"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Las tres Híspanias litológicas




LECTURAS Y COMPLEMENTOS


1. Las tres Híspanias litológicas



«Si existe un rasgo que pueda constituir el denominador común de los paisajes hispanos es la variedad; variedad como tal vez no la presente ningún otro país europeo. Los lomos suave­mente ondulados del Macizo Galaico, cubiertos de jugosos y verdeantes pradeños, en nada se parecen a las tierras áridas y semiáridas del SE. Y las altiplanicies castellanas, en las que domi­nan las líneas horizontales, o las áreas de la Depresión Ibérica, nada tienen de similar con relación a las atrevidas cresterías pirenaicas o a las pesadas cumbres de Sierra Nevada.


La variedad y distribución de las rocas en el ámbito peninsular es causa importante de tal diversidad; de estos contrastes paisajísticos.


El profesor Eduardo Hernández-Pacheco estudió nuestras grandes regiones litológicas; la repercusión de la variedad de nuestro roquedo sobre el paisaje. Dividió la Península en lo que llamó Hispanias silícea, calcárea y arcillosa. Se trata de una división fundamental, no sólo desde el punto de vista litológico; también geográfico, ya que la naturaleza y propiedades de las rocas trascienden poderosamente en la fisonomía de los paisajes. Las estudiaremos por el orden en que las hemos enunciado, que es el de mayor a menor antigüedad en la historia geológica.

Hispania silícea

Formada por rocas en cuya composición in­terviene la sílice. Son, principalmente, cuatro: granito, neis, pizarras y cuarcitas.

La Hispania silícea se identifica con los afloramientos del viejo zócalo. Comprende, a grandes rasgos, el Occidente peninsular:

· Galicia,
· Oeste de Asturias,
· montañas leonesas,
· susperficies de erosión zamorano-salmantinas.
· Norte y Centro de Portugal,
· gran parte de Extremadura,
· Sistema Central,
· Montes de Toledo
· y sectores meridionales de la Meseta.
· Incluye, además, Sierra Morena
· y las riberas del Guadalquivir,
· más pequeñas extensiones en el Pirineo central,
· Sistema Penibético,
· Cordilleras Catalanas
· y Montañas Ibéricas.


A los diferentes tipos de rocas de la Hispania silícea corresponden paisajes morfológicos (formas de relieve) diversos:

Sobre el granito, y rocas afines, bajo clima templado húmedo, la alteración química es intensa. En estas condiciones se «pudre». El agua ataca al feldespato y a la mica y los convierte o arcilla, mientras que los granos de cuarzo (inal­terable) quedan sueltos. El granito da lugar, pues, a una mezcla de arena y arcilla. Los viejos macizos graníticos y neísicos presentan dorsos suavemente ondulados cubiertos por lozana ve­getación. Poseen colores sombríos. Un rasgo muy característico son los berrocales (amonto­namientos de bloques en disposición caótica).


Bajo clima frío, el granito se comporta de modo bien distinto. Ello ocurre en alta montaña. Se trata de sectores modelados principalmente por la gelivación o crioclastismo (acción del hielo y del deshielo). El resultado son canchales y cresterías recortadas.

Sobre las blandas pizarras, la erosión es­culpe formas suavemente onduladas, con tonali­dades de gris plomizo.

En cambio las cuarcitas, francamente duras, quedan en resalte. Si unas y otras alternan, las cuarcitas dan crestones, serra­nías, entre las vallonadas pizarrosas. Tanto Ex­tremadura como Sierra Morena proporcionan buenos ejemplos.

En el suelo generado por la alteración de las rocas silíceas arraiga lozanamente la vegetación: en el centro y mediodía se trata de matorral espeso y bosque perennifolio; jaras, encinas y chaparros. En cambio, en la franja septentrional son las landas y el bosque caducifolio (hayedo y robledal).

Sobre el mapa geológico la Hispania silícea es la primaria o paleozoica; se trata del área que corresponde a las raíces de los plegamientos más antiguos y a los terrenos primarios del viejo zócalo o núcleo peninsular. De ahí, dos conse­cuencias:


1. Su importante extensión relativa; algo menos de una mitad de la superficie peninsular.
2. El predominio de superficies de erosión y relieves seniles.



Hispania calcárea

Constituida esencialmente por potentes espe­sores de calizas blanco-grisáceas, y margas.

Se equipara a "grosso modo", con los terre­nos sedimentarios del Mesozoico o Secundario y del Paleógeno. Incluye, en conjunto, el área levantina:

.sectores marginales de la Meseta,
.y las montañas periféricas.


Adopta sobre el mapa una forma de z invertida y deformada, que arranca de la costa gerundense; pasa por

. el Prepirineo
. y la Cordillera Cantábrica, hasta As­turias;
. desciende por las sierras del Sistema Ibérico,
. y se continúa con las Montañas Subbéticas desde el litoral alicantino al Estrecho de Gibraltar.


Es preciso distinguir los relieves esculpidos sobre las calizas de los modelados a expensas de margas.

En conjunto, las calizas dan lugar a serranías con paredones y laderas abruptas y descarnadas; a formas ásperas, cumbres truncadas. Se cortan en tajos, cantiles y cornisas.

Las margas, en cambio, al ser mucho más blandas, resultan fácilmente erosionadas, aba­rrancadas. Ofrecen, por ello, paisajes similares a los de la Hispania arcillosa.

La Hispania calcárea corresponde, sobre el mapa geológico, a las manchas de los terrenos secundarios o mesozoicos.

Hispania arcillosa

Constituida por arcillas y margas. Corres­ponde a materiales más modernos, sedimentados en cuencas continentales o marinas a partir del Paleógeno.

Comprende, fundamentalmente,

· dos grandes cuencas en la Meseta (del Duero o de Castilla la Vieja: Cuenca media del Tajo y la Mancha, resaltando el Campo de Montiel)
· y las depresiones laterales (del Ebro, del Guadalquivir y del Bajo Tajo y Sado en el SO de Portugal).
· Además, la arcilla rellena también cubetas situa­das entre montañas, ceñidas por relieves montuo­sos: de Calatayud-Teruel, entre las Sierras de Albarracín y de Javalambre,
· más las llanuras levan­tinas;
· entre los Sistemas Béticos,
· las hoyas de Granada, Guadix y Baza;
· las Cuencas del Gua­diana extremeño:
· las dos cubetas que constituyen las altas y bajas vegas del Guadiana, asiento de los grandes regadíos del Plan Badajoz.

Hay que tener en cuenta, desde luego, que con las arcillas abundan en estas cuencas tam­bién margas, calizas y yesos.

En cuanto a las formas del relieve que se observan en estos terrenos hay que advertir, en primer término, que por tratarse de materiales blandos, deleznables, de escasa consistencia, resultan fácilmente arroyados. De ahí que ad­quieran escasa bizarría. Los promedios anuales de precipitación son escasos, y las lluvias vio­lentas. Se crean así típicos paisajes de cárcavas o bad-lands. Otras veces se trata de llanuras suavemente alomadas en las que emergen los restos de la vieja superficie de colmatación: son los llamados páramos (verdaderas mesas o pla­taformas), muelas, alcores, oteros.

Así, por lo general, las únicas desigualdades del relieve en la Hispania arcillosa se deben al abarrancamiento producido por las aguas flu­viales y de arroyada. Al tratarse de materiales recientes, no afectados por plegamientos moder­nos, sus estratos conservan la prmitiva disposición horizontal . Constituyen por eso dilatadas planicies de escasa altitud. Estas llanuras arci­llosas interiores, con bajas precipitaciones, se encuentran agrisadas por una mísera vegetación de aspecto estépico y salpicadas en ciertos sec­tores por charcas a veces salobres delatoras de un endorreísmo en cuya génesis se combinan elementos y factores climáticos y morfotopo-gráficos.

En el mapa geológico la Hispania arcillosa se identifica con las manchas que ocupan los terrenos terciarios y cuaternarios.

En resumen: nuestra Península ofrece una gran diversidad geológica. Todos los terrenos están representados en ella; desde los paleozoi­cos (sectores orientales), siguiendo por los se­cundarios (especialmente en la periferia oriental) y por los terciarios. Diversidad geológica a la que corresponde una gran heterogeneidad litológica. A su vez, la variedad y las modalidades en la distribución del roquedo dentro del ámbito peninsular imponen una división paisajística de acusado valor geográfico».

(P. Plans. UNED. Apoyos radiofónicos).

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