no tienen nada de qué hablar con sus padres excepto por las calificaciones escolares. Además de una elevada tasa de suicidios, esa presión también ha dado un buen número de adolescentes genios en casi todas las especialidades, razón por la que China tiene siempre algún joven que sobresale entre sus competidores mundiales. Pero el 89% de los progenitores reconocen que no les interesa nada más de sus descendientes que las notas. Un hecho que provoca el 60% de los problemas mentales de la generación posnoventa.

"Los adolescentes chinos se sienten solos e incomprendidos. La violencia crece y el sexo es una válvula de escape", asegura Xu Anqi. Muchos buscan el escándalo. Como una pareja que se dejó grabar tirada en el suelo del abarrotado metro de Shanghái mientras él la masturbaba a ella. Es uno de los vídeos divertidos. Los de bullying se cuentan ya entre los más brutales y dan la vuelta al mundo.

Mientras tanto, el Gobierno da palos de ciego. Hace unos meses prohibió el uso de lenguaje sexual en los SMS, una medida que ya ha dado pie a un nuevo diccionario. "Nos reímos de los dirigentes", reconoce Hu Yuan. "Si no podemos escribir 'follar', o 'mamada' lo haremos con otras palabras". El partido no sabe cómo actuar. Es más fácil sacar al ejército a la calle. Claro que, como asegura Ai Weiwei, uno de los principales disidentes políticos todavía en libertad en China, "la anestesia de la juventud elimina el peligro de revueltas sociales".

Porque esta generación puede ser transgresora en el sexo o violenta entre semejantes, pero nunca organizará una protesta como la que salpicó de sangre Tiananmen en 1989. "¿Para qué me voy a jugar la vida por un ideal en el que no creo si tengo todo lo que necesito?", se pregunta entre risas Wu Ming, una joven de último año de secundaria de la provincia maldita de Cantón.

Wikileaks y la reinvención del espacio público según el historiador Milad Doueihi (artículos en francés)

WikiLeaks, un feuilleton-réalité à l'échelle mondiale

LEMONDE | 06.12.10 | 14h03
"Cablegate" (nom donné par l'organisation WikiLeaks à sa dernière opération de publication de documents secrets) est sans doute le feuilleton de l'année, mais un feuilleton d'un type nouveau. Il se déroule un peu partout, sur tous les supports et dans une grande diversité de langues : presse écrite, sites Web, téléphone mobile, réseaux sociaux et télévision. On s'imagine même le groupe de volontaires qui a pris la défense de Bradley Manning, le soldat américain à l'origine du matériel publié par WikiLeaks, produire un film, à la manière de Social Network, afin de payer ses avocats.

Avec les documents de 250 ambassades américaines, chaque pays, grand et petit, riche et pauvre, guette, à travers sa presse et ses internautes, les détails qui lui reviennent. Un feuilleton donc à la fois global et local. Ce qui explique les choix de chacun des partenaires retenus par WikiLeaks : la priorité, dans les premiers jours, donnée au national.

S'il dévoile parfois des décisions politiques importantes, ce feuilleton peut aussi informer le public sur les susceptibilités de certains de ses dirigeants, offrant ainsi un mélange curieux, parfois même burlesque, entre le sérieux et les pages people. La politique est avant tout locale. Mais la politique du Net est globale. L'écart entre les deux se voit clairement, pour ne donner qu'un exemple, sur Twitter. Il suffit de suivre la balise #cabelgate pour apprécier ce mouvement entre le local et le global.

Les utilisateurs de Twitter présentent un titre, quelques mots descriptifs et surtout un lien vers le texte mentionné dans le "tweet". Le lecteur est libre d'en prendre connaissance et de vérifier le contenu si le sujet le séduit. Aucune mise en contexte, aucune explication. Le triomphe de la contrainte !

Diversité et richesse

C'est une véritable Babel mise en scène à travers le flux de Twitter par le feuilleton, mais une Babel qui n'est point le site d'une confusion. Loin de là. Il s'agit ici des éléments premiers de cette conversation élargie et qui, au fur et à mesure, modifie le politique en confrontant données, dialogues et interprétations dans un débat ouvert. Dans cette conversation, l'Etat est le tiers non pas exclu mais muet, car il parle un langage du secret dans une zone où le secret n'est plus admis.

Cablegate est un feuilleton-réalité qui montre non plus les effets néfastes du flux et de l'instantané, mais plutôt leur diversité et leur richesse. Sa diversité linguistique exhibe à celui qui veut voir les vraies dimensions de la géographie humaine du réseau. Cette géographie est souvent associée, dans la presse comme sur certains sites, à une cartographie interactive. A l'âge de la télé-réalité, WikiLeaks nous révèle une nouvelle adaptation du feuilleton à l'échelle mondiale. Mais cette fois, les vrais acteurs sont les internautes. Un premier épisode à suivre. p

Milad Doueihi, historien (Le grand débat)

´La gran conversión digital´ de Milad Douehi (libro)

Traducción de Vicente Corbi. FCE. 2010. 233 pp., 17 e.

Bernabé SARABIA03/12/2010


La tesis central de este documentado ensayo sostiene que estamos inmersos en un proceso de alfabetización digital que produce modificaciones en todos los aspectos del comportamiento individual y colectivo. Profesor de la universidad estadounidense John Hopkins, Milad Doueihi es un agudo observador de los cambios que transforman la sociedad occidental. La gran conversión digital apareció en 2008 en Francia y ha motivado intensos debates en torno a lo que Doueihi llama la cultura digital y sus efectos.

Para Doueihi la transición de lo analógico a lo digital es una “conversión” en el doble plano de lo tecnológico y lo cultural. En realidad, afirma en el primero de los cuatro capítulos, estamos inmersos en una transformación de carácter religioso. La cultura digital tiene sus profetas, sus sacerdotes, sus instituciones, sus creyentes y sus herejes. Creadora de su propio lenguaje, es también capaz de debilitar y perturbar las categorías y valores establecidos.

La noción de propiedad intelectual o la de vida privada estarían sufriendo una lenta y continua modificación. Al mismo tiempo, la interacción entre lo digital y lo político no hace sino producir -como hemos visto en la campaña de las elecciones catalanas- conflictos relativos a la credibilidad y legitimidad de los actores de la vida política.

Tras analizar distintos aspectos de la realidad transformados, Doueihi desbroza el camino del principiante digital. En el segundo capítulo presenta las principales herramientas al servicio de la conversión digital. Wikipedia y sus derivados encarnan la naturaleza dinámica de un saber que no es tan democrático e igualitario como en un principio cabría suponer. A lo largo de la evolución digital se habría creado una nueva clase, una aristocracia de lo digital: “tecnócratas” todopoderosos en el seno de nuestra sociedad de la información y el saber.

La complejidad de lo digital ha generado, más allá de la brecha generacional, una nueva estructura de clases sociales: los meros usuarios y aquellos capaces de crear, manipular y transformar contenidos. Los usuarios quedarían a merced de los manipuladores y creadores de la cultura digital.

Se abre el cuarto capítulo con lo que Doueihi considera el gran éxito del entorno digital. El blog reina en el entorno descentralizado de la red. La blogosfera conforma grupos y opiniones que derivan en manifestaciones políticas y sociales de enorme influencia. Entre dichas manifestaciones se desliza con frecuencia “el ciberacoso”, una forma de violencia digital.

Por último, Doueihi aborda el análisis del software libre entendido como un esfuerzo ético destinado a agrandar la libertad del universo digital. El FLOSS, siglas que designan el conjunto de los softwares libres y de código abierto, es para el autor una pieza esencial en el desarrollo de las redes sociales y la emergencia de nuevas formas de interacción entre los ciudadanos y sus relaciones con la administración y el gobierno.
Se cierra este instructivo análisis de la cultura y la tecnología digitales con el temor derivado de las dificultades que conlleva el complejo archivado digital. Queda claro, en fin, que la envergadura de la información digital es enorme. Algo que de una forma u otra, antes o después, ha de introducir transformaciones radicales en nuestra forma de pensar y vivir.

jueves, 9 de diciembre de 2010

El ethos esclavista y la economía africana

Sanou Mbaye


La caída de los precios de los recursos naturales de África,que produjo déficits crónicos en el pasado, se ha revertido. El consumo, impulsado por la enorme demanda asiática de productos básicos africanos, aumenta en todo el continente. Para gran parte de África,este giro de los acontecimientos debería suponer marcar una distancia decisiva con la pobreza endémica. Sin embargo, a menos que los líderes africanos modifiquen su manera de actuar, eso no ocurrirá.

Se estima que Áfricaposee más de un 10% de las reservas globales de petróleo y un tercio de las de cobalto y metales básicos. Por sí sola, Sudáfrica posee un 40% del oro mundial, cuyo valor está por las nubes desde el comienzo de la crisis financiera mundial. Apenas se ha aprovechado el potencial agrícola de África.

Es improbable que disminuya la demanda de largo plazo de productos básicos, tierras y mano de obra africanas. China, que ha quintuplicado el comercio con África desde el 2003, ha tenido un papel fundamental en este giro, que ha llevado a los inversionistas de otros lugares, incluidos Europa y EE. UU., a reconsiderar su forma de invertir en África.Esto se ha traducido en un flujo constante de inversiones por valor de muchos miles de millones de dólares en la región. Como resultado, el FMI pronostica un crecimiento del 4,7% del PIB en el Áfricasubsahariana este año, y de casi un 6% en el 2011.

Lamentablemente, si bien la dirección del comercio africano puede estar cambiando, no ocurre así con su composición: exportaciones de materias primas e importaciones de bienes manufacturados. Hace cientos de años, los reyes africanos de hecho colaboraron con las potencias imperiales occidentales en ascenso para detener el crecimiento de la industria local en el África precolonial. En lugar de hacer que sus pueblos comenzaran a manufacturar sus propios productos, estos gobernantes prefirieron importarlos desde Europa a cambio de sus propios súbditos, que exportaron como esclavos.

En ese entonces, los productos importados eran principalmente abalorios, alcohol y - lo más importante-armas, que permitían a estos gobernantes ejercer una extrema violencia sobre sus pueblos. Sin duda, se trataba de un sistema que beneficiaba a los socios de África,pero no habría existido sin la participación activa y voluntaria de las elites africanas.

Cuando se abolió la esclavitud a mediados del siglo XIX, los términos de las relaciones de colaboración de estos gobernantes con los colonizadores occidentales pasaron del comercio de esclavos al de productos básicos. Tras la independencia, a principios de los años sesenta, en plena guerra fría, varios gobernantes africanos aprovecharon el enfrentamiento de Occidente contra el bloque socialista para mantener sus economías predatorias. Hoy buscan lo mismo con la ayuda principalmente de China, pero también de Irán, Venezuela y ocasionalmente India y Brasil.

Las redes de las elites siguen conspirando con los intereses extranjeros para canibalizar sus economías y conservar las prebendas del poder. Su falta de valoración de los productos locales se extiende a la salud y la educación: en lugar de invertir en estos sectores vitales, los gobernantes africanos utilizan los servicios de centros hospitalarios y de formación para ellos mismos y sus hijos.

Esta cultura de explotar a voluntad los recursos humanos y naturales de África- no con un espíritu de empresa y la creación de riqueza, sino mediante políticas predatorias-está profundamente arraigada. De hecho, los pocos sindicalistas, intelectuales y demás que desafían a estos regímenes no intentan cambiar la manera en que funciona el Estado, sino asegurarse de, en sus palabras, lograr su "turno de comer".

Se podría esperar que las oenegés cubrieran la brecha. No es así. Si bien unas pocas han logrado grandes resultados en el combate de los males que sufren los pobres de África,se percibe a la vasta mayoría como una quinta columna de Occidente o un refugio para miembros alternativos de la elite, que usan la pobreza generalizada como otra fuente de lucro.

Según las estimaciones publicadas en el Financial Times el 1 de junio, al menos 854 millardos de dólares (702,6 millardos de euros) han salido de África desde 1970 como fuga acumulada de capitales. Sin embargo, esta suma es nada en comparación con las cicatrices asociadas con la visión que se tiene de los africanos como los "desdichados del mundo". Aparte de las regiones asoladas por la guerra, sólo África posee tantos jóvenes - cerca del 60% de la población-dispuestos a correr cualquier riesgo por escapar de sus países. Al inicio del nuevo milenio, un grupo de líderes religiosos africanos se reunió en la isla senegalesa de Gorée para invitar a los africanos a evaluar su parte de responsabilidad en el tráfico de esclavos.

El llamamiento cayó en saco roto, a tono con la atmósfera de autoengaño que existe sobre el asunto. Sin embargo, no se puede cerrar los ojos a la verdad. Áfricaafronta una crisis de liderazgo y gobierno, debido a un carácter esencialmente disfuncional. Si los africanos quieren cambiar esta situación, no pueden cerrarse a un debate colectivo acerca de la complicidad de sus elites en el empobrecimiento general.

LA VANGUARDIA 21-XI-10

Sanou Mbaye, economista senegalés, ex miembro equipo alta gerencia Banco Africano Desarrollo, lavanguardia