Fuente: http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20080326/53449478434.html
Llega a las salas españolas ´Oro negro´, el documental que denuncia los abusos del café
Una película para saborear
BEGOÑA PIÑA - Madrid
Los agricultores que producían el mejor café del mundo estaban atravesando en el año 2002 la mayor crisis de su historia y ello ocurría en pleno auge de ventas y consumo del café en el mundo occidental". Encontrar la respuesta a la pregunta obvia de cómo era posible semejante paradoja fue lo que animó a los hermanos Nick y Marc Francis a aventurarse en un proyecto de casi tres años, la realización de la película documental Oro negro.
El largometraje, que llega a las salas de toda España este viernes, desmenuza el proceso que se sigue con el café, convertido hoy en la mercancía más valiosa del planeta después del petróleo. Sólo Nestlé, Starbucks, Sara Lee, Procter& Gamble y Kraft controlan más del cincuenta por ciento de los 80.000 millones de dólares que genera la industria cafetera. Estas cinco multinacionales rehusaron la invitación a participar en la película.
Oro negro,una película que no hace ningún tipo de recomendaciones pero que deja bien clara la responsabilidad de los consumidores, ha demostrado hasta dónde llega el poder del cine. Tras su estreno en el festival de cine alternativo de Sundance y en salas de EE. UU., los espectadores comenzaron a enviar cartas a estas grandes multinacionales y en muchas de ellas hacían una simple pregunta: "¿Cuánto pagan a los campesinos por un kilo de café?". "El precio del café, desde el estreno de la película, casi se ha doblado para los agricultores de Etiopía", explicaron ayer Dick y Marc Francis en la presentación de la película en Madrid.
En Gran Bretaña, donde el documental se ha estrenado en salas de cine y se ha pasado por televisión, la repercusión también ha sido importante. "Una de las cadenas de supermercados más grandes del país ha aumentado más de un treinta por ciento la venta del café de Etiopía y está pensando en comprarles el café directamente a ellos", afirman los hermanos Francis.
"La gente no está tan enterada de lo que pasa realmente - concluyen Nick y Marc Francis-. Hay mucha gente que no sabe lo que hay en el fondo de su taza de café. Para nosotros, la meta básica era que la gente se preguntara por su estilo de vida y por cómo este repercute en el resto del mundo".
Sorbos de injusticia. Los abusos a los agricultores siguen dominando el mercado mundial del café.
ANDY ROBINSON - Madrid
MERCANCÍA RENTABLE El café es el producto que más dinero mueve a escala global después del petróleo
IMAGEN EQUÍVOCA Etiopía tiene imagen de país pobre pese a ser uno de los grandes productores de café
LA REIVINDICACIÓN "No queremos ayudas sino comercio", clama el héroe etíope de la película 'Oro negro'
a escena más impactante del documental Oro negro,que se estrenará en España el viernes, yuxtapone campesinos en la alta Etiopía - que recogen los granos a mano- gritando en protesta por el precio irrisorio que cotiza el café en los mercados de Nueva York y Londres con otras imágenes de sacos de trigo descargándose en el puerto de Adís Abeba. Los sacos llevan la estampa de Usaid, la agencia estadounidense de ayuda al desarrollo.
Siete millones de etíopes sobreviven gracias a las ayudas al desarrollo - normalmente cereales subvencionados por EE. UU. y Europa- pese a que la alta selva etíope produce algunas de los cafés mas cotizados del mundo. "No queremos ayudas sino comercio; mantenernos sobre nuestros propios pies", dice Tadesse Mesuela, héroe de la película y fundador de una cooperativa de 74.000 productores etíopes que recorre el mundo en un intento de vender el café en régimen de comercio justo.
Tras ver tantas imágenes de niños de ojos suplicantes y barrigas hinchadas - el 47% sufre desnutrición en Etiopía-, "hay la impresión de que es un país de recursos pobres, pero no es verdad; el café es la mercancía más valiosa que cotiza en mercados del mundo después del petróleo", declaró ayer en Madrid a La Vanguardia el joven cineasta británico Nick Francis, que dirigió la película junto a su hermano Marc.
Según cualquier ley de comercio justo, Etiopía debería beneficiarse de todo el oro negro que produce. Pero los 15 millones de etíopes que dependen del café, al igual que otros millones de personas en las sierras cafeteras de Centro y Sudamérica, sufren un problema de cambio desigual. Aunque el precio del café en el mercado al por mayor ha caído en picado en los últimos 15 años, el precio que paga el consumidor se ha disparado. El momento mas bajo para los productores fue en el 2002, cuando el precio de una libra - 450 gramos- cayó hasta unos 40 céntimos de dólar - unos 27 céntimos de euros, según el cambio actual-, muy por debajo del coste de cultivarlo . Desde entonces, el precio se ha triplicado, según la Organización Internacional de Café (OIC). Pero sigue siendo ocho veces más bajo de lo que pagamos al comprar el café en el supermercado.
Dicho de otro modo, los campesinos cafeteros de las sierras de Guatemala, Colombia, Etiopía sólo se ven beneficiados por el primer sorbito del café con leche de la mañana. El resto de la taza se lo lleva uno de los grandes conglomerados de café: Nestlé, Procter and Gamble, Philip Morris, Maximo Zanetti o, si se trata de un Frapuccino o un latte en Starbucks - tres euros-, se lo lleva la multinacional de Seattle. Según la OIC, unos 20 céntimos de un café con leche de dos euros irán a parar al bolsillo del productor. Solo Illy, la empresa italiana de café de calidad, se salva ya que no usa los grandes mercados de Nueva York y Londres.
"La divergencia entre los que cultivan y los que tuestan es asombrosa", dice Taylor Clark, autor del nuevo libro Starbucked,sobre la multinacional de cafeterías. El porcentaje del mercado correspondiente al productor ha caído del 30% al 8% desde 1990, calcula.
Curiosamente, el principal responsable de esta espectacular redistribución de los ingresos a favor de las multinacionales que dominan el comercio del café es la caída del comunismo, dice Clark. Por dos motivos. Después de la revolución cubana, se acordó el primer Acuerdo Internacional de Café (AIC) en 1962 que - al igual que la OPEP en el mercado del petróleo- estableció un sistema de cuotas para controlar la producción del café. Mantener estable el precio de café "es cuestión de vida o muerte porque si no el castrismo se extenderá como la plaga por América Latina", dijo el senador Hubert Humphrey el mismo año. Cuando cayó el muro de Berlín en 1989 se colapsó el AIC y se hundió el precio.
En los últimos años ha crecido como la espuma el movimiento Comercio Libre impulsado por consumidores concienciados en los países ricos. Esto establece un precio mínimo para el café a granel de 1,26 dólares - unos 85 céntimos de euro- y crea un mercado estable para productores que cumplen con determinados requisitos, como ser empresas pequeñas de régimen cooperativo.
Pero el comercio libre equivale a menos del 0,5% del café vendido y, con astutas estrategias de marketing de las grandes multinacionales y Starbucks, crean la impresión de que se han comprometido con la causa, denuncia Francis. La compañía "Kenco ahora tiene un café que se llama Desarrollo Sostenible y Starbucks hace propaganda con fotos de campesinos en Centroamérica; han secuestrado el lenguaje de las ONG", afirma.
Starbucks - tan preocupada por no dañar su imagen de empresa progresista que convocó a los autores de la película a su sede de Seattle el año pasado- responde que el precio medio que paga por el café rebasa el mínimo del Comercio Libre. Pero la media engaña, advierte Francis. "Si compras mucho café por un precio bajo y una cantidad pequeña por un precio elevado, sube la media. Es para cubrirse las espaldas. Es más, los márgenes en el negocio del comercio justo pueden ser aun más altos que con el café normal", señala el cineasta. Y cita el ejemplo de la empresa Tesco, que añadió 3,46 dólares al precio de su café de comercio justo pese a que los productores recibían un aumento de 44 centavos.
EL MIRADOR
De Intermón Oxfam a Starbucks
Núria Escur
a tienda de Intermón Oxfam de la calle Provença es una de las más en temas de comercio justo de Barcelona. Lleva una década ofreciendo sus productos y ha conseguido contagiar su filosofía a multitud de seguidores que acuden, habitualmente, a comprar su café. "El 60% de las personas que entran aquí ya saben qué tipo de café quieren y qué consiguen con ese gesto solidario", explica Marina. El 40% restante pregunta por primera vez por su labor social.
Del escaparate de la entrada a las estanterías interiores, es este un verdadero microcosmos del café. Alineados, los naturales, la mezcla de tostado con azúcar, los torrefactos y los descafeinados. Precios, entre 1,89 y 3,30 euros por 250 gramos. Todos, consecuencia de proyectos solidarios de la organización. El correspondiente a Etiopía, por ejemplo - tierra donde se ha inspirado la película Oro negro-,ampara a 23.000 pequeños agricultores organizados en 34 cooperativas. Etiopía es el país productor con más diversidad de plantas de café. La variedad arábiga, muy popularizada, se encuentra en forma silvestre en la selva, se trata del café de las tierras altas, ya que se cultiva a un altura media de 1.700 metros.
Para ser gráficos, para entender lo que significa comprar una muestra de este café, Marina utiliza la siguiente explicación: "En cualquier marca de café convencional, lo que acaba recibiendo el campesino corresponde al 3% de la ganancia de ese paquete que vemos. Si el café es de comercio justo,el campesino recibe lo correspondiente al 50%".
A pocos metros del local de Intermón Oxfam, los turistas entran en el Starbucks Coffee del paseo de Gràcia. A pesar de contar con un extenso catálogo de cafés, de 17 detallados capítulos, a pesar de ofrecer todo tipo de variedades y folletos donde se explica la labor de la empresa y su responsabilidad social corporativa, a pesar de una conseguida puesta en escena, con varios sacos de café y un cartel frontal que advierte "el cuidado del café empieza por trabajar de modo conjunto con los productores", el cliente se limita a pedir "un café".
"La verdad es que los clientes no preguntan por los orígenes del café, ni por el país ni por las variedades", explica Sabrina, la atentísima camarera argentina del local. Aquí se ofrecen cafés distintos por temporada. Ahora toca el Costa Rica. El único comentario que le dirigen en torno al café proviene de los clientes norteamericanos: "Para ellos, los cafés de origen latino son demasiado fuertes y nos lo dicen a menudo". Starbucks afirma haber invertido más de 750.000 dólares en seis proyectos de conservación en regiones productoras de café en América Latina, Asia y África. Pero los turistas no preguntan por eso. Pagan y se van. No parece importarles demasiado.
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