FUENTE: http://www.enfoca.es/2007/10/mvil-nuevo-y-gratis-no-gracias.html
Así se titula el último papel de Cristianisme i Justicia, cuyos autores son Jordi Cuadros, Albert Florensa y Joaquim Menacho. Puede leerse aquí.En el artículo, que me ha parecido sorprendente, nos ofrecen unas informaciones que desconocemos y, por tanto, no tenemos en cuenta en nuestras decisiones de conumo.En primer lugar nos hablan del coste de un teléfono móvil. Mientras que un aparato medio pesa unos 100 gramos (batería aparte), el movimiento de materiales que se realiza para su fabricación se estima en 75 kilogramos (mochila ecológica). Lo que supone, sólo en su fabricación, unos 74'9 kg de desperdicio. Además algunas substancias utilizadas en su fabricación son recursos caros y escasos, relacionadas con diferentes problemáticas y abusos sociales y ambientales. Citan el ejemplo del tantalio, que se obtiene del coltan, mineral directamente asociado en la financiación de las guerras existentes entre Rwanda, Uganda y la República Democrática de Congo.Posteriormente se centran en la necesidad de cambiar el móvil. Ya en marzo de 2006 había en España más líneas de móviles que habitantes. Se estima que en 2006 se han vendido 19'1 millones de teléfonos móviles, de los cuales el 80% son renovaciones. Mientras la vida útil de un móvil se estima en 10 años, el tiempo medio de utilización se sitúa entre los 18 y los 30 meses. El hecho de que un usuario considere obsoleto tan pronto un móvil se debe en gran medida a ciertas prácticas comerciales: presión publicitaria, bajo coste económico para el consumidor, anclaje de los aparatos a las distintas compañías, coste relativamente elevado de componentes (baterías, cargadores), baja compatibilidad entre móviles e imposibilidad de actualización del software.Concluyen explicando el problema de los residuos electrónicos. Entre Estados Unidos y Europa se tiran 235 millones de móviles al año. El mundo produce anualmente entre 20 y 50 millones de toneladas de residuos eléctricos y electrónicos, lo cual preocupa por su volumen y también por su toxicidad. Éste es el principal problema de cara a su destino final: no pueden almacenarse en vertederos o incinerarse y el reciclaje es difícil y costoso. Al menos no en el primer mundo. De manera que gran parte de esos residuos son enviados a países pobres para su reutilización, reparación, reciclaje o, simplemente, vertido.Por último, nos dejan la siguiente reflexión final: "El mejor camino para el mantenimiento de nuestro mundo es reducir nuestro consumo y apoyar prácticas de consumo y utilización responsable de los recursos disponibles".
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