Fuente: La Vanguardia (17-10-2008)
Ahora o nunca. Si en algo están de acuerdo los gobiernos europeos es en que se acerca el momento de la verdad esfuerzos globales contra las emisiones de CO causantes del calentamiento del planeta.
La crisis financiera y económica amenaza con llevarse por delante el fervor con que la UE ha enarbolado esta bandera. "Si China o Estados Unidos no recortan sus emisiones, no es el momento de hacer de Don Quijote, tenemos tiempo", ha reclamado en la cumbre de Bruselas el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, aliado a un grupo de países del Este que se niega a suscribir las propuestas de la Comisión Europea para luchar contra el cambio climático. Juntos suman votos suficientes para bloquear las propuestas.
Los esfuerzos de los últimos años pueden quedarse en agua de borrajas si a final de año los Veintisiete no cierran un acuerdo sobre qué camino seguir cuando en el 2013 expire el protocolo de Kioto. El calendario europeo hará imposible llegar a las negociaciones internacionales del 2009 en Copenhague con una posición común fuerte que marque el punto de partida.
A duras penas la cumbre de Bruselas se comprometió ayer a cerrar un acuerdo en diciembre sobre cómo cumplir con los nuevos objetivos de lucha contra el cambio climático, el llamado 20-20-20: alcanzar un 20% de reducción de emisiones de dióxido de carbono en 2020, con una cuota del 20% de renovables. Polonia, Bulgaria, Estonia, Hungría, Lituania, Rumanía, Eslovenia y Eslovaquia, además de Italia, se arrepienten de haberlos suscrito hace 18 meses. También el convencimiento de Alemania, instigadora de la idea, se tambalea al mismo ritmo que su economía.
Nicolas Sarkozy tuvo que echar el resto para evitar que la fecha de diciembre desapareciera del compromiso final. "He tenido que poner en la balanza todo el peso de Francia", dijo Sarkozy, al frente de la UE durante este semestre. "Los objetivos, la ambición y el calendario se mantienen". Pero también los países del Este cantaron victoria. El compromiso admite que buscará "soluciones apropiadas a la situación específica de los países", lo que en las negociaciones técnicas dará pie a relajar las exigencias de cumplimiento. Organizaciones ecologistas europeas se felicitaron porque ayer la presidencia francesa plantara cara a las exigencias de los países del Este para diluir las propuestas, aunque se resistieron a dar a Sarkozy su ansiada categoría de "héroe ecologista": "Debe ser firme ante países como Italia que no han hecho ningún esfuerzo para cumplir con Kioto y aplicar políticas ambientales decentes", le pidieron Greenpeace, WWF, la Red de Acción Climática Europea y Amigos de la Tierra Europa.
El debate dentro de Europa es el mismo que a menudo surge entre grandes potencias y países emergentes. "Los ricos, especialmente en Europa, quieren proteger el clima. Pero los pobres tienen miedo", planteó Donald Tusk, primer ministro polaco, que considera que la economía nacional no soportaría la carga del 20-20-20. La presidencia francesa propone mantener las cifras pero suavizar la forma de alcanzarlas. Por ejemplo entregando gratis los permisos de emisión de CO a las eléctricas o industrias 2 con un consumo intensivo de energía si no hay un acuerdo global al respecto. Según el plan original, todos los sectores industriales ingresarían progresivamente en el sistema de subastas.
Algunos países reclaman en cambio medidas específicas para los sectores que pueden verse más afectados por deslocalizaciones a países con leyes ambientales menos exigentes. Otros piden ver reducida la cuota de energía renovable que deberían alcanzar en el 2020. Los países del Este sostienen que con la metodología actual la mayor parte del esfuerzo cae sobre sus hombros. Francia cuenta con la mítica imaginación de la Comisión Europea para elaborar propuestas flexibles. España, uno de los países que más se aleja del cumplimiento de Kioto, defiende las propuestas.
Claude Turmes, eurodiputado de los Verdes encargado del dossier en la Eurocámara, subrayó que "las raíces de la crisis climática son tan profundas como la de los mercados financieros, pero sus extremas consecuencias pueden afectar a mucha más gente en el planeta". El Parlamento Europeo, sometido a una intensa campaña de lobby tanto a favor como en contra del plan, votará las propuestas en diciembre.
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