"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

jueves, 29 de mayo de 2008

La producción del futuro


Fuente: Suplemento sobre industria elaborado por SIEMENS

1. Un cliente de envergadura desea crear zapatillas deportivas de alta tecnología y comunica al fabricante su idea del artículo a medida.
2. El producto se proyecta virtualmente en el ordenador, para lo que se simulan y optimizan las vías de producción precisas. La planificación del producto y el control; automatizado de la fábrica forman parte de! mismo engranaje. Las instalaciones están protegidos por cámaras inteligentes con reconocimiento facial en 3D, que identifican a todo aquel que intente acceder al edificio.
3. El cliente puede consultar el estado provisional de los proyectos simulados y comunicar las modificaciones que desea.
4. Estas se incorporan al diseño, con lo que se modifica el proceso de fabricación.
5. Luego se procede a la producción en una fábrica moderna, con un alto grado de automatización y control digital.
6. Las zapatillas salen de la fábrica en camión para ser cargadas en barco.
7. El camión viaja por carreteras en las que cámaras inteligentes elevan la seguridad (detección automática de accidentes, incendios en túneles, etc.) y, por otro, identifican las matrículas y verifican, por ejemplo, si se ha pagado el peaje.
8. Etiquetas inteligentes (BFID) permiten el seguimiento del camión y del producto. Así, el cliente puede saber en todo momento dónde está su pedido. Se garantiza también la seguridad del producto (p. ej., protección antipiratería).
9. El cliente recibe puntualmente sus zapatillas deportivas.


De la idea la producto

En 1908 el director de la Oficina de Patentes de Londres decía: «Propongo que.se cierre la Oficina. Todos los inventos esen­ciales ya están hechos.» En aquel año, Melitta Bentz inventaba el filtro de café, los hermanos Wright ensayaban con éxito el vuelo con motor, Ford sacaba al mercado su modelo T y se esta­blecía la primera conexión telegráfica sin hilos entre París y Casablanca. ¿Y, entonces, aquello iba a ser todo? ¿Qué diría hoy este buen señor, cien años después, si visitara una planta indus­trial moderna? ¿Y si, además, los expertos le explicaran cómo va a transformarse la produc­ción de bienes los próximos años? Individuali­zación y globalización: esas son las dos grandes tendencias determinantes para el desarrollo pre­sente y el futuro previsible de la humanidad.

El mundo converge. Las necesidades humanas en países emergentes como China e India se aproximan a las de los países industrializados. Al mismo tiempo, crece la población mundial, con lo que uno de los grandes retos es distribuir cada vez más productos a más personas del modo más eficiente y de forma respetuosa con los recursos. Tomemos el ejemplo «movilidad»: la demanda de coches crecerá con fuerza los próximos años, y, con ella, la demanda de ace­ro, que conforma en torno al 50% de un auto­móvil de gama media. Y este no es el único motivo por el que la industria transformadora de minerales y de fabricación en acero intenta buscar soluciones lo más eficientes y ecológicas posible. La industria tiene que prepararse; sin olvidar que los consumidores demandan productos cada vez más personali­zados. Dicho claramente: fabricar cantidades mayores, pero también mucho más variadas.

En los albores de la producción en masa la situación era otra. Henry Ford llegó a decir que los clientes podrían adquirir su Modelo T en cual­quier color, «siempre y cuando fuera negro». Pero hoy el comprador elige no sólo el color de la ca­rrocería, sino también entre innumerables tipos de asientos y tapicerías, así como la pintura del cuadro de mandos y los listones del habitáculo.


La individualidad como baza

«La persona está condenada a individualizarse, obligada a concebirse a sí misma como centro de decisión y oficina de proyectos», dice el re­nombrado sociólogo Ulrich Beck, de la Univer­sidad Ludwig Maximilian de Munich. Este pro­nóstico social encuentra su representación en la industria: por ejemplo, en el intento de inten­sificar la vinculación de los consumidores a la producción. En tal contexto, los expertos hablan de mass customization y personalizaction. En resumen: que los clientes planteen demandas de productos completamente individualizadas, pudiendo llegar incluso a intervenir vía internet en la misma fabricación. «Las empresas inno­vadoras organizan la creatividad de sus grupos de destino», remarca Stephan A. Jansen, de la Universidad Zeppelin de Friedrichshafen.

La individualización es un reto en el mercado mundial (130.000 millones de euros) de la auto­matización. El ideal son unos productos y ser­vicios individualizados y a precios competitivos. «El objetivo es desarrollar procedimientos téc­nicos y organizativos para fabricar industrialmente y a buen coste productos confeccionados a la medida de los clientes», dice Günter Vob, profesor de Sociología Industrial y de la Tecno­logía en la Universidad Técnica de Chemnitz. Hecho a medida: es algo que suena a alta costura para gente selecta. Pero la individualiza­ción está convirtiéndose en un verdadero fenómeno de masas. Medicamentos de com­posición específica, pantalones con largo ajus­tado a la perfección, ordenadores de configu­ración individualizada: en el futuro, todo esto deberá poder hacerse a buen precio. Los clien­tes ya pueden componer su vehículo ideal me­diante configuración online; la industria, usan­do tecnologías modernas, deberá garantizar que también pueda pagarlo.

Desafíos para la producción

Siguiendo esta tendencia, la fabricación indus­trial va a transformarse cada vez más. Lo cual exige una producción muy flexible de calidad y fiabilidad elevadas. El éxito lo garantizan, ante todo, las nuevas soluciones en tecnología in­formática y de comunicaciones, como las de la ingeniería digital: todos los niveles de la ca­dena de creación de valor, interconectados en una red digital integral, desde la simulación informática generalizada de productos y líneas de producción completas hasta la formación de usuarios y consumidores finales en su or­denador, pasando por el control digital de fá­bricas en tiempo real. «La integración fluida de diseño de productos, construcción de plantas y fabricación real permite concebir y fabricar productos con más eficiencia», afirma Antón S. Huber, director ejecutivo de la sección In­dustrial de Siemens, líder mundial de mercado en automatización.

Dicho sea de paso, también la distribución va a revolucionarse: la gestión y localización del tráfico por satélite permitirá que los productos a medida lleguen antes al consumidor, que, en todo momento, se mantendrá al corriente del estado actual de su pedido.

Se intensifica el empleo de robots con capacidad de autoaprendizaje, actuación autónoma y adap­tación a situaciones concretas. Cámaras y sen­sores inteligentes les ayudan a ordenar los palés con más rapidez y precisión. La localización y asignación exacta a cada cliente se efectúa me­diante etiquetas inteligentes (RFID), rotulables y legibles por radio. A la optimización de la lo­gística le sigue la del transporte: desde una tecnología ferroviaria con eficiencia energética, hasta innovadores sistemas de transporte aeroportuarío, pasan­do por el seguimiento de contenedores vía RFID. Al final, cada cliente recibe su producto con más exactitud y rapidez que nunca. Y, junto a la ve­locidad, aumenta también la seguridad para el consumidor: la identificación de los medicamen­tos del futuro será inequívoca y, por tanto, a prueba de falsificaciones.

Fallos potenciales con tendencia a cero

La fabricación industrial se sitúa a años luz de los principios que seguía a comienzos del siglo XX: la cadena de montaje clásica trataba de producir la mayor cantidad de un producto lo más homogéneo posible, a fin de estandarizar los procesos, y, lógicamente, reducir costes. Cierto es que las reglas de las economías de escala siguen vigentes en muchos sectores. Pero la confluencia del mundo virtual y el real abre enormes posibilidades técnicas. Por ejem­plo, en la tecnología de simulación: el actual software, al crear prototipos virtuales con ca­pacidad funcional, y examinarlos exhaustiva­mente antes de la fase de producción, ahorra a los fabricantes costosos fallos -pues muchos ni siquiera llegan a producirse- y, por ende, tiempo y dinero: «Los costes de introducir un producto en el mercado se reducen entre un 30 y un 50%», afirma Huber.

La palabra clave es velocidad: los sistemas modernos de producción tienen que ser flexibles y eficientes para poder acelerar los tiempos de respuesta y lograr así una alta diversidad de productos y ciclos de producción más cortos.

En principio, tal proceso puede abarcar desde el menor tornillo hasta el producto final acabado. Un coche de gama media, corno, por ejemplo, un modelo de la serie 3 de BMW, lo forman en torno a 40.000 piezas que deben conjuntarse de forma adecuada. Y, ya hoy, el comprador tiene muchas posibilidades para componer un vehículo totalmente conforme a sus demandas personales. «Variaciones sobre la exclusividad»: asi es cómo se refiere BMW a su programa individualizado de extravagantes pinturas y equipamientos interiores de primera calidad, que permite a sus clientes distinguirse aún más respecto de los gustos de masas.

Interconexión global

La otra gran tendencia -la globalización- tiene también efectos tajantes sobre las condiciones productivas. Según datos del Banco Mundial, el comercio internacional lleva años creciendo con más intensidad que la economía global (véase gráfico). Los productos se desarrollan en un extremo del mundo y se fabrican en el otro: es algo que ya conocemos. Pero, en el futuro, la división internacional del trabajo podrá estar mucho más fragmentada. En vez de agruparse regionalmente, las empresas esparcen por el mundo sus centros de investigación, desarrollo, producción y servicios, en función de la cercanía al cliente, el ahorro de costes y las sinergias. El camino hacia la innovación ha cambiado por completo el rumbo, «de la genialidad individual a la genialidad colectiva de combinar conocimientos previos», dice el profesor Jansen.

Tiempo ahorrado

Ante un problema determinado, los expertos más perspicaces se interconectan, elaboran en común una solución eficiente y, al momento, se hallan ya en otra «obra» de su especialidad - en cualquier rincón del mundo.

Trabajo intercentros: la nueva tecnología permite colaborar globalmente en todas las fases de desarrollo y fabricación. «Si un producto se modifica, el Teamcenter permite un seguimiento total en tiempo real», afirma Huber. Tras este conjuro, Teamcenter, se esconde la solución de Siemens para la gestión conjunta de datos. Vincular el sistema con aplicaciones en 3D al diseño de productos y plantas, también es posible detectar problemas de inmediato y subsanarlos con fluidez. «Frente a una explotación convencional, intervalos de parada de semanas o meses pueden reducirse a días u horas», afirma Helmuth Ludwig, presidente de Siemens PLM Software.

También se logra ahorrar tiempo gracias al reajuste de las instalaciones a nuevas tareas. Unos tiempos de reequipamiento reducidos hasta mínimos impulsan, a su vez, la fabricación individualizada. La interconexión inteligente con los proveedores permite el corte perfecto de componentes, con el consiguiente aumento adicional de productividad.

La automatización, una oportunidad

¿Robots en vez de personas? La automatización, que solía asociarse a la reducción de puestos laborales, abrirá nuevas perspectivas a sectores y países. En el futuro, serán competitivas solo las empresas con un dominio perfecto de ios procesos comerciales electrónicos con sus proveedores, socios y clientes, y que sepan ajustar su organización. Las soluciones integradas, las plataformas y los estándares generales serán más importantes que nunca: el know how de la integración, saber cómo reunir distintos módulos en una solución unitaria, se convertirá en un factor competitivo decisivo.

«En una competencia global, el grado de automatización es un factor esencial para compensar eventuales desventajas del emplazamiento o, incluso, transformarlas en ventajas», explica el directivo de Siemens Huber, responsable de 40 fábricas repartidas por el mundo. En cada vez más áreas se desdibujan los límites entre software y hardware, como la estabilización electrónica de chasis automovilísticos: «Ciertas propiedades como la estabilidad y la rigidez, que antes debía poseer el hardware, pueden ahora obtenerse solo regulando el software», refiere Ludwig. Así, los desarrollos vinculados a software cobran cada vez más importancia, tanto entre fabricantes de tecnología de automatización como entre sus usuarios. «La principal creación de valor radica hoy en el software», dice Winfried Büttner, que dirige en Siemens el departamento Corporate Intellectual Property. Sobre el 50% de los cerca de 3.400 millones de euros invertidos en investigación y desarrollo, así como una gran parte de los inventos de Siemens, incluyen algún tipo de software.





1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007' 2008"

Varíación porcentual sobre año anterior, * pronóstico

En el contexto de una población mundial creciente y la proliferación del comercio internacional, es cada vez más importante garantizar el abastecimiento de la población de la forma más ecológica posible. Además, crece la demanda de productos individualizados. La producción industrial está obligada a afrontar estas exigencias con capacidad de innovación.

Fuente: Banco Mundial



Agricultura y tratamientos químicos

Fuente: http://www.alternativaciudadana.es/index.php?option=com_content&task=view&id=767&Itemid=28

"Cada manzana lleva siete tratamientos químicos"
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Escrito por La Vanguardia

Raj PatelRaj Patel, analista del sistema alimentario mundial

Tengo 35 años. Nací en Londres, vivo en San Francisco. Graduado en Oxford, London School of Economics y Cornell. Soy investigador en Yale, Berkeley y Kwazulu-Natal. Casado, sin hijos todavía. ¿Política? No te sientas culpable: ¡enfurécete con los poderes! ¿Dios? No creo

Vícto-M. Amela.- ¿Dónde están los obesos y dónde los famélicos?

Coexisten: mil millones de obesos y mil millones de famélicos. ¡Esto es nuevo!

¿El qué?

Antes, los obesos eran ricos y los flacos eran pobres. Ahora hay obesidad en países pobres y miseria en países productores masivos de alimento. ¡Me enfurezco!

¿Por qué?

Funciona una lógica perjudicial para todos, excepto para cuatro corporaciones que controlan más de la mitad del alimento del mundo: Unilever, Nestlé, Cargill, ADM…

¿A qué lógica se refiere?

La de concebir el alimento como mercancía. ¡Esto depaupera nuestra salud y destruye sociedades estables durante milenios!

Algún ejemplo.

Si comparo en España el 10% de los ingresos más bajos con el 10% de los más altos, encuentro más obesos en la franja más pobre.

¡Ya todos comemos!

¡Pero comida basura! Aceptamos ver la comida como carburante, no como dimensión fundamental de la vida... ¡Pobre vida, esa!

Para muchos, ¡comer es ya un milagro!

Pero es que nadie debería pasar hambre, pues el planeta puede alimentarnos a todos: bastaría con fomentar producciones locales adaptadas a las necesidades locales.

Y no es ese el modelo actual, ¿no?

Ahora se produce masivamente un alimento en una zona, para ser exportado y así enriquecer a una corporación..., mientras la población local se queda a dos velas.

Se llama capitalismo global, creo.

¿Y podemos seguir así sin perjudicar a toda la humanidad? La riqueza de la Tierra es detraída por unos pocos a costa de todos.

¿Cómo se lo montan esos pocos?

Al agricultor le compran barato, el alimento lo procesan industrialmente, lo exportan, le suben el precio..., ¡y a forrarse cuatro!

¿Qué procesos industriales son esos?

Abonos sintéticos. Insecticidas sintéticos. Fungicidas sintéticos. Pesticidas sintéticos. Plaguicidas sintéticos. Tratamientos químicos para que la fruta madure de golpe y poder recogerla a la vez, minimizando costes. Tratamientos químicos para lustrar frutas y que tengan aspecto rutilante… Sin hablar de la ingeniería genética para crear variedades ¡en función de su buen aspecto y de su resistencia a transportes largos!

¿Y el sabor, qué?

Ah, eso no importa nada de nada. Sabor y valor nutricional se sacrifican. El "producto", que entre por la vista y viaje bien.

¡Y lo compramos encantados!

Está demostrado que nos atrae la simetría, la perfección estética, ciertos colores... A eso se aplica la industria agroalimentaria, supermercados incluidos: luces, música, olores, colores, pasillos, estanterías, alturas... Diseñado todo para gozar comprando.

Yes verdad que los supermercados son fantásticos, nos facilitan la intendencia.

Muy bien, pero recuerda esto: te venden productos, ¡pero no alimentos! Recuerda esto: cada manzana que compras ahí ¡lleva siete tipos de tratamientos químicos!

¿Y cómo comprar bien y bueno?

¡Mercados locales! Busca mercados en los que puedas tratar con personas que te garanticen el origen de cada alimento. Lo ideal sería cultivar tu propio alimento, claro, pero... Como eso es difícil, lo mejor son los cultivos locales, y acostumbrarte a comer en función de las estaciones del año.

¿Hasta qué límite de población podría alimentar este planeta?

Depende de qué tipo de dieta hablásemos... Eso sí, ¡no hay mundo para que todos comiésemos como están comiendo hoy los norteamericanos! Y afortunadamente, añado...

¿Por qué?

Porque están comiendo demasiada cantidad e insana calidad: azúcares, grasas... El 20% de la población ¡come en el coche! y cualquier cosa. Hay allí tantos niños obesos, que esta generación ¡vivirá un promedio de cinco años menos que la de sus padres!

Pero la culpa de esa obesidad infantil ¿no es justamente de los padres?

Un momento: por cada euro en promoción de alimentos saludables se invierten ¡500 euros! en promoción de comida basura. Y todo conduce hacia una vida insana: la vida laboral, el entorno... ¡Es dificilísimo vencer eso! ¿Y encima te hacen sentir culpable? No, no te sientas culpable: ¡siéntete furioso!

Si usted mandase en el mundo, ¿qué tres medidas tomaría para ayudarnos?

Uno: reduciría por ley la jornada laboral. Dos: aumentaría por ley el salario mínimo. Y tres: organizaría un debate democrático mundial sobre alimentación. ¡Es algo que jamás se ha hecho! ¿Por qué? Y es básico. Yo abogo por la agroecología, por conectarnos de un modo más íntimo a la comida.

¿Cuál es su plato favorito?

Preparo una ensalada de colmenillas que ¡hum...! Aprendí a cocinar para ligar más... ¡y no me arrepiento! Funciona.

¿Qué cifras mueve la industria alimentaria actualmente?

¡Billones de dólares! Y sólo la división de dietas para adelgazar mueve ¡59.000 millones de dólares anuales! O sea, que primero te cobran para engordarte, y luego te cobran por adelgazarte... Negocio redondo.

¿Un último consejo?

Enseña a tus hijos de dónde viene cada cosa que comen. Por ejemplo, que las patatas no vienen de una bolsa, sino de debajo de la tierra: id al campo, y que lo vean.

A LA BOQUERIA

Patel nacía en un modesto colmado de un barrio londinense de inmigrantes, donde sus padres vendían de todo. Su madre es keniana y su padre de las Fiyi, descendientes ambos de hindúes, y emigrados de jóvenes a Londres. Patel, buen estudiante, es hoy uno de los mayores conocedores del entramado alimentario mundial. Analiza el impacto de la globalización en el sistema alimentario mundial y denuncia sus consecuencias en Obesos y famélicos (Los Libros del Lince) y en las jornadas Now del CCCB. Naomi Klein loa su obra, que ve el lado sombrío del capitalismo. Para levantarle el ánimo a Patel, le acompaño al lugar en el que mejor se sentirá en Barcelona: el mercado de la Boqueria.

La Vanguardia-La Contra (21.05.2008)

Agricultura ecológica

“Comer alimentos ecológicos refuerza la salud humana”

http://espainatural.wordpress.com/2008/05/23/comer-alimentos-ecologicos-refuerza-la-salud-humana/


Carlo Leifert, máximo experto europeo en alimentación ecológica

Tengo 47 años. Nací en Alemania y vivo en Gran Bretaña. Soy ingeniero agrónomo y doctor en Microbiología Bromatológica. Estoy casado y tengo dos hijas, de 13 y 16 años. ¿Política? Debería velar más por la seguridad alimentaria. Coordino el estudio Quality Low Input Food

¿Qué no les daría de comer jamás a sus hijas?

Todos los alimentos consumimos en casa ecológicos. En Gran Bretaña esto es ya posible, en comercios especializados: dispones de todas las verduras, hortalizas y frutas ecológicas (excepto berenjenas, no sé por qué).

¿Y la carne? ¿Y la leche?

En la zona en que vivo, podemos comprar directamente en una granja ecológica carne de vacuno (y su leche), porcina y de pollo.

¿Qué es ganadería ecológica?

El animal no está estabulado, puede moverse como si estuviese libre y come pastos en vez de piensos sintéticos. ¡Con ganadería ecológica no hubiese habido vacas locas!

¿Y qué es agricultura ecológica?

La que no emplea en los cultivos ni abonos sintéticos (nitrogenados o fosforados) ni pesticidas sintéticos.

Los de la agricultura convencional.

Sí: facilitan cosechas más productivas económicamente, pero dañan el medio ambiente y la salud humana.

¿Hasta qué punto dañan mi salud?

Durante años trabajé en la industria agroquímica, hasta que constaté que, tarde o temprano, cada pesticida que diseñábamos se tenía que retirar del mercado al comprobarse su nocividad sobre nuestro sistema inmunitario, sobre el endocrino, hormonal, sobre la merma de la fertilidad humana…

¿Se sintió culpable?

Decidí focalizar mis investigaciones en la agricultura y la ganadería ecológicas. Desde el 2004 coordino el Quality Low Input Food, estudio pagado por la comisión de la Unión Europea. Y ya tenemos algunos resultados.

Avánceme alguno.

El nivel de antioxidantes, vitaminas, betacarotenos y minerales es mucho más elevado en los vegetales ecológicos que en los convencionales. Así, los ecológicos son mucho más anticancerígenos y cardiosaludables.

¿Y no bastaría con lavar bien los vegetales o pelar las frutas convencionales?

No, porque el pesticida ha penetrado en sus tejidos. Hay más pesticida en los tejidos más superficiales que en los profundos: al pelar la fruta, eliminas la mayoría de los pesticida…, ¡pero a la vez eliminas la mayoría de las vitaminas y la fibra de esa fruta!, pues están justo en esos tejidos más superficiales.

Qué desastre.

Solución: agricultura y ganadería ecológica.

Los alimentos ecológicos son caros…

Si se generalizasen, serían más baratos.

¿Qué ventajas nos reportarían?

Ventajas para la salud, para el medio ambiente y ventajas también para la economía.

Cíteme las de la salud humana.

Con la misma cantidad de alimento, ingerirías muchos más minerales, vitaminas, proteínas e hidratos de carbono. Y más fenoles y flavonoides, que retrasan el envejecimiento celular y refuerzan el sistema inmunitario… ¡Comer alimentos ecológicos con regularidad reforzará tu salud!

Pues bienvenidos.

Una naranja ecológica tiene un 20% más de vitamina C. Un pimiento ecológico, un 15% más de polifenoles que otro convencional.

¿Y una lechuga ecológica?

De entrada, no ha sido pulverizada con pesticidas ni desinfectada con soluciones de cloro (prohibidas ya en algunos países).

¿Y la leche de vaca ecológica?

Un 20% más de carotenoides, un 30% más de vitamina E y provitamina A, un 60% más de Omega 3, ¡y de 40% a 80% más de ácido linoleico conjugado, que es anticancerígeno, cardiosaludable e inmunoestimulante!

Cíteme ventajas medioambientales.

Producir un kilo de abono sintético nitrogenado exige un litro de petróleo, y vierte 2,4 kilos de CO a la atmósfera. Y la escorrentía 2 de abono sintético fosforado contamina tierras, cursos de agua y mares. Total: son abonos contaminantes y serán cada día más caros, por lo que las ventajas de la agricultura ecológica son también económicas.

¿Por qué serán cada día más caros?

Porque dentro de 60 años, cuando las minas de fósforo estén agotadas y el petróleo sea carísimo, ¿cómo abonaremos nuestros cultivos si todavía seguimos usando estos abonos sintéticos? ¡La producción de alimentos decaería dramáticamente!

¿Cómo deberíamos abonar los cultivos, entonces?

El nitrógeno podemos fijarlo perfectamente en la tierra cultivando legumbres. Y la materia orgánica reciclada (heces incluidas) ¡es insuperable, mucho mejor que el fósforo! Hay que invertir ya en este reciclaje, porque al final habrá que hacerlo a la fuerza.

¿Qué van a hacer nuestros políticos?

No lo sé, yo soy científico: sólo aporto datos. Pero un cambio legislativo brusco no servirá de mucho si agricultores y ganadores no están motivados y convencidos de lo benéfico para todos de trabajar ecológicamente.

¿Qué dice la industria agroquímica?

Presiona en contra, por supuesto.

¿Qué personas deberían cambiarse sin dilación a los alimentos ecológicos?

Los vegetarianos: al ser el vegetal de cultivo convencional el grueso de su alimentación, están ingiriendo demasiados pesticidas.

¿Qué países consumen hoy más alimentos ecológicos?

Los del norte europeo: prefieren gastar algo más de dinero en su salud, e importan alimentos ecológicos de Italia y España, máximos productores y casi nada consumidores.

Vuelco

La agroquímica, que tanta abundancia ha dado, llega a su cuello de botella: está a punto de reportarnos más perjuicios que beneficios. Conviene voltear la botella, descontaminar cultivos y granjas e inaugurar la era de la agricultura y la ganadería ecológicas. Investigadores como Carlo Leifert nos lo explican con datos, y además señalan soluciones basadas en cultivos y granjas hoy testados con esperanzador éxito en Europa. Leifert ha coordinado el mayor estudio hasta la fecha en esta área, financiado por la Unión Europea. La cadena de supermercados de productos ecológicos Veritas le ha traído para que se explique. Si tu alimento te mantiene sano, todo eso que ahorrarás en medicinas.

Fuente: La vanguardia

“Comer alimentos ecológicos refuerza la salud humana”

miércoles, 28 de mayo de 2008

Vídeos sobre las culturas del trabajo: primera revolución industrial... fordismo, posfordismo...precariado... en serio y en broma

Primera Revolución Industrial








Segunda Revolución Industrial


Taylorismo y fordismo













MPG

"La clase obrera va al paraiso" 1972 Dir. Elio Petri (Distribuye: Manga Films SL Barcelona Tfn. 93 2842229)
01.- Entrada al trabajo. (17,0 MB) 02.- Saludo de la empresa: seguridad. (22,5 MB) 03.- Limitaciones físicas trabajador. (5,4 MB)
04.- Seguimiento normas. (4,4 MB) 05.- Comida- Rendimiento- Aprendices. (28,2 MB) 06.- Tiempos de Producción. (31,1 MB)
07.- Riesgo por dinero. (9,9 MB) 08.- Individualismo y resentimiento. (13,7 MB) 09.- Sindicatos: Salud y salario. (17,2 MB)
10.- Acoso Sexual en el trabajo. (7,8 MB) 11.- Acoso moral. (17,7 MB) 12.- Accidente de trabajo.
Semana del Ruido. INSHT





Trabajo posfordista:











Mileuristas

http://www.youtube.com/watch?v=pYOsnoB5S-Q





¿Del salariado al precariado?
sindical | social | Madrid

Resumen de artículos de Evelyne PERRIN (AC!, Stop Précarité) *

Desde hace quince o veinte años, la importante conmoción que ha sacudido violentamente la economía y al empleo en Francia y otros países, ha entrañado una transformación en profundidad del mundo salarial del período fordista. Hemos asistido a una lenta aunque segura revisión del modelo de empleo “para toda la vida” con contrato indefinido a tiempo completo y de las carreras de larga duración en el seno de las empresas, modelo que aseguraba una movilidad social ascendente. Hoy, es la progresión constante de las formas de empleo llamadas especiales, tiempo parcial obligado, contratos de tiempo determinado y de interinidad lo que caracteriza el nuevo acceso en el mercado de trabajo.

Según la encuesta de empleo del año 2003 del INDEE, habría 428.000 interinos, es decir el 2%, de 25,1 millones de trabajadores, casi 2 millones de CDD, el 9%, y 273.000 aprendices, el 1,3%, por tanto el 12,5% de los trabajadores no disponen mas que de un estatus precario, es decir, solo cuentan con ingresos aleatorios y sus horizontes de vida son a corto plazo...

Luchas de precarios y compromiso

Los trabajadores, principalmente los jóvenes, supeditados a normas de trabajo flexible y de degradación de su estatuto de trabajo se ven cada vez mas obligados a defenderse y organizarse no solo en el seno de los sindicatos, sino también al margen de ellos, creando sus propios instrumentos de lucha. En efecto, los sindicatos se debilitan por el incremento de las llamadas formas especiales de empleo (CDD, interinos, cursillos, tiempo parcial de aprendizaje), y la inestabilidad y la movilidad que ello conlleva para los trabajadores, por la disgregación de los colectivos de trabajo, la rotación contractual, el miedo a la no renovación del contrato o la tarea, y también por sus propias dificultades para representar y defender a los trabajadores precarios debido a la carencia de un proyecto coherente de renovación de garantías colectivas de los trabajadores.

Así, en las luchas recientes de los trabajadores de comida rápida, del comercio o de la limpieza, los empleos jóvenes o los discontinuos del espectáculo aparecen colectivos de afiliados, coordinadoras entre afiliados y no afiliados, comités de apoyo ad hoc, que agrupan a los militantes de diversos sindicatos y asociaciones sobres bases interprofesionales e interasociativas. Estos colectivos o comités se adelantan al trabajo sindical, y a veces lo sustituyen o le sirven de aguijón. Al mismo tiempo, estos contribuyen a renovar las lineas de acción de los trabajadores e ilustran la crisis de las formas de afiliación tradicionales y de organización sindical y política que las reproducen.

Movilizaciones de precarios del comercio, comida rápida y limpieza

En los años 2000-2003 se ha dado en la región parisina una fuerte combatividad puesta de manifiesto en huelgas masivas y mediatizadas por los trabajadores que se designan como “precarios” en diferentes sectores tales como el comercio, la comida rápida o la limpieza. Tras el vocablo común de “precarios”, la situación de los agentes referidos, su condición de precariedad es muy diferente y también las razones por las que entran en la lucha. A pesar de ello, las uniones entre estas luchas se han producido, y una cierta “conciencia de clase” común a parecido emerger en algunas ocasiones. Al mismo tiempo las similitudes han aparecido en las formas de lucha, principalmente con el nacimiento de los comités de apoyo exteriores muy importantes y continuos.

Querríamos desarrollar los resortes específicos de estas diferentes luchas, exponer las razones que puedan explicar su decisión y su duración, y tratar de despejar las características comunes que hemos podido observar, en los registros de acciones de movilización, y las relaciones de los huelguistas con los apoyos exteriores, sindicatos y comités de apoyo.

Las múltiples facetas de la precariedad

Como bien ha demostrado Serge Paugam, el sentimiento de precariedad puede existir bajo una variedad de estatuto de empleo. Esta es muy evidente en el caso de un trabajador interino o con CDD por razón de la brevedad de su contrato o su tarea y de la incertidumbre del futuro que conlleva, un trabajador con CDI a tiempo parcial se sentirá precario por el hecho de la insuficiencia de su salario. La rotación contractual erigida en sistema de gestión de la mano de obra por numerosas empresas crea también un sentimiento de inseguridad profesional. Por ultimo, como hemos podido comprobar en las recientes huelgas de los trabajadores del comercio con CDI a tiempo completo el sentimiento de ser precario puede nacer del sentimiento de la perdida de categoría y de infravalorización profesional unida al desfase entre los diplomas y las competencias y la remuneración o el reconocimiento de la cualificación.

Esto entraña la difusión de un sentimiento de precariedad entre numerosos trabajadores con estatutos muy diversos, desde el mas diplomado que puede haber elegido una cierta precariedad digamos satisfactoria, al trabajador de origen inmigrante reciente que se encuentra desempeñando un empleo de limpieza en el puesto mas bajo de la jerarquía salarial, pasando por el trabajador de Mc Do con CDI a tiempo parcial y por un empleado de la FNC con CDI a tiempo completo pero remunerado en torno al SMIC.

La precariedad laboral es un obstáculo importante para la afiliación sindical y la movilización colectiva: cuando estamos temporalmente en una empresa, apenas tenemos tiempo de sindicarnos, aceptamos las condiciones de trabajo sin rechistar, y cuando tenemos un CDD y esperamos un CDI, o en interinidad, puede ser peligroso afiliarse o mostrarse reivindicativo. Además la precariedad se asocia a menudo cualificaciones bajas y a un mínimo capital social.

* Traducción de Soledad Pérez
** Evelyne Perrin participa este fin de semana, en Madrid, en el Taller "Luchas contra la precariedad laboral". Para más información ver: Talleres contra la precariedad laboral en el Encuentro Movimientos Sociales 2006



martes, 27 de mayo de 2008

El trabajo en la sociedad postindustrial

Fuente:


"Del modelo fordista-keynesiano de producción y de integración social estamos pasando a otro en el que prevalecen:

  1. las exigencias a corto plazo de las empresas y
  2. la externalización creciente del riesgo hacia los trabajadores.

Estos cambios afectan a la propiedad de las empresas, con una mayor concentración de la propiedad y del mercado, la transnacionalización y el alejamiento de las decisiones y una creciente financiación de sus objetivos.

Se evidencia igualmente en la estructura de las empresas, con fenómenos de desconcentración, externalización y deslocalización productiva.

Se ponen de manifiesto, asimismo, en la organización del trabajo, con la flexibilidad de los contratos, del tiempo de trabajo, de la ubicación de los trabajadores, de los vínculos de subordinación y de la polivalencia funcional.

Y se perciben, finalmente, en las relaciones laborales, con la extensión de la precariedad laboral, las reconversiones y reestructuraciones industriales y la tendencia hacia la individualización de las relaciones laborales".


José María Zufiaur en "Trabajadores más vulnerables" de CARLOS TREVILLA EL PAÍS 03/05/2007

http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/Trabajadores/vulnerables/elpepiesppvs/20070503elpvas_12/Tes

La gran transformación provocada por la nueva economía e internet: la sociedad postindustrial (Daniel Cohen)

La gran transformación


JOAQUÍN ESTEFANÍA
EL PAÍS - Economía - 10-12-2007

Los gigantescos cambios económicos y sociales motivados por la generalización de la nueva economía y la democratización de Internet han motivado que algunos científicos sociales hablen de la última década y media como de una nueva "gran transformación" (emulando las tesis de Polanyi), comparable a la registrada en el curso del siglo XIX.

El economista francés Daniel Cohen lo ha definido como la era de las rupturas y escribe sobre cinco de ellas:

  1. la tercera revolución industrial,
  2. una nueva organización científica del trabajo,
  3. la revolución cultural que se asocia con el despertar del individualismo,
  4. la toma de poder de la Bolsa y los mercados financieros en la gestión de las empresas,
  5. y la llegada de China e India al juego del capitalismo mundial.

A todo ello Daniel Cohen lo llama sociedad postindustrial (Tres lecciones sobre la sociedad postindustrial. Editorial Katz), y la compara con el primer capitalismo de Adam Smith: éste explica que si para cazar un ciervo se necesita el doble de tiempo que para cazar un castor, necesariamente el primer animal costará, en promedio, dos veces más caro que el segundo.

En la sociedad postindustrial hay una estructura de costes totalmente atípica respecto del anterior esquema: un programa es caro de diseñar, pero no de fabricar; lo que resulta oneroso es la primera unidad del bien fabricado, ya que la segunda y las siguientes tienen un coste bajo, hasta casi nulo en ciertos límites. En el lenguaje de Smith, lo que explicaría todos estos costes es el tiempo empleado en matar el primer castor y el primer ciervo.

¿Se ha adaptado España a esta sociedad postindustrial? ¿Pertenece a la misma? Para responder a ambas cuestiones, se puede acudir a los últimos estudios que demuestran esta particular "gran transformación". Si Cohen destaca que uno de los retos es corregir las enormes desigualdades y las islas de pobreza que contiene, en la última Encuesta de condiciones de vida 2006, divulgada por el Instituto Nacional de Estadística, se indica que en la España actual casi un 20% de los ciudadanos se encuentra todavía por debajo del nivel de pobreza relativa (el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas). Los grupos más afectados por esa pobreza relativa son las personas de 65 o más años (el 30,6%) y los menores de 16 años (23,8%). Ello conecta con otra de las metamorfosis estructurales de nuestro país, puesta de manifiesto en un reciente trabajo titulado Actividad y territorio. Un siglo de cambios (Azagra, Chorén, Goerlich y Mas Ivars. Fundación BBVA), en el que, por ejemplo, se estudian las variaciones experimentadas por el peso de los mayores de 65 años y de los menores de 15 años en el total de la población, en el periodo entre los años 1900 y 2005. Pues bien, los mayores de 65 años han aumentado en más de 10 puntos porcentuales (desde el 5,22% de la población española al 16,64%) y los menores de 15 han caído en casi 20 puntos porcentuales (del 33,5% al 14,18%), en ese periodo.

Tanto este texto, como otro anterior titulado Estadísticas históricas de España en los siglos XIX y XX (Albert Carreras y Xavier Tafunell. Fundación BBVA y Editorial Crítica) muestran la mudanza de España desde una realidad genuinamente agrícola a una sociedad postindustrial: en el año 1900, el 71,41% de la población estaba ocupada en actividades del mundo agrario, mientras que en 2001 lo hacía el sólo el 6,35%, una reducción superior a 60 puntos porcentuales; por su parte, en 1900 tan sólo el 15,07% de la población trabajaba en el sector terciario, 45 puntos porcentuales menos que en 2001.

De ello se concluye que la España de hoy no es sólo muy distinta de la de comienzos del siglo XX, sino también de la de los años sesenta de la anterior centuria: de contar con una estructura productiva basada en la agricultura se ha transformado en otra dominada por los servicios, con dos agentes nuevos de especial significación: las mujeres (con incrementos espectaculares en actividad y formación) y los inmigrantes, con una eclosión de población desconocida a lo largo de nuestra historia. Una sociedad postindustrial muy parecida a la desarrollada por Cohen.

El trabajo posfordista

Fuente: http://www.noucicle.org/NCarticles/8.html


EL INDIVIDUALISMO DE MERCADO Y EL TRABAJO POSFORDISTA


ARIS ACCORNERO



Las raíces del cambio del trabajo

En estos inicios del siglo XXI, los cambios del trabajo son una parte del cambio social y recuerdan la “gran transformación” que estudió Karl Polanyi y evocada por Dore; o sea, la que, en el siglo XIX, había hecho nacer en el Reino Unido el mercado de trabajo, el trabajo asalariado y la producción industrial. Pero también recuerdan la que en el siglo XX introdujo en los Estados Unidos el scientific management, l’assembly line y la producción en masa. Los cambios que distinguen estas tres épocas de la historia del trabajo no pueden tener raíces directas en agentes y eventos como las victorias del neoliberalismo o en los gobiernos Thatcher-Reagan por la sencilla razón que los trascienden.

Sin embargo, las raíces de los cambios no son las innovaciones tecnológicas o la expansión de los mercados, sobre los cuales pueden incluso influir; por otra parte, estas dos variables explican así tantas cosas que corren el peligro de no aclarar nada. Cuando digo esto, no disminuyo, sino que enfatizo el alcance de los cambios, cuyas raíces son más prosaicas y más potentes que los gobiernos y las ideologías. En las tres épocas ha existido una transición histórica de un modelo de producción y de consumo a otro; y el trabajo ha cambiado, ante todo, porque han cambiado las estructuras y el funcionamiento de las empresas.

La última de estas transiciones se compendia en el modelo posfordista. Como todo el mundo sabe, la cosa empezó en Japón, un país que ha hecho escuela, aunque Ohno y Deming no son unos padres tan nobles como Taylor y Ford. En el extranjero nadie copió enteramente el “modelo Toyota” que, por otra parte, está ligado a las tradiciones culturales y al sistema social del Japón. Pero todos sacaron sus conclusiones, como lo hicieron en su día con relación al scientific management. Entre los primeros que “tomaron en serio al Japón” fueron los fabricantes norteamericanos del automóvil, rodeados de los compact car que se producían bajo sus mismas narices con métodos nuevos.

Todavía sigue el curso de esta tercera gran transformación. Para refundar las relaciones con el mercado y pasar “de la escala al objetivo”, millones de empresarios y mánagers han renunciado a la rigidez del fordismo, desestructurando y reconstruyendo las empresas para hacerlas más ágiles, más flexibles. Después de un siglo, el proceso de integración, realizado verticalmente dentro de las empresas, ha invertido su rumbo para realizarlo horizontalmente entre las empresas. Por ejemplo, la Fiat, de Melfi, fabrica ella el 7 por ciento de los componentes, mientras que hace veinte años la cosa llegaba al 35 por ciento.

La idea Toyota --el genoma del posfordismo-- no fue otra que la de responder a la condensación del mercado local, diversificando y “personalizando” la oferta. El poder en el mercado de cada cliente particular no ha crecido mucho pero sus opciones inciden más directamente sobre los flujos de producción, creando una variabilidad de la demanda y una elasticidad operativa que no tiene precedentes. La turbulencia de los mercados es tal que, con respecto al pasado, muy pocas empresas tienen pedidos a un año vista. Las preocupaciones y las esperanzas para el trabajo tienen, pues, sus raíces en un mecanismo de adaptación que se estimula por sí mismo y que constituye un ulterior estadio de la producción capitalista como “producción de necesidades”, para decirla con Marx.

Todo ello ha introducido más incertidumbre en la actividad empresarial. Ha aumentado el número de los lugares de trabajo, pero se ha reducido su estabilidad. Se ha multiplicado el número de personas que trabajan con horarios complicado, a horas insólitas o sin horarios porque trabajan en sus casas particulares. El trabajo fordista, repetitivo y monótono, ha sido sustituido por otro más flexible, pero también inseguro y opresivo. Junto al trabajo a tiempo pleno y de duración indeterminada, las empresas utilizan formas de empleo que hacen temer que el trabajo se precarice, que se ataquen los derechos y que se amenace la personalidad del trabajador.

Del “no se os paga por pensar” se ha pasado a “la calidad depende de vosotros”. De hecho, las competencias y prestaciones que se exigen a los trabajadores están menos masificadas porque las empresas, en especial las nuevas, privilegian el trabajo en equipo y el de tipo individual tal como reclama la producción en una serie de pequeños lotes. Ello desplaza sencillamente el es la orientación: “de la empresa al grupo” (como señala Capelli), incluso involucrando, todavía más, a la gente, generalmente sin una recompensa, ni siquiera con stocks options.

No obstante, ello cambia el modo de trabajar, como demuestra la investigación Epoc, de la Federación Europea de Dublín: el modelo japonés enseñó, precisamente, de qué manera se podía usar mejor las capacidades de los trabajadores uniendo producción sencilla just in time y cooperación del trabajo polivalente. Por lo general, los contenidos del trabajo tienden a convertirse en más cognitivos, cooperativos y polivalentes, incluso en ciertas actividades estandarizadas. En el posfordismo hay todavía mucho fordismo, de manera que las novedades son ambiguas, baste pensar en los call center o en los supermercados. En el siglo XX, sin embargo, estudiábamos la opresión que era propia de la monotonía y de la repetición, mientras que ahora hemos de estudiar el ansia generada por la variabilidad y la incertidumbre que provocan estrés al trabajador y no tanto cansancio. Ayer los síntomas eran la rigidez y el aburrimiento, hoy lo son el frenesí y la variabilidad. Muchos sufrían la nivelación y la masificación de las tareas que hoy, empero, cambian en prisa, crecen de prisa, evolucionan de prisa. De prisa.

Algunos afirman que la mayor autonomía “individualizará” el trabajo, pero esto es un wishful tinnking como aquel que hablaba del “fin del trabajo asalariado”: la autonomía en el trabajo crece en un sentido funcional, no total. Quien trabaja tiene muchos más medios y modos para funcionar, pero lo hace dentro de una red de vínculos --información, procedimientos, señales-- más férrea que la “jaula de acero” de la que hablaba Max Weber. Las nuevas tendencias no deben sorprender: el siglo XX no podía ser el último ni el mejor de la historia del trabajo...

...El individualismo de mercado involucra al productor y al consumidor, reflejándose el uno y el otro apasionadamente. Se podría establecer la hipótesis de que el posfordismo comporta un trade-off favorable a los precios y a costa de los salarios.

En teoría se sotiene que el trabajo posfordista hacen pensar en una mejora de las condiciones de trabajo, de manera que no tenemos razones para añorar los tiempos pasados. Sin embargo, las relaciones del trabajo posfordistas hacen temer que la situación de los trabajadores tienda a empeorar. La empresa tiene más necesidad de los trabajadores, pero se preocupa menos de ellos, y esta contradicción explica los juicios negativos sobre el posfordismo.

Nuevas tutelas para el trabajo posfordista

El trabajo provoca hoy preocupaciones, sobre todo, porque comporta mayores probabilidades de discontinuidad y hacen incierta la recolocación profesional, convirtiendo en tortuosas las carreras profesionales y en casi imposibles los proyectos de vida a largo plazo; resulta incluso complicado conseguir préstamos. Este es el escenario de precariedad al que se enfrentan muchos jóvenes. Las lamentaciones por un pasado en el que los empleos eran más estables se multiplican, sobre todo en aquellos países, sectores y empresas donde las leyes, los convenios o los pactos daban mayor certidumbre.

Sin embargo, la prioridad que se da al empleo por tiempo indefinido no ha sido abandonada hasta tal punto que todos los documentos de la Unión Europea definen “normal” dicha modalidad, mientras que el porcentaje de los empleos por tiempo determinado con relación al total varían mucho de un país a otro: en Europa se va del 10 por ciento italiano al 32 por ciento español. No sólo por razones de conveniencia, ya sea en términos de “capital humano”, ya sea de fiabilidad de las prestaciones, empresarios y mánagers emplean muchos menos trabajadores temporales que estables, tal como refiere Dore, que de manera correcta no hace derivar el final del trabajo de por vida como consecuencia de las mayores discontinuidades de los trayectos laborales.

Pero el cambio sigue siendo significativo. En el pasado siglo, taylorismo y fordismo abrieron nuevas perspectivas de trabajo a las empresas mediante el modelo de producción y consumo basado en la producción en masa y las economías de escala. Los ingredientes de Taylor fueron el scientific management y la one best way; los modelos de Ford fueron la assembly line y los salarios de cinco dólares diarios. No obstante, para conquistar y ampliar los mercados no bastaba que los aprovisionamientos fueran constantes, los productos estandarizados y la producción regular: se necesitaba que la aportación de la fuerza de trabajo fuera estable, asidua y disciplinada. Así, en varios países, se introdujo por ley el contrato de trabajo a tiempo indefinido que, en la Italia fascista de 1926 substituyó el Código civil de 1865, según el cual se podía trabajar al servicio de otros “a tiempo”; es decir, los trabajadores, como una forma de skilled, podían irse libremente dando lugar a un sustituto, lo que enojaba a los empresarios. Así pues, no debe extrañar que el trabajo por tiempo indefinido suscitara malhumores...

...El intercambio resarcido entre subordinación del trabajo y estabilidad en el trabajo --que llamaré “compromiso fordista”-- era un modelo de regulación indispensable en la gran empresa para la producción en masa, que dio al siglo XX una inmensa fuerza tanto constructiva como destructiva. Hoy, la producción en serie de pequeños lotes reduce la exigencia de subordinación y de estabilidad en el empleo, cuya cantidad y calidad deben adaptarse más y mejor que ayer a la dinámica de los mercados, a la evolución de los productos, a los turnos de las empresas, al progreso de las tecnologías y a las novedades del saber.

El posfordismo tiene necesidad de flexibilidad en todos los terrenos creando tantas diversidades que el mundo del trabajo ya no se parece al sistema unitario que se creó con el fordismo alrededor de la gran industria. Por ejemplo, crecen aquellos itinerarios laborales donde las competencias, en el ámbito de la empresa, se analizan según la tradición europea (y en gran parte japonesa) de la movilidad social en el puesto de trabajo, mientras en otras categorías laborales crecen otras modalidades, siguiendo la tradición americana, esto es, entre diversos puestos de trabajo.

Ahora bien, las tutelas de ayer estaban pensadas para otro trabajo y otros trabajadores. De hecho, los sistemas de Estado de bienestar garantizaban que la continuidad en el empleo no estuviera amenazada por las crisis de las empresas y de la inexperiencia de los patronos. Sin embargo, hoy, el welfare debe garantizar que nadie pierda derechos y que no se pierda ningún derecho por la discontinuidad en el empleo. Cuando Marshall escribió “un hombre que ha perdido su trabajo, ha perdido su pasaporte para la sociedad” suscitó una cuestión de la ciudadanía del trabajo. La que hoy se vuelve a proponer con toda fuerza. En efecto, una vida laboral más flexible no puede romperse cuando se pasa de un empleo a otro, de un trabajo asalariado al autónomo.

Quien es más móvil no puede estar menos protegido ni más penalizado: debe ser recompensado, también, porque ofrece al sistema la versatilidad que se reclama. Este principio es fundamental para una protección social que ponga al día las tutelas de ayer sin renunciar al camino histórico de la solidaridad y la igualdad. El posfordismo parece proponer a los asalariados un trabajo de calidad y una participación responsable. Estas podrían ser las bases de un compromiso social a la altura del fordismo. Pero no está escrito que los empresarios y los managers sepan proponer la participación que se necesita. De hecho en muchas empresas se ven pocas trazas de ello. Tawney ha escrito: “Es ocioso esperar que los hombres den lo mejor de ellos a un sistema en el que no confían o que tengan confianza en un sistema que no controlan de ningún modo”.

Las preocupaciones por los cambios del trabajo

Preocupaciones y esperanzas por el trabajo han acompañado las tres “grandes transformaciones” del trabajo. La primera revolución industrial pareció poner en duda la confianza en la ciencia porque se temía que el sistema de fábrica podría embrutecer las facultades mentales. Ello preocupó a los más fervientes fautores de la industria como Ferguson, Smith y Owen. Las novedades que lucidamente analizaron Hegel y Marx fueron denunciadas también por Carlyle, Tocqueville e incluso por Schiller. Se decía: la división del trabajo “expresa pobreza, ignorancia y despilfarro”. Las operaciones repetitivas “no desarrollan la inteligencia ni la inventiva”. La habilidad del trabajador “está cada vez más limitada” y se convierte “en un apéndice de la máquina”; su personalidad “se degrada hasta una extrema estrechez”; la industria crea “un trabajador sin alma, aunque más rápido”; la personalidad del hombre “se degrada poco a poco, aunque el obrero se perfecciona”; el hombre “se convierte en un fragmento”.

Movimientos sociales, organizaciones obreras y legisladores concienciados reaccionaron y consiguieron las primeras medidas protectoras. Y cuando el sistema de fábrica se consolidó, Veblen sostuvo que los influjos que surgían de ciertos hábitos tenían consecuencias positivas. Era así en términos de exactitud porque estimulan una “percepción cuantitativa” y en términos de lógica porque generan una “comportamiento causal”.

En el siglo XX se dio otra “gran transformación” que fue menos dramática, aunque más profunda cuando el trabajo se predeterminó mediante normas científicas, tal como fue inmortalizado por Chaplin en “Tiempos modernos”.

Se temía que la tecnología industrial disgregase y despersonalizase el trabajo. En efecto, aquel modo de trabajar se adaptaba más a llenar la jornada laboral y colocar más productos en el mercado, pero mostraba una antropología tosca como hicieron notar sociólogos famosos. Thomas y Znaniecki escribieron que conducía a una “degeneración gradual y segura del género humano”; Friedmann denunció “el menosprecio de la manera de funcionar del trabajo físico y mental del organismo”; Walker y Guest analizaron los efectos alienantes del trabajo que exige una “atención mental superficial”; Braverman habló de “degradación del trabajo”… Por estas razones la acción colectiva de defensa de los trabajadores consiguió fundar los sistemas de protección social.

Pero, por otro lado, la genial filósofa Simona Weil, después de una durísima experiencia laboral, alabó la “geometría del trabajo” que expresaba la industria; De Man, estudioso y dirigente socialista, dijo que las máquinas “traían consigo mayor iniciativa e inteligencia”; Gramsci, muerto en las cárceles fascistas, escribió que el fordismo era “el mayor esfuerzo para crear un nuevo tipo de trabajador y de hombre, indudablemente superior”; el filósofo Marcase hizo notar que “los individuos son expoliados de su humanidad no por constricciones externas sino por la misma racionalidad de su vida”.

Hoy, la fábrica ha perdido el aspecto dominador y subyugante, mientras que la tecnología ha liberado al hombre de las tareas penosas. Los miedos vienen hoy del mercado. Boltanski, Chiapello y otros temen que la flexibilidad del trabajo introduzca mayores desigualdades sociales y debilite el estatus del trabajador. Richard Sennett compara dos vidas y piensa que, respecto al padre, el carácter del hijo puede corroerse por la discontinuidad de los empleos.


Quaderni di Rassegna sindícale-Lavori. Núm l, enero-marzo de 2004