Algunas empresas españolas se están haciendo de oro con la subida de los minerales y de los productos agrícolas
FERNANDO BARCIELA
NEGOCIOS - Negocios - 23-03-2008
La frenética alza de los precios de las materias primas en los últimos cuatro años, un coco para los consumidores, está siendo una magnífica oportunidad para algunas empresas, en especial las de cultivo o extracción, trading y primera transformación de estos productos. Al margen de los países productores, ellas están siendo las grandes beneficiadas de la locura de precios altos que se ha abatido sobre minerales como el níquel, el estaño, el cobre o el aluminio, y de productos agrícolas como la soja o los cereales, con los que están ganando más dinero que nunca. Pese a que el grueso del pastel se lo están comiendo las grandes multinacionales, también algunas empresas españolas se han encontrado con el hecho de que una buena y sostenida alza de precios puede ser toda una bendición. Y no un castigo, como ocurre a la mayoría.
Se trata de empresas productoras de cátodo de cobre, aleaciones de níquel y cromo, acero, y también de fabricantes de piensos, refinadoras de soja o productoras de harinas, un grupo que mueve decenas de miles de millones de euros al año en España y en el que podríamos incluir a Acerinox, Tubos Reunidos, Tubacex, Befesa, Megasa, Celsa, Alcoa Inespal, Bunge Ibérica o Ceralto. Precios de vértigo
Lo que para otros representa un pasivo añadido, para éstas se presenta como la posibilidad de repercutir esos altos precios en el cliente, a veces de modo tan directo que logran elevar sus márgenes y disparar los beneficios. Algo que se ha hecho, a lo grande, debido al estratosférico incremento de los precios de las commodities, primero, las minerales, y, más recientemente, las agrícolas, alimentarias o industriales. Oscilaciones al margen, el níquel ha pasado, según la Bolsa de Metales de Londres, de 9.600 a 27.700 dólares por tonelada métrica entre 2003 y febrero de este año. En el mismo periodo, el zinc pasaba de 1.800 a 8.000 dólares; el plomo, de 500 a 3.100 dólares, y el estaño, de 4.900 a 17.000 dólares. De vértigo. "Precios que podríamos definir, sin duda, como históricamente altos", apunta José Ramón Morales, director general de Unicobre. Y que no tienen traza de volver a valores más razonables. Entre finales de año y febrero, algunas de estas commodities han seguido disparadas. El cobre ha subido más de un 20% en lo que va de año. Y los demás, al menos un 10%. Pese a que los expertos aseguran que no habrá escasez, la sensación contraria es generalizada. Lo peor es que el fenómeno ha empezado a trasladarse también a partir de finales de 2006 y principios de 2007 a otra área, aún más dañina para los bolsillos de los consumidores: las materias primas utilizadas en la alimentación. "Los cereales empezaron su escalada", comenta Jesús Rivera, de Asaja, "a finales de 2006. De momento, el trigo y la cebada se han duplicado y siguen en plena carrera alcista". Cierto. El trigo ha subido en la Bolsa de Chicago un 178% entre 2005 y febrero de este año; el maíz, un 123%; la soja, un 128%, y la colza, un 105%. Como era de esperar, estas subidas han generado ya una escalada paralela de derivados como el pan, la leche, los huevos o la carne de pollo. Se espera ahora que el vacuno siga la misma senda alcista. "El aumento de los cereales", explica Rivera, "dispara el precio de los piensos y acabará inevitablemente por subir los de la carne. Es cuestión de tiempo". Igual que en los metales, las materias primas agrícolas suben por la sensación de escasez provocada por la demanda en Asia y la progresión de los biocarburantes, que utilizan cereales (bioetanol) y oleaginosas (biodiésel). Tanto es así, que los especuladores de futuros de las Bolsas de Londres y Chicago han decidido apostar sobre estos productos, con la lógica alza de sus precios. El impacto de estas subidas en la cesta de la compra está siendo dramático. Aun así, por muy altas que parezcan estas subidas, están siendo inferiores a lo que cabría esperar si los fabricantes hubieran podido repercutir el incremento de sus inputs (los piensos) en los precios finales. No han podido, porque se han encontrado con el tapón de las grandes superficies, que apenas les han tolerado subidas parciales. Las que sí han podido subir sus precios de venta han sido las empresas que no están tan sujetas a la competencia en la calle o no dependen de un oligopolio de compradores. Entre estos afortunados están las grandes comercializadoras mundiales como Cargill, Conagra o Bunge, que compran, venden, trasladan y semitransforman miles de toneladas de commodities agrícolas a escala planetaria. Les va bien. Cargill ha podido elevar su facturación en un 63% y sus beneficios en un 82% en los últimos cuatro años. Algunas empresas españolas de piensos y productos para la alimentación animal han logrado resultados igual de espléndidos. Es el caso de Ceralto o de la Compañía General de Compras Agropecuarias. La filial española de Bunge elevó sus ventas en un 27%, y sus beneficios, desde 1,4 hasta 19,6 millones en dos años. Las grandes beneficiadas de la escalada de las commodities han sido, sin embargo, las grandes empresas del sector minero y de primera transformación. "Las mineras son las que más se han beneficiado. Están logrando precios cuatro veces más altos, para una misma producción, infraestructura y plantilla. No extraña que se hayan disparado sus ganancias", apunta José Ramón Morales, de Unicobre. Entre 2003 y 2006, BHP Billiton, Freeport McMoran o Río Tinto más que duplicaron su facturación. BHP Billiton y Río Tinto multiplicaron en este periodo sus beneficios por cinco; Freeport, casi por diez, y Alcoa, casi por tres. En España no hay grandes grupos mineros, pero sí un puñado de empresas de transformación de metales con entidad. Acerinox vivió en 2006, según su portavoz, "el mejor ejercicio de su historia", un año en el que logró triplicar sus beneficios desde 154 hasta 503 millones de euros (pese a que la facturación había subido sólo un 33%). Cierto que al año siguiente, la volatilidad y bajada de los precios del níquel redujo el impulso de la facturación, que creció un 22%. "Además", dice un portavoz, "hubo que hacer una provisión negativa de 164 millones de euros para cubrir la depreciación de existencias provocada por la bajada de las cotizaciones". ¿Resultado? Sólo ganó 312 millones de euros. Dos grandes empresas del área de tubos, Tubacex y Tubos Reunidos, han tenido también performances espectaculares, debido a la alta demanda de sus productos y a que han podido repercutir precios. "Vendemos a sectores muy boyantes, con mucha inversión en infraestructura, como es el gas, el petróleo o la química", explica Fernando Gómez Pujana, de Tubos Reunidos. Entre 2004 y 2007, Tubos Reunidos y Tubacex han incrementado sus ventas un 58% y un 101%, respectivamente. Sus beneficios crecieron en el mismo periodo en un 608% y un 280%. Igual pasó con algunas empresas de primera transformación de acero como Celsa o Megasa. La matriz de Celsa subió su facturación entre 2005 y 2007 en un 29%. Megasa subió la suya en un 31%. Las filiales de algunas multinacionales en España presentaron ascensos fulgurantes. Atlantic Copper subió sus ventas entre 2004 y 2006 de 701 a 1.785 millones (un 154% más). Alcoa Inespal también incrementó su facturación en un 31% en el mismo periodo. Especialmente fuertes fueron las subidas de Befesa, cuya principal actividad (60%) es el reciclaje de residuos para la producción de aluminio y acero. Duplicó sus ventas, entre 2004 y 2007, de 358 a 770 millones de euros. La escasez de materias primas en el mercado es tan fuerte, que en España se van a poner en marcha este año dos minas de cobre, una en Sevilla (Cobre de las Cruces) y otra en Huelva (Aguas Teñidas), que vendrán a añadirse a la de Aguas Blancas, entre Badajoz y Huelva, que produce níquel y un poco de cobre. Volatilidad de las cotizaciones
Gómez Pujana reconoce que, de todos modos, resulta preocupante la actual volatilidad de las cotizaciones. "Dificulta la gestión de la compra, donde lo importante es saber comprar a buen precio, porque ahí está el beneficio". El níquel ha sufrido tanta volatilidad, que el año pasado llegó a los 54.000 dólares, para acabar el año en 26.000. Esta volatilidad, explican en Acerinox, es en buena parte producto de la intensa y creciente especulación en torno a muchas materias primas. "Nadie consigue explicar", dicen en la empresa, "por qué el año pasado las transacciones sobre níquel en el mercado de Londres sumaron 22 millones de toneladas, cuando el consumo mundial es de 1,4 millones. Es 16 veces el consumo mundial". No extraña que estas empresas se estén comportando en Bolsa mejor que la mayor parte de los demás títulos. Se han convertido en valores refugio. "El año pasado", comenta Pujana, de Tubos Reunidos, "subimos el 35% en Bolsa, estuvimos entre las 13 primeras con mayor subida. Y en 2008, sólo bajamos el 9%, menos que el Ibex 35". Mientras el selectivo español muestra una curva descendiente entre noviembre y enero y una meseta con picos con tendencia a la baja a partir de entonces, algunas de las empresas beneficiadas por el alza de las materias primas como Acerinox, Tubos Reunidos, Tubacex o Befesa muestran cierta tendencia al alza o cierta resistencia frente al clima general bajista. Y tampoco deja de llamar la atención que valores como Campofrío o Ebro Puleva se muestran animados desde enero. Es evidente que los inversores se preparan para la llegada de buenos tiempos.
El cliente siempre tiene razón
Las empresas de alimentación han tenido hasta ahora dificultades para repercutir las alzas
F. B.
NEGOCIOS - Negocios - 23-03-2008
La capacidad de las empresas para repercutir las alzas de sus inputs varía mucho. Por ejemplo, las empresas productoras de níquel y sus derivados gozan de la ventaja de poder trasladar sus costes. "Existe un procedimiento automático de repercusión", informa Fernando Gómez Pujana, de Tubos Reunidos, "según sube o baja el níquel, que hemos aplicado sin problemas porque, además, la demanda era fuerte".
Al margen de sistemas de repercusión automática, demanda fuerte y compradores atomizados componen la fórmula para repercutir precios. Es lo que ha pasado con el acero. "La demanda de acero -producido en España básicamente a partir de chatarras- ha sido tan fuerte, que no ha habido problema para repercutir las alzas", explica José Ignacio Bartolomeo, director general de Unesid. Las entregas crecieron durante el año 2007 en un 4,7%, todo un récord. Motores de consumo
Igual de fuerte ha sido la demanda de cobre, dedicada a la construcción y obra pública -las telecos consumen poco-, lo que ha permitido a los fundidores incrementar sus precios. En general, tanto la construcción como el automóvil han sido los principales motores de consumo de los metales. La construcción se lleva más de la tercera parte del consumo de acero. "Pero esto no ocurre sólo en el acero y en el cobre", dicen en Confemetal, "sino incluso en el aluminio, que se utiliza para ventanas o carpintería". El bajo peso de la materia prima en el coste final es otro argumento. "El acero se puede subir", explica Bartolomeo, "porque es un producto muy barato, 0,6 euros el kilo. Su peso en valor en el coste final de un piso no llega al 1 por 1.000. Eso facilita los aumentos de precio cuando sube la materia prima". Más difícil es repercutir los precios cuando el cliente es la industria del automóvil, en posición de marcar las reglas. En los alimentos, el traslado de las alzas se hace bien al principio de la cadena, pero malamente al final. Lo que es bueno para los productores, los comercializadores y consumidores. Y malo para los ganaderos y la industria. "Los que venden cereales y oleaginosas", comenta Jesús Rivera, de Asaja, "como Cargill, NobleGrain, Bunge o Louis Dreyfus, son un oligopolio. Manejan los precios a su antojo. Además, también fabrican piensos y marcan la pauta". Rivera explica que tanto las multinacionales como las empresas de piensos locales trasladan inmediatamente las elevaciones en las materias primas a sus productos. "Ya la industria dedicada al consumo", prosigue Rivera, "tiene dificultades para hacer ese traslado de costes. Son miles de empresas, sujetas a otro oligopolio, el de las grandes superficies". Rubén Villanueva, de COAG, dice que la industria ha empezado, sin embargo, a repercutir algunos precios. Pero sólo parcialmente. "Pese a que los precios del pienso suben desde hace más de un año, sólo en los últimos meses hemos podido empezar a subir el porcino. Pero esto está en vías de normalizarse". Es decir, va a subir. Y mucho. Villanueva acusa a la industria y a la gran distribución de aprovechar la tendencia al alza para subir, incluso cuando siguen pagando lo mismo a los productores. COAG ha elaborado un estudio según el cual, mientras los precios de la ternera de primera han bajado en origen -un 0,7% entre 2004 y 2007-, han subido un 7% en destino. El producto, pagado a 3,48 euros, se vende al consumidor a 14,32. El margen entre origen y destino se ha elevado del 239% al 311%. La escalada de la leche
Otro producto que se ha repercutido sólo parcialmente ha sido la leche y sus derivados. Luis Calabozo, director general de Fenil, la federación de industrias lácteas, apunta que "si bien los precios en origen subieron de 0,31 a 0,47 euros entre abril y octubre (un 52%), sólo después, entre octubre y diciembre, han empezado a subir para los consumidores. Y sólo un 31%". Debido a ello, Calabozo, para quien la culpa de estos retrasos se debe a la contención efectuada por la gran distribución, afirma que "los márgenes se han reducido y 2007 ha sido un año más bien malo". Sin embargo, al contrario de los metales, que quizá vuelvan a retroceder, si la economía reduce su nivel de crecimiento, los alimentos caros han venido para quedarse. "Los alimentos son menos elásticos, y la posibilidad de incrementar la producción, más rígida", advierte Rivera, de Asaja. "Esto es irreversible. Aún hay margen y, en mayor o menor medida, los precios seguirían escalando".
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