"Quiero hablar de un viaje que he estado haciendo, un viaje más allá de todas las fronteras conocidas..." James Cowan: "El sueño del cartógrafo", Península, 1997.

sábado, 18 de octubre de 2008

El granero indio estaba envenenado

El cáncer y otras enfermedades se ceban con los habitantes de Punjab - El abuso de fertilizantes durante 40 años ha contaminado las aguas

ANA GABRIELA ROJAS - Bathinda (India) - EL PAÍS, 16/10/2008

"Siento las moscas caminando por todo mi cuerpo, pero no puedo quitármelas", dice Jagdev Singh con los ojos desorbitados. Es un adolescente con aspecto de niño que ha ido perdiendo el movimiento en las extremidades por una enfermedad degenerativa. Ya no puede andar ni mover los brazos. "Los médicos dicen que se debe a la excesiva exposición a la urea, un fertilizante", cuenta su madre, Charanjeet Kaur. En Jajjal, un pueblo de 3.500 habitantes en el Estado de Punjab -al norte de la India- hay otros tres niños con el mismo diagnóstico. Y en los últimos seis años 40 personas han muerto y 15 están enfermas de cáncer, explica Jarnail Singh, un profesor retirado cuyas dos cuñadas fallecieron.

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"Sin los pesticidas no podríamos ser autosuficientes", dice el Gobierno

Como en Jajjal, en Punjab el número de enfermos no deja de aumentar. Y los expertos apuntan al excesivo uso de químicos en la agricultura como la causa. Este Estado, uno de los más prósperos de la India, se convirtió en la "canasta de pan" del país con la revolución verde, cuando en los sesenta se industrializó el campo y llegaron fertilizantes, pesticidas y semillas mejoradas. La India lograba su sueño de salir de la hambruna y volverse, casi de un día para otro, autosuficiente en alimentos. Y Punjab fue la clave: cuadriplicó su producción de trigo y arroz, proveyendo al país de casi la mitad de los granos.

Pero los campesinos se vieron obligados a poner cada vez más químicos para mantener la producción. La mayoría tienen unos pocos acres y quieren maximizar las cosechas con productos, alentados por los subsidios del Gobierno que llegan al 85% de su coste.

Así que Punjab, con menos del 2% de tierra cultivable del país, consume el 18% de sus fertilizantes. "Hemos convertido el campo en adicto. Hoy tengo que usar dos o tres veces más cantidad que antes. Querría dejarlos. Son muy caros, pero temo no poder mantener a mi familia sin ellos. Somos dependientes del veneno", explica el campesino Amarjee Singh.

Así, tras cuatro décadas de intensivo uso de químicos -algunos prohibidos en Europa y en EE UU-, éstos han llegado al agua subterránea y se han colado en la cadena alimentaria. Las industrias que vierten sus residuos en los ríos tienen parte de la responsabilidad, sin duda. Pero son los pesticidas los que explican que el agua en Punjab sea "un riesgo para la salud" y una de las principales causas de muerte, según un reciente estudio del Consejo de Control de Contaminación del Agua del Estado. Los tóxicos podrían estar en el origen de enfermedades como la que impide moverse a Javgdev, o el cáncer.

El secretario de Salud y Bienestar Familiar de Punjab, Tilak R. Sarangal, que tiene ese informe sobre su escritorio, dice: "Los niveles de contaminación y tóxicos en el agua son alarmantes, pero no podemos achacar a ello los enfermos de cáncer". Otros especialistas coinciden en que es imposible establecer una causa-efecto directa. "Pero sí hemos encontrado correlaciones epidemiológicas. Cada vez se usan más pesticidas y hay más gente enferma", asegura GPI Singh, director del Colegio Médico y hospital Dayanand.

Singh ha trabajado en la zona durante más de 25 años. Sabe de lo que habla cuando asegura que están aumentando de forma impresionante los índices de cáncer, los abortos espontáneos, los defectos en el cerebro, la alteración en el ADN, la menstruación temprana y el poco esperma en los hombres. "La revolución verde ayudó a alimentar a una generación pero con el coste de dañar la salud y con alimentos tóxicos". En la sangre de los punjabis se pueden encontrar desde seis hasta 13 residuos de pesticidas diferentes.

Las pérdidas también comienzan a notarse en los bolsillos de los campesinos y en la economía de la agricultura por la mayor necesidad de pesticidas y el aumento del precio del petróleo. "La revolución se ha vuelto marrón. Las ganancias se han encogido al mínimo", asegura el profesor de economía de la Universidad Punjabi, R. K. Mahajan. También ha hecho a los campesinos dependientes del mercado, según Umendra Dutt, director de Kheti Virasat Misión, una ONG que promueve la cosecha orgánica. "Necesita mucha inversión y absorbe muchos recursos. Ha devastado completamente el ecosistema, a nuestra sociedad y a la economía", dice.

Pero el Gobierno tiene otra opinión y sigue apostando por los productos químicos en la agricultura. "Sin ellos no podríamos ser autosuficientes y sufriríamos más en este tiempo de subida de precios en los alimentos", dice Dharam Pal, comisionado para el manejo de la nutrición integrada del Ministerio de Agricultura. Pero los detractores de la agricultura química apuntan otros motivos. "La producción de alimentos no se disminuiría con cultivos orgánicos. Esa es una mentira que las empresas han hecho creer al Gobierno para venderle sus productos", según Devinder Sharma, director del think thank de agricultura Forum.

Los expertos son pesimistas: "Al menos a medio plazo la canasta de pan de la India seguirá envenenada. Los tóxicos que ya están en el ambiente seguirán afectando por décadas", dice Singh.

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