La economía global está en crisis, pero puede haber más esperanzas de las que usted cree para los pobres.
Sumidos en una crisis financiera que ha hecho perder casi 25 puntos porcentuales al mercado estadounidense de valores durante el último mes, los ministros de Finanzas y bancos centrales se reunieron en Washington hace poco para hablar de la futura extensión de la crisis, y de cómo frenarla. Algunos días después, líderes europeos de Londres a Berlín prometieron cientos de millones [de euros] en planes de rescate para los bancos y entidades financieras en problemas.
Durante toda la crisis, se ha hablado mucho sobre las consecuencias que están sufriendo Wall Street y Main Street [la economía real]. Pero sólo unas pocas figuras públicas, como el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, han alertado sobre los efectos del crash crediticio en la economía de los más pobres, que están fuera tanto de la economía financiera como de la real. Por eso, la periodista de FP Elizabeth Dickinson, ha recabado la opinión de Jeffrey Sachs, destacado economista y asesor del FMI, que se ha hecho mundialmente famoso por su apasionado combate por el fin de la pobreza. La redactora le preguntó si aún cree que ese ambicioso objetivo es posible y qué pueden hacer los líderes internacionales para evitar las situaciones más desesperadas.
Foreign Policy: Los ministros de Finanzas y los bancos centrales celebraron en Washington los pasados 11 y 12 de octubre las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI,y también elaboraron una estrategia global coordinada para luchar contra la crisis. ¿Cómo describiría el estado de ánimo?
Jeffrey Sachs: Creo que, en general, hay miedo, claro. Estamos ante una convulsión financiera muy grande y hay enormes riesgos. Aún no estamos a salvo. Con seguridad, habrá una crisis financiera global de tal envergadura que afectará a la economía real. Nadie está seguro de lo que está ocurriendo.
JOHN THYS/AFP/Getty Images |
FP: El presidente de la Reserva Federal de EE UU, Ben Bernanke, escribió el 14 de octubreen The Wall Street Journal que “hay herramientas disponibles para responder con eficacia y fuerza”. ¿Es cierto?
JS: Pienso que todo depende de con qué se compare. No me parece que vaya a tener lugar una Gran Depresión, y no creo que se produzca un crash total con cierres y quiebras generalizadas de bancos. Pero sí habrá una grave recesión. Sentiremos sus efectos, y serán muy dolorosos. El desempleo aumentará en varios puntos; la caída del crecimiento será significativa en términos absolutos. La crisis será larga, y la recuperación ardua, debido a los muchos desajustes económicos y por culpa de los altos niveles de endeudamiento de los hogares. Hay que verla como una recesión grave en una economía con fluctuaciones cíclicas. Vamos a pasar por un ciclo económico de duración considerable.
Otras áreas del mundo están sufriendo la crisis por muchas razones: porque sus propios bancos hicieron lo mismo que los estadounidenses, porque nuestra política monetaria lideraba las burbujas que han reventado, porque sus economías dependían de las importaciones... No creo que todo esto vaya a conducir a un declive en todas partes. China, por ejemplo, mantendrá un buen nivel de crecimiento durante este periodo.
FP: Ante la expansión geográfica de la crisis por todo el planeta, ¿cómo está afectando a la población de los países en desarrollo?
JS: Creo que los efectos se notarán más, por irónico que parezca, en los países de renta media, porque una de las características de las naciones pobres es su mayor desconexión del sistema internacional. Sus bancos no están conectados y son muy pequeños en comparación con el tamaño de la economía. La gente no posee acciones, así que no pierden sus pensiones. En los países de renta media como Brasil e India, puede haber riesgos más importantes.
FP: En la reunión del 11 y 12 de octubre, Robert Zoellick apuntó que cien millones de personas han engrosado las filas de la pobreza desde enero de 2008. ¿Piensa que aumentará este número?
JS: Esa catástrofe es consecuencia del encarecimiento de las materias primas, sobre todo de la energía y de los fertilizantes, y no de la crisis financiera. Y no creo que los efectos directos de ésta última vayan a ser graves en ese sentido.
La cuestión, por supuesto, es si la crisis ha hecho olvidar a los países los planes de lucha contra la pobreza, y esto es importante; muchas veces, constituyen un asunto de vida o muerte. Claro que [la caída en la miseria de esas personas] debe preocuparnos mucho. Pienso que tanto en los buenos como en los malos tiempos, es difícil que la gente se fije en estas cosas. No creo que [este problema] vaya a recibir más atención de la habitual.
Espero que cambie la actitud respecto a la gobernanza [de la economía], sobre todo si Obama se convierte en presidente de EE UU. Los días de codicia e imprudencia del laissez faire han terminado, y la idea de que el gobierno debe tener un papel en los mercados financieros y una responsabilidad para con los pobres (e incluso para con los del mundo entero) ganará importancia.
FP: Usted publicó en su blog: “El mensaje principal de esta semana es que el mundo debe encontrar un nuevo modelo de liderazgo colectivo, tras el colapso de la autoridad de EE UU”. Parece que piensa que un mundo multipolar estaría mejor pertrechado para combatir desafíos globales como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿no es igual de probable que termine instalándose un vacío de poder, es decir, que no se consolide ninguna autoridad?
JS: Bueno, eso es lo que ha ocurrido durante estos últimos años. Estados Unidos ha abandonado su anterior papel como estabilizador del sistema. En realidad, esto ya sucedía durante la Administración Clinton, pero se aceleró especialmente en la de Bush, una era de negligencia política.
Creo que China, la Unión Europea y otros actores podrán desempeñar un papel responsable, sobre todo en asuntos como el cambio climático, el desarrollo y las inversiones globales. Pero nadie debería esperar un liderazgo de EE UU, sólo su cooperación.
FP: Aun cuando la crisis financiera no afecte a los pobres entre los pobres, qué pasará con economías emergentes como la de Nigeria, Angola y Kenia donde el sistema bancario sólo estaba dando sus primeros pasos? ¿Cómo les afectará?
JS: Por descontado, Nigeria sufre los vaivenes del precio del petróleo, y también Angola. Kenia es un caso más complejo porque su economía está mucho más diversificada. Sus bancos no son suficientemente fuertes, para empezar, y los días en los que todo iba como la seda han tocado a su fin. Pero no veo una gran pérdida en el plano del desarrollo de estos países. Se limitarán sus posibilidades de atraer inversiones de peso, pero éstas aún serán factibles. Los vínculos que pueden forjarse con Estados Unidos, China e India se mantendrán.
FP: Como presidente de la organización Millenium Promise Alliance (Alianza para alcanzar los Objetivos del Milenio), cuya meta es conseguir los objetivos de desarrollo de Naciones Unidas para 2015, usted ha invertido mucho tiempo en defender el incremento de la ayuda extranjera. Ahora que donantes como EE UU y Europa, entre otros, están pasando por momentos económicos difíciles, ¿hasta qué punto tendrá que reorientar sus actividades?
JS: He recordado repetidamente que los donantes han prometido menos del 1% de sus ingresos, y se supone que sus promesas valen para un año malo y para uno bueno. Una cifra inferior al 1% no es una exageración; es un compromiso que podemos permitirnos. Es importante para el mundo, y seguiré defendiendo esta tesis.
En segundo lugar, la idea de donar 25.000 millones de dólares (unos 19.000 millones de euros) a África no suena tan escandaloso después de un plan de rescate de 700.000 millones en EE UU y una inyección de 2 billones en garantías estatales para los bancos europeos. Simplemente, hemos elegido ignorar a los pobres; no ha sido una decisión causada por [la reducción de] los recursos disponibles. Hemos elegido alegremente dejar morir a millones de personas en lugar de cumplir nuestras promesas. La crisis no cambia nuestra capacidad cuantitativa para mantenerlas. Y creo que ahora todo el mundo sabe más de macroeconomía que antes. Pueden evaluar por sí mismos que no se requiere una gran cantidad de dinero, después de lo que se ha visto en las últimas semanas.
En tercer lugar, una de las estrategias centrales consiste en apuntar también a otros donantes, no sólo los tradicionales como EE UU y Europa. Oriente Medio puede y debe poner más fondos. China puede y debe donar más dinero. Vamos a ver un incremento de estas conexiones, y será bueno para todos.
Jeffrey Sachs es director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia (EE UU) y autor de Common Wealth: Economics for a Crowded Planet (Penguin Press, Nueva York, 2008).
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