EP(s) ELPAIS.com Domingo, 21/10/2007,
RAFAEL RUIZ / CLEMENTE ÁLVAREZ
Wangari Maathai, Nobel de la Paz en 2004: "No son las cosas grandes las que
marcarán la diferencia, sino más bien los pequeños pasos que demos cada uno cada
día". Es nuestra apuesta en esta nueva andadura. Cambiemos el rumbo. Está a
nuestro alcance. Cada uno de nosotros, cada lector, cada periodista tiene en su
mano más poder del que se imagina. Con sus pequeñas decisiones diarias -qué
compra, dónde, cómo va a trabajar, cómo es su casa, a quién vota, dónde ahorra,
qué come...- puede lograr que el planeta se recomponga. Seguramente haya
escuchado (probablemente también lo haya pensado): "¿Para qué cambiar nuestros
pequeños hábitos de consumo, si quienes realmente ostentan el poder siguen
comportándose igual?". Nos minusvaloramos. Si nosotros exigimos otros productos,
otras actitudes, Gobiernos y empresas deberán adoptar otros registros. Confianza
y optimismo. Otro Nobel de la Paz, Martin Luther King: "Si supiera que el mundo
se ha de acabar mañana, yo hoy aún plantaría un árbol". No se piden grandes
esfuerzos, ni siquiera renunciar a la comodidad. La misma recomendación sirve
para las compras que para nuestra vida: rechace el exceso de envoltorios, el
empaquetado superfluo; lo único que hace es complicar nuestra bolsa de la
basura. E. F. Schumacher, economista: "Debemos vivir con sencillez para que
otros, sencillamente, puedan vivir".
1. Otras bombillas
Cambie las bombillas incandescentes por otras de bajo consumo. Son más caras,
pero duran hasta diez veces más, y gastan entre cuatro y cinco veces menos. Éste
era el primer consejo de la campaña de promoción de la película Una verdad
incómoda, de Al Gore. El Gobierno australiano obligó a comienzos de año a
acometer ese cambio en todo el país, toda una revolución de bombillas. En
España, cada hogar es responsable de producir hasta cinco toneladas anuales de
CO2, principal causante del efecto invernadero. Tenemos que disminuir el consumo
de energía. Nuestro comportamiento es decisivo para frenar el cambio climático,
que, según los expertos, provocará este siglo un aumento de las temperaturas
medias de dos a cuatro grados, una subida de las aguas de los mares de 28 a 43
centímetros y la extinción del 20% de las especies.
2. Demasiada basura
Las bolsas de basura de nuestras casas no paran de engordar. Otro síntoma más de
la sociedad de consumo. En 1990, un español generaba una media de 323 kilos de
residuos domésticos al año; en 2004, esta cantidad había aumentado a 524 kilos,
según el Observatorio de la Sostenibilidad en España. Recuerde la triple regla
de oro para gestionar bien los residuos: reducir, reutilizar y reciclar. La
sociedad avanza en el reciclaje, pero no en las dos primeras opciones. Del cerca
de kilo y medio de residuos que generamos cada uno al día en casa, casi medio
kilo corresponde a envases y envoltorios. Estos materiales son muy voluminosos,
y a menudo también superfluos e incluso complicados de reciclar. Debemos evitar
comprar productos con exceso de embalaje. Si seguimos esta sencilla regla,
nuestras bolsas de basura habrán solucionado buena parte de su sobrepeso.
3. El sol en casa
Las energías renovables se están implantando rápidamente. Los paisajes se han
llenado de aerogeneradores (en algunas zonas hasta en exceso, con un impacto
visual y auditivo sin calibrar). En poco tiempo se instalarán también en
plataformas marinas. Y, según las nuevas normas de edificación, toda vivienda de
nueva construcción debe incorporar unas superficies mínimas de colectores
solares. Además, existen subvenciones para instalar placas fotovoltaicas; las
compañías eléctricas están obligadas a comprar la energía que se genere con
ellas a un precio con incentivo. A pesar de ser un país privilegiado en este
sentido, a pesar del extraordinario potencial de sol con que contamos, España
está muy por detrás en instalación de paneles en casas respecto a otros países,
como Alemania y Austria, que soportan muchos más días nublados.
4. Un jersey y un toldo
Si tiene calefacción individualizada, instale un termostato para controlar el
gasto. Antes de subir la temperatura o recurrir al aire acondicionado, probemos
otras opciones que no requieran energía, como ponerse un jersey en invierno o
generar corrientes cruzadas de aire en verano. Echemos mano también de toldos,
persianas y ventiladores en época de calor. Y vigilemos a qué hora ventilamos
las estancias. Si al final no son suficientes estas medidas, al menos habremos
reducido las necesidades de calor o frío de la situación inicial. Recuerde,
además, que las mejoras en el aislamiento de la vivienda permiten obtener
ahorros energéticos y económicos de hasta un 30% en calefacción y aire
acondicionado.
5. Desechos tecnológicos
Cuidado con la basura tecnológica; los aparatos electrónicos contienen
sustancias peligrosas. Una batería de cadmio del móvil puede contaminar 600.000
litros de agua. No tire estos residuos a la basura. Llévelos a un punto limpio.
Y piense dos veces antes de cambiar de aparato. Para fabricar un ordenador se
han necesitado 240 kilos de combustibles fósiles, 22 kilos de productos químicos
y 1.500 litros de agua. Fabricar un teléfono supone generar hasta 75 kilos de
residuos contaminantes, aunque luego nos vendan como un gran adelanto su
pequeñísimo tamaño.
6. Grifos en buen estado
Ojo con el agua. Revise todos los grifos de la casa. Que no goteen. Una forma de
reducir el consumo es colocar difusores de caudal.
7. Vigile las facturas
Compruebe cada mes las facturas de agua y energía para llevar el control del
consumo. Es más, propóngase bajarlo. Márquese un reto, un objetivo. Si lo logra,
doble satisfacción.
8. Al mercadillo
Compremos muebles duraderos. Esto no quiere decir que tengan que ser nuevos,
también podemos reciclar alguno o acudir a tiendas de segunda mano.
9. Gota a gota
Si tiene jardín, instale riego por goteo. Elabore su propio abono (compost) con
los restos orgánicos. Y cuide mucho el uso de plaguicidas y fertilizantes
químicos.
10. Cartas sin papel
Pidamos que las facturas y extractos mensuales lleguen a nuestro correo
electrónico en lugar de al buzón de cartas de casa. Menos papel que tirar.
11. Conducir menos
La regla más importante para hacer más habitable nuestro entorno urbano:
conducir menos. El transporte público en España consume seis veces menos
energía, por cada viajero, que el privado, según datos del Instituto para la
Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Los coches consumen ahora un 20%
menos que hace 20 años, pero aun así, el transporte es responsable en España de
un tercio de las emisiones de CO2. Los datos cantan: está comprobado que uno de
cada diez viajes que se realizan en coche en la ciudad es para moverse menos de
500 metros, una distancia que prácticamente todos podemos cubrir saludablemente
caminando. Si fuéramos a pie en todos los desplazamientos de menos de dos
kilómetros, podríamos ahorrar a España casi 1.000 millones de litros de
combustible al año.
12. Eco-coches
Si nuestra única opción es el coche, busquemos uno que consuma lo menos posible.
Pensemos en las opciones de modelos híbridos. O en echar al depósito
biocarburante. En www.idae.es podemos encontrar una base de datos con el consumo
de cada modelo. No olvidar que los vehículos más grandes gastan más que los
pequeños. Y buena parte de su consumo dependerá también de la persona que esté
al volante. Una conducción eficiente puede reducir el gasto de combustible y la
emisión de CO2 un 15%. Primera regla: una velocidad moderada y constante.
13. Ciudad mediterránea
Si está buscando casa para alquilar o comprar, baraje seriamente la posibilidad
de vivir en el núcleo de la ciudad, preferentemente en un edificio antiguo
rehabilitado. No dejemos morir el modelo de ciudad mediterránea, compacto, tan
humano, y lo cambiemos por el de urbe extendida, desperdigada, al estilo de las
norteamericanas, una sucesión de urbanizaciones en las que resulta difícil
establecer relaciones entre vecinos y que nos obligan a depender del vehículo
privado.
14. Más zonas verdes
Reclamemos zonas verdes, pequeños pulmones para nuestra ciudad. Cumplen una
importante función psicológica. Está probado que en barrios con zonas de
esparcimiento verde, los niveles de conflictividad, estrés y depresión de sus
vecinos disminuyen. Son una válvula de descongestión. Y exijamos que no se
pierda la tradición del jardín árabe. En vez del uso de césped a diestro y
siniestro ?costumbre heredada de los húmedos países anglosajones?, pidamos
plantas autóctonas, que requieren menos riego y más imaginación.
15. Menos ruidosos
Un poco de silencio, por favor. Cuidar el medio ambiente no es sólo por la salud
del planeta, sino también por la nuestra, por el equilibrio de todos los seres
que habitamos la Tierra. Por eso debemos evitar que nuestro comportamiento en la
ciudad sea muy ruidoso. Según la OCDE, el 20% de los habitantes de la UE sufren
un nivel de ruido por encima del límite establecido por la OMS como aceptable:
65 decibelios. La contaminación acústica deteriora la calidad de vida de una
ciudad y tiene además efectos directos sobre la salud; los más claros:
nerviosismo, irritabilidad y estrés. Según el Observatorio de la Sostenibilidad
en España, el 35% de las quejas por ruido proceden de locales de ocio.
16. Ocio sin consumo
Elija un ocio menos consumista. No deje que la obsesión por comprar le
condicione y se convierta en el protagonista de su tiempo libre.
17. Más bicicletas
Muévase en bicicleta, si la orografía, clima y tráfico de su ciudad lo permiten.
Y si ve que no es seguro desplazarse sobre dos ruedas, exija a su Ayuntamiento
carriles bici.
Muévase en bicicleta, si la orografía, clima y tráfico de su ciudad lo permiten.
Y si ve que no es seguro desplazarse sobre dos ruedas, exija a su Ayuntamiento
carriles bici.
18. Escapes
Avise a averías de los servicios municipales en cuanto detecte un escape de agua
en la red de distribución.
19. El brillo de las estrellas
Pida a su Ayuntamiento que la iluminación de las calles sea eficiente y de bajo
consumo, que no despilfarre luz hacia el cielo, que, además, contamina las
estrellas.
20. Más participativos
El 80% de la población europea y el 60% de la mundial viven en ciudades. El
ritmo de concentración urbana continúa a un ritmo cada vez más acelerado. No
adopte una actitud pasiva. Movilícese. La ciudad la hacemos entre todos.
Participe en movimientos y plataformas vecinales, y tenga en cuenta los
compromisos ambientales de verdad cuando vote.
21. La bolsa o la vida
Cuando vayamos a la compra, no olvidemos llevar nuestra propia bolsa, cesta o
carrito. Las bolsas de plástico suponen un coste ambiental demasiado elevado
para utilizarse en un único trayecto del mercado a casa. Pueden tardar cientos
de años en descomponerse; en sus poco más de 25 años de historia se han
convertido en una plaga. La web www.reusablebags.com asegura que cada minuto se
fabrica en el mundo cerca de un millón de bolsas de plástico. En España se
estima que se reparten al año 10.500 millones de estas bolsas, lo que equivale a
más de 230 por persona. Ahorre al planeta sus 230 usando la cabeza. También
puede pedir a su establecimiento habitual que faciliten otro tipo de bolsas
reutilizables.
22. Apueste por lo biológico
Apúntese a los alimentos ecológicos, también denominados biológicos o bio.
Provienen de una agricultura y una ganadería extensivas que no usan productos
químicos sintéticos para aumentar su rendimiento o para luchar contra las
plagas. España es uno de los mayores productores de alimentos biológicos, pero
la gran mayoría de lo obtenido se dedica a la exportación. ¿Es que no sabemos
apreciarlo nosotros? Apoye el esfuerzo de estos agricultores y ganaderos que han
decidido cambiar por el medio ambiente.
23. El vidrio se recicla bien
¿Vidrio, tetrabrik, plástico o lata de aluminio? ¿Cuál escoger cuando un mismo
producto se puede encontrar en diferentes envases? "Lo mejor es el cristal",
opina Juan López de Uralde, director de Greenpeace España, que asegura que no
sale a la compra sin su cesto o su bolsa de tela. ¿Y después del vidrio? Según
dice, el plástico que no sea PVC y la lata resultan más fáciles de reciclar que
el tetrabrik. "De todas formas, ante la duda, yo cojo el que ofrezca menos
envase por más contenido".
24. Un respeto a los peces
En la pescadería, debemos leer la etiqueta identificativa de cada pescado. En
ella ha de figurar el tipo de aparejo utilizado en su pesca. Cuanto más
selectivo, más sostenible (mejor con anzuelos o palangres que con redes). Y
recuerde: "Pezqueñines, no". La talla mínima de una sardina debe ser de 11
centímetros. Y la del boquerón, de 9 en el caladero mediterráneo y 12 en el
cantábrico, noroeste y golfo de Cádiz. Podemos consultar las tallas mínimas en
la web del Ministerio de Agricultura.
25. Menos carnívoros
Para producir un kilo de trigo se necesitan unos 1.000 litros de agua, y para un
kilo de arroz, 1.400 litros, según el Consejo Mundial del Agua. En cambio, para
un kilo de ternera se requieren 13.000 litros. ¡Vaya con la carne! Reduzcamos su
consumo. No hace falta comer tanta; con dos o tres raciones semanales es
suficiente. Con la comida, pensemos ante todo en la salud. También suele ser lo
más ecológico. Hagamos caso a los expertos en nutrición y sigamos una dieta
equilibrada con mucha fruta y verdura.
26. Cercanías
Compre productos locales, ya que para llegar hasta el mostrador del mercado
habrán requerido menores desplazamientos y, por tanto, menos gasto energético.
27. Agua del grifo
Piense bien si merece la pena comprar agua embotellada cuando se puede beber la
del grifo. Incrementa el gasto en energía y creará un futuro residuo.
28. Sin bandeja
Compre alimentos naturales a granel siempre que sea posible. Reducirá
envoltorios y ganará calidad. Evite llevarse a casa esas bandejas blancas cada
vez más habituales en el súper.
29. Alerta: transgénicos
Uno de los enemigos número uno de los ecologistas son los transgénicos.
Recomiendan no consumirlos porque, dicen, todavía faltan pruebas que demuestren
su inocuidad para la salud y el medio ambiente. Su presencia debe ir notificada
en la etiqueta del producto.
30. El pequeño comercio
Evitemos ir en coche a un establecimiento lejano si podemos realizar la compra
caminando sin salir del barrio. Apoye el pequeño comercio, savia del modelo
mediterráneo de ciudad.
31. Más sobriedad
Apueste por la vida simple, consuma menos, piense más. El economista E. F.
Schumacher terminó sus días como agricultor y escribió el libro-filosofía Lo
pequeño es bello. Toda una filosofía de vida. Según el Informe Europeo sobre
Adicción al Consumo, el 15% de la población es adicta al consumo y un 46% de la
juventud compra en exceso. Pensemos un poco: los países desarrollados (un 20% de
la población) emplean el 80% de los recursos naturales. Si todos los habitantes
del planeta consumieran a ese ritmo, la Tierra quedaría agotada en poco tiempo.
Antes de comprar una nueva prenda, un nuevo aparato, piense si realmente es
necesario. Detrás de cada objeto, por simple que sea, hay un consumo de energía,
una generación de residuos, un gasto de agua.
32. Piense en lo que tira
El escritor mexicano y premio Nobel Octavio Paz se mostraba muy crítico:
"Después de haber caído en la idolatría de los sistemas ideológicos, el siglo XX
ha terminado en la adoración de las cosas". Antes de comprar, reutilice. Un poco
de imaginación y podemos ahorrarle muchos disgustos a la Tierra (y al bolsillo).
Un cartón de huevos puede reciclarse como un juguete para los niños; una botella
bonita de vidrio, de pequeño jarrón; los calcetines se pueden convertir en
muñecos; con restos de telas se pueden hacer colchas o mantas para el sofá. Hay
cientos de ideas. Y no queda cutre; todo lo contrario, le da un punto original a
nuestra casa, una decoración comprometida con el planeta.
33. Límites a la 'fast-fashion'
Somos muy críticos con la fast-food; pues lo mismo debemos hacer con la
fast-fashion (moda rápida), prendas de usar y tirar que apenas duran una
temporada. Eso, desde el punto de vista ecológico, resulta una aberración. Déles
una segunda oportunidad a las cosas. Acuda a comercios donde se vende ropa de
segunda mano. Ayude a que todos estos objetos tengan una nueva vida frente al
impulso despilfarrador de acortar cada vez más su vida con lemas como "está
pasado de moda" o "redecora tu vida".
34. Más madera sostenible
La madera es un producto muy ecológico, pero cuando lleva el nombre exótico de
alguna especie tropical puede haber salido de la deforestación de las últimas
selvas vírgenes del planeta. Para estar seguros de que el producto que queremos
comprar procede de una explotación sostenible, lo mejor es pedir madera
certificada con el sello FSC (Forest Stewardship Council). Si exigimos este
distintivo en todas las tiendas, ayudaremos a que se vaya generalizando. Ya son
60 las empresas españolas que venden FSC.
35. Comercio justo
Cuando compra algo, ¿piensa de dónde viene? Granito de arena a granito de arena,
pequeña decisión a pequeña decisión, el consumidor puede influir mucho en lo que
se produce y cómo se produce. Hemos de tomar conciencia de que nuestras
acciones, por insignificantes que nos parezcan, tienen consecuencias
ambientales, sociales y económicas. Una recomendación: acudir a las tiendas de
comercio justo que han abierto diversas ONG. Hay cientos, con el aval de
asociaciones como Intermón-Oxfam.
36. Papel reciclado
En la papelería, compre productos (carpetas, libretas, cuadernos, folios)
elaborados con papel reciclado y sin blanquear con cloro.
37. Bancos con iniciativa
A la hora de ahorrar, acuda a aquellos bancos que sepa que invierten una parte
de sus beneficios en promover iniciativas sociales y ambientales, como Triodos
Bank.
38. La dignidad del trabajo
Ayude a mantener lo hecho con calidad y dignidad. Evite las producciones
industriales masivas en fábricas de países donde no tenga claro que respetan a
los trabajadores.
39. Juguetes y tiempo
No sature a los niños regalándoles juguetes que no van a apreciar. Valoran más
otras cosas: que los mayores les dediquen más tiempo o les enseñen a fabricarse
sus propios entretenimientos usando la imaginación.
40. Infórmese
Lea prensa, siga la actualidad, interésese por el mundo. Un consumidor informado
es un consumidor responsable. Así sabrá qué empresas son más insostenibles.
41. Un habitante, una semilla
En el siglo XX, los 5.000 millones de hectáreas cubiertas de bosques se
redujeron a menos de 4.000 millones, según el Banco Mundial. Plante un árbol. Y
mejor de una especie autóctona. Aparte de la satisfacción de asistir a su
crecimiento y mejorar el paisaje en un país con tanta tendencia a la
desertificación como España, hay un dato fundamental para frenar el cambio
climático: por término medio, un solo árbol absorbe una tonelada de dióxido de
carbono a lo largo de su vida.
42. Cuidado con el fuego
Muy importante: evitar los incendios forestales. En la última década, la media
de superficie forestal calcinada en España ha sido de 118.000 hectáreas por año.
En el 73% de los fuegos influye -por intención, imprudencia o negligencia- la
mano humana. Debemos ser muy cuidadosos en nuestras estancias en el campo: no
encienda fuego en el campo, ni para quemar rastrojos ni pastos, ni para
barbacoas o fogatas. En la época de alto riesgo, meses de verano, y
especialmente si hay sequía, mejor no hacerlo ni en los sitios habilitados para
ello; cualquier chispa puede acabar en un desastre. No arroje al suelo cerillas
ni colillas, ni ningún objeto en combustión, ni papeles, plásticos, vidrios o
cualquier otro residuo susceptible de entrar en combustión y originar un fuego.
43. Sin motores
Por las zonas rurales y los parajes naturales intente usar lo menos posible los
vehículos de motor, que rompen la calma que tanto nos gusta, ahuyentan a los
animales, trastornan la tranquilidad de los habitantes de los pueblos y, en los
caminos forestales, erosionan gravemente el suelo. Circular con el todoterreno
por todos los rincones es más hortera y depredador que aventurero; lo mismo
sucede con los quad, desgraciadamente tan de moda. Infinitamente mejor es ir en
bici, a caballo, en burro o andando.
44. Mejor rehabilitar
Si busca una casa en el campo, es mejor que elija la rehabilitación de una
antigua edificación de pueblo que las nuevas construcciones de urbanizaciones.
Es posible que sea más engorroso y quizá hasta más caro, pero la opción de la
casa típica tiene más encanto, al final la haremos más nuestra, y evitaremos los
desarrollos urbanísticos indefinidos que tanto están agrediendo nuestros
paisajes. Esto mismo se puede aplicar a las costas. Es mejor optar por lo ya
construido que invadir más zonas naturales.
45. Denuncie las tropelías
Denuncie al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil
(Seprona) (062), muy activo y eficaz, los atentados que contemple contra el
medio natural; desde alguna instalación que está contaminando un río o un arroyo
hasta la quema de rastrojos o neumáticos, o vertederos incontrolados, o el uso
de venenos, que siguen haciendo estragos en el campo español, y alambradas
ilegales. Denuncie también todos aquellos proyectos urbanísticos ilegales que
sólo buscan el enriquecimiento rápido de unos pocos a costa de maltratar el
paisaje natural. No se instale en la comodidad mirando hacia otro lado.
46. Menos exploradores
Respete las normas de cada espacio natural en todo lo relativo a zonas de
acampada y de escalada. Muévase por estos espacios sin salirse de las rutas
habilitadas.
47. De pueblo en pueblo
El turismo rural es una magnífica manera de contribuir a las modestas economías
de la gente que vive en el campo y de ayudar a fijar población en los pequeños
pueblos.
48. El 'souvenir'
Una forma maravillosa de contactar con la naturaleza y encariñarse con ella es
fotografiarla. Una afición entretenida y mucho menos impactante que meter ruido
con un quad.
49. Cuestión de setas
A la hora de recoger setas, no hay que arrancarlas, sino cortarlas con una
navaja por el tronco. Además, lleve una cesta en lugar de una bolsa de plástico
para dejar que las esporas vayan desperdigándose.
50. El lenguaje natural
El mundo natural es un libro que hay que saber leer. Podemos dotarnos de guías
que nos enseñen los nombres de aves, árboles, plantas, insectos, fenómenos
geológicos...
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